No podía entender como mi
marido se había aficionado al tunning a estas alturas. Pero lo cierto es que
cada vez se estaba gastando más y más dinero en tunear uno de nuestros dos
coches. Por suerte lograba que no invirtiese en esa afición mucho dinero, que buena
falta nos hacía para gastos mucho más importantes en la familia. Al parecer uno
de sus amigos, Juan, lo había introducido poco a poco en esa locura. Compraba
revistas donde aparecían coches decorados de las formas más extrañas posibles,
y junto a los vehículos las fotos de las azafatas con modelitos y prendas muy
sugerentes.
Con el tiempo comenzó a ser
una obsesión para él, hasta el punto que me pedía que me disfrazase como las
chicas que aparecían en esas revistas para hacer el amor. Menos mal que eso
sólo ocurría en nuestro dormitorio y que de la puerta para afuera continuábamos
siendo la pareja respetable que todo el mundo conocía. En nuestra vida de
pareja en el día a día logré que colaborara un poco más en las tareas del
hogar, y a cambio yo accedía a sus extravagantes peticiones. Me pedía cosas
como que me recogiese el pelo con dos coletas a los lados para hacerme el amor,
o que me pusiese faldas de colegiala y cosas por el estilo. Comenzó a comprarme
tangas, sobretodo de esos de hilo en la parte trasera, siempre me decía que
tengo un culo muy bonito y me pedía que los llevase siempre que salíamos a
tomar algo.
Un día me comentó que el
mecánico del coche de Juan le había ofrecido desplazarse hasta una
concentración de tunning en Valencia, y que le hacía especial ilusión ir con
ellos. Yo le dije que no me fiaba de que se fuesen solos los tres, a saber que
harían sin control y que me llevase con ellos. Decir que nuestro amigo Juan es
abogado, bien posicionado al igual que nosotros, está soltero y sin ningún tipo
de compromiso. En alguna ocasión se le escapó el comentario de lo fácil que era
tener sexo en ese tipo de fiestas según un conocido suyo. Seguramente el
supuesto conocido sería su mecánico, que se llamaba Javier, y que al parecer
tampoco tenía pareja. Yo no lo conocía. Al final acordamos que podría
acompañarlos, pero mi esposo a cambio me pidió que fuese vestida como las
chicas de las revistas. Me convenció argumentando que habría muchas más chicas
vestidas de esa forma, y que no tendría nada que temer, pues Valencia se
encuentra a más de trescientos kilómetros de nuestra ciudad. Además, el evento
tendría lugar en un polígono a las afueras y nadie nos reconocería. Accedí a
cambio de más colaboración por su parte con la plancha, la lavadora, el
lavavajillas, los suelos y un sin fin de tareas del hogar. Pronto llegaría la
fecha señalada y veía cada vez más entusiasmado a mi marido.
Decir que me llamo Sandra,
para que os hagáis una idea soy morena, mido alrededor de 1, 70 m de altura y
uso una talla 95 de pecho. Tengo 31 años y estoy casada con mi marido desde
hace unos años. Mi esposo tiene 34 años, es un tipo de lo más normal, moreno,
con algo de barriga y siempre muy atento conmigo. Dice que a pesar de mi edad
sigo teniendo el mismo cuerpo de adolescente de cuando nos conocimos. Él ha
sido el único hombre en mi vida. Lo que más le gusta de mí, dice que es la piel
suave y blanquecina del culito, y mis pechos, a los que raramente ha dado el
sol.
El día de antes pude saber
algo más acerca de los planes de los chicos. Al parecer iríamos a Valencia en
dos coches, el de Juan y el de Javier, ambos súper tuneados y que participaban
en alguna modalidad de los diferentes concursos. Al hacer la maleta pude ver el
tipo de ropa que mi marido había preparado para mí. Se trataba de una minifalda
de esas plisadas con motivos a cuadros en blanco y negro y una camisa blanca
anudada entre los pechos que dejaría a la vista el pequeño tatuaje en mi
ombligo y que pocos conocían. La ropa interior se trataba de un tanga negro de
hilo a juego con el sujetador de encaje. La tela del triángulo del tanga era
semi transparente, y dejaba adivinar la fina tira de pelillos que decoran
habitualmente mi pubis. Pensé que me moriría de vergüenza ponerme aquello y
salir siquiera a la calle, pero se lo había prometido a mi esposo y él había
cumplido con su parte del trato durante todos estos días.
Quedamos en que Juan y Javier
pasarían a recogernos por nuestra casa. Cuando llegaron pude ver dos coches de
los que apenas podía distinguir sus marcas y modelos originales debido a las
transformaciones sufridas. Me parecían dos coches más propios de veinteañeros
alocados, que de personas con responsabilidades en sus respectivos trabajos, y
desde luego nada que ver con nuestros coches, un clásico audi y un utilitario
con algún retoque.
Ambos coches con los que nos
desplazaríamos, aunque tenían de serie cuatro plazas, debido a las
transformaciones, disponían tan sólo de dos plazas cómodas para realizar un
viaje relativamente largo. Por lo que en el reparto mi marido marchó con su
amigo Juan al que conocía desde la infancia con la excusa de hablar de sus
cosas, y a mí me toco viajar con Javier, con el pretexto de conocernos mejor
durante el viaje pues serían unas tres horas de trayecto. Dentro del coche de
Javier, pude comprobar que se trataba de un BMW, con la cantidad de cambios
apenas reconocía el modelo desde fuera.
El maletero había sido
modificado para albergar el equipo de sonido que ocupaba parte de las dos
plazas traseras.
Durante el viaje pude saber
algo más del tal Javier. Al parecer era empleado en el taller al que Juan
llevaba su coche de toda la vida, y que poco a poco le iba realizando arreglos
y transformándolo. Pude saber que tenía veinticuatro años, mucho más joven que
todos nosotros, que vivía soltero y que presumía ante mí de su promiscuidad. Es
más, en alguna que otra ocasión no perdía oportunidad de piropearme.
Aprovechaba cualquier excusa para decirme lo atractiva que le parecía. Los
primeros piropos me hicieron gracia, pero con el transcurso del tiempo se
hacían más soeces y me resultaba en cierto modo pesado.
Me contó que viajaba con
frecuencia hasta Valencia, porque allí se celebraban muchos eventos como este,
de los que no paraba de contar aventuras y juergas a Juan, y claro, lo tenía
convencido para ir juntos en alguna que otra ocasión. Así fue como Juan logró
convencer también a mi marido. No dejaba de presumir de las chicas que se
beneficiaba en este tipo de fiestas aunque fuese ante mí, cómo si su promiscuidad
me hiciese caer rendida a sus pies. Me alegré de no dejar ir sólo a mi marido
con ellos, seguramente alguna guarra me lo engatusaría.
Como era inicio de verano y
hacía calor, yo había decidido ponerme para el viaje un short vaquero y una camiseta
de tirantes. El plan era coger habitación en el hotel reservado, picar algo de
comer, y darnos una ducha para arreglarnos y asistir a la concentración de
tunning. Javier no dejada de mirarme las piernas, y comentaba durante el viaje
que conocía al organizador del evento presumiendo que le ayudaba en cuanto
podía y se ganaba algún dinerito. Se le escapó de pasada que el encuentro al
que asistíamos no estaba autorizado. Cosa que me llamó mucho la atención.
.-“¿Quieres decir que es
ilegal?” le pregunté sorprendida al enterarme de ese detalle.
