Ese verano mi marido y yo
decidimos alquilar un adosado en la isla de Ibiza. Habíamos oído hablar de las
fiestas y de la noche en esa magnífica isla y quisimos comprobarlo. Siempre
oímos hablar de las sesiones en las grandes discotecas como Pacha, Amnesia,
Penélope, KWM,..etc, y ese verano quisimos disfrutar de la marcha como cuando
éramos algo más jóvenes.
He de decir que yo me llamo
Sandra, tengo 31 años, soy rubita y algo bajita. Mi marido dice que tengo unos
pechos grandes, firmes y bonitos. Y que mi cuerpo es espectacular, aunque yo no
me veo tan atractiva en el espejo como dice. Comentar que mi marido ha sido el
único hombre en mi vida, y nos complacemos muy bien en la cama. Mi esposo tiene
33 años, es moreno y más bien algo calvo y con barriguita. Esto es, un tipo de
lo más normal.
Fue una de las primeras noches
cuando paseando por el paseo marítimo nos encontramos con Joaquín y María. Al
parecer Joaquín trabajó y fue compañero de mi marido en una de las empresas anteriores.
Yo había oído hablar de él en la época en la que trabajaban juntos en esa
empresa, pero era la primera vez que lo veía en persona. Al parecer dejó la
empresa en la que coincidió con mi esposo al poco de marcharse mi marido. Montó
su propio negoció y le debió de ir bastante bien. A mi marido le trajo muy
buenos recuerdos, tomamos varias copas por los veladores y terrazas del pueblo
y sobretodo ellos recordaron viejos tiempos. María me pareció una mujer muy
atractiva. Además vestía siempre de manera bastante sexy y elegante. Sin
embargo Joaquín me pareció un tipo bastante engreído. Presumía de lo bien que
le trataba la vida y era algo fantasma. Me llamó la atención el rolex de su
muñeca. Siempre que podía hacía ostentación del dinero que ganaba. Mi marido y
yo no nos podíamos quejar, pero estaba claro que Joaquín ganaba bastante más
dinero que mi marido. Le gustaba vanagloriarse de lo bien que hizo al abandonar
aquella empresa y establecer su propio negocio, como reprochando a mi marido
que no hiciese lo mismo. Durante esa primera noche no se cansó de repetirme lo
guapa y atractiva que era.
.-“Veo que no has cambiado. Te
conservas igual que las fotos que tenía tu marido en el despacho” dijo en
cierta ocasión.
Por activa y por pasiva dejó
claro que según su opinión un tipo como mi marido no se merecía estar con una
mujer como yo. Mi esposo en cambio hacía lo propio con María, en varias
ocasiones lo sorprendí mirando el escote y las piernas de María.
Al parecer Joaquín y María
tenían un chalet en propiedad en la isla y se escapaban siempre que podían. Por
eso no fue sorprendente cuando veíamos que mucha gente que paseaba por la calle
se acercaban a Joaquín para saludarlo. Era todo un personaje.
Esa primera noche no sucedió
nada salvo alguna que otra mirada de Joaquín a mi escote y mi culo, y algún que
otro intento por acariciarme las piernas. Estaba claro que yo le gustaba y así
lo manifestó durante toda la noche. Al despedirnos mi marido y él
intercambiaron los móviles para quedar a cenar a la noche siguiente.
Cuando llegamos al adosado
tanto mi marido como yo llevábamos alguna que otra copa y estábamos algo
contentos por los efectos del alcohol. Recuerdo que mi marido estaba tumbado en
la cama viendo la tele mientras yo me desnudaba en el tocador de la habitación.
Cuando se fijó en mí le dije:
.-“Ya era hora que me mirases”
le dije con cierta ironía.
.-“¿Por qué dices eso?”
respondió él con cara de asombro.
.-“¿Te crees que no me he dado
cuenta?, no has dejado de mirar a María en toda la noche. Podías haberte
cortado un poco ¿no?” dije algo molesta.
.-“Al menos no la he manoseado
como te has dejado tocar tú por Joaquín. O te crees que no me he percatado de
cómo te tocaba las piernas o el culo, y tú no le decías nada” me dijo él.
.-“Que sepas que a mi Joaquín
ni me va ni me viene, pero... ¿Qué querías que hiciese?, ¿qué montase un
numerito?. No es más que un presumido estúpido” le dije como si nada. En ese
momento mi marido estaba ya tumbado en la cama con el pijama puesto y yo me
encontraba tan solo en ropa interior. Lo miré fijamente a los ojos cuando me
desabroché el sujetador y quedando tan sólo con las braguitas puestas le dije:
.-“¿Acaso María te parece más
atractiva que yo’” dije en tono melosa acercándome a los pies de la cama en
plan gatita juguetona. Mi marido me miró conocedor de lo que quería cuando me
ponía así de mimosa.
.-“¿Crees que tiene los pechos
más grandes que yo?” le susurré a los pies de la cama mientras me acariciaba
los pechos para él. Mi marido se empezó a tocar por encima del pantalón del
pijama.
.-“Que tetas te gustan más
¿las suyas o las mías?” le pregunté al tiempo que me arrodillaba sobre la cama
con una pierna a cada lado de los pies de mi marido y procedía a desabrochar su
pantalón del pijama.
.-“¿No quieres contestarme?,
eeeeh, ¿Qué tetas te gustan más?” insistí al tiempo que extraía su miembro y
comenzaba a masturbarlo. Mi esposo me miraba incrédulo al espectáculo que le
estaba dando y permanecía en silencio mientras se dejaba hacer.
.-“Te gustaría verle las tetas
a María, eh ¿a que sí?” le dije al tiempo que restregaba su polla por mis
tetas.
.-“No has dejado de mirarle el
escote en toda la noche” y dicho esto comencé a realizarle una cubana a mi
marido que cerraba los ojos concentrado.
.-“Lo peor es que ella se ha
dado cuenta y no paraba de mostrarte todo cuanto podía” Mi marido se sorprendió
entonces por estas palabras.
.-“¿Tú crees?” me preguntó.
.- “Joder, si no paraba de
exhibirse e inclinarse para que se las vieras”. Y mientras le decía esto,
comprobé que mi marido cerraba de nuevo los ojos seguramente imaginando que
disfrutaba de las tetas de María. Aproveché para ponerme a horcajadas sobre mi
marido e introducirme yo misma su polla. Mientras lo cabalgaba me acaricié el
clítoris con una mano. Mi marido permanecía con los ojos cerrados concentrado.
Yo me recliné un poco de tal forma que mis pechos quedaron a la altura de su
boca. Comenzó a chuparme y besarme las tetas. Yo le preguntaba con la clara
intención de excitarlo:
.-“¿Te gustaría comerle las
tetas a María?” él me lamía los pezones con la punta de la lengua. A mí esa
caricia me volvía loquita. Era la primera vez desde que conocí a mi marido que
lo incitaba a imaginarse que estaba con otra, él sorprendido por mi actitud me
preguntó:
.-“¿Me dejarías?” pronunció
como pudo con su cara entre mis pechos. Yo no entendía como imaginarme a mi
marido con otra podía excitarme de aquella manera. Tal vez porque también era
yo quien se imaginaba que algún que otro tipo atractivo con quienes crucé
alguna mirada en esa noche disfrutaban de mi cuerpo, en concreto de mis pechos.
Quise provocar aún más a mi marido:
.-“Seguro que aprovecha
cualquier excusa para mostrarte las tetas, ¿Te gustaría, eh?” le susurré de nuevo.
A esas alturas mi respiración se aceleraba.
.-“Siih” dijo mi marido
concentrado en su imaginación.
.-“¿Te gustaría darle cremita
por sus tetas? eh” yo también cerré los ojos pensando que era otro hombre quien
me extendía crema por mi cuerpo. Llegué a pensar por primera vez en Joaquín
como amante y de cómo sus manos recorrían mi cuerpo. Recordé como acariciaba
mis piernas y eso me puso muy caliente. No dejaba de acariciarme el clítoris en
busca de mi orgasmo.
.-“Siiih, me gustaría ver sus
tetas” dijo mi marido al tiempo que notaba las contracciones de su polla en mi
interior, señal inequívoca de que se había corrido. Incluso me pareció escuchar
que susurraba el nombre de María entre sus labios cuando se corría dentro de
mí. Ahora era yo quien se masturbaba con los ojos cerrados concentrada en mis
fantasías mientras notaba como el pene de mi esposo perdía vigor en mi
interior.
.-“Aaaahh” gemí al alcanzar el
orgasmo. Cuando abrí los ojos mi marido me miraba sorprendido comprobando que
yo también me había corrido fantaseando con otras personas. Ambos sabíamos que
no pensamos en el otro mientras alcanzábamos el clímax. Era la primera vez que
se hacía evidente. Si había ocurrido en alguna otra ocasión siempre habíamos
tratado de disimularlo y fingir que pensábamos en nuestra pareja al alcanzar el
orgasmo, pero en esa ocasión a ninguno de los dos nos importó evidenciar
nuestros pensamientos. Fue mi marido quien me preguntó:
.-“¿Has pensado en Joaquín?”
un hilo de angustia se reflejaba en sus ojos.
.-“¡Pero qué dices!, te repito
que Joaquín no es mi tipo” le respondí yo haciéndome la indignada por la
pregunta. Aunque en mi interior sabía que le estaba mintiendo descaradamente.
Joaquín tenía un cuerpo escultural aunque fuese un estúpido creído.
.-“Entonces..., ¿en quién
pensabas?” insistió con cierto tono celoso.
.-“En nadie en particular, no
sé, algunas caras, situaciones, estereotipos,... ya sabes”. Le respondí
tratando de convencerlo. Me agradó la idea de que se pusiera celoso. Preferí
centrarme en comentar lo fantástico que había sido, y de cómo habíamos
disfrutado ambos muchísimo del polvete. Pero aún con todo lo noté algo
preocupado
.-“Dime que pasa, ¿te
encuentro algo celoso?” le pregunté mientras ambos permanecimos tumbados boca
arriba en la cama.
