Nos conocíamos desde el instituto. Éramos cuatro amigas que desde hacía un tiempo no podíamos coincidir juntas debido a nuestras obligaciones. Todas estábamos casadas y con hijos, además de nuestros respectivos trabajos. Por suerte decidimos salir nosotras solas a celebrar mi cumpleaños sin maridos ni novios.
He de decir que yo me llamo
Sandra tengo 31 años, soy rubia y algo bajita. Mi marido dice que tengo unos
pechos grandes, firmes y bonitos. Y que mi cuerpo es espectacular, aunque yo no
me veo tan atractiva en el espejo como dice. Comentar que mi marido ha sido el
único hombre en mi vida, y nos complacemos muy bien en la cama. Mi esposo tiene
33 años, es moreno y más bien algo calvo y con barriguita. Esto es, un tipo de lo
más normal.
Como he dicho, ese fin de
semana sería para nosotras cuatro. Sin ningún tipo de marido. Yo personalmente
había logrado que nuestro hijo y mi marido pasasen la noche del sábado al
domingo en casa de los abuelos, así podría descansar el domingo a la mañana.
Para comenzar a celebrar el cumpleaños, el sábado a la tarde decidimos ir a un
centro termal, concretamente a un spa nuevo en la ciudad. A mí la idea me
agradó muchísimo, pues hacía tiempo que quería relajarme de los problemas de la
oficina, y que mejor forma que nadando en un spa.
Accedimos al vestuario y este
era comunitario. Mientras nos cambiábamos pude comprobar que era la única que
llevaba el pubis completamente depilado. Además el resto de mis amigas habían
elegido ponerse bañador de una sola pieza, mientras que yo opté por disfrutar
del agua en bikini. No me di cuenta al escogerlo en casa que este era de la
temporada pasada y me quedaba algo pequeño. Prácticamente al andar se
entremetía la tela entre los cachetes del culo, y según cuales fueran mis
movimientos los pezones se salían con facilidad de los copetines del top. Menos
mal que el spa ponía a disposición de los clientes cuántos albornoces fuesen
necesarios. Cuando todas llevábamos el albornoz puesto salimos a la zona de
baño. Había poca gente a esas horas, tan sólo una pareja de ancianos, un par de
mujeres de avanzada edad, y quien verdaderamente me llamó la atención fue un
chico más o menos de nuestra edad que lucía un bañador de slip. Aquello parecía
que se le fuese a salir en cualquier momento. Además tenía un cuerpo de
infarto, se notaba que se cuidaba el cuerpo en el gimnasio. Marcaba abdominales
y músculos. Estaba realmente bueno. Además resultaba atractivo de cara. Se
quedó mirando cuando dejamos nuestras zapatillas cerca de la piscina principal,
pareció desilusionarse cuando mis amigas se quitaron el albornoz y mostraron
sus bañadores, pero se le iluminó la cara cuando me despojé del albornoz y
mostré mi cuerpo apenas cubierto por el diminuto bikini. No dejaba de mirarme mientras
todas probábamos los chorros de agua a presión de la piscina. Él nos observaba
desde el interior de un jacuzzi cercano al baño principal y algo más elevado.
Fue en un momento que hicimos corrillo cuando mi amiga Silvia dijo:
.-“¿Os habéis fijado en el
chico del slip?” Preguntó a todas.
.-“Si” respondió Alicia “Está
para hacerle un favor”.
.-“Menudo paquete marca” dijo
Isabel. Mientras murmuraban no dejaban de mirarlo, por lo que el chico advirtió
que hablábamos de él.
A mí por el contrario no me llamaba
la atención la conversación. Quería disfrutar del spa y me separé del grupo
dispuesta a aguantar bajo los chorros a presión de agua. Transcurrido un rato
pude comprobar que mis amigas se dirigían hacia la sauna y zona de vapores. Me
llevaban cierta ventaja, por lo que me apresuré a calzarme las zapatillas y
alcanzarlas, para lo cual me apoyé con las dos manos en el borde de la piscina
y tomando impulso me senté en el borde de la piscina. Con el ímpetu y el
impulso uno de mis pezones se salió del top y tuve que recolocármelo sentada en
el borde de la piscina con los pies aún en el agua. Luego me incorporé para
calzarme y fue en ese mismo momento cuando me di cuenta que el muchacho me
había observado toda la maniobra. “¿Me habría visto el pecho?” me pregunté a mi
misma. Yo creí morirme de vergüenza de ser así, pues nunca los había mostrado a
nadie que no fuese mi marido.
De nuevo en la sauna una vez
estuvimos solas, surgieron los comentarios sobre el cuerpo del chaval.
.-“Uuuhmm, como me gustaría sudar
debajo de ese chico, me abriría todos los poros de mi cuerpo” dijo Alicia al
tiempo que las otras reían.
.-“Menudo bulto tiene entre
las piernas, seguro que revienta el bañador si se lo propone” decía Silvia esta
vez.
.-“Y que tabletas marca en los
abdominales. Ahora sé por qué me gusta el chocolate con leche” bromeó Isabel.
De repente la puerta de la
sauna se abrió y entró el susodicho. La sauna tenía forma de “U”. En el lateral
de enfrente estaban sentadas Alicia e Isabel. Al fondo, en la parte más pequeña
estaba Silvia, y yo me encontraba en el otro lateral. El chico se sentó a mi
lado, y las risitas por lo bajo de mis amigas se dejaban notar, a mí me parecía
que se comportaban como adolescentes. Decidí cerrar los ojos y concentrarme en
aguantar el calor y eliminar toxinas. Con los ojos cerrados pude notar que
alguien abandonaba la sauna, y al rato sentí como una de las peludas piernas
del muchacho se rozaba con las mías. Yo permanecí con los ojos cerrados
pensando que el roce de nuestras piernas era algo fortuito, pero como se
prolongaba en el tiempo decidí abrir los ojos y mirarlo fijamente. Le sonreí
levemente. Él me estaba observando desde hacía un tiempo y me devolvió la
sonrisa, pero seguía sin apartar su pierna de la mía. Yo me recliné hacia atrás
cerrando de nuevo los ojos y tratando de aguantar el calor. La pareja de ancianos
entró en la cabina levanté la cabeza para ver cómo se acomodaban en la sauna.
Al recostarme parte de la oscura aureola de mis pezones se escapaba por los
laterales de los tirantes del top del bikini, pude advertir que el muchacho de
al lado tenía una magnífica visión de mi escote desde su posición. Decidí
levantarme y salir de la sauna. Cuando regresé a la zona de baño mis amigas
estaban inmersas en el jacuzzi. Yo me uní a ellas. Las burbujas rodeaban mi
cuerpo y me hacían sentir bien. De nuevo cerré los ojos y me abandoné a
disfrutar de las sensaciones. Con el ruido de las burbujas y los ojos cerrados
no me percaté de cuando abandonaron el jacuzzi mis amigas y a cambio se
introdujo el chico del slip. Percibí otra vez una pierna peluda rozando mi muslo
derecho. Al abrir los ojos vi de nuevo al chico sentado a mi lado. “Con el
sitio que hay ¿por qué habrá tenido que sentarse tan cerca?” pensaba para mí
misma. Quise pensar que al igual que antes se introduciría antes de abandonar
mis amigas el jacuzzi y habría tenido poco sitio donde elegir situarse. Me
sentí aturdida cuando noté una de sus manos acariciando mi pierna por debajo
del agua. Las burbujas no permitían ver su maniobra con claridad. Yo cerré los
ojos tratando de relajarme y pensando que en breves cesaría en sus caricias al
ver que no mostraba interés alguno. En cierto modo me estaba gustando ser la
elegida del grupo por aquel guaperas. Sus caricias se hacían cada vez más
descaradas debajo de las burbujas. Su mano acarició mi pierna cerquita de mis
intimidades y fue el momento en el que decidí salir del agua, no me agradaba
para nada la idea que un desconocido me sobase por muy bueno que estuviese el
tipo, podía ser un pervertido. Traté de salir corriendo del jacuzzi y al subir
las escaleritas pude notar como la insuficiente braguita del bikini se plegaba
y enrollaba hacia el centro de mi trasero, permitiendo al chico gozar de la
visión de mi culo semidesnudo. “Enhorabuena Sandra, si antes te había visto los
pechos, ahora te habrá visto el culo sin obstáculos” pensé mientras me dirigía
hacía el aseo con ganas de escapar de allí.