.-“No es que sea ilegal,
quiero decir que no está autorizado, que es distinto. De todos modos no hay
nada de malo en reunirse unos cuantos coches y organizar un concurso entre los
asistentes al coche con mayor potencia de altavoces, concurso de neones,
aceleración y ese tipo de cosas” dijo tratando de quitar hierro al asunto.
.-“A la gente le da más morbo
saber que es ilegal, ¿sabes?” continúo diciendo. Yo puse cara de hacerme muy
poca gracia.
.-“Tranquila mujer conmigo
estas a salvo” me dijo haciéndose el duro.
.-“A sí, ¿por qué?” le
pregunté.
.-“Yo tengo mis contactos, te
aseguro que la policía no acudirá a la concentración” me dijo muy seguro de lo
que se decía.
Empecé a pensar que Javier no
era un tipo de fiar. La conversación cambió a temas de actualidad mientras
caían los kilómetros. Poco a poco le fui respondiendo con monosílabos a sus
preguntas y comencé a quedarme adormilada debido al calor de la carretera. Me
despertaba de vez en cuando debido a los baches y curvas, pero sobre todo al
notar las manos de Javier en contacto con mis piernas con la excusa de cambiar
de marcha. Al parecer trataba de acariciarme siempre que podía en cada cambio
aprovechando que estaba dormida. Me llamó la atención su descaro aunque tratase
de disimularlo, pese a que en realidad tampoco hacía nada malo que pudiera
recriminarle, pues era yo la que al dormirme reposaba las piernas
inconscientemente junto al cambio de marchas.
Por fin llegamos al hotel,
tomamos la habitación y pude estar un rato a solas con mi marido. Le pregunté
si sabía que la concentración no estaba autorizada y todo el rollo de la
conversación con Javier, me respondió que sí sabía de todos esos asuntos, y me
informó que seguramente habría mucha gente que consumiría mucho alcohol y
drogas de diseño, pero que por eso mismo se organizaban las mejores fiestas. Le
dije que no me pareció un tipo de fiar, pero enseguida dejó de escucharme
alegando paranoias mías, y que por favor había venido a divertirse y que no le
chafase la noche.
Llegó la hora de acudir al
evento. Tuve que ponerme el modelito que me había preparado mi esposo. Sabía
que mi marido lo estaba deseando, estaba como loco desde hace un tiempo tan
sólo de imaginarse que accedería a vestirme como él quería. Por mi parte,
estaba dispuesta a calentarlo durante toda la noche para que una vez llegásemos
de madrugada a la habitación del hotel me hiciese el amor como nunca. Ya en la
ducha me rasuré mi coñito, ya lo había hecho en alguna ocasión, siempre que
quería darle una sorpresa, dándole a entender que yo también estaba
predispuesta a gozar de aquella locura. Una vez me puse la minifalda de cuadros
y me miré en el espejo me percaté que apenas me tapaba nada, en cualquier
descuido se me vería el culo, sobretodo porque el tanga negro era de hilo por
la parte posterior. Me hice dos coletas a los lados tal y como sé que le
excitaba a mi marido. Para rematar el disfraz la camisa blanca anudada entre
mis pechos transparentaba el sujetador negro, dejando mi ombligo al aire y
mostrando un pequeño tatuaje que llevo en mi cadera. Una vez arreglada me miré
en el espejo, me moría de vergüenza de pensar en salir a la calle vestida de
esa manera, de primeras pensé que tenía pinta de puta barata, en cambio mi
marido nada más verme me dijo:
.-“Guauuu, estas espectacular
cariño, no sabes lo cachondo que me vas a tener toda la noche” dijo al tiempo
que me daba un repaso con la vista de arriba abajo y me daba un beso apasionado
en la boca. Me metió mano en el culo con mucho deseo y algo ansioso mientras
nos morreábamos, comprobando que me había puesto el tanga como él quería.
.-“Estas lista” dijo al tiempo
que me abría la puerta galantemente para salir de la habitación del hotel.
Cuando me vieron Juan y Javier
no dejaron de silbarme y de piropearme. Incluso pude comprobar que a Juan
también se le salían los ojos contemplándome, nunca me había mirado como aquel
día a pesar de conocernos desde hace mucho tiempo. Lograron que me sintiera
deseada, aunque a la vez también estaba algo incomoda por la vestimenta. Javier
estaba que no se lo creía de verme vestida de esa manera.
.-“Porque está tu marido
presente, que si no te daba un repaso de campeonato” me dijo Javier al oído
cuando se acercó para darme dos besos.
.-“Sigue soñando” le respondí.
Era relativamente pronto
cuando llegamos al lugar indicado. Se trataba de un polígono a las afueras de
Valencia, cerca de la zona franca. Al parecer se habían alquilado varias naves
consecutivas donde mostrar los coches participantes en las distintas
modalidades del concurso. En la nave central había una barra de bar, un
escenario y música a todo volumen, dónde se concentraría toda la fiesta. Pude
comprobar que la mayoría de personas allí presentes eran chiquillos entorno a
los veinte años. Me tranquilicé al comprobar que muchas de las chicas que los
acompañaban también vestían de similar forma que yo, por lo que pasaría
relativamente desapercibida.
Nada más llegar estuvimos
buscando los cuatro a un tal Claudio, según Javier el organizador de todo el
evento y al que siempre ayudaba en algo de la organización. Pudimos comprobar
tras un rato de búsqueda como Javier saludaba a un tipo en medio de la
muchedumbre. Se trataba de Claudio.
Claudio era un tipo entorno a
los cincuenta años, con pelo largo, canoso, barriga y más bien con aspecto de
motero. Llevaba unos pantalones de cuero y un chaleco de piel chapeado.
.-“Que bueno verle Javier, veo
que viniste bien acompañado” saludó nada más vernos entre un fuerte apretón de
manos y con cierto acento argentino.
.-“Sabes que es un placer
ayudarte a montar todo esto” dijo Javier devolviéndole el fuerte apretón de
manos. “Mira, te presento a unos amigos, han venido con ganas de ayudarnos”
dijo girándose hacia nosotros con la intención de presentarnos. Claudio me dio
dos besos y mientras me abrazó, su mano se posó en mi cadera algo más bajo de
lo decente en alguien a quien acabas de conocer. Una vez terminaron de hablar
de sus cosas Claudio nos dijo a todos:
.-“Bueno chicos, si queréis
ayudar os podéis distribuir de la siguiente forma: Juan y tu podéis ayudar en
la barra sirviendo copas, dijo señalando a mi marido. Tu Javier serás parte del
jurado como siempre. Y la mujer más hermosa que he conocido nunca será la
azafata que me ayude a entregar los premios, ¿os parece bien chicos? “ preguntó
al quorum presente que aceptó ayudar en lo encomendado. Una vez que Juan y mi
marido se fueron a la barra, Claudio me hizo señas para que me quedase un
momento con él y comentarme algo.
.-“Mira...” me explicó
rodeándome con su brazo y posando su mano en mi culo descaradamente al no estar
ya presente mi esposo, mientras nos dirigíamos hacia una especie de cuarto
prefabricado que hacía las labores de oficina. “Siempre elijo a la chica más
guapa para que entregue los premios, y este año no tengo la menor duda de que
eres tú”.
.-“Oh, gracias” dije
sintiéndome halagada por el piropo mientras trataba de deshacerme de su mano en
mi trasero.