.-“Durante mi paso por la
misma empresa que Joaquín, tuvo varios altercados con algunos compañeros. Al
parecer se acostó con varias de las mujeres de los compañeros de su equipo.
Muchas diría yo. Incluso sus superiores le llamaron la atención en alguna
ocasión por extralimitarse con alguna de las clientas. No sé qué le ven las
mujeres, pero siempre se acuestan con el más capullo” me explicó mi marido.
.-“No te preocupes, tienes
razón, es un capullo” ambos nos reímos por mi comentario y poco a poco el sueño
nos hizo quedarnos dormidos desnudos sobre la cama.
Mi cabeza no dejaba de pensar
en Joaquín mientras mi marido dormía a mi lado. Tras el comentario de mi marido
no dejaba de imaginármelo destrozando a alguna niñata de esas que sólo buscan
en la vida atrapar y casarse con algún tipo que gane el dinero suficiente para
pagar sus caprichos. Me lo imaginaba rompiendo las sofisticadas bragas de
channel, cacharel o lise charmel de alguna de esas esposas sobre la mesa de su
despacho y follándoselas sin compasión. Era un engreído y seguro que utilizaba
a las mujeres para su propio placer. Estoy convencida de que le encantaría
humillar a las mujeres de sus compañeros. Debía ser un cerdo con las mujeres,
aunque eso sí, con un cuerpo de infarto. Seguro que les daba todo el placer que
sus mariditos no sabían proporcionarles porque eso no se compra con dinero. Su
actitud era despreciable, aunque a mí me interesaba imaginármelo tan sólo por
su cuerpo.
A la noche siguiente nos
dispusimos a arreglarnos para la cita con nuestros amigos. Como estábamos en
Ibiza yo escogí un vestido blanco de gasa algo transparente. Me di cuenta que
al tras luz se podía adivinar toda mi figura. Me agradó la idea de provocar y
poner celoso a mi marido. La espalda quedaba descubierta y por el frente el
escote era algo generoso. La faldita era más bien cortita. Yo me encontraba
especialmente sexy. Mi marido se puso un pantalón de lino blanco y una camisola
de algodón blanca. Al verme me advirtió que al tras luz se podía adivinar el
tanguita que me había puesto y que se notaba no llevaba sujetador.
.-“¿No quieres que me ponga el
vestido?” le pregunté.
.-“ Por mí ponte lo que
quieras, pero alguno que otro que se llevará una alegría al verte” me dijo. Me
gustó provocar sus celos.
En efecto a Joaquín nada más
verme a poco se la salen los ojos de sus órbitas. María también se encontraba
radiante, pues había elegido un vestido de lo más sugerente que realzaba la
belleza de sus curvas. Mi marido tampoco perdió detalle de la figura de María.
De nuevo no dejaba de mirarla al escote, esta vez más pronunciado que el día
anterior.
.-“Estas estupenda” me dijo
Joaquín nada más vernos y posando sus manos en mi espalda intercambiamos dos
besos. El último muy cerca de la comisura de mis labios. Además mis pechos se
rozaron por casualidad con su torso. Pude notar como Joaquín trató de retener
esa sensación en su memoria. El resto de la noche transcurrió con total
normalidad. Tomamos algunas copas y nos sentamos a cenar en un conocido
restaurante. Joaquín se sentó al lado mío mientras mi marido se dispuso
enfrente junto a María. Acordamos el vino a beber. He de reconocer que entre
las copas de antes y el vino de la cena yo comenzaba a estar algo mareada. Por
lo que no le di la mayor importancia cuando Joaquín aprovechaba cualquier
excusa para acariciarme las piernas. Aunque lo hacía de forma natural, con
sutileza, como si el gesto fuese implícito en la conversación, yo sabía que él
se estaba aprovechando más de la cuenta.
Conversando acerca de cómo
habíamos pasado el día, nos informó que lo normal en la isla era acercarse en
barco a otras calas y playas inaccesibles. Le hicimos saber que sería estupendo,
alquilar un barco y disfrutar de lugares más recónditos. Joaquín nos comentó
que él tenía un pequeño yate amarrado en el puerto de su propiedad y que si
queríamos podíamos quedar para ir en el barco, aunque había un pequeño
inconveniente:
.-“¿Y cuál es ese
inconveniente?”, preguntó mi esposo movido por la curiosidad de montar en
barco.
.-“Existe una norma básica
para subir en el barco, las mujeres deben hacerlo en top less”. Dijo Joaquín
como si nada. Mi marido y yo nos quedamos algo sorprendidos. Sin embargo a mi
marido se le iluminó la cara al girar la cabeza y ver el escote de María, sabía
que de acceder podría verle los pechos que tanto deseaba.
.-“¿y eso?, ¿cómo es así?”
pregunté mirando la indiferencia de María y pensando que ella tenía algo que
ver, mejor dicho, algo que quería mostrar a mi marido. Joaquín me respondió:
.-“Yates y barquitos mejor que
el mío los hay a montón en esta isla, por eso me gusta que me envidien por las
mujeres que hay en el” dijo. No me sorprendió que el asunto fuese por
fanfarronear, era algo típico en él. Yo mirando la cara de deseo de mí marido
por ver las tetas de María, y tengo que reconocer que algo celosa dije:
.-“Por mí no hay problema
podemos quedar mañana si os apetece” quería comprobar la reacción de mi marido
cuando se diese cuenta que no sólo él vería a María, sino que yo también le
mostraría mis tetas al baboso de Joaquín.
Quedamos para el día siguiente
por la mañana temprano. Al terminar de cenar nos dirigimos a una discoteca
cercana. Al bailar Joaquín se acercaba a mí tratando de rozarse con mi cuerpo
siempre que podía y me decía cosas al oído como:
.-“Ya verás que bien lo
pasamos mañana en el yate”.
Por su parte mi marido no
paraba de hablar y mirar al escote de María. Hubo un momento en que ambas
parejas nos despistamos y Joaquín me invitó a una botella de champagne cerca de
la barra. De esta forma fue conocedor de que me encantaba beber champagne. Tras
las primeras copas yo estaba ya algo más que mareada. Debido al ruido de la
música Joaquín tenía que acercarse para hablar conmigo. En algunas ocasiones se
rozaba contra mi cuerpo. Supongo que vi como algo natural que apoyase su mano
en mi cintura. Pero con el transcurso del tiempo poco a poco fue deslizando su
mano hasta acariciarme el culo. Conversábamos sobre temas de actualidad sin
importancia, yo no recuerdo el preciso instante en el que su mano pasó de mi
cadera a mi culo, por eso no sabía cómo evitar sus caricias. Una persona de al
lado dejó libre un taburete. “Al menos no me tocará el culo” pensé al sentarme
sobre la banqueta. Pero fue peor el remedio que la enfermedad, pues ahora
situándose a mi lado pasó a acariciarme las piernas. Al principio sus manos
descansaban sobre mis rodillas pero poco a poco fue acariciando mis muslos
hasta el borde de la faldita, la cual se había subido un poco más en algún
momento de la noche. Joaquín pugnaba en mis descuidos por tratar de acariciar
mis piernas por el interior de mis muslos. Pude ver a lo lejos a mi marido
conversar animosamente con María y un grupo más de mujeres que al parecer
conocían a María. Todas ellas eran bastante guapas y sofisticadas, se notaba
que coqueteaban con mi esposo. Mi marido se encontraba a gusto como un gallo en
un corral rodeado de gallinas. En un momento dado nuestras miradas se cruzaron
en la distancia. Él estaba tratando de parecer interesante frente a tanta
mujer, que había descuidado a su mujercita. No sé si porque estaba celosa y
quería devolverle la jugada, o por los efectos del alcohol pero justo en el
instante en el que nuestras miradas se cruzaron yo separé levemente mis
rodillas permitiendo a Joaquín acariciar mis piernas por la parte interior de
mis muslos, incluso por debajo de la tela de la faldita hasta que este casi
alcanzó mis braguitas. Pude ver la cara de asombro de mi marido contemplando la
maniobra de su amigo y apurando de trago su copa. Yo me mojé en las bragas casi
al instante, tanto por ver la cara de estupefacto de mi marido, como por las
sensaciones y escalofríos que me produjo notar las manos de Joaquín tan cerca
de mi sexo. Yo me excusé con Joaquín diciéndole que necesitaba ir al aseo.
Supongo que él pensaría en su ego que se debería a mis nervios por haberle
permitido llegar relativamente lejos en sus caricias. Pero realmente necesitaba
salir de allí y despejarme un poco. Lo que acababa de hacer era una locura.
Frente al espejo dudaba si me había gustado o no. ¿Qué era lo que realmente me
había excitado?, ¡ser manoseada por un desconocido, o poner celoso como nunca a
mi marido?. Cuando salí del baño estaban despidiéndose los tres, María, Joaquín
y mi marido. Concretamos en quedar para el día siguiente. Durante el trayecto
en coche a casa, mi marido me acariciaba las piernas de igual forma a como
observó lo hiciera Joaquín momentos antes. No hablamos prácticamente durante
todo el trayecto y al llegar al adosado me tumbó sobre la cama sin mediar
palabra y me folló como nunca antes me lo había hecho. Fue como más violento,
se movía mucho más rápido, como con rabia, apenas hicimos el misionero como
venía siendo costumbre, sino que me puso a cuatro patas y me dio fuerte por
atrás. Estaba furioso, tal vez fuese conocedor de que me estaba perdiendo, o
tal vez quería demostrarme que nadie era capaz de follarme mejor que él. Pero
mi mente pensaba en otra persona. Pude cerrar los ojos y por primera vez
imaginé que podía ser Joaquín quien me follaba como a una perra. Era un
sentimiento encontrado el imaginarme haciendo el amor con alguien al que
despreciaba como persona y sin embargo me agradaba su cuerpo y me daba tanto
placer imaginármelo. Era algo raro. No sé, tal vez porque me hacía sentir como
a una guarra, y todo por dar celos a mi marido. Yo disfruté de un buen orgasmo.