Una vez en el aseo me lavé la
cara con agua bien fría, me miré en el espejo y tuve que reconocerme a mí misma
que por un momento me había gustado ser manoseada por el desconocido, desde
luego el muchacho estaba buenísimo.
Cuando regresé del vestuario
de nuevo a la zona de baño pude comprobar que mis amigas hablaban con el chico.
Desde lo lejos Alicia me hizo señas para que me acercase.
.-“Sandra, te presento a Raúl”
dijo Alicia ejerciendo de anfitriona.
.-“Raúl te presento a Sandra”.
Por cortesía me acerqué para darle dos besos en las mejillas. Antes siquiera de
darme un beso, su mano me acariciaba la espalda, y cuando intercambiamos los
besos, mis pechos se rozaron con sus pectorales a través de la diminuta tela
del bikini. Mis pezones reaccionaron poniéndose de punta, no sé si era por el
roce con el cuerpo con aquel chico, o porque en el vestuario al ir al aseo me
había quedado algo fría. El caso es que mi erizado pezón se adivinaba de punta
bajo los tirantes del bikini. Yo me puse colorada como un tomate. Aunque el
muchacho continuaba hablando con mis amigas, yo estaba totalmente ausente de la
conversación que se llevaban. No tengo noción del tiempo transcurrido, hasta
que una de las monitoras del centro se acercó hasta dónde estábamos y preguntó:
.-“Disculpen que les
interrumpa. ¿Quién es Sandra?.”
.-“Yo misma” dije al escuchar
la pregunta.
.-“Creo que tiene una sesión
de chocolaterapia en la zona de masajes” dijo la monitora. Yo me quedé embobada
mirando a mis amigas, hasta que Alicia dijo:
.-“Es nuestro regalo de
cumpleaños, esperamos que lo disfrutes”.
.-“Ooh, sois geniales, gracias
chicas” dije mientras me dirigía hacia la zona de salones de masajes.
Una vez dentro de la
habitación donde tendría lugar la sesión de chocolaterapia la monitora me
proporcionó una bolsita y un par de toallas.
.-“Dentro de la bolsita hay
una braguita, es de papel desechable, deberás ponértela durante la sesión.
Conviene que estés seca para que el chocolate resbale por tu cuerpo, te ruego
te seques con las toallas, al acabar deposítalas sobre el cesto. Que lo
disfrutes” dijo señalando un cesto de ropa en la esquina de la habitación. Una
vez cerró la puerta al salir tras de sí, yo me desnudé dispuesta a secarme el
cuerpo con las toallas, siguiendo las instrucciones que me indicó. Mientras me
secaba me fijé en la camilla del centro de la habitación, las perchas donde
dejar el bikini, el espejo de la pared, el cesto de ropa, ...etc. Una vez seca
procedí a abrir la bolsita que me entregó la monitora. Dentro había un diminuto
tanga de papel desechable. Se trataba de un pequeño triángulo en la parte
delantera casi transparente, y un hilo de goma elástica por la parte trasera.
Aquello no me taparía apenas mis intimidades. Aún no había terminado de
ponérmelo cuando se abrió la puerta y entró un muchacho de infarto. Yo me giré
instintivamente para acelerar la maniobra de ponerme el tanga, pero de nada
sirvió que tratase de ocultarme, pues al darle la espalda al chico, esté tenía
una visión privilegiada de mi culo mientras me agachaba para introducir cada
pierna por el hueco correspondiente en el tanga. A través del espejo se podía
ver mi pubis rasurado. Me percaté de que el masajista no se había perdido
detalle en mi maniobra.
.- “Hola” dijo el monitor con
tono brasileño “mi nombre es Roberto”. ”Una vez estés lista túmbate sobre la
camilla boca abajo” me indicó el tal Roberto. Lo cierto es que marcaba unos
pectorales tremendos bajo su camiseta, y los pequeños shorts o pantalones
cortos le marcaban un enorme paquete que apenas podía disimular.
Yo me encontraba tumbada boca
abajo cuando comenzó a extender chocolate relativamente caliente sobre mi
espalda. Lo extendía con un pequeño pincel por toda la superficie. Desde los
hombros, la espalda y la parte posterior de las piernas. Tuve la impresión de
que se entretenía en mis nalgas más tiempo del que era necesario para extender
el chocolate. En alguna ocasión pude notar como separaba las tiras traseras del
tanga para embadurnarme de chocolate por debajo de ellas. Era inevitable que
sus manos no tocasen mi piel. Una vez concluyó me indicó darme la vuelta. Como
tan sólo llevaba el tanguita de papel mis pechos quedaron completamente
expuestos a su vista. Yo creí morirme de vergüenza, nunca antes nadie que no
fuese mi marido me había visto los pechos, y mucho menos alguien que me los iba
a tocar. Cerré los ojos tratando de relajarme. El masajista continuó
extendiendo el chocolate caliente con el pincel sobre mi cuerpo. Comenzó por la
zona de los hombros, y cuando le tocó bajar a la zona de los pechos este pasó
varias veces el pincel sobre mis pezones, cada vez que lo hacía mi cuerpo daba
un respingo, yo trataba de contener la risa pues en cierto modo me hacía
cosquillas. De nuevo consideré que se entretuvo mucho tiempo en la zona de los
pechos en comparación con otras. Además, las últimas veces se recreaba en pasar
muy despacito los pelos del pincel sobre el pezón, contemplando como
reaccionaban. En varias ocasiones el pincel trazaba círculos alrededor de mis
pezones. Estos se pusieron duros inevitablemente, y las cosquillas cedieron
paso a estímulos sensibles. He de reconocer que me puse algo cachonda con las
caricias. Me imaginaba que era mi maridito quien me extendía el chocolate por
mi desnudo cuerpo, juego que alguna noche estaba decidida a practicar con él y
terminar haciéndole el amor después de esa experiencia. Luego bajó extendiendo
el chocolate por el vientre y las caderas. Soslayó el pubis y continuó por las
piernas, cuando creía que continuaría por debajo de las rodillas regresó de
nuevo a extender la crema por la zona del pubis. Pude notar el contacto de sus
manos tratando de apartar los tirantes del tanga para que no quedase ninguna
zona sin chocolate. Yo no podía creer que un extraño me tocase con sus dedos
tan cerca de mis intimidades, eso era algo reservado tan sólo a mi marido. Yo
imaginaba que si fuese mi esposo quien me extendía el chocolate terminaría con
su cara entre mis piernas comiéndome el coñito, no dejaría ni un milímetro de
mi piel por recorrer con su lengua. Los pensamientos me estaban jugando una
mala pasada pues comenzaba a humedecerme. En un momento dado el tipo ladeó la
parte del triángulo de papel que cubría mi pubis para pasar el pincel con
chocolate sobre mi zona íntima. Estoy segura que se percató de que estaba
completamente rasurado, a pesar de la luz tenue en el ambiente. Cuando los
pelos del cepillo sobrepasaron por encima de mi clítoris en un acto reflejo no
pude evitar gemir:
.-“Uuuhhmmm” se escapó de mi
boca. Luego me puse colorada como un tomate de vergüenza. Aquel chico me estaba
viendo prácticamente desnuda y yo teniendo pensamientos eróticos al tiempo que
era observada y acariciada por sus manos extrañas.
