Que me quedara en paro no
quería decir que renunciase a unos pequeños días de vacaciones. Vale que no
fueran unas vacaciones idílicas, pero al menos descansaría por unos días de
fregar, cocinar, lavar y limpiar. Mis padres me habían ofrecido pasar unos días
con ellos en el apartamento que habían alquilado para sus vacaciones en la
playa. Mi madre lo había planeado todo para que las fechas coincidieran justo
cuando mi esposo debía cerrar inventario en su empresa.
.-“Mamá, no quiero molestaros,
bastante hacéis cuidando del niño durante todo el año, os merecéis unas
vacaciones” le dije con falsa modestia por mi parte cuando me lo propuso.
.-“Hija, tú y el chico no
estorbáis nunca, además… no quiero estar sola con tu padre quince días. No
sabría qué hacer con él todo el día merodeando por el apartamento, así al menos
se bajará a la playa con el niño”, trató de convencerme poniendo a papá por
excusa.
.-“Oh, mamá no sabes cuánto te
lo agradezco, me apetecía salir unos días de la ciudad, y la playa me vendrá
estupendamente bien para descansar” la dije abrazándola.
.-“No se hable más” dijo mi
madre dando el asunto por zanjado.
Para los que no me conozcan
decir que me llamo Sandra, tengo treinta y dos años, estoy casada desde hace
varios años con mi marido con el que tengo un hijo maravilloso.
Como habrás podido comprobar
prefiero mantener cierto anonimato, ¿es más excitante así, no crees?. Piensa
que podría ser tu vecina, o tu compañera de trabajo, la mamá de algún compañero
de tus hijos, o esa mujer con la que te cruzas todos los días.
Pero a lo que vamos…
Llegó la fecha señalada, mis
padres habían salido unos días antes con su nieto, así podría acudir yo con el
coche llena de bártulos. Ya sabéis las bicis, cuna de viaje, hinchables, palas
y rastrillos para la arena, y un montón de cacharros más. Tuve tiempo de
preparar la casa y la despensa para que mi marido pudiera quedarse de
“rodríguez” esos días. Hubiera pagado por ver cómo se las apañaba sin mí. Desde
luego que yo pensaba desconectar y descansar.
El sitio era totalmente
desconocido para mí, pero enseguida pude comprobar que el pueblo constaba de
dos grandes playas, a las que acudía todo el mundo y que estaban bastante
atestadas de gente, y que a lo largo del litoral, entre caminos de tierra sin
asfaltar se accedían también a otras playas más tipo calitas y ese rollo. Se
respiraba otro ambiente en esas playas, al ser algo más inaccesibles estaban
menos concurridas.
A mí me gustaban más este tipo
de playitas. Con la excusa de dar un paseo en bici, dejaba a mis padres con el
niño, y cada mañana trataba de descubrir alguna cala nueva. Por eso, y porque
me apetecía hacer top less al tomar el sol, y siempre me ha dado algo de
vergüenza practicarlo delante de mi padre.
Después de varios días probando
por diferentes sitios, decidí repetir en una pequeña cala rodeada por rocas a
ambos lados. Para acceder a ella debían andarse unos metros entre árboles y
algo de maleza, aunque por un sendero bien definido que permitía dejar la bici
casi a pie de playa atada a algún árbol. El resto de personas que accedían a
ella dejaban el coche en un pequeña explanada algo más arriba y andaban como
todos algunos metros entre la naturaleza.
El caso es que las veces que
estuve bañándome y tomando el sol había bastante sitio entre los presentes,
como para poder tumbarte a tomar el sol libre de miradas indiscretas.
Prácticamente desde que estaba casada que no practicaba top less, pues siempre me
cortaba de practicarlo con mi familia delante, sobre todo por los comentarios
arcaicos de mi marido y sus machistas reprimendas.
Pero en esos días, no sé por
qué, me sentía con ganas de recuperar parte de mi libertad, reencontrarme
conmigo misma, de librarme de las ataduras como madre y esposa, y tratar de
disfrutar al máximo de unas pequeñas vacaciones, y porque no reconocerlo buscar
algún aliciente picantillo. Por supuesto sin llegar a mayores. Esto es, alguna
chispa a mi aburrida vida sexual, como sorprender a alguien mirándome, rechazar
algún ligue, y cosas por el estilo que siempre te reconfortan la moral, y te
dan en que pensar en los ratos más íntimos.
He de reconocer que a veces me
sentía un poco egoísta cargando a mi madre con mis responsabilidades, aunque
bueno, por unos días, no creo que le importase.
Recuerdo que aquella mañana
llevaba un rato ya tumbada al sol leyendo y soñando con la lectura de mi libro
preferido, cuando un par de muchachos bastante más jóvenes que yo se situaron
cerca de mí. Levanté la vista y miré a ambos lados de la playa para comprobar
que a esas alturas de la mañana era la única chica solitaria en la cala. Un
grupo de niñas, una familia, algún abuelete, otros grupos de chicos y algunos
pocos más presentes. Después de observarlos caí en la cuenta, qué mejor sitio
por parte de aquellos dos adolescentes para situar sus toallas al lado de una
mujer solitaria enseñando los pechos.
Me hizo gracia al principio
ver como se codeaban y miraban hacia mi posición. Si bien no se parecían en
nada a cuanto hubiera imaginado en un principio que me podía pasar decidí jugar
con ellos un poco. Pude observarlos mirándolos por encima de mi libro y oculta
tras mis gafas de sol. Pensé que debieron confundir mi edad y considerarme más
joven de lo que soy. Me agradó la idea. ¿A quién no le gusta que la vean a una
más joven de lo que es?.
Mis temores se hicieron
realidad y enseguida trataron de llamar mi atención haciéndose los gallitos. Yo
los miraba siguiéndoles el juego de las miraditas. En cierto modo me sentía
como cuando tonteaba de adolescente.
Se pusieron a jugar a la
pelota en la orilla del mar justo enfrente mío. En el espacio entre mi toalla y
la arena, un espacio entorno a diez o quince metros calculo yo. Por su griterío
enseguida advertí que no eran de la zona, tenían un acento algo raro, en esos
momentos no sabría precisar. Pude entenderles algo así como que estaban
hablando de sus ídolos de fútbol. Hasta que aburrida de su comportamiento tan
infantil decidí tumbarme boca abajo aguándoles la fiesta y continuar leyendo el
libro.
Interrumpí mi lectura cuando
noté el contacto de una pelota en mis pies, y escuché unas risas provenientes
de los adolescentes. Me volteé para comprobar cómo se acercaba a recoger el
balón uno de los muchachos.
.-“Lo siento” dijo en un buen
español aunque con cierto acento extranjero muy dulce, y mientras se agachaba a
recoger la pelota, no apartaba la vista de mis pechos.
He de reconocer que en cierto
modo me encantaba ser el centro de atención de esos dos jóvenes. Dejé de leer
el libro para observarlos. Ellos continuaban jugando al balón en la orilla. Me
pregunté su edad, deduje que justo tendrían los dieciocho años o alguno más, si
es que los tenían. También me pregunté qué hacían allí, solos. Mejor dicho, tan
jóvenes y solos.
Ambos se percataron de que los
estaba mirando de nuevo esta vez descaradamente, no tenía puestas las gafas de
sol y era evidente que los contemplaba absorta en mis pensamientos. Se lanzaban
miradas cómplices entre ellos, mientras hacían gestos en clara alusión a mis
pechos.
No sé, me hizo gracia que les
gustase mi cuerpo, y sobretodo que babeasen por mis pechos. Desde la lactancia
de mi hijo siempre he procurado cuidármelos y mantenerlos esbeltos. Me alegro
por que tanto esfuerzo, y tanto gasto en cremas no hubiese sido para nada. Me
sentí reconfortada. Además, aquellos dos chavales podían haberse fijado en las
adolescentes del otro extremo de la playa, y sin embargo fui yo quien llamó su
atención.
.-“Eso es” pensé para mi “por
qué no llamar más su atención”. Quise comprobar más de cerca sus miradas
clavadas en mi cuerpo. Hacía calor, así que me levanté de la toalla y decidí
darme un baño pasando intencionadamente entre ellos, justo por en medio del
sitio en el que jugaban a pasarse la pelota.
El balón chocó conmigo al
pasar en dirección al mar, lo que terminó por clavar aún más sus miradas en mi
cuerpo. Una vez en la orilla, y para su deleite, simulé un par de veces que el
agua estaba algo fría para mí al contacto de las olas, lo que produjo que mis
pechos botasen sobre mi torso e inevitablemente ambos chiquillos se llevasen la
mano a su entrepierna tratando de impedir que se les notase su erección.
“Pero mira que eres mala”
pensé esbozando una maliciosa sonrisa en mi rostro mientras me zambullía en el
mar. El agua calmó también un poco mis ánimos. Me sentó bien nadar. Pude notar
cómo se relajaban mis músculos. Como digo me sentó muy bien ese baño, pues mi
mente comenzaba a imaginar lo que no debía.
Al salir del agua en dirección
hacia mis cosas, pude comprobar que los chicos se habían tumbado boca abajo
sobre sus toallas.
.-“Oh que pena” pensé mientras
me preguntaba cómo podía continuar jugando con esos chiquillos.
Lo tuve claro al llegar a la
toalla, debía ponerme la protección solar perdida por el baño. Así que decidí
darles un espectáculo que nunca olvidarían. Me gustó exhibirme ante esos
chicos, me extendía la crema por mi cuerpo todo lo sexy y sensual que se me
ocurría. En especial cuando tocaba acariciarme los pechos. Ellos por su parte
lo observaban todo tumbados todo el rato boca abajo en sus toallas.
“Pobrecillos, con la facilidad
de su edad, deben de tener una erección que no les permite ponerse boca arriba”
pensaba mientras me daba la crema.
El caso es que había llegado
el momento en el que el espectáculo debía terminar, y recogiendo la crema en mi
bolsa me tumbé boca abajo en la toalla. Mis pensamientos derivaron en otros
aspectos, y con la facilidad que me caracteriza me quedé medio adormilada
tumbada en la arena tomando el sol.
La voz de uno de ellos me
despertó de mi ensoñación. Se trataba sin duda del más atrevido de los dos.
Estaba en cuclillas justo enfrente mío.
.- “Excuse me, ¿podría
indicarme dónde puedo comprar eso?” pronunció con un inconfundible acento en
inglés señalando mi bote de protección solar que asomaba entre las cosas de mi
bolsa.
.-“Oh, esto” dije cogiendo mi
bote de crema “en cualquier supermercado” le informé sin entender al principio
a que se refería. Lo cierto es que me pilló fuera de juego y algo sorprendida
por su presencia.
.-“¿Cuánto puede costar?” me
preguntó con cara de no haberse puesto protección solar en su vida. Me pareció
una estrategia muy ruin para tratar de entablar conversación conmigo, pero me
alegré por su descaro. Al menos había sido lo suficientemente valiente como
para tratar de coquetear. Algo que muchos hombres de pelo en pecho no se
atreven.
.-“Pues no sé, unos diez
euros” dije algo desconcertada aún por su presencia y su descaro.
.-“¿Puedo comprártelo a ti?” insistió
preguntándome. Me fijé entonces es sus hombros enrojecidos por el sol. No pude
evitar reírme interiormente. “Mira que son tontitos estos guiris” me reí al
observar que se estaban quemando. Aunque en cierto modo me dio pena el
muchacho.
.-“Esta crema es mía, pero no
te preocupes. Anda gírate, que te pondré crema en los hombros, estas empezando
a quemarte” dije en tono maternalista y siguiéndole el rollo al muchacho.
El chaval no se creía su
suerte cuando se sentó en la arena enfrente de mí y pudo comprobar cómo vertía
crema sobre su hombro y comenzaba a extendérsela por su espalda.