No hablamos mucho esa noche y enseguida nos quedamos dormidos en parte por los
efectos del alcohol.
A la mañana siguiente sonó el
despertador y nos arreglamos para acudir a la cita. Cuando salí de arreglarme
del baño pensé que mi marido pondría cualquier excusa para llamar a nuestros
nuevos amigos y decirles que no íbamos. Creí que estaría celoso por lo de
anoche y no querría que tuviese que hacer top less en el barco frente a
Joaquín. Sin embargo me sorprendió cuando al hablar acerca de María se mostró
algo impaciente por verla de nuevo. Tuve entonces la convicción de que la noche
anterior mientras lo hacíamos había pensado que estaba con María. Un escalofrío
recorrió mi cuerpo. Un sexto sentido me hacía presagiar que algo iba a cambiar
en nuestra relación de pareja después de esas vacaciones.
No fue difícil encontrarnos en
el puerto, y nada más llegar e intercambiarnos los besos de rigor nos señaló el
barco. Yo me quedé asombrada pues era bastante grande, me lo había imaginado
más pequeño, tipo barca de recreo, y sin embargo disponía bajo cubierta de un
par de camarotes y un pequeño salón cocina, junto con el baño. Nos indicó cual
sería nuestro camarote por si queríamos dejar las bolsas en él y nos recordó la
condición. Yo estaba cambiándome en el interior del camarote cuando escuché los
motores ponerse en marcha y maniobrar para salir de puerto. Aunque ya había
hecho top less en otras ocasiones, tampoco habían sido muchas, no era de mi
agrado mostrar los pechos a todo el mundo, por lo que me demoré hasta salir
prácticamente de puerto. Escogí un bikini negro cuya braguita es de esas que se
anuda a los laterales, y como no podía llevar top me puse bien de crema por mis
pechos para no quemarme. Al primero que vi al salir a cubierta fue a Joaquín, su
cara fue un poema, no dejaba de mirarme los pechos y le costaba mirarme a la
cara para hablar. Yo bajé mi mirada a su paquete pues llevaba puesto un bañador
tipo slip, comprobando que debía estar teniendo una erección al verme. Lo cual
me resultó gracioso. Pude ver a María tumbada sobre una toalla tomando el sol
en la parte delantera de la embarcación tan sólo con un tanga puesto que la
dejaba prácticamente desnuda y a mi marido unos metros detrás sentado en el
borde del yate sin perder detalle de María. Me tumbé al lado de María
dispuestas a tomar el sol juntas. Lo cierto es que el número de barcas con las
que te encontrabas era considerable. Le pregunté tumbadas boca abajo como
estábamos, si sabía a dónde íbamos, y me contestó que a una calita que le gustaba
mucho a su marido.
En efecto llegamos a la cala y
esta era preciosa, estaba rodeada de vegetación y acantilados por lo que
prácticamente sólo se accedía en barco. Tuvimos que nadar para llegar a la
orilla. María se lanzó desde la borda de cabeza y mi marido lo hizo después.
María no se puso la parte superior del bikini para nadar. Yo me dirigía hacia
el camarote para ponérmela cuando Joaquín me lo impidió y jugando me tiró por
la borda. En el forcejeo aprovechó para tocarme las tetas. Recorrimos los distintos
rincones de la playa. En uno de los paseos por la orilla Joaquín y María se
encontraron con un par de conocidos. Se trataba de dos chicos más o menos de
nuestra edad. Uno era rubito y muy blanco de piel, de aspecto nórdico. Llevaba
un bañador de lo más normal. Pero el que realmente me llamó la atención fue el
mulato. ¡Estaba buenísimo! Vaya pedazo de portento de la naturaleza. Para colmo
llevaba por bañador un tanga, que le marcaba un paquete enorme. Y se le veía un
culo precioso. Nunca pensé que pudiera haber tantos músculos en un culo tan
rico. Desde que nos presentaron no dejaba de mirarme las tetas, lo que debo
reconocer me puso algo nerviosa. Al rato continuaron por su parte, yo llegué a
pensar que ambos chicos eran gays o algo por el estilo. Al despedirnos el torso
del mulato se rozó con mis pechos, el contacto me gustó muchísimo. De nuevo
solos nos tumbamos sobre la arena. Hicimos figuras en la arena, paseamos y nos
entró gana de comer algo. Por lo que regresamos al barco. Durante el rato en la
cala mi marido no quitó ojo de María, esta vez no sólo no perdía detalle de sus
pechos, sino también de su culo, gracias al minúsculo tanga que llevaba María.
Comimos algo en la estancia
que hacía de salón. Tras comer Joaquín dijo que tenía sueño y se tumbaría un
rato en el camarote, por lo que permaneceríamos anclados hasta que zarpásemos.
Mi marido hizo lo mismo, se mostró algo molesto cuando le insinué de ir con él
a dormir al camarote y puso excusas para que no lo hiciera.
.-“Es pequeño, no cabemos y no
me dejarás dormir” me dijo algo enfadado. Por su actitud supuse que querría
estar solo y hacerse alguna que otra paja pensando en María.
Por eso, María y yo decidimos
tomar el sol en la proa. Al poco rato se presentó Joaquín. Dijo que no podía
conciliar el sueño y mirándome, me indicó que mi piel estaba enrojeciendo.
.-“Será mejor que te dé crema”
me dijo. Y antes de que pudiera reaccionar cogió un bote de crema solar y
comenzó a extenderla por mis hombros. Yo estaba tumbada boca abajo sobre la
toalla y María permanecía mi lado viendo la maniobra de su marido. Me dio crema
por la parte superior de mi espalda masajeando las cervicales y las dorsales.
Al llegar a las lumbares retiró un poco hacía abajo el elástico de mi braguita
del bikini. Yo diría que la bajó algo más de lo decente y que casi se me veía
el culo. Como estaba tumbada boca abajo no veía cuanto se mostraba de mi culito
y como María estaba justo al lado mío no quise decir nada. Me sorprendió más
aún cuando al finalizar la espalda replegó la tela del bikini como si de un
tanga se tratase y me extendió crema por las nalgas del culo sin el menor
reparo. María continuaba al lado mío con su tanga sin inmutarse. Joaquín
aprovechó entonces para extenderme crema por la parte posterior de mis piernas.
Yo yacía boca abajo con las piernas juntas. De nuevo luchamos porque abriese
las piernas permitiendo acariciarle la cara interna de mis muslos. No sé por
qué lo hice pero cedí. Sus manos subían y bajaban por mis piernas y cada vez lo
hacía más cerca de mis intimidades. En un momento dado acarició mis labios
vaginales por encima de la tela del bikini. Mi cuerpo se estremeció. Yo miré a
María a mi lado y esta no se inmutaba pese a contemplar las caricias de su
marido. Cuando Joaquín se cansó de darme crema y rozar mis intimidades se
levantó y dijo:
.-“Estáis preciosas las dos
tomando el sol, creo que tengo una cámara de fotos” y nada más decir esto se
levantó y marchó al interior. Fue entonces María la que mirándome a los ojos me
dijo:
.-“Esta como loco por
acostarse contigo, ¿lo sabías no?” soltó de golpe.
.-“María, por Dios, es tu
marido, ¿qué me estás diciendo?” le dije yo totalmente sorprendida por sus
palabras.
.-“Anoche mientras follábamos
pronunció varias veces tu nombre” me dijo de nuevo como si nada.
.-“No sé por qué me cuentas
estas cosas, yo no..., no me interesa” le dije yo sorprendida.
.-“Mira,... entre mi marido y
yo tenemos una relación bastante liberal. Lo cierto es que casi te agradecería
que te acostases con él. Está muy pesadito últimamente y así me dejaría en paz.
Además yo ya le he echado un ojo a un par de tipos que no veas como me ponen”.
.-“Pero María me estas
insinuando que quieres que me acueste con tu marido” volví a decir totalmente
sorprendida.
.-“No te lo estoy insinuando,
te lo estoy pidiendo, además creo que tú también disfrutarías lo tuyo”
.-“¿Qué quieres decir?”
.-“Pues lo que acabas de oír,
además de que mi Joaquín tiene una polla enorme, estoy convencida que te
enseñaría algo y te haría disfrutar en la cama”.
.-“No te entiendo” dije yo.
.-“Pues hija, que tengo la
impresión de que tu marido es excesivamente clásico en la cama, y que no sabes
lo que te estás perdiendo”.
.-“Pues para ser algo clásico,
tu no paras de mostrarle las tetas”.
.-“Tienes razón, no te ofendas
pero me encanta las caras tan graciosas que pone. Seguro que se la ha meneado
ya pensando en mi ¿verdad?, de lo contrario no estarías tan celosa”
.-“No estoy celosa, es que yo
quiero a mi marido, no como otras...”
.-“No te confundas, yo también
quiero mucho a mi marido, pero el amor es una cosa y el sexo otra”. Y dicho
esto se levantó y salió en dirección al camarote. Joaquín se cruzó en el camino
con su relativamente malhumorada mujer y sin saber que había pasado dijo:
.-“¿Por qué se ha enfadado?”
.-“No es nada ya se le pasará”
dije yo. Joaquín se quedó con ganas de hacer alguna foto, por lo que se dirigió
hacia el timón y puso rumbo a tierra.