Una vez acabó de extenderme el
chocolate con el pincel por todo mi cuerpo me preguntó lo siguiente:
:-“¿Quieres probarlo?” y
acercando el recipiente sobre el que untaba el pincel me ofreció degustarlo. Yo
me incorporé un poco, lo justo para introducir mi dedo índice dentro del
chocolate y llevármelo luego a la boca.
.-“Es más bien cacao demasiado
puro ¿no?” respondí yo.
.-“Si respondió el chico, es
puro cacao, mezclado con aceite corporal para que resbale bien y proceder luego
con el masaje” me dijo en un tono muy profesional. Juro que no sé por qué lo
hice. Tal vez mis pensamientos imaginando que era mi marido quien me extendía
el chocolate, hizo que introdujese de nuevo mi dedo índice en el cuenco y lo
chupase de manera lasciva mientras miraba el paquete del chico que quedaba a la
altura de mi vista:
.-“Esta para comérselo” dije
mientras su mirada se cruzaba con la mía conocedor de dónde me fijaba. Él
sonrió y dijo:
.-“Será mejor que continuemos
con el masaje, necesito que se dé la vuelta”.
De nuevo me encontraba boca
abajo tumbada sobre la camilla. Las manos del monitor comenzaron a masajear los
hombros. La verdad es que lo hacía bastante bien. Prosiguió con la espalda, las
dorsales y las lumbares. Hasta que se acercó a mis nalgas. No dudó en tocarme
el culo mientras practicaba los movimientos oportunos. Mis pensamientos de
nuevo me jugaron una mala pasada, estaba relajada pensando que tendría que
comprar chocolate de este y embadurnar la polla de mi marido y chupársela hasta
dejarlo limpito. A mí el sexo oral no me atrae mucho, mientras que a mi marido
le encanta. Pensaba que de esta forma lo tendría satisfecho, pues a mí me gusta
mucho el chocolate y seguro que me esmeraba en comérmelo. El masajista continuó
por mis piernas. En una de las ocasiones sus manos masajeaban la parte alta de
mis muslos. Cuando lo hizo por el interior sus manos rozaron mis labios
vaginales. De nuevo fue inevitable lanzar un tímido gemido.
.-“Uuuhmm, que rico” dije
bajito. De nuevo me pareció que se entretenía en este tipo de movimientos más
de lo necesario. Yo no podía creer que estuviese tan caliente como para
comportarme de esa manera. De alguna forma me estaba insinuando ante aquel
hombre, y me estaba gustando. No podía creer que ese pedazo de macho estuviese
acariciando mi cuerpo y viéndome prácticamente desnuda y no se estuviese
excitando como yo. Recordé la miradita que le eché al paquete y lo abultado que
estaba. “¿Estaría empalmado en ese momento, o era así de normal?” me preguntaba
tumbada boca abajo como estaba en la camilla. Sus palabras me despertaron de mi
aletargamiento.
.-“Hemos terminado” dijo
cubriéndome con una especie de manta de papel desechable. “Ahora hay que dejar
que el chocolate se encostre y se reseque. Una vez presente escamas puedes
introducirte en esa ducha de hidromasaje para aclararte la piel. Comprobarás
que estas más suave”. Y dicho esto abandonó el cuarto. Yo me incorporé de la
camilla, pude contemplarme con todo el cuerpo embadurnado en chocolate. Me fijé
en el tanga de papel, apenas me cubría nada, sentía como estaba algo
humedecida. Recordé el sabor del cacao, esta vez recogí con mi dedo índice
parte del chocolate que cubría mi pezón y me lo lleve a la boca saboreándolo.
Me acordé de la escena anterior con el chico. Me reconocí a misma que me había excitado
la sesión. De nuevo recogí el chocolate que cubría mi otro pezón con el dedo y
me lo llevé a la boca. Recordé que había aprendido que me cubriría mi pubis con
chocolate dispuesta a que mi marido chupase y chupase por mis intimidades hasta
dejármelo limpito. Esta vez me retiré el tanga para saborear el chocolate que
cubría mi pubis, y acariciar el clítoris. Recordé cuando los pelos del pincel
sobrepasaron por él.
“Esto no puede ser, me estoy
poniendo demasiado cachonda, será mejor que me dé una ducha fría” pensé para
mí. Me incorporé de la camilla y me dirigí a la cabina de hidromasaje dispuesta
a aclararme, nunca mejor dicho.
Al salir mis amigas me estaban
esperando.
.-“¿Qué tal la sesión de
chocolaterapia?” me preguntó Alicia mientras me apartaba el pelo y me olía en
la nuca.
.-“Uuuhhmm, que bien hueles a
chocolate” dijo seguido ella.
.-“La verdad es que te deja la
piel muy suave” les informé a todas.
.-“¿Así que te ha gustado el
regalo de cumpleaños?” me preguntó Isabel.
.-“La verdad es que ha estado
genial chicas, os lo agradezco. ¿Qué hacemos ahora?” les pregunté.
.-“Hemos pensado que podíamos
pasar todas por mi casa a cambiarnos y picar algo de cenar y luego salir a
tomar unas copas” dijo Alicia. Alicia era la única que no estaba casada, tenía
pareja se llamaba Juan, de vez en cuando vivían juntos, pero cada uno hacía su
vida independientemente del otro. La verdad es que Juan estaba bastante bueno,
y alguna que otra vez se me había insinuado, aunque yo nunca le dije nada a mi
amiga.
.-“Yo no he cogido nada que
ponerme” les hice saber.
.-“Ya lo habíamos planeado, no
te preocupes te prestamos algo” dijo Alicia con la que de adolescentes nos
habíamos prestado ropa mutuamente. La verdad es que aún conservábamos ambas la
misma talla prácticamente.
Una vez en casa de Alicia
pasamos a arreglarnos entre los dos baños que tenía. Yo compartía aseo con
Silvia, mientras que Alicia lo hacía con Isabel. Parecía una fiesta de esas de
pijamas de chiquillas, pues todas nos paseábamos en braguitas y sujetador por
la casa. De vez en cuando picábamos algo en la cocina, pues desechamos la idea
de cenar opíparamente en algún restaurante. Yo estaba maquillándome tan solo
con las braguitas puestas, pues no me puse sujetador al salir del spa, y cuando
regresé al cuarto en el que había dejado la mochila con la ropa de baño me di
cuenta que había mezclado el sujetador con el bikini mojado, y este estaba
empapado. Estaba claro que no podía ponérmelo. Tendría que llevar mis domingas
sueltas. Alicia entró con un vestido suyo que a mí me gustaba mucho como le
quedaba. Así se lo hice saber en alguna ocasión que se lo había visto puesto.
Estaba realmente sexy con él.
.-“Había pensado que podías
ponerte este vestido” me dijo ella.
.-“Sabes que me encanta” le
dije yo.
.-“Por eso, porque hoy es tu
cumple te lo dejo. A Juan también le encanta. Además ....” se hizo un silencio.
.-“Además que...., no me dejes
en ascuas” dije yo
.-“Además que la última vez
que me lo puse me echaron un polvo de campeonato. A ver si te pasa a ti lo
mismo hoy” y dicho esto ambas nos reímos.