.-“El caso es que uno de los
patrocinadores nos piden que demos cada trofeo con su indumentaria, por el tema
de las fotos, la publicidad y todo el rollo”. Dijo tratando de explicarme el
asunto.
.-“Entra” dijo abriendo la
puerta del prefabricado e invitándome a pasar a las oficinas. “Te pido por
favor te pongas alguno de estos monos para la entrega de trofeos, espero que
alguno sea de tu talla, son bastante ceñidos aunque la tela elástica ayuda
mucho. Puedes probártelos si quieres, elige el que más te guste y luego me
buscas” dijo despidiéndose.
Me fijé en la ropa que me
indicó. Estaban extendidos sobre una mesa al fondo del despacho. Se trataban
todos del típico pichi de tela elástica que parece de mecánico pero que se
ajusta a la figura sin dejar ni una curva a la imaginación. Todos publicitaban
una conocida discoteca de la zona. Las paredes del cuarto estaban todas
decoradas con posters y fotos de chicas semidesnudas rodeadas de coches y
motos. Había también fotos de la entrega de trofeos de años anteriores. La
verdad es que las chicas que hacían de azafatas se veían estupendas. Algunas
parecían gogos de discoteca o modelos. Quise que me quedase la ropa igual de
bien que en esas fotos. Me puse el primero de los monos y me quedaba algo
pequeño. Eran todos tan ajustados que se marcaban hasta las gomas del tanga una
vez puestos. Así que decidí quitarme toda mi ropa interior, sujetador y tanga.
Entre prueba y prueba quedaba inevitablemente desnuda por completo.
Era el tercer o cuarto mono
que me probaba, cuando desnuda como estaba dentro del prefabricado, la puerta
se abrió de golpe. Apareció Javier que se quedó de piedra en la puerta al
sorprenderme sin ropa alguna. Yo me tapé con lo primero que pillé, uno de los
monos que llevaba en una mano para taparme mi pubis y con la otra mano me tapa
como podía uno de mis pechos con el brazo y con la palma de la mano el otro, de
forma algo ridícula.
.-“Caray Sandra, para tu edad
estás más buena de lo que imaginaba” dijo cuando reaccionó de verme casi
desnuda.
.-“¡¡¡¡ Cierra la puerta y
vete !!!!” dije increpándolo.
.-“Tranquila preciosa, solo he
venido a coger unas hojas de inscripción” dijo acercándose hasta la mesa
próxima a dónde estaba cambiándome yo. Mientras se acercaba no me quitaba ojo
de mi cuerpo. Pasó muy cerca de mí para acceder a los cajones del escritorio,
de hecho tuve que retirarme un poco contra la pared cuando pasó a mi lado para
no rozarnos. Cuando cogió los impresos y volvió a pasar a mi lado, se quedó
justo enfrente de mí observándome de arriba abajo, me dio una nalgada en el culo
y me dijo:
-“Así me gusta, prepara el
culito para esta noche” se rió el muy capullo mientras se marchaba.
.-“¡¡¡ Imbécil !!!” le grité
mientras veía como abandonaba la oficina y cerraba la puerta. Yo estaba
enfadada, me había irritado su actitud.
Para nada me había gustado que
ese idiota me hubiese sorprendido desnudándome. Conociendo lo babosos que son
los tipos como él, pensé que lo mejor que le ocurriría esa noche sería el
masturbarse a mi salud, tendría que conformarse con imaginárselo, y aunque en
un principio no me agradó la idea, poco a poco se me pasó el cabreo al pensar
que mi marido también estaría como una moto después de verme todo el día así, y
que terminaría haciendo el amor con él el resto de la madrugada, mientras ese
engreído tendría que conformarse con imaginarse mi cuerpo y hacerse una paja.
Al final decidí ponerme uno de
los monos que mejor me sentaba, se ajustaba por completo a mi cuerpo. Decidí
salir a buscar a Claudio, pues se hacía la hora de entregar los trofeos. Por
supuesto no llevaba ropa interior debajo del mono para que no se marcaran las
costuras. Cuando salí entre la gente en busca de Claudio pude notar el roce con
los cuerpos de los chicos que se amontonaban por la nave. Algunos de los
jóvenes que allí se agolpaban no dejaban de mirarme a mi paso y de piropearme.
.-“Menudo culito, o menudas
tetas” fueron palabras que tuve que escucharme en más de una vez y cosas por el
estilo.
Estaba realmente espectacular.
Algunos aprovechaban el barullo de la multitud para tocarme el culo
descaradamente. Puesto que me costaba encontrar al organizador decidí acercarme
a la barra en busca de mi marido y ver que tal lo estaba pasando
Al principio a mi marido le
costó reconocerme vestida de esa forma, se ve que entre copa y copa que servía
se tomaba otra, así que empezaba a estar perjudicado. Llevaba una sonrisa de
oreja a oreja. Una vez me reconoció apoyada en la barra me invitó a una
consumición. Me sentó bien tomar algo, el primer gin tonic de la noche.
.-“Guau, estas preciosa,
menudo polvo te voy a pegar esta noche una vez lleguemos al hotel” dijo desde
detrás de la barra de tal forma que puso en alerta a un muchacho que estaba
apoyado de espaldas a mi lado, el cual con la excusa de la aglomeración y los
empujones comenzó a tocarme el culo al otro lado de la barra sin que pudiera
verlo mi marido. Yo pasé de montar un numerito y continúe hablando con mi
esposo. Total, no sería ni el primero ni el último que me acariciaba el culo
esa noche.
.-“¿Has visto a Claudio?” le pregunté
a mi marido mientras el muchacho continuaba sobándome el culo disimuladamente.
.-“Está con Javier viendo los
coches que participan en la nave de al lado” me gritó al otro lado de la barra.
“¿Por qué no me das un beso?” me pidió acto seguido mi esposo.
Yo me incorporé de puntillas
apoyándome con los antebrazos en la barra para poder besarnos en la boca. Fue
una sensación extraña besar a mi marido mientras un chiquillo me metía mano en
el culo. Juan llamó a mi esposo desde la otra punta de la barra para que le
ayudase a poner unas copas, así que mi esposo marchó servicial a ayudar a su
amigo. Una vez se fue me quedé mirando fijamente al descarado muchacho de mi
lado y le dije:
.-“No sé si te has dado
cuenta, pero tu mano está en mi culo” le desafíe con la mirada.
.-“Lo siento no he podido
evitarlo, pero es el culo más rico que he visto nunca” dijo acariciándose su
miembro por encima del pantalón. No pude evitar fijarme en el bulto que se
había formado en su entrepierna, era realmente espectacular. Me hizo gracia ver
su reacción. Decidí seguirle la conversación. Estuvimos un rato charlando, era
la primera vez en mi vida que un niñato de veinte años me hacía descaradas
proposiciones para acostarse conmigo. Me gustó escuchar sus propuestas tratando
de ligar conmigo mientras apuraba la copa que me sirvió mi marido y tonteé con
aquel muchacho. Quería invitarme a una copa, daba por sentado que subiría en su
coche, tomaríamos alguna pastilla e inevitablemente sucumbiría ante sus
encantos y me abriría de piernas para él, así de fácil. Llegados a ese punto le
dije que debía encontrarme con alguien y me excusé para marcharme.
Tras un rato de búsqueda pude
encontrar a Claudio. Era ya bien entrada la noche. Hora de entregar los
trofeos. El típico escenario con algún que otro foco, música de ambiente, en el
que debía entregar las copas y placas conmemorativas que hacían de trofeos.