Por la noche de nuevo quedamos
para cenar. La velada transcurrió más o menos como las anteriores. Alguna
miradita, insinuaciones y piropos. Comentamos entre todos lo bien que lo
pasamos en el barco y decidimos repetir para el día siguiente. Entramos en otra
de las discotecas de moda dispuestos a dejar pasar la noche. Tras varias copas
mi marido me comentó que se encontraba mal y que quería marchar a casa
inmediatamente. Nos despedimos de nuestros amigos y salimos rumbo a nuestro
adosado alquilado. Por el camino mi esposo me dijo que se encontraba mal pero de
las tripas, algún tipo de indigestión o gastroenteritis. Lo cierto es que al
llegar a casa no se despegó del cuarto de baño. Cuando se alivió se quedó
dormido enseguida. Como el dormitorio estaba en la parte de arriba y el salón
abajo yo me quedé un rato viendo la tele. Todavía me encontraba algo subida de
tono por las copas tomadas anteriormente. En la tele ponían ”Calma Total”, me
incorporé a verla y al poco tiempo de película transcurrido llegó la escena en
que la Kidman se deja follar. Uuhhmm, siempre me gustó esa escena de la Nicole
Kidman. Tal vez porqué te deja con la duda de si se deja follar para salvar al
marido o porque le apetece. Porque la verdad es que el malo tiene un polvo de
campeonato, como para que te haga un favor. Recordé la extraña conversación con
María. Me acordé de Joaquín, pensé que a esas horas estaría coqueteando con
alguna que otra mujer con el permiso y beneplácito de su esposa. Seguramente
aprovecharía cualquier ocasión para acariciarle las piernas a cualquiera. He de
reconocer que estaba algo celosa. Me acordé de cuando acarició mis piernas
mientras mi marido contemplaba la escena. Comencé a ponerme cachonda recordando
sus manos entre mis piernas. Yo misma me acaricié mis piernas en el sillón del
salón imaginando que era Joaquín quien me acariciaba. Me acordé de cuando me
dio crema sobre la cubierta del yate y sus manos alcanzaron mis labios
vaginales por encima de la tela del bikini. No pude evitar acariciarme al
recordar las sensaciones. Recordé como forcejeando para lanzarme al agua desde
el barco me acarició las tetas con descaro. A esas alturas de la película con
una mano me frotaba el clítoris mientras con la otra me acariciaba las tetas.
Recordé también al mulato que me presentó María y del contacto de nuestras
pieles. Uuufff, eso me puso muy caliente, recordar cómo me miraba los pechos,
su paquete, su musculoso culo,...
Imaginé que me acariciaban
entre Joaquín y el mulato, Aaaahh, no lo pude resistir, y alcancé un magnífico
orgasmo masturbándome imaginando tales fantasías.
A la mañana siguiente mi
marido continuaba indispuesto y tras discutir sobre el asunto fue él quien
insistió en que acudiera a la cita al barco con Joaquín y María. Por una parte
tenía unas ganas locas por ir, pero por otra el sentido de responsabilidad me
decía que debía quedarme a cuidar de mi marido. Pero este insistía en que
marchase a divertirme. Al final acudí algo tarde al puerto. Todavía estaban
esperándome. Para mi sorpresa estaban Joaquín, María y el mulato de la cala del
que no recordaba que se llamaba Jeremy.
.-“¿Y tu marido?” preguntó
Joaquín.
.-“No ha podido venir, estaba
algo pachucho” le dije yo para su agrado.
.-“¿Te acuerdas de Jeremy?,
¿No te importa que nos acompañe, verdad?” dijo María.
.-“No para nada” dije mirando
descaradamente a Jeremy al tiempo que intercambiábamos dos besos de bienvenida.
.-“¿Qué os parece si hoy vamos
a Cala Mayor?” preguntó Joaquín al quorum. María y Jeremy se miraron
sorprendidos e incluso se rieron, pero aceptaron enseguida.
.-“¿Qué dices Sandra?” me
preguntó María con cierta ironía en su cara.
.-“Por mí lo que digáis,
vosotros conocéis la isla”. Dije sin saber dónde estaba Cala Mayor y con el
presentimiento de que se burlaban de mí.
Joaquín puso rumbo al barco.
Yo me fui al camarote de la otra vez para cambiarme y dejar las bolsas y la
ropa. Quise sorprender a Joaquín y al no estar mi marido me puse un bikini de
tanga que tenía de cuando me daba sesiones de rayos uva en solariums. Mi marido
no sabía de ese tanga que dejaba ver todo mi culito. Al fin y al cabo estaré
igual que María, y además me resultó excitante exhibirme frente a Jeremy.
Estaba segura que además de mirarme las tetas no dejaría de admirar mi culito.
Pensé que ambos machos competirían entre sí y se me insinuarían durante todo el
día para que me acostase con ellos. Seguro que trataban de acariciarme con
cualquier excusa. “En todo caso dejaré que me pongan crema” pensé en el
camarote. Creía que pasaría una jornada de lo más caliente con las
insinuaciones y tocamientos y que al llegar a casa volvería a masturbarme
irremediablemente o lo haría con mi marido. Al salir a la borda la sorprendida
fui yo misma. Pude ver a María y a Jeremy tumbados juntos en sus respectivas
toallas boca abajo en la proa del barco. Desde lo lejos me pareció que ninguno
de los dos llevaba prenda de baño alguna, pero supuse que llevarían tanga y me
fallaba la vista. Cuando estuve a su lado pude percatarme de que
efectivamente...
¡estaban juntos completamente
desnudos!.
Me habían dejado hueco al lado
de Jeremy para que extendiese mi toalla. De tal forma que estaba Jeremy en el
centro, a su izquierda María y yo a la derecha. Joaquín estaba al otro lado del
barco pilotando la nave y apenas veía lo que pasaba. En un principio nos acomodamos
los tres boca abajo, pero al rato Jeremy se dio media vuelta exponiendo sus
partes al sol. ¡Madre mía que pedazo de polla! Además tenía el pubis
completamente rasurado por lo que la polla destacaba aún más. Disimulé como
pude y traté de ponerme unas gafas de sol y girarme para poder contemplar
semejante pene. No podía dejar de mirarlo, la temperatura me subía por momentos
por todo el cuerpo. Advertí que el mulato me miraba de vez en cuando repasando
mi cuerpo de arriba abajo con la mirada. Decidí elevar la temperatura jugando
con el elástico de las braguitas de mi tanga y lo bajé hasta justo el inicio de
la fina tira de pelillos que decoran mi pubis. La excusa es que quería que el
sol me diese en la mayor parte posible del cuerpo. María se percató de mis
maniobras y decidió contraatacar en llamar la atención de Jeremy.
.-“Jeremy por favor, ¿puedes
darme crema? Temo quemarme” le preguntó María.
.-“Si claro, como no”
respondió Jeremy al tiempo que extendía crema sobre los hombros de María. Este
fue bajando por la espalda de María hasta alcanzar el culo. Yo observaba la
maniobra. Jeremy le tocó el culo a María con total descaro, para nada le
importó que su marido estuviese a tan sólo unos metros pudiendo ver la escena.
Y a ella parecía importarle aún mucho menos. Cuando se cansó de tocarle el
culo, Jeremy le dijo a María que se diese la vuelta para continuar poniendo
crema. Ella se giró y ahora el mulato le extendía crema acariciando los pechos
de la dama. Pude ver cómo incluso se tomó la frivolidad de acariciar y jugar
con la punta de los pezones. Continúo extendiendo crema por su abdomen hasta
llegar al monte de venus. María tenía su pubis totalmente rasurado. El tío no
se cortaba un pelo y la daba crema sin ningún pudor o reparo. Es más, cuando
llegó a la parte alta de los muslos pude ver como su mano pasaba por encima de
los labios vaginales de María. La mano de Jeremy se paseaba arriba y abajo por
encima del coño de ella. No pude ver bien alguna maniobra pero juraría que él
le introdujo algún dedo en alguna ocasión. María se mordía el labio inferior
cuando de repente dijo:
.-“¿Por qué no le das crema
también a Sandra? no vaya a quemarse” dijo mirándome a mí. Jeremy se giró con
el bote de crema dispuesto a embadurnarme el cuerpo de crema. No podía creer lo
que había dicho María. Yo me giré boca abajo instintivamente. Pude notar sus
manos acariciando mi espalda. Fue bajando poco a poco hasta llegar a mi culo.
El mulato tampoco se cortó un pelo en acariciármelo a su antojo. Aunque llevaba
puestas las gafas de sol permanecí con los ojos cerrados concentrada en las
caricias del mulato en mi culo. Jeremy se había aproximado tanto a mí para
darme la crema que pude notar el roce de su pene en mis caderas. Giré la cabeza
y miré de reojo tras las gafas de sol. ¡El muy cerdo se había empalmado!, la
tenía morcillona mientras me sobaba el culo. Nunca imaginé que aquello me
pudiera suceder a mí. Yo misma me consideraba una fiel y recatada esposa, y
nunca imaginé que otro hombre que no fuera mi marido me pudiera excitar
acariciando mi cuerpo. Quise darme la vuelta, en cierto modo para tratar de
alejarme lo suficiente y evitar el roce de su pene con mi cadera. Pero de nada
sirvió, volvió a aproximarse lo suficiente hasta que su pene contactó de nuevo
con la piel de mis caderas. Además irremediablemente me extendió crema sobre
los pechos y comenzó a masajearlos. Yo estaba cachonda pérdida. Me encontraba a
cien dejando que ese mulato impresionante me acariciase las tetas a su antojo.
Pude apreciar como movía el culo sutilmente tratando de darse gusto con mi
cadera. Quise contemplar el tamaño de su pene a través de mis gafas de sol, que
supuse por el movimiento estaría alcanzando su mayor esplendor. ¡Pero que
pedazo de polla! Nunca pensé que pudiera haber tipos con un pene así de grande,
desde luego mucho mayor que la de mi marido. Volvió a mover su musculoso culo
para frotar su pene de nuevo por mis caderas. Esta vez María se percató de las
intenciones del mulato y dijo:
.-“¡Que Jeremy! ¡Que tetas te
parecen más grandes!, ¿las de Sandra o las mías?” preguntó María con tono
jocoso.
.-“Caray, eso tendría que
comprobarlo” respondió Jeremy al tiempo que se sentaba de rodillas y depositaba
su mano izquierda sobre los pechos de María y su mano derecha sobre mis tetas.