.-“No seas tonta” le dije yo
mientras ella abandonaba la habitación
El vestido era de esos cuyos
tirantes se anudan detrás de la nuca dejando la espalda al aire y con un escote
de infarto. La falda era también más bien cortita. Me encontraba realmente
espectacular cuando me miré en el espejo. Pude comprobar que Alicia tenía algo
más de pecho que yo, pues la tela estaba algo dada de sí en la parte que cubría
las tetas. De hacer algún movimiento raro o de agacharme seguro que se me veía
hasta el carné de identidad. Además no llevaría sujetador. Como yo tenía algo
más de culo que ella, me apretaba y ceñía marcando demasiado las gomas de las
braguitas, que además eran un poco anchas y viejas. Recordé las palabras de
Alicia que retumbaron en mi mente “la última vez que me lo puse me echaron un
polvo de campeonato”. Parecía no referirse a Juan su pareja. Además eso de “me
echaron” suena a que fueron varios. No podía imaginarme que mi amiga
participase en alguna orgía o cosas así. “Seguro que son interpretaciones mías”
pensé para mí. De nuevo me miré en el espejo y no me gustaba cómo se marcaban
las gomas de las braguitas a través de la tela del vestido. Decidí pedir
consejo a Silvia.
.-“¿Por qué no te las quitas?”
me dijo mi amiga.
.-“¡¡Y salir sin bragas!!”
exclamé sorprendida.
.-“Chica, yo no es la primera
vez que lo hago, sobretodo en la playa, y tampoco pasa nada.” Dijo como si
fuese lo más natural del mundo.
.-“Si pero para subir de la
playa al apartamento, no para salir de juerga” repliqué yo.
.-“Más se nota que no llevas
sujetador y no pasa nada, nadie va a pensar nada malo por ello, y sin embargo
que no llevas sujetador es evidente, mientras que no lleves bragas sólo lo
notas tú” me rebatió ella, y prosiguió: ”Además, hoy es tu cumpleaños ¿no?,
pues ¿por qué no haces alguna locura de ese tipo?, ¡anímate tonta!” y dicho
esto salió de la habitación.
Yo no daba crédito a lo que
estaba dispuesta a hacer pero mirándome frente al espejo me quite las bragas
por debajo de la falda y las guardé en la mochila. La verdad es que ahora no se
marcaba ninguna costura.
Cuando todas estábamos
preparadas bajamos a la calle juntas a tomar un taxi. No sé porque me tocó
situarme en el centro del asiento trasero. Isabel se sentó delante y le indicó
al taxista la dirección de una conocida discoteca de la ciudad. Silvia y yo nos
dimos cuenta que al sentarme mi faldita del vestido se había subido algo más de
la cuenta y dejaba ver generosamente mis piernas. Una vez en marcha era difícil
acomodarlas correctamente. El taxista también se dio cuenta y orientó el
retrovisor de tal forma que podía verme mis muslos de las piernas. La mirada
del taxista y la mía se cruzaron a través del espejo retrovisor. No perdía
detalle de mis piernas. Silvia también se dio cuenta de la maniobra del
taxista, y aunque trató de decirlo muy bajito, casi en un susurro, me preguntó:
.-“¿Te pusiste bragas al final
o no?” y aunque apenas alzó la voz pude comprobar que el taxista había
escuchado la pregunta de mi amiga debido a la cara que puso. Yo negué con la
cabeza mientras sonreía al taxista. Entonces Silvia posó una de sus manos sobre
mi muslo, y simuló acariciármelo como si de lesbianas nos tratásemos. A poco
tenemos un accidente. A mí me gustó el juego y decidí provocar un poco más al
taxista, abría y cerraba levemente las piernas, lo justo para dejarlo con el
interrogante de comprobar si llevaba o no las bragas puestas. El tipo miraba
más por el retrovisor que por la luna delantera. La mano de Silvia continuó
acariciando mi pierna. Por desgracia llegamos a nuestro destino y mientras
Isabel pagaba el taxi, Silvia y yo bajamos riéndonos de lo acontecido.
La discoteca estaba hasta los
topes. Nada más entrar decidimos acercarnos a la barra a consumir algo. Yo me
pedí el primer gin tonic. Decidimos acercarnos a la pista de baile. Había
varios gogos tanto chicas como chicos. Nos pusimos cerca de un bailarín mulato
que únicamente llevaba puesto como prenda un brillante tanga de leopardo. Lucía
paquete y marcaba abdominales. Los primeros comentarios entre mis amigas no
tardaron en llegar:
.-“¿Habéis visto al moreno del
pedestal?” preguntó abiertamente Alicia.
.-“Y quien no” dijo Isabel.
Yo estaba mirando también al
mulato cuando un grupo de chicos se acercó a hablar con Silvia. Mi amiga nos
presentó una a una, cuando llegó el turno de darme dos besos con uno de los
nuevos amigos esté me cogió por la espalda posando sus manos sobre mi piel
desnuda y al acercarnos de nuevo su pectoral rozó con mis senos. Era la segunda
vez que ocurría eso en un mismo día. Me acordé de la primera vez en la piscina
con Raúl. Me gustó más, además Raúl me parecía mucho más atractivo. Deseé que
apareciera por allí y me rescatase en plan oficial y caballero de este otro
baboso. Yo veía como Silvia charlaba animosamente con un chico del grupo, y
Alicia e Isabel hacían lo mismo con el resto. La mala suerte hizo que me tocase
charlar con el más gilipollas del grupo. No dejaba de mirarme a las tetas,
apenas levantaba la vista para mirarme a los ojos. Al menos me invitó a otro
gin tonic, con la clara intención de emborracharme y aprovecharse de la
situación. “Que poco caballeroso, qué táctica más ruin” pensé para mí, pero ya
que me había invitado, decidí seguirle un poco el juego.
.-“Así que estas casada” me
preguntó señalando el anillo.
.-“Si, así es, felizmente
casada” le insistí yo algo malhumorada.
.-“Yo también te haría feliz”
me dijo él acercándose y babeando sobre mi cuello.
.-“Así y ¿cómo?” le pregunté
yo desafiante.
.-“No dejaría que este culito
pasase hambre” y nada más decir esto me tocó el culo por encima del vestido. Yo
le hubiese dado un bofetón del quince, pero como veía a mis amigas interesadas
en continuar la conversación con los otros amigos del grupo decidí no darle importancia.
Me propuse jugar con él.
.-“Y quien te ha dicho que
pasa hambre” le provoqué yo.
.-“¿Por qué estás aquí sino?”
me dijo él seguro de sí mismo sin levantar su mano de mi culo al ver que no me
oponía.
.-“Hemos venido a pasárnoslo
bien” le respondí yo.
.-“ Sabes,... si yo estuviese
casado contigo nos lo pasaríamos muy bien todas las noches, no me cansaría
nunca de hacerte el amor” me dijo susurrándome en el oído al tiempo que sus
manos pasaban de estar apoyadas en mi culo a acariciarlo descaradamente.
.-“Acaso no estas disfrutando
ya” le dije mientras dirigía mi mirada a su mano sobre mis nalgas y marchaba de
allí rumbo al baño.
“Seguro que se ha quedado
empalmado como un burro el pobrecito” pensé para mí, pero se lo tenía merecido
por tocón.
Tuve que esperar un rato para
poder entrar en el baño de señoras. La zona contigua a los baños era la más
oscura de la discoteca, apenas había luz. Yo era la última de la fila, estaba
esperando en la cola cuando pude notar unas manos masculinas que me sujetaban
por las caderas y notaba como se refrotaba el paquete por mis nalgas al tiempo
que me susurraba:
.-“¿No tuviste suficiente la
última vez que te pusiste este vestido? Acaso ¿quieres más?” reconocí la voz de
Jesús. Se encontraba algo bebido. Todavía no me había visto de frente, además
estaba oscuro, por lo que supuse me confundió con Alicia. Me pareció divertida
la situación y decidí provocarlo un poco más. Acerqué una de mis manos a la
altura de los bolsillos de su pantalón muy cerca de su bragueta, y refrotando
mi culito por su entrepierna pude notar el bulto que se traía. Con voz muy
suave, tratando de que no me reconociese le dije:
.-“Uuuhhmm, quiero más” le
susurré de espaldas. Al escuchar estas palabras pasó de sujetarme por las
caderas a meterme mano. Con una de sus manos me pizcó el culo. Pudo adivinar
que no llevaba bragas, y con la otra se perdió debajo del tirante del vestido
abarcando con su palma de la mano todo mi pecho libre de sujetador. Pudo notar
la suavidad de mi piel en esa zona.