Tuve que repartir un montón de besos y fotos a los ganadores. Claudio siempre
estaba presente y aprovechaba cualquier oportunidad para situarse al lado mío y
tocarme el culo mientras posábamos para las fotos. El coche de Javier ganó uno
de los concursos y un momento que nunca olvidaré fue cuando posando para la
foto, tanto Claudio como Javier cruzaban sus brazos detrás de mí descansando
sus manos cada una en un cachete de mi culo. Tuve que aguantar sus dos manos
sobándome el culo frente a los cientos de congregados y sonreír, e incluso en
el preciso instante de la foto, Javier me pellizcó en la nalga haciendo que
pegase un saltito. Nuestras miradas se cruzaron y así quedo retratado. El caso
es he de reconocer que tanto beso, toqueteo y que no llevaba bragas, me
pusieron algo caliente.
Estaba deseando que la entrega
de trofeos terminase para reunirme con mi marido, me encontraba tan caliente
que estaba dispuesta a hacer el amor con mi esposo en cualquier lugar, no
quería esperar al hotel. Estaba tan cachonda que estaba dispuesta a dejarme
follar en los lavabos, en el coche, o por algún rincón escondido. Para colmo
cuando terminó la entrega tenía ganas de ir a orinar y tuve que ir al lavabo.
Mientras me metía en uno de los reservados, en el habitáculo de al lado pude
escuchar a una pareja hacer el amor. Ella gritaba como si la estuviesen
partiendo en dos:
.-“Oooh, siiih, siiiiih,
sigueee” se oía gritar.
.-“Te gusta, te gusta por el
culito ¿eh zorra?” por un momento me pareció la voz de Javier, aunque no me lo
podía creer, no podía ser. Como tan sólo fue un momento y se escuchaba entre
jadeos y suspiros, quise pensar que había sido fruto de mi imaginación. De
nuevo la voz del chico me pareció la de Javier:
.-“¿Te parecerá bonito dejarte
follar por el culo mientras tu novio está ahí fuera?” . Esta vez no tuve dudas,
se trataba de la voz de Javier. Quise comprobarlo, no podía creerlo, por lo que
poniéndome en píe encima del inodoro traté de observar a la pareja del
reservado de al lado por encima de la pared separadora.
No me podía creer lo que veía,
en el habitáculo de al lado pude observar a Javier con los pantalones en los
tobillos arremetiendo por detrás a una chiquilla que chillaba mientras trataba
de apoyarse en la puerta del reservado.
.-“Siih, siiiih, sigue, me
gustaaah, me gustaaaah” chillaba la niña con cada embestida de Javier. Por un
momento y dada mi posición temí ser descubierta, no pude evitar bajar del wáter
y apoyarme contra la pared, me llevé las manos a la boca para evitar que se
escuchase mi voz. Me pareció haber visto a un Javier bien dotado que penetraba
a la chiquilla por el culo. Yo sólo había visto el miembro de mi esposo y desde
luego la polla de Javier me pareció mucho más grande. Por otra parte nunca
había practicado sexo anal y me parecía imposible que alguien pudiera disfrutar
de la manera en que lo hacía la niña. Quise comprobar que era cierto lo que
aprecié en un primer vistazo. De nuevo me subí al inodoro para comprobarlo.
Efectivamente Javier estaba introduciendo su enorme polla por el culo de la
chica, la cual disfrutaba como loca. Javier por su parte no paraba de
ridiculizar al novio de la niña que al parecer lo conocía, y a la cual
enloquecía con sus palabras.
.-“Dile a tu novio que no sabe
follarte como es debido” le decía Javier. A lo que ella respondía entre gemidos
de placer.
.-“Oh siiiih Javier, dame
fuerte Javier, Javier, Javier fóllame...siiih” la niña estaba fuera de sí. Al
parecer todo lo que contaban de Javier era verdad.
Basta, ya había visto
suficiente, estaba del todo claro, quería encontrar a mi marido y que me
hiciera el amor dónde fuese, me moría de ganas porque me follase de una vez.
Abandoné el baño sigilosamente para no interrumpir a la fortuita pareja. El
espectáculo y la sorpresa me habían puesto a cien.
Fui a cambiarme de nuevo a las
oficinas para ponerme mi ropa y encontrar a mi marido. Mientras me cambiaba de
ropa recordé el momento en el que fui sorprendida por Javier, y acto seguido
acudían a mi mente escenas de Javier sometiendo a la chiquilla en los baños.
Quise que fuera mi marido quien por esa noche me tratase igual. Me puse de
nuevo mi faldita y mi blusa, busqué mi tanga entre la ropa pero no estaba.
Alguien lo había cogido. Que yo supiera sólo tenían llave Claudio y Javier, y a
tenor del comportamiento de ambos en toda la noche, cualquiera de los dos podía
haber sido. No quise entretenerme mucho, quería estar con mi marido lo antes
posible y disfrutar también de la fiesta, así que me vestí de igual modo como
el que vine, aunque esta vez sin mi tanga debajo de la minifalda.
Estuve un rato dando vueltas
tratando de localizar a mi esposo. Cuando por fin pude ver a mi marido el
cabreo fue monumental. El muy imbécil estaba borracho e inconsciente tumbado en
la acera junto a los coches en que habíamos llegado. Juan también iba bastante
perjudicado, por lo que me dijo que se llevaría a mi marido antes de que se
encontrase peor y lo parase la policía por el camino. Me preguntó si no tenía
inconveniente en que me acercara Javier al hotel. A mí no me hacía ni pizca la
gracia. Pero estaba tan malhumorada que lo último que me apetecía era ver a mi
marido en ese estado. Marcharon dejándome sola.
Busqué a Javier por todas las
naves. Al fin pude encontrarlo tomando unas copas, estaba rodeado de chiquillas
de su edad a las que se le caían las bragas por él mientras les contaba
carreras por la autopista, y de cómo había logrado despistar a la policía en
más de una ocasión. Se sorprendió de verme sin mi marido. Sabía que la barra
había terminado al finalizar la entrega de trofeos, y que todo lo que se bebía
a partir de ese momento era de botellón que la gente llevaba en los maleteros
de los coches.
.-“¿Y tu marido?” me preguntó
rodeado de veinteañeras y abrazado a otra chiquilla distinta a la que lo
sorprendí en los aseos. Yo le expliqué todo lo sucedido.
.-“¿Puedes llevarme al hotel?”
le pregunté al terminar la explicación.
.-“Espera, tómate algo, me lo
estoy pasando bien” dijo sin hacer intención de moverse y llevarme al hotel. Yo
me crucé de brazos resignada a tener que aguantar como presumía ante aquellas
niñitas de sus hazañas. Me recosté sobre la ventanilla de un coche unos metros
algo más lejos de dónde estaba el grupito de niñas. Nuestras miradas se
cruzaron varias veces y él parecía regocijarse a medida que transcurría el
tiempo en mi enfado.