Yo estaba como embobada dejándome manosear mis tetas a la vez que ese mulato
acariciaba los pechos de la otra mujer. Fue María la que rompió el silencio al
ver el pene de su amigo.
.-“Menuda polla te ha puesto
Sandra de gorda, tendré que pensar que te gusta ella más que yo” dijo María.
.-“Seguro que tienes ganas de
follártela, eh cabroncete” soltó de golpe María dando un codazo de complicidad
a su amigo.
.-“Si ella quiere” dijo
Jeremy. Yo estaba totalmente estupefacta escuchando todo aquello. Hablaban de
mí como si nada. Quise elevar la voz para decirles que pararan, que se estaban
pasando un pelo de la raya. Pero enseguida llegó Joaquín para decirnos que
habíamos alcanzado nuestro destino. Ambos acompañantes se pusieron en pie y
desnudos como estaban se lanzaron por la borda dispuestos a nadar hasta la
orilla de la cala.
.-“Gracias” le dije a Joaquín
mirándolo a los ojos.
.-“¿Por qué?” preguntó él
ajeno a lo que había sucedido.
.-“Se estaban poniendo un poco
pesados con sus toqueteos y sus comentarios” le expliqué.
.-“Bah, no les hagas caso.
Recojo la cubierta, guardo las llaves del barco y nos acercamos a la orilla ¿Te
parece?” me dijo Joaquín.
.-“Estupendo” respondí yo al
tiempo que me disponía a ayudarle a guardar las toallas. Lo seguí hasta el
salón del barco donde dejamos todo lo que había suelto por la cubierta y cuando
fue al cerrar la puerta, observando que llevaba puesto el tanga me dijo:
.-“Será mejor que te quites el
tanga y lo dejes aquí dentro si no quieres que se vuele con el aire o alguien
que se suba a la cubierta se lo lleve” me dijo relativamente serio.
.-“No, no entiendo, porqué he
de quitarme el tanga” balbuceé yo.
.-“Es una playa nudista, no
está permitido llevar ninguna prenda de baño. Ya verás, está muy bien, siempre
hay algún tipo de fiesta. Por eso se acercan muchos barcos y siempre puede
haber algún amigo de lo ajeno, de ahí las precauciones. ¿Creí que habías oído
hablar de este sitio?” concluyó Joaquín.
Un millón de dudas sacudieron
mi mente ¿una playa nudista?, eso eran palabras mayores. Nunca había estado en
ninguna. Dudé si quedarme sola en el barco o no, pero... y ¡si me asaltaban!.
¡Qué miedo!?. Por otra parte mi marido siempre había insinuado que deberíamos
acudir algún día a una. Que le daba mucho morbo el hecho de que me exhibiese
delante de otros hombres. Siempre me decía que al regresar a casa después de un
día entero desnudos el polvete sería estupendo dado el morbo acumulado. “Que se
fastidie” pensé para mí. Seguro que se muere de celos al saber que he estado
desnuda delante de un montón de gente y del propio Joaquín. Pensaba contárselo
para ver la cara de panoli que ponía. Seguro que me cogía ahí mismo al
enterarse. Aunque sólo fuese por saber que había perdido la oportunidad de ver
a María desnuda. Me temblaron las piernas y el estómago se me hizo un nudo,
pero estaba decidida a hacerlo.
.-“Pues no, no había oído
hablar de este sitio”, le dije a Joaquín
.-“ Pero dime, si es una playa
nudista ¿dónde guardarás las llaves?” le pregunté con muchísima curiosidad
pensando que me tomaba el pelo.
.-“Si quieres saberlo las
llaves se guardan en un ojo de buey camuflado que mandé hacer bajo combinación.
Estos barcos están más o menos preparados para abandonarlos con las llaves,
piensa en los submarinistas por ejemplo, si estás pensando en quedarte te la
digo, pero en verdad te aconsejo que vengas, las fiestas son estupendas, además
suele haber tanta gente que pasa desapercibido el hecho de ir desnudos”.
.-“Esta bien iré” dije sin dar
crédito a lo que estaba diciendo.
Joaquín espero fuera a que me
desnudase. Cuando salí creí morirme de vergüenza pero pude comprobar que él
también estaba desnudo. Al principio no pude fijarme en sus partes, debido a
que se giró para cerrar el barco, luego se dirigió a un lateral del barco donde
escondió las llaves en una especia de caja fuerte camuflada como un ojo de
buey. Yo lo seguía como una niña indefensa sin saber qué hacer. Por primera vez
en mi vida estaba desnuda frente a un hombre que no era mi marido y pronto lo
estaría en un sitio público como una playa nudista expuesta a la vista de todo
el mundo. Fue al terminar de cerrar la nave sobre la cubierta del barco cuando
me miró de arriba abajo deteniéndose en mi pubis. Yo también pude contemplar su
pene.
.-“Estas buenísima, Sandra,
que suerte tiene tu marido” y dicho esto se arrojó por la borda. Desde el agua
me gritó.
.-“Vamos, tírate, el agua está
riquísima” Yo lo obedecí.
Una vez en la orilla de la
playa creí morirme de vergüenza. María y Jeremy nos estaban esperando. Era la
primera vez que ambos me veían completamente desnuda. Pude notar sus miradas
penetrantes sobre la línea de pelillos que decoraban mi pubis. Además había un
montón de gente toda desnuda por la playa. Lo cierto es que había muchos
cuerpos de todas las formas y edades, aunque la mayoría de la gente era algo
mayor. Pude comprobar que despertaba las miradas de muchos hombres que me
repasaban con la vista de arriba abajo. ”Al final va a tener razón mi marido de
que estoy bastante buena” pensé al notar las miradas de otros hombres a mi
paso. Pasado un tiempo el pudor y la vergüenza se fueron desvaneciendo.
Había algún que otro
chiringuito del que la música sonaba bastante alta. A pesar de que era media
mañana sonaba música house y tecno a todo volumen. Al parecer era una fiesta
organizada por la marca de champagne Vueve Cliquot, las botellas se vendían
enteras. La gente bebía y bebía. Joaquín sabiendo que me gustaba el champagne
comentó de acercarnos a una de las barras donde seguramente seríamos invitados
por un conocido suyo. Así lo hicimos, al acercarnos a pedir a la barra el roce
con el resto de la gente era inevitable. Pude notar como algún que otro guiri
se rozaba con mi cuerpo y no estoy segura de que alguno que otro me tocase el
culo intencionadamente. Lo cierto es que yo estaba alucinada de ver tanto tío
desnudo y además la gran mayoría estaban todos buenísimos. Se notaba que
cuidaban sus cuerpos en el gimnasio. No me arrepentí en absoluto de acudir a
esa playa, me agradó ver centenares de cuerpos de hombres desnudos, me gustaba
observar cómo se movían sus penes al andar, y el hecho de que ellos se fijaran
en mí tampoco me resultó para tanto, incluso me agradaba sentirme deseada y
mirada. A María y a mí nos llamó la atención que muchas mujeres se concentraban
alrededor de un punto. Decidimos ir a ver qué pasaba. Al parecer habían puesto
pintura corporal a disposición de la gente que quisiese pintarse y estas se
decoraban su cuerpo al gusto.
María cogiendo un pincel
comenzó a pintarme el cuerpo. Dibujó como motivos étnicos alrededor de mis
pechos, por mi espalda, el culo y las piernas. Yo hice lo mismo con ella. Lo
pasamos bastante bien hasta que decidimos buscar a nuestros compañeros.
De nuevo nos confundimos entre
la muchedumbre para poder localizar a Joaquín y Jeremy. Estábamos rodeados de
gente cuando me llamó la atención la conversación de dos borrachos a nuestro
lado. Eran dos chicos algo más jóvenes y supuse que hablaban de nosotras porque
de vez en cuando se giraban a mirarnos. Escuché como uno le decía al otro:
.-“Si se depilan así el chichi
es porque les gusta que les hagan sexo oral”. La verdad al escuchar esas
palabras nunca podía imaginar que pensasen eso de mí.
.-“Que no, que muchas veces es
por higiene” le decía el que parecía más sereno.
.-“Eso es porque tu no le
comes el conejo a tu novia como es debido, te digo que si se lo rasuran de esa
forma es porque les vuelve locas que les coman el coño” y nada más decir esto
su mirada se cruzó con la mía, ambos sabíamos que había escuchado todo cuanto
decían. El chico me sonrió y continuó hablando con su amigo:
.-“Además, en un chichi
rasurado la penetración se nota más” y mientras le decía esto no dejaban de
admirarnos. El que parecía estar más borracho comenzó a tener una erección. A
mí me resultó graciosa la situación, sobretodo saber que aquel yogurín estaba
teniendo una erección viendo mi cuerpo. María también escuchó la conversación y
volviéndose con mucha decisión hacía los jóvenes les dijo:
.-“Todos los hombres sois unos
engreídos, creéis que el mundo gira entorno a vosotros, pero os equivocáis,
para que te enteres mi amiga y yo somos pareja” y nada más decir esto María me
arreó un beso en la boca. A mí me cogió por sorpresa, no me lo esperaba en
absoluto. Nuestros pechos se rozaron al hacerlo. A mí me temblaron las piernas,
nunca imaginé que otra mujer me pudiera besar de esa forma. Su lengua recorrió
mi boca. No sabía si me había gustado o no. Estaba hecha un lío cuando pude
escuchar que uno de los jóvenes le decía al otro:
.-“Lo que yo te decía tío,
lesbianas. Si se lo depilan así es porque son lesbianas” y dicho esto se
marchaban de nuestro lado.
Pude ver como María les decía
adiós con la mano, flexionando tan sólo las falanges de los dedos en plan
cursi. Luego me miró y ambas rompimos en carcajadas, tras recuperarnos de la
risa me preguntó:
.-¿Te ha gustado?” dijo al
tiempo que me cogía las dos manos de frente a mí y me miraba seria a los ojos
queriendo saber la verdad. Yo me sinceré con ella:
.-“Digamos que no me ha
disgustado” dije bajando la cabeza.