A mí me llamo la atención su
piel, blanquecina, sin apenas manchas. Un tacto suave, sin pelo por su cuerpo,
una dermis joven, sin arrugas, tersa, … era todo tan distinto a lo que estaba
acostumbrada.
Podía notar en mis manos el
calor que desprendía su cuerpo. Se notaba que la crema aliviaba el
enrojecimiento y calmaba el fuego que comenzaba a adquirir su piel.
Hice gestos a su amigo para
que viniese también a ponerse crema. Nos observaba desde su posición envidiando
la suerte de su amigo y con cara de perrillo abandonado. Este se acercó al ver
mi gesto con las dos toallas en su mano, y acomodó una justa al lado de la mía
tumbándose sobre ella para que le diera la crema.
Me hizo gracia su
desvergüenza. Su cuerpo era mucho más musculoso que el de su amigo. Me agradó
acariciarlo mientras le extendía la crema tumbado boca abajo.
.-“¿Puedo preguntarte cómo te
llamas?” me preguntó el chico al que ya había dado la crema y que observaba
como extendía el protector solar sobre el cuerpo de su amigo.
.-“Mi nombre es Sandra” le
dije, al tiempo que forcé un poco la posición para darle dos besos. Como el
muchacho se encontraba al otro lado de su amigo que continuaba tumbado en la toalla,
al reclinarme para tratar de intercambiar los dos besos de presentación, sin
querer y por descuido, mis pechos rozaron la espalda del chico que yacía boca
abajo en medio de ambos, y que se incorporó de golpe sobre sus hombros al notar
nuestro particular contacto.
.-“Yo soy Marc, y este es
Peter” y acto seguido dijo “hemos venido desde Belfast a pasar unos días.
Queremos aprender español. ¿Te importa si nosotros podemos a hablar un rato
contigo?” me preguntó al tiempo que su amigo Peter esperaba a que terminase de
hablar, para intercambiar muy sonriente tras nuestro pequeño contacto los dos
besos conmigo.
Yo no supe que decir, no me
esperaba que tratasen de entablar tanta conversación o amistad. ¿Acaso
pretendían ligar conmigo?. ¿O era verdad que tan sólo querían hablar y aprender
el idioma?. En cualquier caso quise salir de la duda que asaltaba mi mente
desde que los vi.
.-“Parecéis muy jóvenes, ¿qué
años tenéis?” les pregunté muerta de curiosidad.
.-“Oahu, yo acabo de cumplir
los dieciocho,” me dijo Marc “en cambio Peter tiene veinte” dijo el más
dialogante de ellos.
.-“¿Y habéis venido solos?”
quise saber para saciar mi curiosidad.
.-“Yes of course, este viaje
es nuestro regalo por haber sacado buenas notas” respondió con su particular
acento y entusiasmado por haber alcanzado sus objetivos.
.-“¿Qué años tienes tú?”
preguntó Peter el más cercano a mi posición y con quien se produjo el roce de
mis pechos en su espalda.
.-“¿No te han dicho que es de
mala educación preguntar los años a una dama?” le dije burlándome por su
atrevimiento. El muchacho puso cara de pena al ver que había metido la pata.
Quise quitarle hierro al asunto.
.-“Tranquilo no me importa
decirlo. Tengo treinta y dos años” dije para su desconcierto. Ambos se miraron
sorprendidos por mi respuesta. Lo que me certificó que definitivamente habían
calculado mal mi edad.
.-“Pues no los aparentas” dijo
Marc, sincerándose.
.-“Gracias chicos. Eso es muy
halagador” les dije realmente agradecida al realzar mi autoestima.
.-“What a wonder breast have
this woman!!” le dijo Peter a Marc pensando que yo no los entendía. Me hice la
tonta por su comentario, he de reconocer que me sentí nuevamente halagada, y
continúe mi conversación con Marc al que si parecía interesarle hablar en
español.
Así estuvimos charlando un
rato más. Me informaron que era la primera vez que salían de la isla, y que
siempre habían soñado con venir a España. Por eso sus padres les pagaban el
viaje y la estancia. Luego me informó que habían reservado por internet un apartamento
en el pueblo, me invitó a verlo. Le dije que era muy amable, pero que no creía
que volviésemos a coincidir. Me preguntó también que podía hacerse aparte de ir
a la playa en el pueblo, y tuve que responderle que aparte de visitar tiendas y
comer, poco más podía hacerse en aquella pequeña localidad.
En todo el rato que estuvimos
conversando no apartaban la vista de mis pechos ni un solo momento. Luego
estuvimos hablando de la sangría, la paella, y otros tópicos, hasta que vi el
reloj y decidí que había llegado la hora de marchar. Muy a su pesar me despedí
de ellos.
Al llegar al apartamento
alquilado por mis padres tuve que darme una ducha especialmente fría para
relajarme. He de reconocer que me encontraba algo aturdida por lo sucedido. En
cierto modo estaba excitada por que unos niñatos adolescentes habían tratado de
ligar conmigo. Eso es algo que no ocurre todos los días.
Me sentí igual que cuando de
chiquilla regresaba a casa de mis padres de madrugada, tratando de ocultar lo
que había bebido o fumado, y de que no preguntasen por lo que había sucedido
durante la noche. Desde que me emancipé de casa que prácticamente no le
ocultaba nada a mis padres, y sin embargo, esta vez, al igual que de
adolescente, no me apetecía hablar del asunto cuando me preguntaron qué tal el
día en la playa.
A la mañana siguiente decidí
acudir de nuevo a la misma cala. Recuerdo cuando elegí el bikini que pensaba en
la posibilidad de reencontrarme de nuevo con los muchachos de ayer. Dudé sobre
el conjunto que ponerme, y todo porque había un modelo de bikini cuya braguita
era un minúsculo triangulo. Cuando me lo regalaron mis amigas, nunca pensé
siquiera en la posibilidad de ponérmelo, mucho menos delante de mi esposo o de
mi padre. Era demasiado atrevido para lo que venía acostumbrada últimamente.
Sin embargo esa mañana tenía ganas de atreverme conmigo misma y de ponérmelo.
He de reconocer que estaba nerviosa al decidirme.
“Seguro que se hacen unas
pajillas si me ven con este conjunto” pensé para mí mientras me miraba en el
espejo. Por un momento me gustó imaginar a esos dos chiquillos machacándosela
pensando en mí, “pobrecillos a su edad es inevitable” continuaba imaginando.
Al final me lo puse, salí del
cuarto con las mallas de ciclista que ocultaban la prenda ante los ojos de mis
padres, y de nuevo con la excusa de ir en bici me dirigí rumbo a la cala.
Estaba nerviosa, al igual que una adolescente que le oculta la ropa a sus
padres.
Una vez llegué a la playa no
vi a los chicos del día anterior. Me llevé algo de decepción. Así que me da
crema bronceadora y me tumbé a tomar el sol y esperar.
Pensé que ya nos lo vería, y
he de reconocer que me sentía algo ridícula en top less y con medio culo al
aire, mientras otros hombres que no eran los que esperaba me miraban con deseo
en la playa pero sin atreverse a decirme nada.
En eso que llevaba un rato
medio dormida tumbada boca abajo, cuando la voz de uno de los muchachos me
sorprendió a mi lado.
.-“Hola Sandra, qué alegría
volver a verte” me dijo Marc, como siempre el más hablador.
.-“Lo mismo digo chicos” dije
tratando de ser amable, incorporándome sobre los codos para saludarlos.
.-“¿Podemos tumbarnos
contigo?” preguntó de nuevo Marc mientras extendía su toalla junto a la mía
antes incluso de que le respondiera.
.-“Si, claro, ¿por qué no?”
dije resignada una vez comprobaba que el chico ya estaba tumbado sobre su
toalla a mi lado.
.-“Normalmente solemos venir
temprano pero hoy nos hemos entretenido, siguiendo tu consejo hemos ido a
comprar crema para protegernos” dijo sacando un bote de crema hidratante para
mi asombro.
.-“¿Y piensas protegerte del
sol con eso?” le pregunté conteniéndome la risa.
.-“Si, ¿por qué?” preguntó
temeroso de haber metido la pata.
.-“Por qué eso es crema
hidratante” le dije riéndome por la situación.
.-“¿No sirve entonces, no?” me
preguntó estupefacto por su torpeza.
.-“Me temo que no” le dije ya
riéndome a carcajada delante de sus narices.
Peter que había permanecido
callado hasta ese momento, le dio un par de codazos a su compañero, y en
evidente estado de enfado le dijo:
.-“I told you. Now, we will
have to return for buy the damn cream, and miss see this chick's tits, (para
los que no saben inglés, viene a decir algo así como: Te lo dije. Ahora
tendremos que regresar a comprar la maldita crema y nos perderemos las tetas de
esta tía)”. Murmuró con su compañero pensando que yo no los entendía.
Me hizo gracia su comentario y
su sinceridad. Decidí darles una alegría.
.-“Anda quitaos las camisetas
y tumbaos, os daré un poco de mi crema” dije terminando de incorporarme para
tratar de extender la crema por sus espaldas.
Ambos se miraron no dando
crédito a lo que acababan de escuchar. El primero en quitarse la camiseta y
tumbarse boca abajo sobre su toalla fue el propio Marc. Al estar a mi lado, me
acomodé de rodillas junto a él, en esa posición mi culete descansaba sobre los
talones de mis pies, facilitando que pudiera verter la protección sobre sus
hombros y comenzar a extender la crema por su espalda.
Me llamó de nuevo la atención
el tacto de su piel, era suave, apenas tenía ningún pelo por su cuerpo. Eso sí,
tenía muchas pecas que decoraban su cuerpo. Me entretuve un rato, el suficiente
para comprobar que su amigo Peter se ponía algo nervioso. Quise comprobar la
reacción de ambos extendiendo crema a Marc por la parte posterior de sus
piernas. El chaval no podía aguantar sonreírse lascivamente con su compañero,
cuando mis manos subían extendiendo la crema, por la cara interna de sus muslos
muy cerca ya de sus partes. Incluso llegué a introducir varias veces mis manos
por debajo de la tela de su bermuda provocando las contenidas risitas. Peter lo
observaba con envidia. Debo reconocer que me gustó recrearme en ello, por unos
momentos me gustó provocar a esos dos chiquillos.
.-“Te toca” dije señalando a
Peter para desconsuelo de Marc, que veía como terminaba su turno.
Ahora era Peter quien me
esperaba tumbado boca abajo. Enseguida pude comprobar que estaba mucho más
fuerte que su amigo. Marcaba músculos incluso en la espalda, se notaba que Peter
se machacaba en el gimnasio. Quise recompensarlo por su larga espera, y de paso
disfrutar yo misma de acariciar un cuerpo tan joven y fuerte. No todos los días
se tiene la oportunidad de acariciar unos músculos como esos.
Para sorpresa de Peter me senté
a horcajadas sobre su espalda, prácticamente estábamos sentados culo con culo.
El chaval no pudo evitar poner cara de alucinado al comprobar su suerte. La
suave piel de mis nalgas, cubiertas únicamente por el tanga, entró
inevitablemente en contacto con la de su espalda. Incluso a mí me produjeron
sensaciones contradictorias el roce de nuestros cuerpos.
Desde luego se trataba de un
cuerpo muy bien cuidado, pero lo que más me llamó la atención cuando mis manos
recorrían esa espalda era que apenas había pecas en su piel. Era una piel
blanquecina en la que no se apreciaba ni una sola mancha. Pero lo que más me
gustó sin duda fue apurar mis caricias hasta el límite del elástico de su
bañador. Era una piel tan suave…
Llegó el momento de darle
crema por sus piernas. Me deslicé hasta sentarme sobre sus talones. Siempre sin
perder el contacto entre nuestras pieles. Siempre tengo la piel del culete algo
más fresa que el resto de cuerpo, pero en esos momentos hasta esa zona tan
delicada de mi cuerpo echaba fuego. Enseguida pude darme cuenta de que el
chaval tenía una erección que trataba de disimular avergonzado.