.-“¡¡Hey ¡! pero que haces” le
dije al tiempo que me daba la vuelta y le arreaba un bofetón.
.-“Joder, Sandra, eres tú. Yo
creía que eras Alicia. Pe, pero... ¿este no es el vestido de Alicia?” me dijo
asombrado y colorado por el bofetón que la acababa de dar.
.-“Sí que es el vestido de
Alicia, pero el culo y las tetas son mías” le grité.
.-“Lo siento, perdona, pero
podías haberme dicho algo” se disculpó y acto seguido preguntó: “¿Dónde está
Alicia?”.
.-“Está con las demás en la
barra del bar” le respondí yo tratando de regresar a la normalidad.
.-“Gracias por la información.
Por cierto puedo preguntarte una cosa” me dijo acercándose a mí de nuevo y
tambaleándose ebrio.
.-“El qué” respondí yo.
.- ¿Siempre sales de marcha
sin ropa interior?” susurró en mi cuello tratando de tirarme los tejos al
tiempo que me acariciaba de nuevo el culo por encima del vestido. Se notaba que
estaba borracho.
.-“Hey, ¿qué pensaría Alicia
si nos viese?” dije en tono picarona.
.-“¿Qué pensaría tu marido si
lo supiese?” dijo él mientras continuaba tocándome el culo.
.-“Será mejor que me dejes
entrar en el aseo, es mi turno” lo aparté mientras me dirigía a un reservado.
.-“¡¡¡Déjame entrar
contigo!!!” fue lo último que escuché.
Una vez dentro no podía dejar
de recordar la sensación de ser manoseada por el amante de mi amiga. Me dio un
escalofrío al recordar la sensación de su mano estrujando mi pecho por debajo
de la tela del vestido que ejercía de tirante. “Uuff, menudo empalme llevaba
Juan a notar por su pantalón, espero que lo disfrute Alicia esta noche y se lo
pasen bien” pensé para mí. En cierto modo me agradaba la idea de que el amante
de mi amiga me deseara y se ofreciera. La situación me había puesto algo
cachonda. Quise arreglarme un poco y repasar el maquillaje, así como acicalarme
un poco. Cuando salí del baño me dirigí hacia donde se encontraban mis amigas.
De repente, no me lo podía creer, al acercarme a la barra pude ver que se
encontraba Raúl, el chico del spa. Él también me vio y me hizo señas para que
me acercase.
.-“Caray que sorpresa, ¿cómo
tu por aquí?” me alegré de verlo e intercambiamos dos besos. De nuevo al
acercarnos mis pechos rozaron sus pectorales. Esta vez para nada me importó.
.-“Alicia me dijo que igual
veníais por aquí y quise acercarme a verte” me dijo mirándome fijamente a los
ojos.
.-“¿A verme?” le pregunté yo
asombrada.
.-“Si, claro, cualquiera se
resiste a la tentación de no volver a verte”, y antes de que yo pudiera decir
nada me preguntó:
.-“¿Puedo invitarte a algo?”
dijo mientras hacía un gesto a uno de los camareros.
.-“Si, claro, cualquiera se
resiste a la tentación de no ser invitada a tomar un gin tonic” y dicho esto
nos reímos los dos. Le pidió la consumición al camarero y continuamos charlando
de tonterías y temas de actualidad. Debido al volumen de la música teníamos que
acercarnos mucho el uno al otro para conversar. Además teníamos que alzar la
voz, por lo que enseguida nos entró sed. Recuerdo que pedimos otra consumición.
Yo empezaba a encontrarme algo mareada. Era el tercer gin tonic de la noche. En
varias ocasiones mis pechos se rozaron con su cuerpo. Me di cuenta que cuando
se agachaba para hablarme cerca del oído podía verme todo el escote. Una de sus
manos llevaba un rato descansando sobre mi cadera. Desde hace un tiempo que yo
le seguía la conversación aunque mi mente comenzaba a imaginarse cosas acerca
de Raúl. Me lo imaginaba tan sólo con el bañador de slip. Lo bien que le
quedaba. Recordé su cuerpo musculoso, sus abdominales, su paquete. Me imaginé
como sería tener a ese pedazo de hombre moviéndose en mi interior. Imaginé que
me penetraba sin compasión. Realmente estaba húmeda y cachonda de mi
imaginación. No sé cuánto tiempo había transcurrido pensando ese tipo de cosas
pero él pareció adivinar mis pensamientos. Yo no me había dado cuenta pero
desde hacía un tiempo que me hablaba muy cerca de la comisura de los labios,
además su mano había descendido de la cadera a mi culo, el cual me acariciaba
sutilmente por encima del vestido. En un momento dado, elevando mi barbilla con
su pulgar muy cerca de mi boca y su índice debajo del mentón me susurró en el
oído.:
.-“Estas preciosa” dijo
mirándome fijamente a los ojos. Yo no pude resistir la tentación de besarlo.
Nos fundimos en un beso largo y apasionado. Un escalofrío recorrió mi cuerpo de
arriba abajo al besar por primera vez en mucho tiempo unos labios que no eran
los de mi marido. No me importó en absoluto, es más, lo deseaba desde lo más
profundo de mí ser con un instinto casi primitivo. Las piernas me flaqueaban
debido a las sensaciones que me provocaba estar abrazada besándome con el
hombre con el que llevaba fantaseando toda la tarde. Mi cuerpo se pegó todo
cuanto pude al de él. Mis pechos se aplastaban contra sus pectorales y en mi
zona más íntima pude notar que el tipo se encontraba empalmao. “Madre mía, eso
tiene que ser enorme” pensé al notar su bulto en mi entrepierna. Dejamos de
besarnos en la boca para mirarnos de nuevo a los ojos. Raúl tenía sus dudas
acerca de sí yo estaba segura de lo que estaba haciendo. Lo rodeé con mis
brazos por su nuca y nos besamos de nuevo en la boca. Sus manos acariciaban mi
culo sin pudor alguno conocedor de mi deseo. Nuestras bocas no se separaban ni
un momento. Yo quería sentir el bulto de su paquete, me restregaba todo lo que
podía. Estaba muy cachonda y él lo sabía, por eso no dudo en meterme mano
discretamente por debajo de la faldita del vestido. Menos mal que estaba
apoyada contra la barra y se encontraba muy oscuro, por lo que la maniobra
resultó algo comedida. No quise perderme el instante de mirarlo a los ojos
cuando adivinó que no llevaba bragas. Su cara fue un poema cuando sus dedos
alcanzaron a acariciar mis labios vaginales y comprobó que estaba totalmente
empapada. No dejábamos de mirarnos en tono desafiante a los ojos mientras hurgaba
en mis intimidades. Una vez cesó de acariciarme se llevó uno de sus dedos
impregnados con mis fluidos a la boca y lo chupó lascivamente mientras no
dejaba de mirarme a los ojos y relamerse.