Pasado un rato al grupito se
acercó la chiquilla con quien antes había sorprendido a Javier en los baños,
agarrada de la cintura de otro chico que no era Javier. Se daban algún pico de
vez en cuando. Deduje que aquel muchacho sería su novio. No podía entender como
la chiquilla podía permanecer allí junto a su novio, habiéndose dejado follar
por Javier, mientras charlaban entre todos. Tampoco entendía que podían ver
todas esas chiquillas en Javier para estar todas loquitas por él. Pude observar
como Javier le daba disimuladamente una bolsita con unas pastillas a la
chiquilla con que se abrazaba, esta le propinó un beso en los labios y se
dejaba tocar el culo a cambio. Le metió mano por todos lados a la niña, que se
dejaba hacer mientras él me aguantaba la mirada a lo lejos. Le sobó los pechos
y el culo a conciencia mientras nuestras miradas se cruzaban en la distancia.
Algo le susurró a la chiquilla en el oído pues no dejaba de mirarme también de
vez en cuando sonriéndose. Después de no quedar ninguna parte del cuerpo de esa
chica por acariciar la apartó a un lado y dirigiéndose hacia mí con la niña
arrastras de la mano me dijo:
.-“Te llevo al hotel con una
condición” me dijo sonriente de saber que lo había estado observando mientras
abusaba y metía mano a la chiquilla bajo mi atenta mirada.
.-“¿Cuál?” le pregunté yo.
.-“Mira yo me lo estoy pasando
bien, y tú no tienes ganas de ir a la cama con tu marido, así que... ¿qué te
paree si te vienes con Mónica y conmigo y tomamos alguna copa juntos?” me
invitó a salir con ellos. Su nueva acompañante que al parecer se llamaba
Mónica, no opuso ningún tipo de inconvenientes en que nos fuésemos los tres de
la fiesta.
Yo sopesé su propuesta, en
verdad tenía razón, no quería irme a la cama a escuchar como roncaba mi marido.
Además, si me acercaba hasta Valencia, aunque no me fiaba de él, sería mucho
más fácil desde allí coger un taxi e indicarle la dirección del hotel. Además
la presencia de la chiquilla me daba algo más de confianza. Acepté subir al
coche con ellos y tomar alguna copa por el centro de la ciudad.
Tuve que sentarme en el
asiento de atrás, algo incómodo debido al reducido espacio que quedaba. Nada
más subir al coche Javier y Mónica no pararon de besarse. Javier no perdía
oportunidad de meter mano a la joven que también llevaba minifalda. Ambos
criticaban a la chica que Javier se folló en los baños. Deduje por la
conversación que Mónica no estaba al corriente de lo que había sucedido entre
esa chica y Javier en los lavabos, y que yo sí pude comprobar. Javier me
pareció un auténtico cabrón y un sinvergüenza por su actitud. Además, mientras
acariciaba a la chica no dejaba de mirarme por el retrovisor y se notaba que
disfrutaba con la situación. Incluso ajustó el retrovisor para poder verme
mejor. No me hacía gracia que Javier se distrajese conduciendo. Desde el
asiento de atrás me era difícil apreciar por donde conducía. Tras un rato de
semáforos y carreteras de circunvalación el sueño se apoderó de mí hasta que
cerré los ojos. Me desperté cuando noté que el coche se desviaba de la calzada por
un camino de tierra. Yo no tenía ni idea de dónde estábamos. Me hice la
dormida, continúe simulando que dormía tratando de averiguar que pasaría. Nada
más detener el coche, pude entrever como la niña se quitaba el cinturón de
seguridad y se reclinaba sobre el regazo de Javier. Escuché el sonido de una
cremallera y pude apreciar cómo acto seguido la chiquilla subía y bajaba la
cabeza mientras le hacía una mamada. Javier no dejaba de mirarme por el
retrovisor, lo que me puso nerviosa y fue entonces cuando fingí que me
despertaba y dije:
.-“¿Pero qué coño estáis
haciendo?” dije haciéndome la sorprendida. Fue entones Mónica la que
reincorporándose sobre su asiento dijo:
.-“Caray que susto me has dado
creí que dormías” y acto seguido la niña me preguntó al tiempo que deslizaba
una de sus manos por mí pierna y me miraba fuera de sí “¿Quieres unirte a la
fiesta?”. Comprobé que sus pupilas estaban súper dilatadas, posiblemente habría
tomado alguna pastilla. Recordé las insinuaciones del chaval de la barra, por
lo que podía comprobar debía ser habitual en ese tipo de fiestas incitar a las
niñas a consumir algún tipo de pastillas para que se abran de piernas y se
dejen hacer de todo en los coches de los chicos.
.-“Pero que dices” fue todo lo
que me salió de dentro en ese momento. Estaba totalmente sorprendida por la
actitud de Mónica. ¿Acaso me estaba proponiendo un trio?.
.-“Venga anímate nos lo
pasaremos bien” dijo mientras continuaba deslizando su mano por mi pierna
tratando de alcanzar mis intimidades.
.-“No me toques” le chillé
cuando estaba a punto de alcanzar el final de mis piernas.
.-“Tú te lo pierdes” dijo la
chiquilla la cual se agachó de nuevo y continúo con la felación. Javier sujetó
a la chiquilla por el cuello para que no cesase en su mamada mientras me miraba
con lujuria de reojo por el retrovisor.
.-“¿Os podíais cortar un poco
no?” dije desde el asiento trasero. De nuevo fue Mónica la que dijo:
.-“Vamos Javier, vámonos fuera
que esta tía me corta el rollo. Si no quiere compartir una buena polla, pues
ella se lo pierde” dijo mientras ambos abrían la puerta del coche y bajaban.
Las luces del automóvil
todavía estaban dadas. La pareja se situó delante del capó. Pude ver como ella
se situaba de espaldas a mí justo enfrente del motor y se bajaba las bragas sin
perder el tiempo en arrumacos frente a la atenta mirada de Javier. Tiró sus
braguitas hacia atrás y fueron a caer sobre la luna delantera del vehículo.
Luego se subió encima del motor del coche y se abrió de piernas para que Javier
se la follase ahí mismo. Él no se lo pensó dos veces y desabrochándose los
pantalones se acercó a la chica meneándose su miembro en mano. Les importaba un
pimiento que yo estuviese presente dentro el coche. Pude ver como la niña
rodeaba con sus piernas el cuerpo de Javier y se aferraba al cuello del chico
susurrándole palabras al oído. Contemplé como comenzaban a moverse señal
inequívoca de que se la estaba follando sobre el capó de su coche en medio de aquel
descampado. Pese a estar follando con la chiquilla Javier no me quitaba ojo de
encima, pues él se encontraba mirando hacia mi posición. Por su forma de
mirarme deduje que estaba pensando en mí mientras reventaba a la chiquilla. La
niña por su parte no dejaba de gritar como una loca, era lo único que podía
escuchar dentro del coche. Yo contemplaba atónita el espectáculo. Estuvieron un
rato en esa posición mientras yo los observaba. Realmente estaba incrédula de
comprobar la facilidad con la que esa chiquilla se dejaba follar. Desde luego
parecía disfrutar del polvo. Sus gritos la delataron, aquella niña había
alcanzado un tremendo orgasmo a los pocos minutos de ser penetrada. Yo
contemplaba atónita la escena, cuando la chica recuperó un poco el aliento Javier
dejó de penetrarla, y en un descuido por parte de la chica la giró y la situó
de cara al coche de tal forma que ahora podía ver el rostro de ambos. Javier la
obligó a recostarse sobre el capo, tratando de penetrarla por detrás. Pude
comprobar las intenciones de Javier al escuchar los gritos de la chica:
.-“Nooo, por ahí nooo” gritaba
la chiquilla mientras Javier se recostaba sobre su espalda y trataba de
sodomizarla. Ella forcejeaba tratando de separar al chico de su cuerpo y de vez
en cuando se tapaba el culo con las manos.