La primera vez que mis manos
subieron por sus muslos, hasta alcanzar el límite de su bañador, pude notar
como sus glúteos se tensaban tratando de contener sus reacciones. Me gustó
jugar con aquel muchacho, que aunque parecía tan fiero, tan machito, tan seguro
de sí mismo, estaba completamente rendido a mis caricias.
Al igual que hice con su
amigo, quise introducir mis manos incluso por debajo de la tela de sus
bermudas, comprobando como el muchacho se tensaba nervioso por mis caricias.
He de reconocer que me puse
algo calentita con el jueguecito y los toqueteos. Ahora era yo quien quería ser
acariciada. Así que mientras me levantaba para tumbarme de nuevo sobre mi
toalla. Les dije:
.-“Creo que yo también
necesito algo más de protección. ¿Por qué no me extendéis crema vosotros?”
pronuncié sonriéndoles maliciosamente tumbada ya boca abajo sobre mi toalla.
Ambos muchachos se miraban embobados como si no entendieran lo que acababan de
escuchar. Los dos contemplaban atónitos lo bien que me sentaba la braguita del
bikini, y pude sentir sus miradas clavadas en mi culo. Tuve que entregarles
prácticamente el bote de crema en sus manos para que entendiesen lo que les
estaba diciendo.
.-“Mientras uno me da crema
por la espalda el otro puede hacerlo por las piernas”, dije mientras me
acomodaba definitivamente sobre la arena dispuesta a disfrutar el masaje a
cuatro manos.
Se pusieron uno a cada lado y
comenzaron a darme crema. Al principio he de reconocer que me hizo gracia
comprobar cómo vertían goterones de crema sobre mi piel, que luego les costaba
extender. Marc se ocupó de mi espalda, y Peter de mis piernas. Podía apreciar
cómo les temblaban las manos. Luego fueron relajándose y yo con ellos. Poco a
poco las caricias de Marc comenzaron a ser algo más osadas, y en su recorrido
por extender la crema, sus manos se deslizaban desde mi espalda hasta mi torso,
por los laterales y las costillas, hasta justo debajo de los sobacos,
acariciando de pasada la piel visible de mis pechos que yacían aplastados sobre
la toalla.
Peter, por su parte, al ver
las atrevidas maniobras de su amigo también se atrevió a avanzar en sus
caricias. Sus manos se deslizaban por el lateral de mis piernas hasta alcanzar
el elástico de mi braguita. Me sorprendió cuando de repente me sobó el culo a
dos manos y con total descaro, con el pretexto de extenderme la crema por la
parte que no cubría la tela de mi bikini.
.-“Uuuhhhmmm” no pude evitar
gemir al notar las manos de Peter comprobar la suavidad de la piel de mis
nalgas. “Lo estáis haciendo muy bien, chicos. Seguid así”. Quise provocarles
aún más para mi propia satisfacción, pues nunca me habían dado un masaje como
ese.
Confieso que me hubiese dejado
manosear ahí mismo en medio de la playa de no ser porque el espectáculo
comenzaba a ser escandaloso. Muy a mi pesar debía parar aquello.
.-“Bueno chicos, ya está bien,
creo que tengo suficiente crema en mi cuerpo como para pasar dos veranos” dije
provocando unas risas nerviosas de mis acompañantes. Y les hice indicaciones
para que se tumbasen conmigo a tomar el sol.
Los chavales obedecieron sin
chistar a mi propuesta, creo que porque necesitaban estar un rato boca abajo,
con el silencio y el calor de la mañana, fuimos cayendo todos en un estado de
somnolencia y de modorra.
Cuando desperté mi espalda
quemaba de calor, y supuse que también la de los chavales.
.-“Hey chicos, creo que es
hora de tomar un baño” dije incorporándome de mi toalla en dirección al agua.
Por supuesto me incorporé sin el top y con la minúscula braguita. Me sentía
prácticamente en bolas pavoneándome medio desnuda ante los chicos, y eso me
gustó. De hecho caminé moviendo el culete y provocándoles.
.-“¿No queréis bañaros?” les
provocaba con mi actitud de niña mala.
Una vez alcancé la orilla y el
agua mojó mis pies, me pareció que estaba fría, muy fría, y me costó
introducirme.
.-“Aaaah” chillé al notar que
alguien me salpicaba por la espalda. Eran Peter y Marc que trataban de jugar a
salpicarnos.
.-“No, parad, el agua está muy
fría” les supliqué tratando de evitar que me salpicasen. Pero cada vez que
saltaba tratando de esquivar las olas y sus chapoteos, mis pechos botaban para
mayor espectáculo de ambos. Fue Peter, el más fortote y bruto, quien me agarró
por la cintura y a modo de placaje me zambulló por completo en el agua.
Yo traté de devolverle la
maniobra, me agarré a él por la cintura y traté de zambullirlo en el agua, pero
estaba claro que el chaval estaba bastante cachas y me era imposible. Lo único
que conseguí fue restregar mis pechos sobre su torso tratando de hacerle la
aguadilla, y era evidente que el muchacho lo estaba disfrutando.
Su compañero Marc quiso
participar en el juego, y me cogió por la espalda para separarme de su amigo, y
a traición me hizo él la aguadilla que no pude hacer yo a su colega. En la
maniobra aprovechó para tocarme el culo con la excusa del forcejeo.
El caso es que estuvimos un
rato luchando y empujándonos en el agua con la excusa de hacernos aguadillas,
momentos que los chavales aprovecharon para tocarme y meterme mano por todas
partes.
Yo también aprovechaba para
tocarles y meterles mano. ¿Qué os creíais?. Entre otras cosas, me llamó la
atención comprobar el tamaño de los atributos de Peter, parecía estar bastante
bien dotado, aunque tampoco pude comprobarlo todo lo bien que me hubiese
gustado.
Desde luego me comportaba como
una chiquilla, era como si de repente hubiese rejuvenecido diez años. Era como
regresar a mi adolescencia.
En el momento en el que pude
comprobar que ambos estaban empalmados, decidí darme por rendida y poner fin a
la contienda saliendo del mar. De seguirme los chicos hasta la orilla podría
apreciar sus erecciones bajo los bañadores. Pero a mi pesar, ambos se quedaron
en el agua mientras yo les daba la espalda en dirección a las toallas.
Me dio tiempo a secarme antes
de que ellos saliesen del agua. Pude ver el reloj y comprobar que el tiempo
había pasado deprisa, debía regresar con mis padres. Cuando al fin regresaron,
la despedida se hizo un poco brusca por las prisas. Seguramente pensaron que yo
tendría remordimientos por cuanto acababa de pasar en el agua. Nada más lejos de
la realidad, lo había disfrutado y mucho. El caso es que para su consuelo y el
mío quedamos en vernos al día siguiente.
Dios mío, no podría describir
mis sensaciones mientras pedaleaba en dirección al apartamento alquilado de mis
padres. Estaba calentita, y mi mente no dejaba de recordar los toqueteos y
caricias con los muchachos. Tuve que encerrarme en el baño nada más llegar.
Necesitaba una ducha bien fría, pero nada más introducirme bajo el agua mis
pechos reaccionaron erizándose por la temperatura. Estaban especialmente
sensibles. No pude evitar acariciarme los pechos, necesitaba relajar la tensión
y el nerviosismo acumulado. Mis manos se deslizaron inevitablemente hasta mi
pubis. Comencé a acariciarme, primero con la excusa de enjabonarme mis partes,
luego con la intención de introducirme algún dedito yo misma.
Recuerdo que por primera vez
visioné fruto de mi imaginación los cuerpos desnudos de Marc y Peter
acariciándome, fruto de mi fantasía. Luego me imaginé sus pollas erectas
rozándose con mi cuerpo mientras jugábamos en el agua.
.-“Uuuuhm” tuve que ahogar mis
gemidos al penetrarme yo misma con los dedos en la ducha. Apunté el chorro del
agua hacia mi clítoris, estaba próxima al orgasmo. Mi mente estaba del todo
fuera de control cuando unos nudillos golpearon en la puerta…
.-“¿Hija, estas bien?”
preguntó del otro lado de la puerta mi padre.
.-“Si, ¿porqué?” pregunté
alertada interrumpiendo repentinamente mi orgasmo.
.-“Llevas mucho tiempo
encerrada en el baño, y estamos esperándote todos para comer” dijo mi padre
totalmente ajeno a lo que ocurría al otro lado de la puerta.
.-“Ahora salgo” dije dando por
interrumpida mi particular sesión de ducha. Comprobé como algunas cosas no
habían cambiado pese al paso de los años. Juro que durante esos días de
vacaciones con mis padres tuve la extraña sensación de volver a ser una
chiquilla.
Al día siguiente salió un poco
nublado. Lo que no logró que desistiese de acercarme en bici hasta la cala
donde debía encontrarme con mis jóvenes admiradores.
Cuando llegué ya estaban
tumbados en la arena. Me hicieron señales nada más verme para que me acercase
hasta donde estaban ellos.
.-“¡Qué mala suerte!” dijo
Marc, como siempre el más hablador.
.-“¿Porqué?” pregunté sin
saber a qué se refería.
.-“Hoy que tenemos crema solar
no hace sol” dijo provocando las risas de todos mientras me enseñaba el bote de
protección que habían comprado.
.-“Tienes razón” dije mientras
me acomodaba boca abajo en la toalla al lado de Marc.
Recuerdo que estuvimos durante
un tiempo tumbados todos en la toalla hablando de cosas triviales. La
temperatura era agradable, aunque amenazaba lluvia por momentos. Desde luego no
apetecía bañarse y poco a poco el resto de bañistas iban abandonando la playa
temerosos de que comenzase a llover.
En efecto, al poco rato
comenzaron a caer unas gotas. Entre que recogimos y nos despedimos muy a
nuestro pesar, transcurrió el tiempo suficiente como para que dé ligeras gotas,
pasase a llover en toda regla.
Yo todavía debía regresar a
casa en bici, inevitablemente me estaba mojando. Recuerdo que traté de ponerme
en marcha a toda prisa, y que estaba pedaleando por el camino de regreso al
apartamento de mis padres cuando una furgoneta me adelantó entre pitidos y se
paró unos metros más adelante.
Cuando llegué a su altura pude
comprobar que se trataban de Marc y Peter. Por su edad, nunca pensé que
hubieran venido en vehículo, daba por hecho que se movían en bici o moto. Me
alegró comprobar que habían alquilado una furgoneta.
.-“Será mejor que metas la
bici atrás y subas, te vas a mojar muchísimo” dijo con mucho acierto Marc
mientras me ayudaba a meter la bici en la parte posterior de la furgoneta, y me
abría la puerta caballerosamente para que subiese con ellos.
Mi camiseta ya estaba empapada
cuando me senté en medio de los dos. A través de la tela se apreciaban mis
pezones erizados debido al frío.
.-“¿Dónde te llevamos?”
preguntó como siempre Marc.
Realmente no sabía cómo se
llamaba la calle en la que estaba alquilado el apartamento de mis padres, y
traté de hacérselo entender con explicaciones.
.-“Es pronto, nosotros estamos
en una casita aquí cerca, ¿por qué no vienes y te secas hasta que pase la
lluvia?” preguntó Marc con todo el descaro del mundo mientras su amigo abría
unos ojos como platos.
.-“¿Por qué no?. Estoy
empapada” pronuncié comprobando que no dejaban de mirarme los pezones que se
trasparentaban a través de la camiseta mojada.