.-“Estas muy rica” me dijo
sonriendo y desviando su mirada a mi escote. Estaba claro que ambos nos
teníamos ganas. Yo me encontraba abrazada a él cuando su rostro cambió de
expresión y dijo:
.-“Hola Roberto, me alegro de
verte. Supongo que ya conoces a Sandra” y tendió la mano para estrecharla con
otro tipo. Yo me giré para ver quién era. ¡¡No me lo podía creer!!. Era el
mismo Roberto que el masajista del spa con quien había tenido la sesión de
chocolaterapia. No podía sospechar que estuviera frente a la misma persona que
esa misma tarde me había contemplado medio desnuda, y me había masajeado sin
pudor mis nalgas y mis pechos. No pude menos que exclamar...
.-“Pero ¿acaso os conocéis?”
pregunté asombrada al verme rodeada entre esos dos hombres.
.-“Roberto y yo nos conocemos
desde el instituto” me aclaró Raúl al tiempo que yo intercambiaba dos besos con
el recién llegado. Otra vez al besarme con Roberto mis pechos se rozaron con su
cuerpo. Menuda torpeza la mía esa noche en dicha maniobra. Ahora fue Roberto
quien preguntó:
.-“Veo que estáis secos, ¿qué
vais a tomar pareja?” y dicho esto llamó al camarero. Yo me pedí otro gin
tonic, comenzaba a marearme seriamente. Ambos se pusieron a contar anécdotas de
cuando eran más jóvenes. Yo no podía creer que Raúl permitiese que Roberto nos
cortase el rollo. Debido a la aglomeración de gente yo me encontraba en medio
de los dos hombres rodeada entre los brazos de ambos. Desde hacía un tiempo que
trataba de no mostrar mi mal humor por la nueva situación y seguía la
conversación de manera autómata aunque mis pensamientos estaban en otra parte.
Hasta que una mirada cómplice entre ambos me volvió a poner en órbita.
.-“Pues sí Sandra, te lo creas
o no, Raúl y yo hemos compartido muy buenos momentos” dijo Roberto sin apartar
la vista de mi escote y posando su mano sobre mi culo. No le di importancia a
la caricia.
.-“Y lo que no son momentos”
dijo Raúl. Me llamó la atención que podía notar la mano de Roberto atreviéndose
a acariciar mi culo, mientras que Raúl continuaba abrazándome por la cintura.
.-“¿Qué queréis decir?”
pregunté yo sorprendida por el atrevimiento de Roberto en sus caricias. Pero
estaba tan cachonda que lo dejé hacer.
.-“Sabes, Roberto y yo hemos
compartido también algunas chicas” me dijo Raúl al tiempo que su mano pasó a
acariciarme también el culo. Yo me encontraba de espaldas a la barra con un
chico a cada lado. Podía notar ambas manos acariciando mi culo, cada una sobre
su nalga más cercana a su cuerpo. Ambos me miraban expectantes en mi reacción.
.-“¿Queréis decir que os
habéis puesto los cuernos vosotros mismos?” pregunté inocentemente pues no
lograba a entender lo que me querían decir.
.-“No exactamente, hemos
compartido la misma chica a la vez” trató de explicarme Raúl. A esas alturas
tanto el uno como el otro me acariciaban al mismo tiempo. Yo quise saber la
reacción de Raúl cuando comprobase que Roberto me estaba metiendo mano.
.-“Pues eso no, ¿quién era el
amante y quien era el novio, y quién era la afortunada?” pregunté yo.
.-“Me encanta como puedes ser
tan inocente Sandra, las cosas no son como piensas, además he de decirte que
han sido varias las afortunadas” se sonrió Raúl y girándose para situarse
enfrente mío, cómo estábamos antes de que llegase Roberto, me sujetó del cuello
con una mano y con la otra me agarró de la cintura, y me besó de nuevo en los
labios. ¡¡¡Dios!!! Eso no me lo podía esperar. Me estaba besando de frente con
Raúl mientras Roberto continuaba acariciándome el culo por la espalda. Era
imposible que Raúl no fuera conocedor de las maniobras de Roberto, consentía
que su amigo me metiese mano. “¿Estarían dispuestos a hacer un trío?” pensé
para mí. Eso sí que no me lo podía esperar. Pero me agradó la idea de que si
tenía que ponerle los cuernos a mi marido por primera vez fuese en condiciones.
Aquellos dos hombres estaban realmente buenos, había fantaseado con ellos toda
la tarde, y ahora me estaban ofreciendo la posibilidad de cumplir una de mis
fantasías. Un escalofrío recorrió mi cuerpo de nuevo. Las sensaciones que
experimentaba eran indescriptibles. No es que estuviera húmeda, es que estaba
empapada del deseo despertado. Pude notar un dedo de Roberto abriéndose paso
entre mis labios vaginales. No podéis imaginar lo que sentía al besarme con
Raúl y notar un dedo de Roberto en mi interior en medio de la discoteca. Una
vez Roberto terminó en su maniobra me giré de cara a él, y mirándolo fijamente
a los ojos le pregunté:
.-“¿Estoy rica?” y cogiendo la
mano del propio Roberto que se había perdido entre mis piernas la llevé hasta
su boca. Él se relamió el dedo y mirándome a los ojos me dijo:
.-“Estas más rica que el
cacao” aún no había acabado de pronunciar la frase cuando me abalancé sobre él
y lo besé en los labios. Nos fundimos en un beso prolongado. Sus labios eran
más carnosos que los de Raúl, y su lengua se movía mucho más rápido por toda mi
boca. ¡¡¡Guauu!! Menuda sensación besar a dos chicos esculturales a la vez y
comparar ambos estilos. Fue Raúl quien comprobando que habíamos despertado el
interés de las personas que nos rodeaban dijo:
“Será mejor que vayamos a otro
lado” y dicho esto salí abrazada a ambos de la discoteca. Aproveché el momento
de confusión en el exterior de la discoteca para enviar un mensaje a mis
amigas: “Me voy a casa, estoy cansada, gracias por el cumpleaños”.
.-“¿Dónde podemos ir?”
preguntó Roberto.
.-“¿Por qué no vamos a tu casa
Sandra? Dijiste que estaba cerca, además...me gustaría conocerla” dijo Raúl. Yo
sabía que no habría nadie en casa, así que no me importó.
.-“Esta bien” dije mientras
parábamos un taxi y nos metíamos dentro. Me tocó de nuevo en el centro del
asiento trasero. Las manos de ambos chicos acariciaban cada uno su pierna más
cercana. De nuevo me gustó abrir y cerrar las piernas levemente como hiciera
con el taxi anterior, salvo que este chófer era algo más despistado. Enseguida
llegamos al portal de mi casa. Raúl pagó la carrera y enseguida entramos en el
ascensor. Me besaba con Roberto cuando Raúl se incorporó en la cabina, pude
notar como Roberto me levantaba la faldita del vestido para sobarme el culo a
conciencia. Raúl se situó detrás de mío y comenzó a darme besitos por la
espalda mientras sus manos se perdían debajo de la tela del vestido que hacía
de tirante y me amasaba los pechos. No me hubiese importado que el ascensor
tardara más en llegar pues estaba disfrutando por primera vez en mi vida de ser
manoseada por dos hombres al unísono. Una vez llegamos a mi piso las cosas se
calmaron un poco. Les comenté que tenía una botella de champagne en la nevera,
y me propusieron que la abriese. Cuando me dirigí a la cocina los dejé a ambos
en el salón, pero al regresar comprobé que se habían desplazado a mi
dormitorio. Estaban sentados en el borde de la cama cuando aparecí por la
puerta con la botella de champagne y tres copas. Yo me senté en medio de ambos,
Raúl aguantó dos copas y Roberto la que quedaba cuando descorché la botella.
Tras rellenar las copas brindamos:
.-“Por la mejor noche de
Sandra” dijo Roberto.