.-“No sabes cuánto me alegra
escuchar eso. No sólo le gustas a mi marido.” y tras decir estas palabras pudimos
escuchar la voz de Joaquín y Jeremy que nos llamaban. Habían logrado un par de
botellas de champagne y copas, procedimos a descorchar las botellas, brindamos
y bebimos algún trago.
.-“Caray de que vais pintadas”
preguntó Joaquín por las pinturas que decoraban nuestra piel.
.-“¿Te gusta?” devolvió la
pregunta María a su marido.
.-“Esta bien, ¿quién os lo ha
dibujado?” cuestionó Jeremy.
.-“Nadie, aunque hay gente que
parece que te pinta lo que le pides, pero puedes pintarte tú mismo” respondí yo
esta vez.
.-“¿Por qué no nos pintáis a
Jeremy y a mí?” dijo Joaquín.
.-“Esta bien” respondimos
ambas.
De nuevo en esa zona María
comenzó a pintar dibujos abstractos y sin sentido sobre Jeremy. Yo me quedé con
Joaquín.
.-“¿Qué quieres que te pinte?”
le pregunté.
.-“¿Por qué no me dibujas un
elefante?” me dijo. A mí me hizo gracia el comentario y me reí. Joaquín también
se rio y continuó diciendo cosas graciosas. Por primera vez dejé de verlo como
a un chulo, y me hacía reír.
.-“No me digas que no sabes
dónde está la trompa” dijo al tiempo que se miraba el pene y nos reíamos. Traté
de dibujar lo que podía ser la cara de un elefante sobre su vientre, tratando
hacer coincidir lo que sería la trompa pon su pene. Tuve que pintarle sobre su
miembro, este al contacto con el cepillo y los pelos del pincel comenzó a tener
una erección. Yo pude observar cómo le crecía la polla delante de mí, lo que
también provocó que me humedeciese. Continué pintando su pene el cual había
alcanzado ya un tamaño considerable. Yo tenía unas ganas locas por acariciarlo,
pero no encontraba el momento en el que hacerlo sin que se notasen mis ganas.
Ambos nos reíamos de las tonterías que decía. Joaquín estaba empalmado delante
de mí y yo continuaba pintando sobre su miembro cuando me dijo:
.-“El roce con los pelos del
cepillo parece que me lo estoy haciendo con una vieja. Menudo felpudo” decía
Joaquín. A mí me hacía gracia, no tanto por el comentario pero sí por la forma
de decirlo.
.-“No me digas que te ponen las
viejecitas” le decía yo al tiempo que le señalaba con la mirada a una ancianita
que paseaba desnuda entre la gente.
.-“Noooo, por dios, hay que
tener valor” dijo poniendo cara de aspaviento.
.-“Entonces es que te gustan
peluditos” le insistía yo.
.-“Que va, aaaggh” decía el
gesticulando.
.-“¿Y esto?” dije yo señalando
con mi índice su pene.
.-“Te está saludando” dijo
Joaquín.
.-“Que educada” dije al tiempo
que cogía su pene con mi mano como si la estuviese saludando.
.-“Encantada de conocerte”
dije como si le estrechase la mano salvo que lo que tenía estrechado era su
pene. Pude notar su tamaño en mi mano, desde luego era algo mayor que la de mi
marido, y más gorda. Me gustó poder coger el miembro de Joaquín en mi mano.
Ahora era yo la que aproveché para tocarlo. Lo cierto es que llevaba un rato
preguntándome como sería tener la polla de Joaquín entre mis manos y había
encontrado la excusa perfecta. María también pudo observar mi caricia y con un
tono algo celosa dijo:
.-“Es hora de regresar al
barco, ¿no creéis? chicos”. Era la primera vez que pude ver a María
relativamente enojada, tal vez porque era yo quien estaba cogiendo la
iniciativa y siempre pensaba que no sería capaz.
Nadamos hasta el barco. Parte
de las pinturas y los dibujos se difuminaron y marcharon de nuestros cuerpos al
llegar al barco. María dijo que se iba a duchar dentro. Cómo sólo había una
ducha yo traté de quitarme las pinturas en la cubierta del barco. Joaquín puso
los motores en marcha para salir de la cala y regresar a puerto. De Jeremy sólo
sé que lo perdí de vista enseguida. Supuse que se fue a algún camarote a
descansar.
Estábamos en alta mar cuando
me enjaboné por todo el cuerpo en una manguera de cubierta que Joaquín tenía
para limpiar la borda. Sabía que Joaquín me estaba observando mientras guiaba
el timón. Decidí darle un espectáculo de lo más sexy. La espuma resbalaba por
mi cuerpo y de vez en cuando me daba un manguerazo en plan modelo del play boy.
Cuando terminé estaba mojada en todos los sentidos. Me gustaba provocar a
Joaquín, y estaba segura que mi marido me daría el polvo del siglo conforme se
fuese enterando de los detalles. Seguro que se enteraba a lo largo de estos
días en las conversaciones con nuestros amigos.
Recordé que habíamos dejado
las toallas en los camarotes por lo que decidí bajar a coger una toalla y
secarme. Para dirigirme al camarote en el que había dejado mis bolsas y las
toallas tuve que cruzar el que se supone era el camarote de María y Joaquín.
Cuando pasé por enfrente de la puerta esta estaba abierta de par en par y ¡no
me lo podía creer!.
Jeremy estaba follando con
María sobre la cama del camarote. No estoy segura de sí me vieron al cruzar,
pero enseguida me escondí tras la puerta. Yo todavía estaba desnuda. Me asomé
sin que me vieran para ver con más detalle todo cuanto pasaba entre María y
Jeremy. Pude ver como María estaba a cuatro patas sobre la cama y el mulato la
cogía por las caderas con sus manos imprimiendo un ritmo brutal a sus
embestidas por detrás. Ella gritaba como una posesa. Aquello era demasiado. La
polla de Jeremy era demasiado grande y la estaba destrozando. María no cesaba
de gritar y gritar. Yo no podía aguantar más, llevaba caliente todo el día y
ver aquello era lo último que me faltaba. Comencé a tocarme oculta sin que me
vieran. Pude ver como el mulato cogía un bote de crema y se untaba los dedos,
luego aplicó la crema sobre el esfínter de María. Estaba claro que intentaba
someterla por el culo y sodomizarla. A mí nunca me habían hecho nada parecido y
tenía curiosidad. Nunca pensé que hubiera gente capaz de disfrutar realmente
con sexo anal. Me parecía un mito. Yo tenía mis serias dudas de que pudiese
dilatar tanto como para que entrase el aparato del mulato. Seguro que la
desgarraba. Primero le introdujo un dedo, y luego dos. La cara de María era
todo un poema. Yo estaba cachonda perdida contemplando la escena. Estaba casi
segura de que alcanzaría el orgasmo antes que María masturbándome espiándolos,
la cual se encontraba ahora un poco nerviosa temiendo lo inminente. El mulato
cesó de penetrarla vaginalmente para guiar la punta de su polla a la entrada
del ano de la chica. Mi respiración se entrecortaba observando la situación
próxima a alcanzar mi clímax. Un grito desgarrador salió de la boca de María
cuando su mulato de ensueño le introdujo el miembro por el culo. Seguro que el
grito llegó hasta la costa más lejana. Milímetro a milímetro la polla de Jeremy
se fue introduciendo por el culo de María. Menudo mulato, que portento de la
naturaleza, parecía un dios sometiendo a su ofrenda.
De repente pude notar unas
manos en mis caderas. ¡Era Joaquín! que me acariciaba por detrás. Con la
excitación no lo vi llegar. A esas alturas de la película a mí me daba igual
todo, estaba a punto de lograr un orgasmo cuando fue interrumpido por la
presencia de Joaquín. Comenzó a sobarme el culo y luego recogiendo mi pelo me
dio pequeños besitos en el hombro y en la espalda. Yo cerré los ojos apoyando
mi frente en el marco de la puerta del camarote donde el mulato sometía a la
rubia. Me dejaba llevar por las caricias de Joaquín en mi cuerpo. Apoyé las
palmas de las manos sobre la pared del barco. Sus manos recorrían a su antojo
mis pechos. Pude notar su polla aprisionada entre mi culo y su vientre. De
repente uno de sus dedos sustituyó a los míos abriéndose paso entre mis labios
vaginales. Yo no podía aguantarme más, estaba al borde de la locura, necesitaba
ser penetrada, llevaba todo el día desnuda y cachonda.
Me giré para besar a mi
amante. Las piernas me flaquearon cuando su lengua recorrió el interior de mi
boca. Menos mal que me tenía agarrada por el culo y no caí al suelo de la
emoción. La sensación era inexplicable. Nunca antes había estado tan cachonda.
Necesitaba que alguien calmase mi ansiedad. Me acordé de mi marido, ojalá
hubiese estado allí y hubiese sido él con quien compartir el momento más
caliente de mi vida. Pero no fue así, él se lo perdía, yo tenía hambre de
polla, de macho insaciable, y mirando fijamente a Joaquín a los ojos le dije:
.-“Por favor Joaquín, fóllame”
.-“Sabía que tarde o temprano
me lo pedirías” dijo sonriendo.
Me arrastró y me tumbó boca
arriba sobre la cama del camarote contiguo. Tiró de mis piernas hasta situarme
en el borde de la cama. Luego se arrodilló en el suelo y hundió su cabeza entre
mis piernas. Su lengua me recorrió de arriba abajo separando mis labios
vaginales. Realizó esta maniobra varias veces.