Llegamos hasta su casa. Lo
cierto es que los chavales habían alquilado un dúplex adosado, que estaba
bastante bien. Se notaba que provenían de familias pudientes. Una vez dentro, y
para mi asombro estaba todo bastante ordenado.
Nada más llegar me indicaron
que había dos baños, uno arriba y otro en la planta de abajo, aunque
insistieron porque emplease el de la planta de arriba, según ellos era el más
grande y yo era su invitada. Les pregunté dónde podía secar la ropa y enseguida
me indicaron que el casero sólo les había dejado un convector en la planta de
abajo, en el salón de la casa.
Subí al baño de arriba y me da
una ducha calentita para entrar en calor y templar el cuerpo. Recuerdo que al
acabar, envolví mi cuerpo en una toalla de baño grande y mi pelo en otra
toalla, y bajé al convector del salón a tender mi ropa para que se secase.
Al pasar por la puerta del
baño de abajo, esta estaba abierta de par en par. En esos momentos Peter salía
de la ducha totalmente desnudo. No pude evitar fijarme en su cuerpo musculado,
aunque en ese primer momento no presté mucha atención temerosa de que pudiera
verme.
Fue al tender mi ropa en el
convector cuando pude observarlo detenidamente, comprobando que el muchacho no
se había percatado de mi presencia en el salón. Yo podía observarlo
perfectamente. Estaba de espaldas a mi posición secándose el cuerpo con una
toalla. Me llamó la atención su culete blanco y reluciente, así como una
espalda fuerte en la que se marcaban sus músculos. Cuando se agachaba para
secarse los pies podía ver sus atributos colgando entre sus piernas. En un
principio me pareció algo gracioso y ridícula su posición, pero luego advertí
que el chaval estaba ciertamente muy bien dotado. En esa posición los cojones
le alcanzaban hasta casi la rodilla. Incluso deje de tender mi ropa para
contemplarlo y fijarme en el detalle.
De repente me percaté que Marc
llevaba un tiempo observándome a mí desde la puerta de la cocina también en la
planta de abajo. La cazadora había sido cazada. Nada más darme cuenta de ello
reanudé mi labor de tender la ropa sobre el convector tratando de disimular.
Sin la menor duda de que Marc me había sorprendido observando a su amigo.
Se sonrío al verme, y yo me
puse colorada de vergüenza. Sabía que había estado espiando a su compatriota.
Al parecer él ya se había duchado y había ido a la nevera por varias cervezas.
.-“Peter, do you want a beer?”
preguntó Marc a voz en grito, como si yo no estuviera presente en la sala.
.-“Oh yes” gritó también Peter
quien se había puesto tan solo un slip de leopardo y salió del baño en busca de
su cerveza.
Fue ahora Peter quien se
sorprendió al verme en el salón. Por unos momentos se preguntó si lo había
podido ver desnudo en el baño. Menos mal que alcanzó la cerveza que le traía su
amigo y le dio un trago que le hizo olvidarse de todas sus dudas.
Marc me ofreció la tercera
cerveza que llevaba en sus manos. Me llamó la atención la marca de la cerveza:
Mackeson XXX, o algo así. Desde luego no la había visto en mi vida, y no me
sonaba que pudiera comprarse en España. Nada más probarla supe que me traería
problemas, era endiabladamente fuerte, y pegaba bastante. Para colmo la cerveza
no es una bebida que mi cuerpo tolere especialmente bien.
.-“Cheers” dijo Peter aún en
calzoncillos invitándonos al resto a brindar con él.
.-“Cheers” dijo Marc chocando
su cerveza con la de Peter y con la mía, solo que cuando le tocó el turno de
brindar conmigo golpeó mi botellín en el cuello de la botella, provocando que
subiera la espuma y desbordase por todas partes.
No me quedó más remedio que
introducir el cuello del botellín en mi boca y chupar para que no se saliese la
espuma pringando todo el suelo. Los chavales se codearon al verme
introduciéndome todo el vidrio en la boca para evitar que la espuma desbordase
por mis labios. Desde luego que me imagino en lo que estaban pensando, y quise
regocijarme en la escena, así que saqué mi lengua y recorrí de abajo arriba el
cuello del botellín por la parte que más desbordaba la espuma, simulando lo que
simulaba, y todos estáis pensando al leer esto. Eso es, una felación al
botellín.
Los chavales abrieron unos
ojos como platos. Yo por mi parte me fijé en un equipo de música que había
junto a la tele en uno de los muebles principales.
.-“¿Porqué no pones un poco de
música?” les pregunté a ambos dando por terminado el espectáculo. Enseguida
Marc se apresuró a poner música en la radio. Yo mirando a Peter le dije:
.-“Será mejor que te pongas
algo más de ropa” le dije riéndome de sus ridículos slips con motivos de leopardo,
pero sin apartar la vista de su paquete.
.-“¿Qué pasa no te gustan?”
Preguntó Peter mostrando orgulloso su slip ante mis risas.
.-“No están mal, pero hace
algo de fresco y podrías enfriarte” le dije esta vez recuperando el tono
maternalista. El chaval hizo caso y se retiró al piso de arriba a ponerse un
pantalón corto y una camiseta.
.-“Tú también deberías ponerte
algo, podrías coger algo de frio” me dijo Marc que no había dejado de
observarme envuelta en la toalla todo el rato desde que puso la música.
.-“Ohps, tienes razón, pero…no
llevo nada más de ropa en mi mochila” dije dando a entender que tendría que
esperar con las toallas puestas a que se secase mi ropa.
:-“Puedo dejarte algo de ropa
si quieres” me dijo Marc tramándose algo.
Yo dudé, su sonrisa maliciosa
no me hacía presagiar nada bueno, y sin embargo, no sé por qué acepté su
propuesta. Tal vez porque quería averiguar que se traía entre manos.
.-“¿Por qué no?” dije, y luego
le pregunté, ¿qué puedo ponerme?”.
.-“Arriba en mi habitación está
mi ropa en el armario, coge lo que quieras. Es la primera a la derecha según
subes las escaleras. Yo mientras prepararé algo de picar” dijo dejando su
cerveza sobre una mesita en el centro de la habitación y dirigiéndose hacia la
cocina.
Yo subí a su cuarto tal y como
me indicó. Me sorprendió al abrir su armario que este estaba bastante limpio y
ordenado. Se notaba que Marc era un tipo metódico y algo maniático. No supe que
elegir, no sabía por qué decidirme. Me desnudé para probarme una camiseta de algodón,
pensando que podría servirme a modo de vestido, pero me estaba corta y dejaba
al aire mi culete. Probé con otra que parecía algo más larga, pero al igual que
la anterior dejaba mis nalgas al descubierto. La tiré también junto a la
anterior sobre la cama a mi espalda. Me quedé un tiempo desnuda frente al
armario tratando de averiguar que podía ponerme de entre toda aquella ropa.
Ahora fue Peter quien al
dirigirse hacia las escaleras advirtió presencia en el cuarto de Marc y se
asomó por la puerta pensando que era su amigo para decirle no sé qué cosa. Pero
se sorprendió al verme totalmente desnuda frente al armario de su colega
tratando de elegir el que ponerme. Yo también me sorprendí de su presencia, y
enseguida traté de cubrirme de nuevo con la toalla que yacía sobre la cama
junto a las otras prendas, pero sin duda me demoré el tiempo suficiente como
para que Peter pudiera fijarse en mi depilado pubis, del que no apartaba la
vista ni un segundo.
.-“Ohps, l´m sorry” dijo
ciertamente avergonzado por mi mirada recriminatoria y huyendo por la puerta.
Yo me quedé por unos instantes
tratando de asimilar lo ocurrido. Aquel chaval me acababa de ver desnuda por
completo. Incluso caí en la cuenta de que se había fijado en mi pubis.
Francamente me costó reaccionar. Hasta que pude reírme de la situación.
“¿Qué es lo que estaba
pasando?” me pregunté tratando de encontrar una respuesta razonable a esa
extraña situación. Tuve que reconocer que todo aquello resultaba un tanto raro
y estrambótico.
“¿Qué hacía yo allí, en
aquella casa acompañada de dos chiquillos irlandeses, más salidos que un ocho,
y babeando por mi cuerpo” me pregunté en un momento de lucidez. “¿Qué hacía yo
allí?” se repetía una y otra vez en mi mente frente a aquel armario.
Al final llegué a la
conclusión que todo había surgido porque me gustaba eso mismo precisamente, que
babeasen por mi cuerpo, me había gustado exhibirme ante ellos porque me gustaba
el modo descarado en el que admiraban mi cuerpo, cosa que hacía mucho tiempo
que no me sucedía, y eso de alguna manera me gustaba. Sí, me gustaba sentirme
deseada, ¿a qué mujer no le gusta sentirse admirada y deseada?. Así que decidí
continuar con lo que me había llevado hasta allí, debía elegir cuidadosamente
la ropa que escoger del armario de Marc.
Vislumbré una camiseta de esas
de baloncesto tipo NBA, que desde luego debía venirle grande al muchacho. Me la
probé por encima y efectivamente me cubría a modo de vestido, incluso me
llegaba a media muslo cubriendo mis piernas cuan minifalda. El único problema
es que el escote era más que generoso, sin duda al agacharme enseñaría mis
pechos. Además, por los laterales apenas lograba cubrirlos.
“Pero… ¿acaso no te han visto
ya los pechos en la playa?” me pregunté mientras me miraba en el espejo de la
puerta del armario “¿pues qué más da?” me dije decidida al salir con la
camiseta puesta.
Cuando bajé las escaleras
únicamente con la camiseta de Marc a modo de vestido, ambos se quedaron con la
boca abierta nada más verme. Estaban sentados juntos en el sillón del salón
picando unos snacks y bebiendo sus cervezas, cuando casi se atragantan al verme
bajar por las escaleras.
Seguramente Peter le estaba
contando lo sucedido a Marc, pues lo sorprendí haciendo gestos a su amigo con
las manos en su pubis. Me acerqué hacia ellos caminando cuan modelo por la
pasarela, hasta alcanzar el sofá en el que estaban sentados, y plantándome en
medio de ambos les indiqué que me hicieran un sitio en medio del sillón.
Tomé mi cerveza y alcancé la
bolsa de patatas fritas.”Chips” ponía en la bolsa, y cogiendo una de las patatas
me la llevé a la boca.
Lo cierto es que eran
crujientes y sabrosas, aunque algo saladas, por lo que con la sed me bebí la
cerveza deprisa.
.-“¿De qué estabais hablando?”
les pregunté tratando de incorporarme a la conversación que tenían antes de mi
llegada.
.-“Oh nada” dijo Marc como
siempre el más hablador “nos preguntábamos como hacer una paella” pronunció
tratando de disimular que los había sorprendido hablando de mí.
Yo también disimulé y les
indiqué como debían prepararla. Que si las hay de marisco o de carne, lo que
debía llevar cada una y sobretodo el cuidado que debían tener con los tiempos
del arroz. Eso era fundamental e indispensable.
.-“Tal vez puedas quedarte y
prepararnos una buena paella tu misma” me interrumpió ahora Peter más atrevido.
Yo me quedé sorprendida por su
comentario. No me lo esperaba de él.
.-“Eso es” insistió Marc
entusiasta con la idea “¿Por qué no te quedas a comer con nosotros?” terminó
por preguntar directamente.
Yo los miré al uno y al otro a
cada lado de donde estaba sentada. Adiviné por sus inocentes caritas
angelicales que se traían algo entre manos. Sabía que intentarían algo a lo
largo de la tarde. Me demoré en responderles el tiempo suficiente como para
evidenciar mis temores. Puede que fuesen jóvenes, pero no tenían ni un pelo de
tontos. A pesar de todo acepté. Yo también tenía ganas de prolongar aquella
situación.