.-“Por la mejor noche de
Sandra” repetimos los tres. Tras dar el primer trago pude notar las manos de
ambos hombres acariciar mis piernas. Roberto me mordisqueaba el lóbulo de la
oreja, mientras que Raúl me besaba en el cuello. Fue el propio Raúl el primero
en acariciar mis pechos, primero por encima de la tela del vestido y luego por
debajo del tirante del vestido. Amasaba mis pechos con ansiedad. Mi respiración
se aceleraba por momentos. Más aún cuando Roberto se arrodilló a mis pies y
separando las piernas comenzó a darme besitos y acariciarme de las rodillas
hasta mi zona más íntima. Raúl procedió a deshacer el nudo que sujetaba mi
vestido en la nuca, lo hizo mientras me besaba en la boca. Los tirantes cayeron
y mis pechos quedaron a la vista. A esas alturas Roberto tenía su cara entre
mis piernas mientras me agarraba por los cachetes del culo. Casi a la vez pude
sentir la lengua de Roberto recorrer de arriba abajo mis labios vaginales,
mientras la lengua de Raúl se entretenía en jugar con uno de mis pezones. No
pude evitar gemir de verdadero gusto. El placer era indescriptible. Mi
respiración se aceleraba. La lengua de Roberto jugaba describiendo círculos
alrededor de mi clítoris, y de vez en cuando lamía en vertical todos mis labios
vaginales. Por el contrario Raúl no dejaba de amasarme y besarme en las tetas.
No tardé mucho en llegar al orgasmo. Me convulsionaba de placer encima de la
cama. Tuve que gritar inevitablemente, mis jadeos y mis grititos encendían aún
más a ambos machos.
.-“¡Me corro!, ¡Me
corrooOOOHH!” grité mientras sujetaba la cabeza de Roberto entre mis piernas.
Ambos contemplaban mis espasmos desde su posición. Luego se incorporaron
mientras se despojaban de sus ropas en píe enfrente mío. Yo estaba tumbada
sobre la cama recuperándome del orgasmo. Cuando me senté en el borde de la cama
ambos se habían despojado de sus pantalones. ¡Madre mía! Que pedazo de dos
pollas estaban enfrente mío. La de Roberto era algo más grande, y sin embargo
estaba algo mejor descapullada la de Raúl. No sabía por cuál decidirme y
empezar a saborear antes. Agarré ambas pollas con la mano y comencé a pajearlos
a ambos. Los miraba a los ojos tratando de adivinar quien estaba más
desesperado por chupársela. Al final me decanté por la de Roberto. La sensación
de chupar una polla como esa a un tipo que no era mi marido, en mi propia cama
matrimonial era indescriptible. Con la otra mano masturbaba mientras tanto la
polla de Raúl. Quise saborear ahora como sería tener el pene de Raúl llenando
mi boca y compararlo con el de Roberto. Pude notar que su capullo era algo más
gordo que el de Roberto pese a que el tamaño en general era algo menor. Me
agradó poder comparar ambos miembros. De alguna manera me centraba más en lamer
y chupar la polla de Roberto, por lo que Raúl se terminó marchando a situarse
por detrás de mí en el otro lateral de la cama. Me indicó que me tumbase larga
boca abajo. Yo continúe mamando del pene de Roberto el cual estaba a punto de
venirse con las caricias de mi boca. Raúl se situó detrás de mí y comenzó a
lamerme el ojete. Era la primera vez que me lamían el ano. Pude notar la lengua
de Raúl entrando y saliendo de mi esfínter mientras de vez en cuando lamía de
arriba abajo la zona que rodeaba mi culito. Aquellas caricias me volvieron
loca, además de vez en cuando introducía la punta de alguno de sus dedos
tratando de dilatarme. Me fue más difícil concentrarme el mamar como es
correctamente la polla de Roberto, pero las caricias que Raúl propiciaba en mi
ano eran de lo más excitantes que había experimentado nunca. Yo estaba fuera de
mí. La respiración y los jadeos de Roberto indicaban que este estaba a punto de
correrse. Pude notar las primeras gotas de semen en mi boca, luego me aparté y
las últimas sacudidas de su esperma fueron a parar entre mi pelo y los hombros.
Una vez terminó Roberto de correrse Raúl me indicó que me girase para
acomodarnos en la cama, puso una de las almohadas debajo de mi pubis para
alzarme el culito. Concretamente el almohadón que usaba mi marido. Estaba claro
lo que estaba a punto de suceder. Roberto se sentó en un butacón que había al
lado de la cama a contemplar la escena y recuperarse. Era la primera vez que me
la iban a meter por el culo y no me importaba, es más lo deseaba. Pude notar el
peso de Raúl sobre mi espalda, yo me abrí de piernas todo cuanto pude tumbada
boca a abajo como estaba y con las manos ceñía en un nudo las sábanas tratando
de desahogar de esta manera la tensión de mi cuerpo. Pude notar la mano de Raúl
que ayudaba a su pene abriéndose camino en mi ano. Un chillido desgarrador se
escuchó por toda la casa.
.-“Aaaaggh, me duele” grité.
Pero mi grito cayó en saco
roto, Raúl continuaba empujando hasta que toda su polla entró en el interior de
mi culo.
.-“Uuuf, paraaaAAA,
paraaaAAA,me estás rompiendo el culo” chillaba de dolor.
Ahora Raúl estaba totalmente
recostado encima mío y se movía despacio metiendo y sacando su polla por mi
ano.
.-“Aguanta, ya verás cómo te
gustará” me susurraba Raúl en la espalda. Yo me llevé las manos al culo con la
intención de separar mis nalgas y facilitar la labor, para mi sorpresa pude
notar un líquido que resbalaba por mis nalgas. Cuando me llevé la mano enfrente
para ver de qué se trataba pude comprobar que estaba sangrando. El muy cerdo me
había roto el culo. El destino quiso que para verme la mano con restos de mi
propia sangre esta se interpusiera entre mis ojos y la foto de la mesilla de mi
marido en la que sonreía. Ver a mi marido sonriente en la foto mientras
comprobaba que me acababan de romper el culito por primera vez, provocó en mí
un morbo como nunca antes. Lo cierto es que la idea de estar siendo enculada
por un macho del calibre de Raúl en mi propia cama, con Roberto observándome
desde su silla alentándonos, y mi marido sonriente, hizo que me relajase y
comenzase a gozar. El dolor inicial poco a poco fue transformándose en placer.
Me sentía sucia y eso me excitaba. En algunas ocasiones había tenido que
masturbarme imaginando que tenía que prostituirme para sacar mi familia adelante
y que mi cliente me trataba como basura. Me sentía como una puta y eso me
estaba excitando. Enseguida pude notar por la respiración de Raúl que estaba a
punto correrse. Sentí como su polla se contraía y sacudía en espasmos su semen
en mi interior. Yo mientras no podía dejar de mirar la foto de mi marido en la
mesilla. No podía dejar de pensar...
.-“Lo siento mucho maridito
mío, pero me ha gustado que me reventasen el culo”. Una vez Raúl se hubo
recuperado y salido de mi interior parece que Roberto había recuperado la forma
contemplando la escena. Yo me di la vuelta tratando de recuperar la respiración
boca arriba pues me era más fácil. Roberto tumbándose a mi lado y acariciando
mis pechos me dijo:
.-“Has estado espectacular, no
sabes cómo me ha puesto ver cómo te follaba mi amigo por el culo. Menudo pedazo
de puta estas echa.”
.-“Roberto quiero que me
folles, necesito sentirte muy dentro, lo deseo” le gemía yo mientras le
agarraba la polla y comenzaba a meneársela. Ahora fue Raúl quien apurando el
champagne que quedaba se sentaba en el sillón dispuesto a contemplar la escena.