.-“No, por favor Javier, para,
por ahí no, por ahí no” suplicaba la chica que se resistía. El propio peso del
chico la inmovilizaba. Al final logró acertar y un grito desgarrador salió de
la boca de la chiquilla mientras Javier la penetraba por el culo. La estaba
partiendo en dos.
.-“Aaaagh” gritó la chica
varias veces al tiempo que su cara reflejaba un dolor inmenso. Poco a poco se
fue relajando y parecía que soportaba las embestidas de su amante.
Yo no pude evitarlo, el
espectáculo era de lo más caliente e irremediablemente comencé a acariciarme
dentro del coche. He de reconocer que me habían puesto cachonda. Permanecía
sentada en la parte posterior del vehículo tras el asiento del conductor,
trataba de ocultarme aunque mi presencia era evidente. Mientras con la mano
derecha me agarraba al respaldo para asomarme lo justo, con la mano izquierda
me acariciaba el clítoris. Javier adivinó lo que estaba sucediendo dentro del
coche y recogiendo el pelo de la chiquilla en una coleta la obligó a
incorporarse y a mirar dentro del coche. No pude escuchar lo que le dijo al
oído pero lo vi reflejado en el rostro de la chica, la cual no dejaba de
mirarme con cara de sorprendida. Javier sodomizaba a Mónica sujetándola del
pelo con una mano mientras con la otra le propinaba unos azotes sobre sus
nalgas. Podía escuchar cada impacto desde el interior del coche. Mis dedos
estaban ya dentro de mí hurgando en busca de placer. Ella volvió a gritar como
una loca, esta vez mezcla de dolor y gozo. Yo estaba también próxima al
orgasmo.
Tardé poco tiempo en correrme
desde que comencé a acariciarme, no pude evitar gritar cuando alcancé el
clímax, seguro que me escucharon. Desde fuera del coche pudieron apreciar como
cerraba los ojos y me abandonaba a las convulsiones que sacudían mi cuerpo.
Cuando abrí de nuevo los ojos recuperada de mis espasmos, pude ver como Javier
sin dejar de mirarme, eyaculaba sobre la espalda de la chiquilla manchando su
falda y su camiseta. Ella le recriminó este hecho y trataba de limpiarse su
ropa mientras el chico se recuperaba.
Fue ella la primera en meterse
en el coche malhumorada. Javier tardó un poco más en subirse los pantalones e
introducirse en el interior de coche.
.-“Por favor, llévame a casa.
No puedo salir así” le dijo la chiquilla enfadada por las manchas en su ropa.
.-“Como quieras” le dijo
Javier poniendo el coche en marcha y regresando a la calzada.
Permanecimos en silencio
durante el trayecto hasta que estacionamos enfrente del portal de Mónica.
Javier quiso acompañarla galantemente hasta el ascensor. Yo lo esperé en el
coche.
.-“Espero que te lo pases bien
con este imbécil” dijo la chica dirigiéndose a mí, antes de salir del coche.
Después, vi alejarse a los dos mientras discutían. Javier no tardó nada en
regresar solitario.
.-“Ya sabía yo que está noche
acabaría contigo” pronunció Javier al volver mientras me abría la puerta de su
coche para que me sentase donde el copiloto. Yo pasé delante junto a él.
Una vez tomo asiento en el coche
y arrancó me dijo aún parados:
.-“Todavía me debes las copas
que me prometiste”. El interpretó mi silencio como que consentía tomar unas
copas con él.
La verdad es que trató de ser
agradable el resto de la noche. Durante el trayecto en el coche fuimos hablando
de los comentarios y anécdotas sucedidas en la fiesta. Me contó alguna cosa
graciosa como que a un participante se le había caído el pórtico del maletero
del coche cuando estaban puntuando la prueba de potencia de sonido. Me hizo
reír con sus historias, me relajé y comencé a pasármelo bien.
Llegamos a un local céntrico
de moda en la ciudad. La verdad es que estaba bastante bien. Yo llamaba la
atención con mi vestimenta, a Javier se le notaba que le gustaba presumir de
acompañante mientras el resto de chicos del bar no me quitaban ojo de encima.
Me invitó a una copa, yo por la sed y el calor me la bebí deprisa, por lo que
se me subió enseguida a la cabeza. Apenas tomo alcohol habitualmente. Me invitó
a bailar, y una vez en la pista de baile cuando estábamos rodeados de babosos,
me sugirió cambiar de sitio. Lo noté como celoso, temía que algún que otro
gallito me entrase y tratase de ligar conmigo. Como yo me lo estaba pasando
bien no me importó cambiar de sitio. Ahora era yo la que disfrutaba viendo a
Javier algo celoso y descubriendo como trataba de seducirme.
Fuimos a otro local. De nuevo
me invitó a una copa. Se produjo más o menos la misma situación, así que fuimos
a un tercer bar. Estábamos hablando en la barra del bar cuando un conocido suyo
nos saludó.
.-“Caray, Javier cada vez las
eliges mejor. ¿Esta es tu novia?” preguntó mirándonos a los dos. Antes de que
Javier pudiera decir nada nuestro nuevo amigo se presentó.
.-“Hola guapa, yo soy Jaume,
encantado de conocerte” dijo intercambiando conmigo dos besos en la mejilla,
sin ninguna opción por mi parte a decir palabra.
.-“¿No entiendo como una chica
tan guapa como tú, está con este sinvergüenza?” daba por sentado que yo era la
novia de Javier. Me pareció que podía resultar gracioso no contradecirlo y
seguir un poco el juego. A Javier para nada le importó presumir de novia y me
seguía la corriente. Estuvimos riéndonos un poco mientras escuchaba al tal
Jaume comentar historias sobre las anteriores novias de Javier. Nuestro nuevo amigo
pagó una ronda y luego Javier otra. Eran ya muchos gin tonics para mi cuerpo.
Con el transcurso de la conversación Javier fue abrazándome como si de su novia
se tratase. Yo le seguía el juego, porque me hacía gracia oír a su amigo
criticar y ridiculizar a las anteriores chicas. Sobretodo mostré cierto interés
cuando el tal Jaume contó una historia en la que al parecer Javier estuvo con
dos chicas a la vez.
.-“Es mi héroe” dijo nuestro
nuevo amigo “debe ser fantástico que dos lindas chiquillas te coman el miembro
a la vez. La fantasía de todo hombre hecha realidad”. Deduje que a Jaume le
gustaba contar las historias de Javier, como si se sintiese él el protagonista.
Recordé las palabras y la mano
de Mónica por mi pierna en el coche momentos antes y lograron hacerme creer más
o menos todo lo que contaban.
Conforme pasaba el tiempo
Javier me abrazaba y acariciaba cada vez de forma más comprometedora. En alguna
de las veces él estaba sentado en una banqueta y me abrazaba desde detrás, yo
me apoyaba con mi espalda contra su pecho para no cansarme y según como me
apoyase podía notar el bulto de su entrepierna en mi culito. Por supuesto él
estaba encantado de que yo le siguiese la corriente. Quiso avanzar en sus
caricias. Me dio algún pico en la boca, haciéndole creer a nuestro amigo que
efectivamente éramos pareja, hasta que en un momento dado su mano se posó en mi
culo por encima de la tela de la falda. Llegados a ese punto de la conversación
no quise recriminarle su acción, en aquella farsa era su supuesta novia, y sus
caricias serían normales de ser una verdadera pareja. Me dejé hacer, además
llevaba unas cuantas copas encima.