.-“¿Por qué no?” dije, y acto
seguido me incorporé en dirección a la cocina, “vamos a preparar esa paella”
dije con la clara intención de preparar el plato.
Una vez en la cocina tanto
Peter como Marc hicieron de pinches, seguían todas mis instrucciones. Me hizo
gracia ver cómo les ordenaba algo y ellos obedecían entusiasmados. Que si trae
esto, trae lo otro, dónde está esto, dónde está lo otro, prepara el caldo, echa
el arroz…etc. Ni que decir tiene que mientras cocinaba y estábamos en la cocina
no parábamos de abrir y beber cerveza.
.-“¿Cuál de estos vinos puede
acompañar bien la paella?” me preguntó Marc durante el transcurso de la
preparación. Pude ver que se acercaba con una caja de cartón de esas de doce
unidades, y un surtido de botellas en su interior, entre otras un rosado de
Ochoa que me encanta, y un par de vinos blancos de aguja que también podían
acompañar bien. El resto eran tintos de Rioja, Ribera y Toro, cuyo marinaje no
me parecía tan correcto. Así que les propuse de poner las botellas señaladas a
enfriar en la nevera.
El caso es que enseguida
estuvo preparada la paella. Mientras yo daba los últimos toques ellos
prepararon la mesa. En apenas unos minutos estábamos los tres sentados en la
mesa.
“No es por nada pero la paella
te ha salido estupenda” comentaron tanto Peter como Marc en varias ocasiones
mientras la degustaban y repetían sin mesura. Yo apenas la probaba viéndolos
disfrutar comiendo. Lo que provocó que casi me bebiese yo sola la primera
botella de vino. La del Ochoa rosado. Estaba fresquito, y además me encanta ese
vino. Fue casi al repetir plato por parte de los muchachos cuando abrimos la
segunda botella de vino. Un Blanc Pescador también fresquito. Debo reconocer
que esta segunda botella si cayó repartida entre los tres, pero les llevaba una
de ventaja.
Fue Marc quien con
prácticamente en los postres, repartió entre los tres lo poco que quedaba del
blanco de aguja, y se empeñó en abrir la tercera botella: un Bach, semidulce. A
mí también me gusta especialmente este vino, y sin querer me rellené la botella
en más ocasiones que mis comensales. Por lo que al terminar la comida reconozco
que estaba algo entonada y mareada.
Tomé consciencia de mi estado
cuando me levanté a recoger la mesa y llevar los platos del salón a la cocina.
Quise terminar cuanto antes pues incluso llegué a tropezarme torpemente un par
de veces y a poco rompo algún plato. Traté de disimular mi estado lo mejor que
pude, pero creo que Peter se dio cuenta.
Corrí a sentarme en el sillón
en cuanto pude a la menor escusa con la intención de echarme una pequeña
siesta. En esos momentos ya era consciente de mi estado. Los chicos terminaron
de recoger la cocina amablemente y se sentaron uno a uno a cada lado en el
sillón. Ellos no dormían siesta y no tenían intención de dejarme dormir.
Fuera todavía llovía.
.-“¿Por qué no jugamos a
algo?” sugirió Marc.
.-“¿Cómo qué?” preguntó Peter.
.-“Tenemos cartas, un ajedrez,
un bingo, ah y el monopoly” exclamó de nuevo Marc.
.-“¿Tú qué prefieres?” me
preguntó Peter.
.-“No sé me da igual” pero
luego pensé “el monopoly puede estar bien” respondí tratando de evitar jugar a
las cartas.
.-“Lo bajo enseguida” dijo
Marc risueño por retenerme por más tiempo en su casa.
Mientras, su compañero y yo
despejamos las mesita baja de centro de los restos de snacks y de bártulos, y
distribuimos los puestos de tal forma que yo quedaba sentada en el sillón, Marc
cuando bajase se quedaría a mi lado y Peter optó por sentarse en el suelo justo
enfrente mío.
Cuando Marc bajó con el
monopoly en sus manos me quedé de piedra al comprobar que se trataba de la
versión Star Wars. “Si lo viese mi marido” pensé nada más comprobar que ambos
eran unos incondicionales de la guerra las galaxias al igual que mi esposo.
Lo cierto es que destapé la
caja con cierta curiosidad por ver como era el tablero. A decir verdad estaba
chulo.
.-“¿Cómo se juega?” pregunté
mientras los chicos se acomodaban en sus asientos dispuestos a comenzar la
partida.
.-“Básicamente es igual que el
monopoly normal” dijo Marc entusiasmado con la idea de jugar y al ver que yo
mostraba interés. “como ves la moneda es el crédito republicano, y están las
tarjetas de los Jedi y los Sith” hizo una breve pausa para continuar
explicándose, “en vez de hoteles y casas se construyen asentamientos, por lo
demás el juego es igual” terminó por expresarse
.-“¿Y esto?” pregunté
señalando la casilla en la que estaba representado un destructor imperial.
.-“Oh, esa casilla es
equivalente a las del ferrocarril, compañía de aguas y todas esas que suele
haber” dijo tratando de aclarar mi pregunta.
Por supuesto elegí la
figurilla metálica que representaba a la Princesa Leia. Peter escogió jugar con
Darth Vader y Marc lo hizo con Luke Skywalker. Tiramos los dados, Marc fue el
que mayor puntuación sacó de los tres, así que salió primero y además le tocó
ser la banca. Siguiendo a las agujas del reloj luego tiraba yo y por último
Peter que se había acomodado en el suelo.
El caso es que tras algunas
tiradas Marc había acumulado la mayoría de propiedades al salir el primero y
tener la suerte de ir cayendo de tarjeta en tarjeta, pero enseguida se quedó
sin liquidez. Peter al ser el último no había podido comprar muchas
propiedades, pero en cambio tuvo la suerte de adquirir tanto el Senado de
Coruscant como el templo Jedi en apenas tres vueltas. Decir que estas dos
propiedades son las que habitualmente vienen marcadas en azul oscuro, al final
del recorrido y que son las más caras. Yo en cambio me hice con el popurrí de
tarjetas que me dejaban.
Ya sabéis que estas partidas
se alargan en el tiempo, y el caso es que tirada tras tirada la tarde fue
transcurriendo, entre dados, risas, comentarios, intercambio de créditos y
tarjetas, y sobretodo miradas indiscretas cada vez que me descuidaba con la
camiseta puesta.
A eso de media tarde uno de
los chicos abrió una botella de cava. Yo que todavía no me había recuperado del
vino de la comida, y encima tenía sed, bebí algo deprisa. Supongo que a razón
de un sorbo entre tirada y tirada animada por el hecho de que no me iba nada
mal en el juego.
Llegó un momento clave de la
tarde en la que Peter tuvo la mala racha de caer dados tras dados en
propiedades tanto de Marc como mías, y se quedó literalmente sin dinero
efectivo. Con tal mala suerte que en su siguiente tirada cayó en la casilla de
Naboo que era mía. El pobre no tenía nada nada de efectivo y ya había
hipotecado prácticamente todas sus propiedades, por lo que el pago de los
doscientos ochenta créditos que suponía su caída lo dejaban fuera de la
partida.
A mí me dio cierta pena que se
acabara el juego para él, y por consiguiente para todos. No quería irme de
allí, estaba a gusto con los dos chavales jugando y riendo. Además, entonada
como estaba y con ganas de ver su musculado cuerpo de adolescente le dije:
.-“Te perdono la deuda a
cambio de tu camiseta” pronuncié para sorpresa de ambos que se quedaron
notablemente asombrados de mi propuesta.
Peter no dudó ni un momento al
escuchar mis palabras, y enseguida se desprendió de su prenda y se quedó con el
torso desnudo para deleite de mis ojos. Nuestras miradas se intercambiaron por
unos instantes pícaramente. A mí me gustó mirarlo y a él que lo mirase. Incluso
tuve que mojarme un par de veces los labios con la lengua resecos de la
tensión.
Reanudamos la partida, tiró
Marc y tiré yo sin que pasase nada reseñable, lo malo que a la siguiente tirada
de Peter cayó en la casilla de Alderaan, que era de su amigo Marc, y tampoco
podía hacer frente al pago. Ambos me miraron para que propusiese una solución.
.-“Yo te doy quinientos
créditos para que le pagues a tu amigo y te sobra algo para seguir jugando si
me das tu bañador” le propuse a Peter tendiendo de forma tentadora un billete
de quinientos créditos hacia su posición.
Peter me miró en medio de un
silencio inquietante que yo no entendía. Se levantó al tiempo que notaba cierta
tensión en su mirada, y para mi asombro se quito el bañador sin llevar ninguna
otra prenda debajo. Mostrando ante mi mirada de sorpresa un pene, que aunque
flácido en esos momentos, ya estaba bastante bien de dimensiones. Vamos que el
chaval estaba bien dotado. Pero sin duda alguna lo que más llamó mi atención,
es que apenas algo de bello cubría su miembro. Os podéis imaginar la situación:
risas nerviosas, miraditas, comentarios…etc.
Continuamos la partida como si
nada. Sin querer yo misma había destapado la caja de pandora. Desde ese momento
hubo una conjura entre ambos por tratar de arruinarme. Yo no podía evitar
fijarme de vez en cuando en el cuerpo desnudo de aquel portento de muchacho y
en su miembro. Para colmo Peter había adquirido cierto roll exhibicionista y
mostraba orgulloso sus atributos ante mis miradas furtivas. Me ruborizaba cada
vez que me sorprendía observándolo y ahogaba mis pensamientos en el cava que
Marc me rellenaba una y otra vez. El juego ya estaba claro a esas alturas, el
monopoly era la excusa.
Pasó lo que tenía que pasar.
Al final fui yo quien se fue quedando sin liquidez, y fue Marc quien se
apresuró a decir una vez comprobamos que caía en su casilla:
.-“Te perdono la deuda si te
quitas la camiseta” dijo con las mismas palabras con las que yo antes se lo
propuse a su amigo. Como si fuera lo más normal del mundo.
.-“Pero no llevo nada debajo”
traté de mostrar ciertas reticencias, aunque tirada a tirada todos sabíamos que
tarde o temprano pasaría esto. La verdad yo creí que nunca pasaría, que
lograría salir airosa. Pero lo que realmente ocurría es que yo no pensaba con
claridad, y de eso se aprovecharon.
.-“Tampoco Peter y le has
hecho desnudarse” argumentó Marc a su favor observando mi reacción.
.- “Ya, pero yo no sabía que
no llevaba nada debajo” traté de poner objeciones.
.- “Pues bien que no te ha
importado que se desnudase” concluyó delatándome en mis miradas a su amigo.
“Además…, te toca pagar” dijo como retándome a cumplir con mi parte del juego.
Si hay algo que no soporto es
que me desafíen. Yo los miré sopesando la posibilidad de dar por concluida la
partida y marcharme de allí. Ya había tenido suficientes cosas en las que
pensar cuando estuviese sola. Pero no sé por qué, sin pensarlo y envalentonada
como estaba, me decidí a seguir con el juego. Quise ver sus caras al desnudarme
delante de ellos. Seguro que nunca habían visto a una chica siquiera desnuda.
Así que accedí a continuar la partida. Ya había desnudado a Peter, y me propuse
desnudar también a Marc por su actitud chulesca, aunque eso conllevase a
desnudarme yo también.
Supongo que el vino y el cava
no ayudaban a razonar coherentemente, pero ya metidos en situación me importaba
todo bien poco. Me habían visto los pechos y el culo, me habían manoseado a su
antojo jugando en el agua, ahora pretendían que me desnudase ante ellos, pues
bien… ¿por qué no?.