.-“Tranquila Sandra ,que
pienso follarte como nunca te la han metido” y mientras decía esto frotaba
guiado por su mano la punta de su polla por mi clítoris. Yo hacía intención de
meterme el pene de Roberto, pero él lo evitaba tratando de prolongar el roce de
su miembro sobre mi clítoris.
.-“Por favor, fóllame ya, te
lo suplico” le gemía desesperada.
.-“Pídemelo otra vez” me decía
al tiempo que evitaba la penetración y se concentraba en frotar mi clítoris y
abrir mis labios vaginales.
.-“Por favor, fóllame,
fóllame, necesito sentirte dentro”. Yo estaba completamente desesperada.
Roberto se incorporó y se puso encima mío en la postura misionero. Cogió su
polla con la mano y poco a poco fue introduciéndola en mi interior.
.-“Oooh, sí, me gusta, me
gusta” gritaba yo. Me apartó los pelos de la cara con ambas manos para poder
contemplar mi rostro de mujer en celo. Me miraba fijamente a los ojos. Yo no
podía evitar dejar de animarlo a que se moviera más deprisa, su ritmo algo
lento para mi necesidad me desesperaba. Rodeé su cintura con mis piernas
facilitando su penetración, y golpeando con mis talones en su culo lo animaba a
moverse.
.-“Oooh, si vamos, muévete,
más deprisa, muévete”. Pero Roberto estaba decido a prolongar más la situación
y disfrutar de su tiempo. Se incorporó agarrándome del culo y obligándome a
apoyar mis pies sobre sus hombros. Ahora se deleitaba observando el vaivén de
mis pechos a sus embestidas. Yo tuve cruzar los brazos por debajo de mis pechos
para que estos no me hiciesen daño.
.-“Qué tetas más ricas tienes”
me decía.
.-“¿Te gustan?” le provocaba
yo.
.-“Me encantan como rebotan”
decía.
.-“Pues si te gustan dejaré
que te corras en ellas ¿Quieres?” le sonreía. Traté de provocarlo e incitarlo
aún más.
.-“¿Por qué no me comes las
tetas? Eh, cabrón. ¿te gustaría comerme los pechos?” y nada más pronunciar esto
me abrió de piernas y se recostó sobre mí lamiéndome los pezones.
.-“Que ricas y blanditas están”
me dijo. Me chupaba y besaba por todo el escote.
.-“Vamos cabrón, cómemelas,
cómemelas” le insultaba yo. Podía notar todo su peso encima de mi cuerpo. Me
estrujaba y amasaba los pechos con fuerza hasta casi hacerme daño, y sin
embargo se movía más lento de lo que yo necesitaba. En un descuido suyo logré
voltearlo y sentarme a horcajadas encima de él. Ahora era yo quien tenía el
control. Con mis manos sobre su pecho comencé a cabalgarlo como una loca, mis
pechos se bamboleaban de un lado para otro, Roberto no dejaba de mirarlos.
.-“¿te gusta?, ¿te gusta cómo
te follo?, eehh Roberto” le incitaba. Con mis ojos clavados en la cara de
placer de Roberto no me di cuenta que Raúl se había situado en la cama detrás
de mí. Me percate de ello cuando recogiendo mi pelo en una coleta me agarró por
el cabello. El ritmo se detuvo, me obligo a recostarme situando mis pechos a la
altura de la boca de Roberto y dándome una cachetada en el culo le dijo a su
amigo Roberto:
.-“Tu fóllatela y cómele las
tetas que yo me quedo con su culito” y dicho esto me introdujo un dedo en el
ano.
.-“Hay, ¿pero qué vas a
hacer?, ¡¡¡¡imbécil!!” le espeté yo.
.-“Tú que crees, Sandra, anda
relájate que esto sólo te pasará una vez en la vida” y dicho esto escupió sobre
mi culito tratando de lubrificarlo. Me hizo sentir sucia, yo me giré como pude
para contemplar la escena. Estaba a punto de ser penetrada por dos hombres a la
vez, y yo suplicaba en silencio con la mirada para que aquello no me doliese.
Pude observar como agarraba su miembro con la mano libre que no me sujetaba del
pelo y guiaba su polla hasta mi ano. Volvió a escupir cuando la punta de su
polla contactó con el anillo de mi esfínter. Se detuvo unos momentos, ambos
queríamos retener aquel instante en nuestra mente, luego empujó sin compasión
hasta introducirme toda su polla en mi interior. Un grito desgarrador salió de
mi garganta, pero fue acallado porque Roberto me tapó la boca con la suya, todo
mi grito, toda la descarga de mi dolor consistía en poder gritar, y toda esa
fuerza se perdía en la garganta de Roberto. Una vez cedió el dolor inicial pude
notar ambas pollas dentro de mí, es más, diría que ambas pollas se podían rozar
a través de las paredes de mis entrañas. Fue Raúl el primero en moverse
adelante y atrás. Todos los demás dependimos ahora de su ritmo. Una vez
superado el shock inicial de ser doblemente penetrada pude relajarme, los dos
miembros ya estaban moviéndose en mi interior, y estimulaban tantos puntos a la
vez de mi cuerpo, que me fue imposible no empezar a gozar de la situación.
Parecía que me fuesen a partir en dos.
De nuevo me fijé en la foto de
mi sonriente marido sobre la mesilla. Pobrecito si él supiera. Ahora sí que no
podía aguantar, gemía y gemía de gusto. Mis grititos se ahogaban en la boca de
Roberto que se esforzaba por comerme toda la boca, mis resoplidos parecían
excitarlo de sobremanera. Mientras Raúl no paraba de decir barbaridades.
.-“Menuda puta tenemos
ensartada esta vez, eh Roberto”. Raúl no dejada en darme cachetadas en el culo.
.-“Caray, parece que se le
vaya a salir el alma por la boca de los gritos que pega esta zorra”. Yo estaba
a punto de correrme.
.-“Uuuhmm” sólo podía ahogar
mis gemidos en la boca de Roberto.
.-“Que buena está esta pedazo
de puta. No me canso de azotarte en este culo tan rico que tienes.” Decía Raúl.
Pude notar los espasmos de Roberto en mi vagina, se estaba corriendo y podía
notar los espasmos de su miembro en mi interior, una oleada de líquido caliente
escurría en mi interior. Roberto se había corrido. El sólo pensar que se había
corrido en mi interior me hizo alcanzar el orgasmo más intenso que he tenido en
mi vida. Esta vez me agitaba y convulsionaba de tal forma que Roberto no pudo
retenerme con su boca.
.-“Oooh, siih, siiih,
siiiiiiiiih, que gustoooOh!!” Mi forma de moverme y de chillar terminó por
excitar a Raúl el cual se corrió en el interior de mi culo.
Continuamos follando toda la
noche, recuerdo que me sentí como una mujer completamente utilizada al antojo
de esos dos hombres. Hice cosas que nunca pensé que haría, pero sobretodo,
disfruté como una cerda de sexo, sexo y más sexo.
Desperté al día siguiente
cuando escuché a mi marido y a mi hijo abrir la puerta. Yo todavía estaba desnuda
encima la cama. Mi hijo corrió a darme dos besos y acto seguido marchó a jugar
con sus cosas. Mi marido me preguntó algo sorprendido:
.-¿Qué haces desnuda en la
cama?”
.-“No sé, no recuerdo, bebí
tanto que se me olvidaría ponerme el camisón. ¿Puedes prepararme un café?, por
favor”. En cuanto salió de la habitación me apresuré a ventilar el cuarto y
eliminar cualquier pista de la orgía que había tenido la noche anterior. Nunca
más volvimos a hablar del tema, pese a que en varias ocasiones en conversaciones
posteriores con las amigas, quedó de manifiesto que abandoné el local mucho
antes que ellas.
Besos,
Sandra.
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