Jaume continuaba presumiendo
de la promiscuidad de su amigo, y Javier debía pensar que conocer su dilatada
experiencia me llevaría a que quisiese probar cómo sería acostarme con él. En
verdad que en alguna ocasión lo llegué a pensar, pero tenía claro que quería
seguir siendo fiel a mi esposo. He de reconocer que me excitaba pensar que
Javier me sobaba el culo sin que supiera que no llevaba ropa interior debajo.
Me daba un morbo tremendo notar su mano por encima de la tela de la falda sin
nada debajo. Estaba contra la barra del bar escuchándolos a ambos, tan
concentrada en sus caricias y mis pensamientos, que no me di cuenta de que
estaban hablando cuando la mano de Javier se perdió debajo de mi falda. Pudo
comprobar que no llevaba nada debajo. A mí me pilló por sorpresa y no tuve más
remedio que lanzarle una mirada asesina cuando acarició la suave piel de mi
culito. El me devolvió la mirada entre sorprendido y cínico al descubrirlo. Lejos
de detenerse, continuó acariciándome durante unos pocos minutos que a mí me
parecieron eternos. Notar el contacto de su mano sobre mi piel me puso los
pezones de punta. Al ver que no cesaba en sus maniobras, me excusé ante los dos
hombres informándoles que tenía ganas de ir al lavabo.
Una vez en el aseo decidí
refrescarme la cara un poco. Me miré en el espejo. No entendía como no le había
soltado un bofetón a Javier ahí mismo, en medio del bar en el preciso momento
en que me acarició por debajo de la falda. Mi esposo no se merecía eso. Aquello
había ido demasiado lejos. Me encontraba algo excitada aunque no quise
reconocerlo y me autojustificaba a mí misma diciéndome que era culpa de las
copas.
Cuando regresé de nuevo a la
barra del bar, Jaume ya no estaba presente. La música continuaba a toda
pastilla, y me percaté de que ya no quedaba mucha gente en el local. No supe
que decir cuando llegué donde estaba Javier, tampoco me atrevía a mirarle a la
cara. Me moría de vergüenza. Estábamos el uno frente al otro sin decir nada en
un silencio incómodo. Al final fue Javier quien rompiendo el hielo me preguntó:
.-“Jaume ha tenido que irse,
¿quieres tomar algo?” me dijo mientras me observaba tratando de adivinar mis
dudas.
.-“No nada, ¿por qué no nos
vamos?” dije sin atreverme a levantar aún la mirada avergonzada por haberme
dejado manosear por él. Javier me cogió ahora por la cintura y acercándose a mí
me dijo:
.-“Estas preciosa” y dicho
esto levantó mi cabeza con su mano derecha apoyada en mi barbilla para que lo
mirase a los ojos. Nuestras miradas se cruzaron. Sus ojos brillaban en la
oscuridad. Su mano izquierda se posó en mi culo e hizo fuerza para que me
apretase a él, cuando nuestros cuerpos entraron en contacto me besó en la boca.
Yo al principio no supe cómo reaccionar estaba paralizada. Fue un trance notar
su lengua recorriendo cada rincón de mi boca. Su mano volvió a perderse debajo
de mi falda acariciando de nuevo la suave piel de mi culito. Fue entonces
cuando reaccioné.
.-“¿Que haces imbécil?” grité
apartándolo de mi cuerpo. No se esperaba mi rechazo. Trató de cogerme de nuevo
por la cintura para acercarme de nuevo a él y besarme. Yo se lo impedí.
.-“¡¿Pero qué haces?!” le
volvía a gritar empujándolo para alejarlo.
.-“¡Serás calientapollas!, me
jodes el polvo con las niñas de la concentración, te dejas meter mano hasta el
culo, me la pones a reventar y ahora me dices que pare...” se quedó mirándome a
la cara en un tono muy amenazante.
.-“¿Pero qué coño te has
creído niñato” le increpé “que me dejo follar por el primero que pasa en los
baños o en un descampado”. Mis palabras lo encendieron aún más, sobretodo
porque se dió cuenta de que sabía lo sucedido en los aseos y tuvo algo de miedo
a que pudiera contar nada.
.-“Podía haberme tirado a
cualquiera y me has hecho perder el tiempo contigo, te aseguro que lo quieras o
no esta noche follaremos” me gritó saliendo de su asombro.
.-“Eres un idiota si piensas
que me voy a acostar contigo, ¡imbécil!” ambos gritábamos en medio del bar.
Cómo la música estaba alta tampoco llamábamos mucho la atención.
.-“No me vengas ahora con el
rollo de que eres una esposa decente, bien que te ha gustado refrotar el culo
por mi polla y dejarte meter mano” me dijo tratando de enfurecerme.
.-“Eres un cabrón” le insulté.
.-“No decías eso mientras te
acariciabas dentro del coche, ¿ en quién pensabas entonces?, ¿en tu marido?.
Menuda puta estás hecha” me dijo en tono muy despectivo. Yo le solté un bofetón
que lo debió escuchar todo el bar. Él se quedó paralizado. Yo levanté la mano
con la intención de soltarle otra bofetada cuando me dijo:
.-“Esta bien calma,
tranquilízate” me dijo apoyando sus manos en mis hombros y tratando de poner
algo de paz, cambiando radicalmente de actitud.
.-“Llévame al hotel, por
favor” le rogué algo más relajada yo también, y con mejor tono de voz.
.-“Esta bien, tan sólo tengo
que resolver unos asuntos pendientes en una discoteca que hay aquí al lado y te
llevo al hotel, te lo prometo”, dijo ya calmado.
.-“¿Me lo prometes?” le
pregunté.
.-“Tienes toda la razón, he
sido un idiota al creer que una mujer como tú se acostaría conmigo. Te invito a
la última copa en la disco a la que tengo que ir y te dejo en el hotel, te lo
prometo. No me gustaría que esto termine así entre nosotros. Vamos, ¿qué te
parece?” dijo en un tono apaciguado tras la discusión.
La verdad es que tampoco me
gustaba terminar la noche con el mal sabor de boca. En parte yo también era
culpable de lo que había pasado, le había dado demasiadas esperanzas. Acepté
acompañarlo.
Nada más entrar a la disco me
di cuenta que todo el mundo conocía a Javier.
Nos dirigimos a la barra del
bar. La camarera le dio dos besos, pidió un par de consumiciones que no pagó.
Me presentó, se llamaba Carla. Estuvieron hablando un rato de sus cosas sin que
pudiera escucharlos debido al volumen de la música. Me sorprendió que se dieran
algunos picos en la boca mientras conversaban. Javier apuró su copa deprisa y
luego pude escuchar por su grito cómo le preguntó a la camarera que dónde
estaba el jefe.
.-“Espérame aquí” fue lo
último que me dijo antes de que desapareciera.
Transcurrió mucho rato y
Javier seguía sin aparecer. Yo había terminado mi gin tonic y la camarera con
la que se había saludado Javier me puso otra copa sin pedírselo. Este hecho me
llamó la atención, pues era como si supiera que Javier tardaría en acudir a
buscarme. Como había perdido la cuenta de cuantas copas llevaba encima y me
encontraba algo más que mareada, no quise darle mayor importancia.