.- “Esta bien” dije
envalentonada por la mezcla entre cerveza, vino y cava que llevaba en mi
cuerpo. Y ante la atenta mirada de ambos muchachos me incorporé del sillón y
deje caer la camiseta por los pies, desnudándome por completo ante la
complaciente mirada de mis compañeros de juego.
No se atrevieron a pronunciar
palabra, simplemente me miraban y miraban alternando su vista entre mis pechos,
mi culo, y mi pubis rasurado. La tensión se podía cortar con un cuchillo en
medio del silencio que se hizo. A todos nos costó continuar con el juego y las
tiradas.
La mala suerte quiso que Peter
cayese de nuevo en una de mis casillas sin dinero, y de nuevo quedaba fuera de
la partida. Hubiese preferido que me hubiese dado algo de dinero para seguir
jugando, pero el chaval tampoco lo tenía. Tampoco tenía ninguna prenda que
darme. Ambos se miraban expectantes a mi reacción al ver su fatídica caída en
mi casilla.
Yo en esos momentos estaba
envalentonada por la situación y me gustó saber que Peter iba a acceder a cuento
le pidiese. Si hay algo que deseaba en esos momentos era ver el cuerpo joven y
musculado de ese muchacho sometido a mis caprichos. Así que sopesando llevar a
cabo el cómo dar solución a la partida, le propuse que me hiciese un masaje en
los píes para compensar la deuda.
Peter se mostró un poco
reticente al principio pero lo hizo. Además lo hizo bastante bien masajeándome
la planta de los pies con mucho mimo y cuidado.
.-“Uhmmm, que rico” gemía
burlándome del pobre muchacho. Y Mientras Peter me daba el masaje le indiqué a
su amigo a que preparase unos buenos gin tonics con su ginebra importada de
Londres para continuar la partida.
Imaginaos como debía sentirme,
nuestros dos cuerpos desnudos mientras el muchacho me masajeaba la planta del
pie. Yo sentada en el sillón y él en el suelo. Mirándonos fijamente el uno al
otro, aumentando nuestro deseo. A esas alturas era evidente que nos teníamos
ganas el uno al otro.
Disfruté de lo lindo de mi
masaje en los pies. Hasta que al fin regreso Marc con los gin tonics y
reanudamos la partida. Tras un par de rondas sin incidentes, pero en las que
debí afrontar varios pagos que me dejaron sin efectivo, caí en una de las
casillas de Marc, el suertudo.
Ahora era a mí a la que le
tocaría pagar con una acción a Marc, el único que tenía dinero en efectivo a
esas alturas de la partida. Por unos momentos temí que se propasase en su
petición y pensé en tener que salir de allí. Pero no fue así, Marc era un chico
listo y sabía aprovechar muy bien sus oportunidades.
.-“Quiero besarte” escuché
para mayor de mi sorpresa.
Yo lo miré atónita por su
petición. Para nada me resultó violenta en esos momentos. Vamos, que me había
hecho a la idea de que me pidiese que se la chupase o alguna burrada por el
estilo que no estaba dispuesta a acometer, y sin embargo solo me pedía un
tímido beso.
Lo miré detenidamente, el
chaval estaba totalmente compungido por lo que acababa de decir, era como si
estuviese avergonzado por pedírmelo y a la vez inquieto y nervioso por mi
respuesta. Pensé que un inocente pico no haría mal a nadie y acepté.
.-“Esta bien, ven” dije
haciéndole señales con las manos para que se sentase a mi lado.
Marc se sentó justo a mi lado
y antes de que yo pudiera reaccionar me pasó una de sus manos por detrás de mi
nuca, y me proporcionó de forma inesperada para mí un auténtico muerdo en toda
la boca. Incluso llegó a introducirme su lengua tanto como pudo tratando de
rebuscar en cada rincón de mi boca.
.-“¿Pero qué haces?” me aparté
enseguida en cuanto adiviné sus intenciones. Me pilló totalmente desprevenida,
yo me imaginaba un pico y me estaba dando un francés en toda regla.
.-“Besarte” dijo desilusionado
por mi reacción.
.-“¿Habíamos quedado en un
beso y no en un muerdo?” le recriminé por su osadía.
.-“Pues eso, un beso” repitió
él sin querer entender la diferencia que trataba de explicarle.
.-“No es lo mismo” traté de
hacerle entender, pero antes incluso de que llegase a terminar la frase Marc me
rodeó de nuevo con su brazo y me propinó otro beso en la boca. Forzó mis labios
con su lengua y la introdujo rebuscado en cada hueco de mi cavidad.
Yo estaba sorprendida, pero lo
cierto es que era la primera vez en mucho tiempo que me besaba en los labios
otra persona que no fuera mi marido y mis piernas comenzaron a temblar. Ofrecí
un poco de resistencia al principio, lo justo para hacerme la decente ante
aquellos dos muchachos. Pero lo cierto es que el chaval besaba bastante bien, o
al menos eso me lo parecía. Cerré los ojos abandonada a las sensaciones que la
lengua de Marc producía en mi boca. Un cosquilleo inexplicable recorría mi
cuerpo de la emoción. Era como si de nuevo me besaran por primera vez. Al menos
las sensaciones eran las mismas. Recordé los tiempos de adolescente en los que
cada fin de semana regresaba a casa de mis padres después de magrearme con
algún imberbe de mí edad por entonces. ¡Qué tiempos aquellos!.
Por eso me dejé llevar por el
beso de Marc, y poco a poco nos enzarzamos en una pelea lingual por demostrarle
el uno al otro quien besaba mejor. Así estuvimos besándonos como tres o cuatro
minutos sin apenas interrupciones para respirar, los pocos instantes en que
abría los ojos era para cruzar mi vista con la atenta mirada de su amigo Peter,
el cual nos observaba al tiempo que comenzaba a acariciarse él mismo con una
mano.
Hablando de manos, pude sentir
como Marc dejaba caer su otra mano sobre mi pierna mientras nos besábamos. Al
principio solo la dejó descansando a medio muslo, por lo que no me importó
sentir su tacto en mi piel, pero con el paso del tiempo y el juego de nuestras
lenguas en la boca, comenzó a acariciarme de arriba abajo y de abajo arriba
siempre por el lado interno de mis piernas. Creo que comencé a humedecerme en
ese mismo momento.
En cada maniobra ascendía un
poco más con sus manos, hasta que en una de las veces llegó a rozar casi con el
pulgar mis labios vaginales. Yo cerré mis piernas atrapando su mano entre mis
muslos y deteniendo su avance. Marc entendió mi reticencia a dejarme acariciar
en esa zona tan delicada y regresó a manosearme alrededor de la rodilla.
¡Madre mía!, pero que me
estaba pasando. Me estaba volviendo loca, me estaba dejando besar y manosear
por un adolescente pajillero que seguramente sería virgen aún. Y sin embargo
resultaba todo tan placentero. No sólo para mi cuerpo, sino sobre todo en mi
mente. Me lo estaba montando con un par de adolescentes de los que por poco no
soy su madre. El estallido de sensaciones en mi cuerpo era indescriptible en
esos momentos, por no decir el morbo que se desataba en mi mente.
De repente noté otra mano
acariciando mi pecho. No podía ser de Marc, ya que una recorría mis piernas y
la otra me sujetaba de la nuca, así que abrí los ojos para comprobar que quien
me acariciaba de forma tan osada el pecho era nada más y nada menos que Peter,
que se había sentado a mi izquierda en el sillón sin ni siquiera darme cuenta
de su presencia. Peter estaba desnudo y lo que era todavía peor, ¡estaba
empalmado como un burro sentado a mi lado!.
El hecho de que me estuviera
acariciando los pechos a su antojo carecía totalmente de importancia para mí en
esos momentos, toda mi mente era copada por la visión de su polla en erección.
No sé cómo describir ese
momento. Por primera vez pude verlo completamente erecto. Me pareció un pene
realmente hermoso. Diría que un poco más grande que el de mi marido, lo cual no
es gran cosa. Pero si me llamó la atención su color blanquecino, poco que ver
con el morenote característico de los españoles. Además estaba bien
descapullada, con un color entre rojizo y morado que resaltaba entre el blanco
de su piel.
No pude evitar extender mi
mano buscando asir semejante falo que se mostraba insultante ante mis ojos. La
cara de Peter fue todo un poema cuando rodeé su miembro entre mis dedos y
comencé a masturbarlo lentamente al tiempo que me dejaba tocar.
.-“What a softer hand!
“articuló entre suspiros de placer el muchacho tratando de provocar cierta
envidia en su compañero.
Marc dejó de besarme para
contemplar estupefacto como acariciaba a su amigo al tiempo que me dejaba manosear
los pechos por él. No quiso ser menos y esta vez deslizó decidido su mano entre
mis piernas hasta alcanzar mis labios más íntimos. Esta vez no opuse
resistencia y me dejé acariciar, es más me abrí de piernas cuanto pude
entregada al chaval para que hiciese lo que quisiese conmigo por ahí abajo. Yo
ya estaba entregada, había superado ese punto de decencia en el que era
imposible que me negara a nada. No podéis ni imaginar lo que sentía en esos
momentos.
Marc me agarró de nuevo por la
nuca, y de nuevo nos fundimos en un morreo apasionado mientras sus dedos
hurgaban entre mis labios vaginales. Pudo comprobar que estaba empapada por ahí
abajo. Además, el chaval tenía cierta destreza, se notaba que no era la primera
vez que acariciaba a una chica en esa zona. Supo buscar mi clítoris y mover sus
dedos.
.-“Uuummmmhh” entre los dos me
arrancaron un gemido de placer que se escuchó por toda la casa. De haber
vecinos seguro que lo escucharon también.
No sabría decir que me produjo
más gozo en esos momentos si notar como Marc me introducía poco a poco uno de
sus dedos en mi vagina, o los labios de Peter succionando ávidamente mi pecho
más cercano a su posición.
A esas alturas yo ya estaba
punto de explotar de placer, máxime cuando entre mis dedos podía sentir palpitar
el miembro de Peter, al tiempo que Marc me machacaba el clítoris, y su amigo me
babeaba los pechos. ¡Joder que gusto!.
Estaba necesitada de polla,
polla y más polla, para nada me iba a conformar solo con acaricias de
adolescentes. Llegados a ese punto quería ser penetrada por Peter, lo deseaba
desde el primer momento en que lo vi desnudo, no sé, era como un instinto
animal por el que me sentía atraída. Adoraba su polla y su cuerpo. De hecho era
la primera vez en mi vida que experimentaba unas ganas locas por meterme una
buena polla como esa en la boca. No era muy dada a practicar sexo oral con mi
esposo, y sin embargo sentía la necesidad de saborear la polla de ese muchacho
antes de follármelo. “Sí”, me dije a mi misma en esos momentos, “quiero follármelo”.
No me lo pensé dos veces y me abalancé sobre Peter dispuesta a devorarle su
miembro.
No me defraudó, olía bien, al
jabón de la ducha a la mañana. Tan solo su prepucio ya llenaba mi boca, aun así
quise jugar con mi lengua y los pliegues de su pellejo. Una vez estuvo bien
ensalivadita quise degustarla de abajo arriba y de arriba abajo, acariciar sus
pelotas y mirarlo desde mi posición. Quería disfrutar y retener en mi memoria
ese pedazo de miembro al que luego dejaría que me penetrase.
Ahora estaba sentada en el
sillón a cuatro patas, a lo perrito, en medio de los dos muchachos, devorando
la polla de Peter, mientras Marc continuaba durante todo este rato jugando con
sus dedos en mi vagina detrás mío.
Estaba tan ensimismada
relamiendo el miembro de Peter que no me di cuenta del preciso momento en el
que Marc dejó de penetrarme con sus dedos, se desnudó rápidamente a mi espalda,
y se dispuso a penetrarme en la posición en la que estaba.