.-“Pero que haces, métemela
ya, fóllame, fóllame de una vez”. Joaquín hacía caso omiso y continuaba comiéndome
el coño. Esta vez jugueteaba con la punta de su lengua sobre mi clítoris. La
verdad es que lo hacía divinamente. Mi marido nunca supo hacerme bien el sexo
oral. Pero Joaquín, se notaba que era un experto. Me acordé de las palabras de
mi marido y me pregunté a cuantas mujeres de sus colegas les habría comido el
chichi.
.-“¿Te gusta?, ¿te gusta
comérmelo?” le pregunté entre jadeos incorporándome para ver su cara entre mis
piernas.
.-“Sabe riquísimo” dijo
relamiéndose.
.-“¿A cuántas mujeres de tus
amigos se lo has comido, eh?, ¿a muchas?” dije gimiendo de placer.
.-“Ninguna tan rica como tú,
estas buenísima Sandra. Quise estar entre tus piernas desde el primer momento
en que te vi en foto”. Me gustó escuchar eso. Seguramente sería mentira pero me
agradó saber que era su amante más deseada.
.-“Me gusta, me gusta” dijo
abriendo toda su boca cuanto pudo y abarcando mis labios vaginales en toda su
extensión. Sus palabras se ahogaban en mi piel. Sentir su aliento, el calor de
su boca sobre mis partes me llevó al clímax y un brutal orgasmo sacudió mi
cuerpo. Tuvo que agarrarme por las caderas para que mis espasmos y mis
sacudidas no me despegasen de su boca. Me corrí en su boca. Nunca antes me
había corrido en la boca de un hombre y me encantó la sensación. Lo miré
mientras me recuperaba, me gustaba ver su cabeza entre mis muslos y lo rodeé
con mis piernas.
Cuando se dio cuenta que mis
espasmos se habían terminado se puso en pie, y agarrando su miembro con una
mano se tumbó encima mío. No tuve tiempo a reaccionar cuando noté que su polla
se abría camino en mi interior. Lo hizo despacio, saboreando el momento, poco a
poco fue penetrándome mientras me miraba a los ojos. Apoyado sobre sus codos
retiró los pelos que cubrían mi rostro con las dos manos. Me besó con todo el
alma. Me deseaba. A mí me gustó ser deseada. Comenzó a moverse. Pude comprobar
que su polla era más grande que la de mi marido, al menos notaba como me
llenaba y rozaba mi interior mucho más. Una de sus manos me estrujo el culo
hasta hacerme daño.
.-“Aaaagh, ah,ah,ah,aaaah”.
Pude escuchar los gritos de María que provenían del camarote de al lado. Estaba
alcanzando un orgasmo. Seguramente el mulato le estaba dando de lo suyo.
Joaquín comenzó a besarme por
el cuello y luego por el escote. Recorría mi piel con la punta de su lengua,
lamiendo mi cuerpo. Se detuvo en los pechos. Me succionaba el pezón. Jugó con
la punta de su lengua alrededor de mis pezones.
.-“Que tetas más ricas tienes”
dijo Joaquín. Las mismas palabras que siempre decía mi marido cuando me comía
las tetas. Me acordé de él, pobrecito. Como mis ganas locas de sexo se vieron
saciadas en parte por el orgasmo anterior comencé a tener remordimientos.
“Pero que estoy haciendo”
pensé para mí. “No, no puedo hacerle esto, yo soy una mujer fiel. Esto no puede
ser” y angustiada por mis pensamientos dije:
.-“Noo!!, no por favor Joaquín
para, para, esto no,” Joaquín al ver mi cambio de actitud me sujetó por las
muñecas por encima de mi cabeza y comenzó a moverse más deprisa. Yo no quería
reconocérmelo a mí misma pero estaba cerca de alcanzar el segundo orgasmo.
.-“No, por favor, mi marido,
yo no ...” No me dejó acabar tapó mi boca con un beso. Luego me dijo:
.-“¿Acaso crees que tu marido
no se acostaría con María si pudiese?” Yo callé debido a que sus palabras golpearon
en mi mente.
.-“No recuerdas como se le
caía la baba mirando el escote de María” me susurraba Joaquín en el oído
sabedor de que había dado en blanco para aliviar mi conciencia.
.-“Tu marido es un cretino, si
tu fueras mi mujer no te dejaría insatisfecha” ahora me embestía con golpes
secos y fuertes. Un empujón, otro, otro, golpes fuertes y contundentes.
.-“No él es un buen ma...” de
nuevo no me dejó acabar, v me dio otro beso.
.-“Reconócelo, Sandra, nunca
has estado tan cachonda como cuando me has conocido a mí” dijo muy seguro de sí
mismo.
.-“Acaso no te gustó que te
acariciase las piernas aunque estuviese tu marido delante”
.-“Si” jadeé yo algo más
sumisa.
.-“¿Te gustó verdad? Seguro
que cuando hacías el amor con él pensabas que era yo quien te follaba ¿no es
así?”
.-“Siiii” volví a jadear más
fuerte próxima al orgasmo.
.-“Seguro que has tenido que
masturbarte a escondidas pensando en mí ¿eh?” me arremetía con ímpetu en cada
golpe de cadera encima mío.
.-“Sssiiiii” gemía y gemía
cada vez más fuerte.
.-“Y me vienes ahora con el
cuento de que eres una mujer fiel y recatada. Tú lo que eres es una puta” sus
embestidas eran cada vez más fuertes y seguidas.
.-“Si, sii, siiiih” jadeaba yo
apretando su culo con mis piernas.
.-“Por eso no te costó
desnudarte hoy ante desconocidos y exhibir tu culito para todos, eh , porque
sois una puta” dijo hasta llevarme al límite de mi excitación.
Se detuvo, se detuvo en seco.
Cesó radicalmente de moverse.
.-“¿Pero qué haces? Muévete,
muévete” gritaba yo mientras golpeaba con mis talones de los pies sobre su culo
para que continuase, y a la vez trataba de mover mis caderas buscando
desesperadamente algún movimiento con el que notar su pene en mi interior a pesar
de tener todo el peso de su cuerpo encima mío.
.-“Dilo, di que sois una puta,
pídemelo” dijo Joaquín controlando la situación.
.-“Si, soy una puta, la más
puta de todas las mujeres de tus colegas” dije como pude. Comenzó a moverse de
nuevo. Yo clavé mis uñas en su espalda, estaba a punto de correrme y quería
hacerle el daño suficiente para evitar que se corriera entes que yo y me dejara
a medias.
.-“Es eso lo que querías
escuchar ¿no?, que soy una puta por tu culpa ¿eh?.” le susurraba.
.-“Te gusta cómo te estoy
follando” me decía Joaquín.
.-“Sssiiiiiih” gritaba yo.
.-“Mírate, si te viera tu
marido suplicando que te follen como a una cualquiera”
.-“Siiih, fóllame, fóllame” le
suplicaba.
.-“Uff, que buena estas” me
decía Joaquín.
.-“Siiih, aaayh, me corro, me
corooooh” alcancé mi ansiado orgasmo. Mi cuerpo se convulsionaba, un escalofrío
recorrió de arriba abajo mi espina dorsal. Mi respiración se entrecortaba, me
faltaba el aire. El paró de moverse para contemplar el espectáculo de mi
cuerpo. Cuando me recuperé lo miré a los ojos y le dije:
.-“¿Y tú?” le pregunté.
.-“¿Aún me costará un poco?”
dijo mirándome.
.-“Acaso no te gusto lo
suficiente” le dije con voz melosa.
.-“No, no eso Sandra, sólo que
cada vez me cuesta más, a veces necesito pastillas, ya me entiendes” me dijo
bajando un poco la cabeza y saliendo de mi interior. Se notaba que la situación
no era agradable para él reconocerlo.
.-“Pues sabes, esta putita
quiere que disfrutes como me has hecho disfrutar tú. No lo olvidarás en tu
vida”, y dicho esto lo aparté tumbándome al lado suyo.
Ahora él estaba tumbado boca
arriba, y yo ladeada a su derecha.
.-“¿Es verdad lo que me
dijiste antes?” le pregunté yo mientras le agarraba la polla con una mano y
comenzaba a masturbarlo.
.-“¿El qué?” dijo él.
.-“Que soy la mujer del
compañero que más deseabas?” ahora además de manosearle el pene con la mano, le
pasaba mi pierna sobre las suyas de tal forma que cuando las flexionaba, la
rodilla podía alcanzar a acariciar sus huevos.
.-“Sabes..., tu marido tenía
una foto tuya en su despacho. Durante esa época me tiré a más de una mujer y
clientas en el despacho de tu marido viendo tu foto y pensando que eras tú”. Me
dijo cerrando los ojos y disfrutando de mis caricias.
.-“¿Y cómo sé que no estás
pensando en otra mientras estás conmigo ahora?, al parecer no me deseabas
tanto, te está costando lo tuyo ” le pregunté yo.
.-“Ya no soy el que era. Me
hago mayor.” dijo Joaquín. Esta vez me dio lástima.
Se hizo un silencio. Yo
aproveché para incorporarme encima suyo frente a frente. El boca arriba y yo
boca bajo buscando el máximo contacto de nuestros cuerpos.
Pude notar mis pechos
aplastarse contra su torso, y su polla aprisionada entre su pelvis y mis labios
vaginales. Comencé a darle besitos en su cuello, y a mordisquearle el lóbulo de
la oreja. El acariciaba mi culo con las dos manos.
.-“En una cosa tienes razón.
Nunca antes había estado tan cachonda como desde que te conocí” yo trataba de
levantar su ánimo y alguna cosa más.
.-“Sabes,... nunca me había
corrido en la boca de un hombre” le dije mientras comenzaba a besarlo por su
pectoral. Él se dejaba hacer.
.-“Es más..., hacía tiempo que
no lograba correrme dos veces tan seguidas” bajaba besando su cuerpo ahora
sobre sus abdominales.
.-“Menuda polla tan grande
tienes” dije cuando llegué a la altura de su miembro.