Lo advertí en el momento en el
que pude notar el roce característico de sus partes restregándose entre mis
muslos. El chaval trataba de guiar a una mano y con urgencia su capullo hasta
la entrada de mi coñito para penetrarme sin permiso en esa posición.
Tuve que parar un segundo para
mirarlo a los ojos y comprobar su desesperación al tratar de empujar por donde
no era sin conseguir su objetivo. Me hizo gracia comprobar su necesidad. Como
por acto reflejo cogí su miembro a una mano y yo misma lo orienté hasta la
entrada de mi coñito. Antes de que pudiera decirle nada ya estaba empujando
desesperado por metérmela.
.-“Aaaaahh” gemí con cada
centímetro de su miembro que se abría camino en mi interior en el primer golpe.
Fue en esos momentos cuando tomé verdadera consciencia de lo que había hecho
sin querer. Marc me estaba follando sin haberlo pensado mucho. Pero ya estaba
dentro. Yo me quedé en blanco por unos segundos sin saber cómo reaccionar.
En el segundo empujón ya pude
notar sus huevos rozándose contra la piel de mis nalgas, por lo que deduje ya
no había marcha atrás. Así que medio resignada a los acontecimientos decidí
disfrutarlo y concentrarme de nuevo en saborear la polla de Peter, por la que
empezaba a sentir verdadera adoración.
Me costaba jugar a mi antojo
con el aparato de Peter en mi boca pues Marc me sacudía fuerte desde atrás
agarrado con fuerza a mis caderas. De vez en cuando la polla de Peter me
golpeaba en la campanilla llegándome a producir en ciertas ocasiones incluso
arcadas.
Lo cierto es que era una
experiencia única encontrarme en medio de aquellos dos muchachos saboreando una
polla majestuosa, mientras el otro me follaba por detrás. “Me están follando”
advertí en ese momento. “Me están follando y me está gustando”, pensaba, “me
está follando un mierda crio y me gusta” se repetía una y otra vez en mi
cabeza.
De repente todas las
sensaciones de mi cuerpo se centraron en la polla de Marc que se movía dentro
de mí a un ritmo frenético. Todo mi cuerpo estaba absorto en un solo punto.
.-“Uuummm” tuve que gemir en
voz alta al experimentar la fricción a la que Marc estaba sometiendo mis
paredes vaginales. Deduje que de seguir a ese ritmo pronto se correría.
.-“Suck it, bitch” pronunció
Peter cuando advirtió que deje de comerle en nabo para concentrarme en mi
propio placer.
.-“Ay , ay , ay , ay…” yo no podía
evitar emitir grititos de placer en voz alta una y otra vez con cada embestida
de Marc en mi coñito.
.-“Come on tart, suck my dick”
dijo ahora Peter al tiempo que me agarraba la cabeza del pelo y me obligaba a
tragarme su polla.
.-“Grrrr…, …grrr, ggrrgh” mis
sonidos eran ahora totalmente guturales sometida a las necesidades de esos dos
chicos, mientras yo luchaba por no ahogarme con la polla de Peter en mi boca, y
buscar el aire que necesitaba para respirar.
Por unos momentos no estaba
disfrutando de la situación. Peter me estaba reteniendo la cabeza en contra de
mi voluntad. Menos mal que tras una docena de empentones por parte de Marc este
se salía de mí y podía comprobar como salpicaba mi espalda con su esperma.
Agradecí que Marc no se
corriese en mi interior y sobretodo que dejara de sujetarme de las caderas,
porque pude aprovechar esta circunstancia para incorporarme de rodillas y
librarme de la tortura bucal a la que me estaba sometiendo Peter.
.-“Oh my god” escuché que
decía Marc a mi espalda al tiempo que me giraba para ver como exprimía su
miembro y escurría sus últimas gotas de semen sobre mi culo.
.-“¿Ya?” le pregunté al chaval
comprobando su cara de satisfacción.
.-“Oh, yes” pronunció él como
lamentando que todo hubiese pasado tan deprisa.
.-“¿Entonces no te importará
que me folle a tu amigo, verdad?” le pregunté mientras comprobaba como Peter
abría unos ojos como platos.
.-“No, no que va” dijo su
amigo como concediéndonos un ridículo permiso.
.-“Entonces…, es lo que pienso
hacer” pronunciaba al tiempo que me sentaba a horcajadas sobre el regazo de
Peter y me comía a mi yogurin con la mirada.
No sabría decir quién de los
dos miraba con más ganas y deseo al otro. Si Peter a mí, o yo a Peter.
.-“¿Quieres follar?” le
pregunté al chaval mientras acariciaba su polla y lo miraba a los ojos.
Como no me respondió tuve que
preguntárselo de nuevo.
.-“Que pasa, ¿no quieres
follar conmigo o qué?” le pregunté de nuevo al tiempo que sentada como estaba
encima suyo, me refrotaba su polla por todo mi coño.
.-“Cla, claro” musitó como un
tortolito, “lo…, lo que pasa es que soy virgen” dijo con la voz apagada y
muerto de vergüenza.
Yo lo miré sorprendida a la
vez que emocionada.
.-“Pues eso tenemos que
arreglarlo, ¿no crees?” dije con voz de niña mala, y enderezando su polla hasta
la entrada de mis labios vaginales. ”Tan solo tienes que pedírmelo” le susurré
al oído al tiempo que le chupaba el lóbulo de la oreja.
.-“Ff, fff.., fuck me please”
pronunció el chaval sin llegar a creerse su suerte.
Quise disfrutar ese momento.
Estaba a punto de desvirgar a un muchacho y eso me producía especial emoción
por lo que estaba a punto de suceder. No todos los días ocurre. Sabía que Peter
nunca me olvidaría porque nunca se olvida una primera vez. Sabía que a partir
de ese momento era mío para siempre. Así que me propuse le resultase
maravilloso.
.-“Quiero que me mires” le
dije temiendo que cerrase los ojos para acto seguido introducirme yo misma lo
más lentamente que pude, la polla de ese chaval que apenas unos minutos antes
estaba devorando. No dejé de mirarlo a los ojos en todo momento.
¡Menuda gozada!. Poco a poco
fui deslizándome encima suyo disfrutando de la sensación, dejándome caer sobre
ese miembro erecto y hermoso que se abría paso en mi interior, mientras la cara
de mi amante me decía que él estaba tocando el cielo.
Desde luego que esa polla era
mayor que la de su amigo, o al menos a mí me llenaba mucho más por dentro. Yo
tampoco olvidaré esa sensación en mi vida, pues en cierto modo para mí también
era una primera vez. La primera vez que podía sentir en mi cuerpo dos pollas
diferentes en apenas unos minutos. “Oh my god” pensé yo misma riéndome de la
situación.
Además era la primera vez en
mucho tiempo que me follaba otra polla que no fuese la de mi marido, y no una,
sino dos.
Una vez me la clavé hasta el
fondo comencé a moverme adelante y atrás sobre su regazo. Lo hacía lentamente,
despacio, disfrutando de cada sensación y del momento.
Peter me miraba a los ojos
como en una nube. Estaba alucinando. Nunca imaginé que aquel niñato que parecía
tan fiero al principio por sus músculos, fuese ahora un gatito mimoso y dulce
sometido bajo el mando de mi cuerpo.
Sus manos permanecían quietas
en mi cintura, se le notaba que no sabía todo lo que podía hacer con ellas. Así
que le cogí sus dos manos y las aleccioné hasta mis pechos. Yo mientras no
dejaba de moverme adelante y atrás sobre su regazo follándomelo al ritmo que yo
marcaba.
.-“¿Te gustan?” le pregunté al
tiempo que lo miraba a los ojos comprobando la cara de salido que ponía al
estrujar mis senos.
.-“Wonderfull” pronunció con
su peculiar acento al tiempo que comenzaba a jugar con mis pezones y la punta
de sus dedos.
.-“Chúpamelas” le ordené casi
al tiempo que me agarraba a él del cuello y lo aplastaba contra mis pechos.
No le quedó más remedio que
obedecer mis órdenes y comenzó a babear mis pezones. Luego se dedicó a jugar
con su lengua alrededor de uno de ellos, para después tililar su lengua aun
lado y a otro de mi pezón provocándome un placer indescriptible.
.-“Joder siiih, me gusta, me
gustaaah” comencé a gemir en voz alta sin disimular para nada el placer que
estaba experimentando. Sin quererlo comencé a moverme más deprisa sobre la
polla de Peter. Mi cuerpo comenzaba a tener urgencia. Buscaba mi propio
orgasmo.
.-“¡Que polla chaval…, que
polla te gastas…, me gustaaah…, me gusta…, eso es chaval fóllame…, fóllame…,”
gritaba ya medio desesperada.
De repente pude sentir la mano
de Marc en mi espalda. Lo cierto es que ni me había fijado en lo que hacía su
amiguito durante todo este tiempo. Lo miré por un instante, lo justo para
comprobar que se había sentado al lado nuestro y me acariciaba la espalda a una
mano, mientras con la otra se masturbaba, tratando de que su polla alcanzase de
nuevo todo su esplendor.
Yo quise darle a entender que
ese era el momento de Peter y mío, que él ya había tenido lo suyo, traté de
ignorarlo. Así que rodeando a Peter entre mis brazos me arqueé para besarlo en
la boca. Era la primera vez en toda la tarde que me besaba con Peter y eso me
gustó. Se le notaba más torpe moviendo su lengua en mi boca. Estaba como más
pasivo, besaba peor, y eso me provocaba a mi mucho más morbo al degustar su
virginidad.
.-“Uuuummmhh” entre los dos me
arrancaron un sonoro gemido de placer que se ahogó en la boca de Peter. Pude
notar un respingo en su polla el tragarse mis gemidos.
Las manos de Peter se
aferraban a mis senos mientras Marc me acariciaba con su mano de un lado a otro
por todo el culo. Y todo esto mientras el ritmo que imponía mi cuerpo sobre la
polla de Peter era ya endiablador.
.-“Me corrrroh” grite aferrada
al cuello del muchacho mientras notaba los primeros espasmos de mi cuerpo.
.-“Me muero de gusto”
pronuncié antes de morder el hombro de Peter tratando de ahogar mis gemidos que
eran ya evidentes por toda la casa. Mi cuerpo estaba a punto de estallar
sacudiéndose sin control.
Peter se abalanzó sobre mis
pechos para chuparlos desesperadamente, y sin poderlo evitar una descargar
eléctrica recorrió de arriba abajo mi espina dorsal. Una sacudida de placer
inundó mi cuerpo. Estaba a punto de estallar en un maravilloso orgasmo. Mi
cuerpo se convulsionaba bajo la atenta mirada de esos dos muchachos.
.-“ I fear that this whore
will leave you half ... and you will remain virgin (Me temo que esta zorra te
va a dejar a mitad…, y seguirás siendo virgen)“ pronunció Marc medio burlándose
de su amigo, al tiempo que el muy cabrón introducía la yema de unos de sus
dedos en mi ano.
Todo aquello me produjo un
morbo increíble, además de estimular mi cuerpo hasta límites increíbles y jamás
experimentados.
.-“Ssssihh, me corrrooooh,
ssiiiiih, oh my god, oh my god. siih…, siiiiiiih” grité definitivamente
mientras mi cuerpo temblaba de placer sobre la polla del muchacho que
permanecía dura para mayor disfrute de mi cuerpo. Tuve que agarrarme al cuello
de Peter para no caerme. No lo pude evitar, me sobrevino un orgasmo maravilloso
al que no estaba dispuesta a renunciar. Y en cierto modo me sentía culpable por
no haber esperado a Peter. Me hubiera gustado corrernos los dos a la vez.
Hubiera sido maravilloso, pero el sexo es lo que tiene.