.-“No sé si me cabrá entera en
la boca” dije agarrándole el miembro y besando la punta de su pene. Luego rodeé
su capullo con mis labios entreteniéndome
en jugar con los pliegues de
su prepucio. Finalmente traté de introducirme toda su polla en mi boca y
comencé a subir y bajar mientras se la chupaba. De vez en cuando recorría con
la punta de mi lengua toda la longitud de su polla. Lo que me permitía seguir
provocándolo:
.-“¿Te gusta ver cómo te la
chupa la mujer de tu amigo?” le susurré desde mi posición.
.-“¿Te gusta verme postrada a
tus pies, eh?, saber que te he entregado mi cuerpo, que me he dejado follar,
que esta esposa decente te lo ha tenido que suplicar, que me he arrastrado ante
ti, ¿te gusta eh?”. Joaquín comenzaba a
resoplar, no paraba de mirarme
como se la chupaba.
.-“Dime ¿Quién te la chupa
mejor, María o yo?” y nada más decir esto se corrió en mi boca. Tuve que
tragarme su leche. Luego me relamí exagerando mis gestos en plan actriz porno.
Una vez recuperó el aliento dijo:
.-“Caray, nunca me la habían
chupado tan bien”. Yo me tumbé de nuevo encima suyo frente a frente como antes.
Su polla yacía ahora flácida aprisionada entre los dos cuerpos. De nuevo
besando su cuello le dije:
.-“Sabes,... acabo de ver a
Jeremy haciéndoselo por el culo a María”. Le susurré.
.-“¿Por qué me cuentas eso?”
me dijo Joaquín.
.-“Por qué a mí nunca me lo
han hecho por el culito. Me gustaría que fueses el primero, pero tendrás que
ponerme muy, muy cachonda” le dije susurrándoselo al oído.
.-“Además quiero comprobar si
me deseas tanto como dices. ¿Te recuperarás prontito, no?” alternaba besitos en
su cuello y en el lóbulo de su oreja.
.-“¿Tú marido no te lo ha
hecho nunca?” me preguntó sorprendido.
.-“No, nunca” le respondí yo.
Sus manos acariciaban ahora mis nalgas.
.-“Me sorprende” dijo él
“siempre presumía en los baños de hombres y tertulias de bar de ser un experto
en tales menesteres” dijo tratando de provocarme.
.-“¿Cómo?!!” dije yo
sorprendida, ¿pues ya me dirás con quién?” le pregunté yo algo irritada por lo
que acababa de oír.
.-“En cierta ocasión tuvimos
una clienta que se acostó con los dos, primero conmigo y luego con tu marido.
Tu esposo siempre presumió ante mí de haberla sodomizado, cosa que yo no hice”
me explicó Joaquín.
.-“¡¡¡Qué mi marido me ha
puesto los cuernos!!!” exclamé totalmente sorprendida, sin creer lo que me
estaba diciendo. Sabía que no podía ser cierto, sin embargo he de reconocer que
me puso algo histérica el hecho de imaginar que pudiera ser verdad.
.-“Y al parecer en más de una
ocasión” me dijo Joaquín.
.-“Será cabronazo, y yo que
pensaba que me era fiel” no podía creer lo que escuchaba. Sabía que tenía que
ser mentira. No podía ser cierto. Pero dudé. Joaquín supo sembrar muy bien en
mí la duda.
“Por eso siempre pensé que era
un imbécil, teniendo una mujer tan bella como tú, no sé qué podía encontrar en
otras” continuó dándome detalles de hipotéticas aventuras de mi marido, alguna
de ellas muy bien enlazadas. Logró convencerme de que todo había sucedido como
decía. Hasta que lo interrumpí:
.-“Sabes que te digo, ¡que
quiero que me la metas por el culo!” le dije.
Y viendo el móvil que asomaba
entre las bolsas de playa le dije tirándolo cerca suyo sobre la cama:
.-“¡Anda!, y hazme una foto
cuando lo hagas, quiero que ese cerdo se entere de que a su mujer le han
desvirgado el culo”. Y cogiendo su mano, le chupé un dedo como momentos antes
lo hiciera con su polla. Nos mirábamos mutuamente a los ojos. Él se preguntaba
con la mirada si sería capaz y yo lo miraba suplicante porque no me hiciese
daño. Cuando estuvo bien ensalivado guie muy decidida su dedo hasta mi culo.
Joaquín sabía bien lo que tenía que hacer, al principio jugaba describiendo
círculos alrededor de mi ano, luego fue introduciendo su dedo anular poco a
poco en mi culo. Cuando estaba introducido del todo comenzó a moverlo. Y una
vez estuvo mi esfínter lo suficientemente dilatado introdujo un segundo dedo.
.-“¡Que suerte la tuya!. Vas a
ser el primero.” acerté a decir temerosa por lo que iba a suceder. Mi cuerpo
mostraba cierta tensión. De algún modo me preguntaba cómo había llegado a esa
situación.
.-“Relájate y disfruta” me
dijo Joaquín.
Llegado el momento
intercambiamos posiciones. Ahora yo estaba tumbada boca abajo en la cama y
Joaquín estaba sentado con una pierna a cada lado de mi cuerpo. Estaba a punto
de ser sodomizada por un hombre que no era mi marido, y sin embargo deseaba que
ocurriese más que nada en el mundo. Estaba dispuesta a entregarle el único
agujero de mi cuerpo que todavía era virgen. Me encontraba absorta por mis
temores en la cama de espaldas a la puerta en el momento en el que Joaquín me
iba a penetrar por el culo, cuando pude escuchar la voz de mi amante decir:
.-“¿En vez de mirar por qué no
tomas unas fotos?, Sandra quiere recordarlo” Yo me giré sorprendida y asombrada
por las palabras de Joaquín, y creí morirme de vergüenza al comprobar que
Jeremy y María nos llevaban observando desde hacía un rato en la puerta del
camarote. No me gustó en absoluto que lo que iba a ser una segunda entrega de
mi virginidad fuese presenciada por espectadores, y mucho menos cuando Joaquín
le entregó mi móvil que momentos antes tiré sobre la cama a su esposa. María se
acercó a nosotros y cogiendo el móvil se dispuso a hacer fotos. Yo traté de
revolverme mostrando mi desaprobación. Joaquín no se demoró y me introdujo poco
a poco su polla por el culo.
.- “AAAAAAAAaaaaaaah” Yo
chillaba de dolor, aunque trataba de aguantarme. Entre los gestos de dolor me
ladeé ligeramente. Fue Jeremy quien ahogó mis gritos con un beso suyo en mi
boca. Estoy segura que pudo notar como el alma se me salía por la boca y era
ahogado por la suya. Pude abrir los ojos lo justo para comprobar que el mulato
se encontraba de rodillas al píe de la cama, se estaba tocando con una mano
mientras con la otra me estrujaba un pecho y me besaba al tiempo en la boca. A
Joaquín podía sentirlo agarrándose a mis caderas y abriendo mis nalgas para no
perderse detalle.
Cuando el dolor inicial hubo
cesado Joaquín comenzó a moverse más rápido. Ahora podía notar su pene entrando
y saliendo de mi culo. Mis tetas se movían al ritmo de sus embestidas. Jeremy
se puso de rodillas al lado mío en la cama justo a la altura de mi boca
mientras se masturbaba con una mano y con la otra me sujetaba la cabeza por el
pelo. Ahora era María quien de vez en cuando me acariciaba las tetas y me
besaba mientras hacía alguna que otra foto. A mí me daba igual todo, me dejaba
hacer cuanto quisiesen, sólo pensaba en el placer que estaba sintiendo.
Un primer orgasmo alcanzó mi
cuerpo, mis gritos debieron poner cachondos a los dos machos que ahora buscaban
egoístamente su propio placer con mi cuerpo. Tuve otro orgasmo seguido en el
mismo instante en que pude notar como Joaquín se corría en el interior de mi
culo. Y mientras notaba como su miembro encogía en mi interior tuve otro
orgasmo de nuevo seguido. Aquello fue indescriptible. Estaba enlazando un
orgasmo con otro. Nunca creí que fuese multiorgásmica pero es lo único que se
me ocurre para describir mis sensaciones. El último de mi clímax lo alcancé
cuando Jeremy salpicaba mi pelo y mis hombros con su leche. Estaba exhausta y
rendida.
María no paraba de sacar fotos
y fotos con mi móvil, inmortalizando el momento.
.- “Espero que tengas un
bonito recuerdo” dijo María entregándome mi móvil “he tratado de ser la mejor
reportera gráfica que he podido”.
En ese mismo momento sonó el
celular. En la pantalla pude comprobar que era mi marido quien me llamaba. Me
tapé con la primera toalla que pude para salir a cubierta a hablar con él.
Hasta ese mismo momento no me hubiera importado salir desnuda, pero fue
instintivo cubrirme al saber que era mi esposo.
.-“Si, todo bien, ya estamos
llegando” le dije.
.-“Ha estado genial, ya te
contaré”
.-“He disfrutado muchísimo”.
.-“No te lo puedes ni
imaginar”
.-“Tengo ganas de verte”
.-“Adiós, hasta luego mi
vida”.
Cuando regresé al camarote los
tres se estaban arreglando y colocando sus respectivas prendas de baño. Hubo un
silencio cómplice entre todos. Yo también busqué mis prendas entre las bolsas.
María y Jeremy abandonaron el camarote y me quedé sola con Joaquín.
.-“¿Piensas contárselo a tu
marido?” me preguntó sentado en el borde de la cama. Intuía que los tres
implicados se lo habían preguntado en mi ausencia
.-“¿Estoy segura de que te
gustaría detallárselo a ti?” le dije de nuevo poniéndome a la defensiva. El me
miró a los ojos y me dijo:
.-“Yo sólo quiero que esto se
vuelva a repetir”. Pronunció estas palabras con el tono más sincero que pude
escuchar de su boca.
.-“Entonces... no le digas ni
una palabra” y dicho esto salió del camarote dejándome sola con mis dudas.
Besos,
Sandra
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