Una vez me recuperé del
orgasmo advertí que los dos muchachos me estaban observando. Marc con una
sonrisa satírica en su rostro En cambio Peter me miraba con cara de perrillo
abandonado. Preguntándome con la mirada qué es lo que iba a pasar ahora.
Yo podía notar su miembro
todavía duro en mi interior. Así que sin mucho más preámbulo comencé a moverme
de nuevo.
.-“Te toca mi vida” le dije
mirándolo a los ojos mientras me movía de nuevo encima suyo y me lo comía a
tiernos besitos por toda la cara, dándole a entender que se llevaría lo suyo.
Los primeros movimientos
después de mi orgasmo me dolieron un poco. Mi vagina se había quedado como
reseca en el interior. Tuvo que pasar un tiempo hasta que de nuevo comencé a
disfrutar del mete y saca. Pude notar a Peter con los ojos cerrados concentrado
por correrse cuanto antes, como anteponiendo el deber de venirse a la necesidad
de gozar.
.-“Sabes…” le murmuré a Peter
en la oreja pero lo suficientemente alto como para que lo escuchase también su
amigo. “Follas muy bien”. Pretendí subirle la autoestima al chaval.
.-“La mayoría de los hombres
se corren sin esperar a la chica”. Esta vez no pude evitar lanzar una mirada de
burla hacia Marc por su actitud. “Y sin embargo tú has sido capaz de esperarme
hasta correrme con ese pedazo de polla enorme que tienes”. El chaval se vino
arriba con mis palabras y esta vez era él el que me sujetaba con su fuerza de
las caderas y me movía como si fuese un juguete al ritmo que él antojaba, y que
desde luego era mucho más deprisa al que yo venía imprimiendo.
Al que parecieron no gustarle
mis palabras de burla fueron a su amigo Marc, que nada más escuchar como lo
ridiculizaba ante su amigo me introdujo de nuevo la yema de su dedo en mi ano.
.-“No dirás lo mismo de mí
cuando te folle por el culo” pronunció al tiempo que por el movimiento salvaje
al que estaba siendo sometida por Peter, su dedo se introducía solo hasta el
fondo en mi ano.
.-“Aaaaaaahh” tuve que chillar
al experimentar como el dedo de Marc dilataba mi esfínter al ritmo que Peter
imponía.
Aquello era el acabose, el no
va más, el placer y el morbo eran ya insuperables. Estaba siendo follada por un
chaval mientras otro me introducía un dedo en el ano.
Nunca antes mi marido había
jugado con mi orificio trasero, nunca antes pensé que pudiera ser tan
agradable.
Mi respiración comenzó a
agitarse de nuevo, mi cuerpo reaccionó. De nuevo podía sentir en ms nervios los
preludios de otro orgasmo. Increíble. Iba a correrme dos veces en muy poco
tiempo.
No sabría precisarlo, pero
creo que ahora eran dos los dedos que Marc ensartaba en mi ano. Peter
continuaba manejándome a un ritmo bestial, me hacía subir y bajar sobre su
polla como se le antojaba. Me sentía como Barbie manejada por Kent. Para colmo
de vez en cuando mis pechos golpeaban contra la cara de Peter arrancándome unas
sensaciones de placer infinitas. Durante unos instantes cerré los ojos
concentrándome en las sensaciones que esos dos muchachos me provocaban.
Advertí que los dedos de Marc
abandonaban mi interior y Peter se detenía sin motivo aparente. Momento en el
que abrí los ojos para comprobar como Marc se situaba detrás de mí dispuesto a
metérmela por donde antes lo hicieran sus dedos.
.-“Nooo..,¿pero que hacéis?.
Estáis locos ¿o que os pasa?” traté de salirme incluso de Peter, pero este me
retuvo con su fuerza a la vez que me dijo:
.-“Dos buenos amigos lo
comparten todo” pronunció de su boca. Yo lo miré algo aturdida por sus palabras
y su actitud. No sabía exactamente a qué se refería, pero no me temía nada
bueno. Para nada me esperaba esto de él.
Marc empujó con la punta de su
miembro contra mi esfínter dispuesto a sodomizarme mientras Peter me retenía
bien sujeta con mis manos por la espalda. En esa posición poco o nada pude
hacer por evitar lo que estaba a punto de suceder.
.-“No, parad cabrones, me
dolerá” gritaba tratando de hacerles cambiar de parecer.
Poco a poco la polla de Marc
se fue abriendo camino a través de mi ano. El anillo de mi esfínter comenzó a
quemarme. Era un escozor insoportable el que procedía de parte tan sensible de
mi cuerpo.
.-“AAaaaaaaaaayyyyyh” chillé
al sentirme ensartada entre las dos pollas.
Peter pareció gozar aún más al
contemplar mi cara de dolor y sufrimiento, y Marc continúo introduciendo
lentamente pero sin compasión su polla en mi estrecho culito. Al fin pude
sentir sus huevos golpeando los cachetes de mis nalgas, señal inequívoca de que
me la había metido hasta el fondo.
Yo creí desgarrarme por dentro
al sentir como esas dos pollas estimulaban todas las membranas y paredes
internas de mi cuerpo.
.-“Cabrones…,… pero qué me
estáis haciendo…, …soltadme” imploraba una y otra vez sin que me hicieran el
menor caso.
Marc comenzó a moverse
despacito. Se miraban el uno al otro riéndose de mis súplicas y gozando con mi
desesperación.
.-“Para cabrón, ni siguas, me
duele…, me duele” grité cuando Mar comenzó a moverse algo más deprisa.
En realidad sentía un dolor
insoportable. Era como un escozor, una quemazón constante.
.-“Parad cabrones, parad,… os
follaré uno a uno pero así no…, así no por favor…,… así no…,… me duele…”
sollozaba tímidamente al verme ensartada entre aquellos dos muchachos.
Hubo como un pacto entre
ellos, como Marc ya estaba acoplado, de nuevo era Peter quien cogiéndome de las
caderas volvió a imponer su ritmo. Sin duda mucho más deprisa y salvaje que el
de su amigo.
Marc se aferró a mis pechos
desde atrás para no salirse, llegando a estrujarlos en algunos momentos, Peter
optó por taparme la boca tratando de degustar el sabor de mis grititos que se
ahogaban en él.
En algunos momentos podía
sentir como sus dos pollas llegaban a rozarse a través de las membranas de mi
cuerpo, sobretodo cerca del punto “g”. Por lo que poco a poco el dolor que
sentía en mi ano era contrarrestado por el placer que sentía de tantas otras
partes de mi cuerpo.
.-“What a beautifull bitch”
pronunció Marc al ver que dejaba de quejarme.
.-“Yea, yea” le replicó su
amigo Peter que comenzaba a estar cansado por el esfuerzo de movernos a los
tres.
Increíble, pero al poco tiempo
yo estaba gozando de las sensaciones. Aquello era todo en si una auténtica
pasada. Podía notar claramente las dos pollas en mi cuerpo. Que gozada, eso sí
era disfrutar.
Durante unos instantes
permanecimos los tres concentrados cada uno en sus sensaciones y emociones.
Hasta que pude notar los primeros espasmos de Marc en mi trasero. Era increíble
pero pude sentir en mi esfínter hasta el bombeo de su sangre a través de las
venas de su polla. Me alegré de que fuera la más pequeña de las dos.
.-“Buffh, buuuffffh…” escuché
a mi espalda a la vez que notaba como Marc derramaba un líquido caliente y
espeso en mis entrañas. Sin duda me sorprendió que se corriese de nuevo tan
pronto. Una de dos, o yo le gustaba mucho, o ese chaval tenía un problema.
El caso es que pude sentir
como se salía de dentro de mí, como unas últimas gotas salpicaban mis nalgas, y
como su semen se escurría entre mis piernas.
Mi orgasmo quedó como
interrumpido por su salida, y a lo que pude concentrarme de nuevo noté los
primeros espasmos de Peter en mi interior.
.-“Oh my god” pronunció
abriendo los ojos al tiempo que nuestras bocas se liberaron la una de la otra.
Yo lo miré a los ojos satisfecha
porque ese portento de chaval se corriese dentro de mi.
.-“I love you” le dije al
chaval mirándolo a los ojos al tiempo que me lo comía a besos mientras notaba
como su polla comenzaba a palpitar en mi interior.
.-“I´m coming” susurró como
buenamente pudo.
.-“I know it” le dije al
tiempo que yo aprovechaba los últimos espasmos de su polla para arrancarme yo
misma un pequeño orgasmo, que si bien no muy intenso, sí que al menos lo
suficientemente reconfortante para mí.
Los dos permanecimos un rato
abrazados el uno frente al otro comprobando como su miembro perdía fuerza
dentro de mi interior. Nos mirábamos el uno al otro sin atrevernos a romper ese
silencio con palabra alguna. Yo sabía que me había llevado la virginidad de ese
chaval para siempre, y él no quería olvidarme.
.-“¿Qué hacemos ahora
tortolitos?” preguntó Marc que se sentó al lado nuestro en el sillón. Pero ni
Peter ni yo le prestamos atención, continuábamos mirándonos el uno al otro.
De repente sonó mi móvil. Los
tres pudimos contemplar como vibraba y se encendía encima de la mesita del
centro sobre la que todavía estaba abierto el monopoly.
Fue Marc quien lo alcanzó para
entregármelo en la mano.
En la pantalla pude ver que
era mi madre quien me llamaba. Aún estaba sentada sobre el regazo de Peter con
su miembro perdiendo fuerza por momentos en mi interior cuando descolgué el
teléfono:
.-“¿Si?” pregunté.
.-“¿Hija estas bien?” preguntó
preocupada mi madre.
.-“Si ¿por qué?” le respondí
mirando a los ojos de Peter mientras comprobaba en mi interior como su miembro
empequeñecía por momentos.
.-“Caray hija, nos tenías
preocupada. Todo el día sin saber de ti. ¿Podías haber llamado al menos para
decir que estás bien?. Tu hijo leva preguntando desde hace un rato que cuando
vienes” me dijo mi madre por el teléfono.
.-“Dile que enseguida voy para
allí” respondí al tiempo que acariciaba con una mano el rostro angelical de
Peter.
.-“No tardes” dijo mi madre
por última vez antes de colgar.
.-“Debo irme” le dije a Peter
sin dejar de mirarlo desconsoladamente al tiempo que me salía de él y me
incorporaba de encima suyo.
.-“¿Ya?” preguntó Marc con
cara de estupefacción. “¿No vas a chupárnosla?” culminó su indecencia.
.-“Te la chupas tú” le
respondí al tiempo que le tiraba su camiseta y recogía mi ropa del convector.
Fue Peter quien me abrazó por
la espalda mientras me vestía en medio de aquel silencio incómodo que se había
adueñado de la estancia.
.-“Just one kiss” susurró.
Reconozco que no le hice caso, trataba de vestirme a toda prisa.
Al fin recogí mis cosas, me
dirigí hacia la puerta decidida a regresar al apartamento de mis padres en la
bici. Pero antes de abrir la puerta y abandonar la casa Peter me retuvo una vez
más sujetándome de la muñeca.
.-“¿Nos volveremos a ver?”
preguntó Peter compungido.
No pude evitar darle un último
pico en la boca antes de abrir la puerta e irme. No quise mirar atrás una vez
monté en la bicicleta y emprendí el camino de regreso con los míos.
Al llegar a casa me costaba
caminar con dificultad. Hasta mi padre se dio cuenta.
.-“Hija te pasa algo” me
preguntó al verme entrar cojeando por la puerta de casa.
.-“Nada, solo que han sido
mucha horas en bicicleta” traté de disimular antes de encerrarme en el baño a
darme una ducha y tratar de asimilar lo sucedido.
Besos,
Sandra.
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