Me fijé en algunas de las
gogos que bailaban sobre los pedestales y las camareras, eran todas muy
hermosas. Pude apreciar la mirada lasciva hacia todas ellas de los chicos
presentes en la disco. Debo reconocer que tuve cierta envidia de las chicas
contemplando la cara de deseo de los muchachos hacia sus cuerpos. A toda mujer
nos gusta sentirnos deseadas, y esa era una sensación que tenía olvidada.
Debido a la ingesta de alcohol en mi cuerpo, comencé a fantasear que era yo la
que bailaba sobre uno de los pedestales con varios tipos debajo a los que se
les caía la baba por mí. Entre ellos estaban Juan, Javier, Claudio , Jaume, el
chico de la barra en la fiesta y todos cuanto en algún momento de esa noche
había sentido sus miradas clavadas en mí. Estaba apurando la copa absorta en
mis fantasías, cuando vi aparecer a Javier bastante sonriente.
.-“¿Veo que vienes muy
contento?” le comenté sorprendida por su nueva actitud.
.-“Acabo de ganar mucho
dinerito” dijo en voz alta de manera que también lo escuchó Carla.
.-“Habrá que celebrarlo” dijo
Carla que había escuchado lo anterior.
.-“¿Por qué no te vienes al
hotel?” preguntó Javier mirando muy sonriente a la camarera.
.-“Lo siento hoy salgo tarde,
veré que puedo hacer” dijo despidiéndose de Javier dándole esta vez un beso en
la boca algo más apasionado. Pude ver como la camarera le pasó un papel a
Javier tratando de disimularlo como si yo no debiese de enterarme. Salimos de
la disco y nos dirigimos hacia el coche con dirección al hotel. Ambos dábamos
la noche por finalizada.
Llegamos al hotel en
relativamente poco tiempo, intercambiamos pocas palabras durante el trayecto,
en parte debido a mi borrachera y cansancio acumulado y en parte porque Javier
conducía con la música tipo house a todo volumen. Por suerte en el hotel se
podía acceder directamente desde el ascensor del parking a las habitaciones. Me
alegré de no tener que pasar por el hall, seguramente el personal de guardia
pensaría cualquier cosa de verme vestida como estaba.
Una vez llegamos a la planta
de las habitaciones nos despedimos fríamente.
.-“Hasta mañana” le dije una
vez me detuve frente a la puerta de mi habitación.
.-“¿Seguro que no quieres tomar
una última copa conmigo en la habitación?” me preguntó cogiendo mis dos manos
con las suyas algo molesto y resignado a tener que pasar la noche solo.
.-“No gracias” le respondí
mientras nuestras manos se separaban lentamente. No sé por qué pero le di un
pico en la boca para despedirme. Supongo que sería porque lo vi en sus ojos que
suplicaban un gesto por mi parte. A decir verdad no se había portado mal
conmigo, en cierto modo él llevaba su particular fiesta y yo se la había
chafado. Tras darle el pico me giré para abrir mi puerta dejando que él
caminase hasta su habitación, justo contigua a la nuestra.
Nada más cerrar la puerta de
la habitación dónde me esperaba mi marido el espectáculo era dantesco. Yo
regresaba con ganas de darme una ducha y calmarme un poco, y lo que pude ver
era a mi marido vestido aún, dormido cruzado como un tronco sobre las camas, y
con todas las sábanas manchadas de vómito. Olía asquerosamente mal. Dios mío,
no me lo podía creer que estuviera sucediéndome eso a mí. Estaba furiosa, para
nada me apetecía limpiar aquello, y desde luego tampoco quería avisar al
servicio de habitaciones y tener que dar un montón de explicaciones.
Salí corriendo de la
habitación, en parte debido al fuerte olor y en parte enfurecida. Cerré la
puerta apoyando mi espalda contra la puerta y maldiciendo mi suerte. ¿Qué podía
hacer?. Para colmo tenía ganas de ir al servicio. Vi luz debajo de la puerta de
la habitación de Javier. No me lo quería creer pero era mi única opción. No me
quedaba otra que pedirle ayuda.
“Toc, toc” llamé con los
nudillos a su puerta.
.-“¿Quién es?” preguntó Javier
a la vez que abría la puerta. Se quedó sorprendido de verme ante él,
seguramente se esperaba a alguien del hotel. Abrió la puerta tan sólo con sus
boxers puestos y el móvil en la mano. Estaba chateando.
.-“¿Puedo pasar?” le pregunté
mientras lo miraba de arriba abajo sorprendida de verle tan sólo con su prenda interior.
Me fijé que marcaba abdominales y tenía un cuerpo bien musculado. Nada que ver
con mi marido. Desde luego no podía imaginarme semejante cuerpazo debajo de su
ropa. Me llamó la atención el tamaño de su pene bajo el boxer, de nuevo me
pareció grande. No pude evitar mirarlo. Daba la impresión de que hubiese estado
en erección hacía nada. No podía creer que ese chiquillo aguantase tanto en una
noche.
.-“Pues claro preciosa, ¿te lo
has pensado mejor?” me preguntó mientras me invitaba a pasar a su habitación.
.-“Necesito ir al servicio”
dije sin prestar mucha atención a lo que me decía y dirigiéndome directamente
al baño.
Mientras cruzaba la habitación
pude ver ropa desordenada por todos lados, enseguida me llamó la atención
escuchar los jadeos procedentes de la televisión, lo había sorprendido viendo
una película porno. Encima de la cama pude apreciar varios condones de todos
los colores y sabores. Me sorprendió ver un par de consoladores y lo que
parecía ser un dildo con sus correas y todo. También pude observar que sobre la
colcha de la cama había unas braguitas negras, que quise creer serían de alguna
de sus ligues, seguramente lo sorprendí masturbándose, pensé para mí, de ahí el
estado de su miembro al abrirme la puerta. Tampoco me llamó la atención a esas
alturas, que sobre la mesita de noche hubiese alguna que otra bolsita con
pastillas.
Cerré la puerta del baño nada
más entrar, hice mis cositas rápidamente, tiré de la cisterna, y me detuve a
mirarme en el espejo y tratar de pensar cómo salir de aquel embrollo. Todavía
estaba vestida tan sólo con mi minifalda plisada de cuadros, y la camisa
anudada en el pecho, y por supuesto sin bragas debajo. Tenía una pinta
horrible, una de mis trenzas se había casi deshecho. Decidí soltarme el pelo y quitarme
aquellas ridículas coletas. Estaba en ello frente al espejo cuando se abrió la
puerta del baño. Era Javier.
.-“Ophs, lo siento” dijo
entreabriendo la puerta “al oír la cisterna y no salir creí que te había podido
pasar algo, ¿va todo bien?” me preguntó mirándonos a través del espejo.
.-“Si, tan sólo estaba
arreglándome un poco, dame un segundo y salgo” le respondí. Pude ver su mirada
clavada en mis piernas y mi trasero.
.-“Esta bien, como quieras”
dijo cerrando la puerta tras de sí.
Yo continúe un rato más frente
al espejo. Me moría de vergüenza de tener que pedirle pasar la noche con él,
pero como explicarle que no era lo que pensaba. Tendría que empezar contándole
lo que había sucedido con mi marido y que por eso no quería dormir con mi
esposo en una habitación que daba aprensión entrar. Tenía que tener cuidado en
cómo lo decía, seguro que dicho de cualquier forma pensaría que me había
inventado todo ese cuento para pasar la noche con él e intentaría algo. Debía
pensar cómo actuar sin darle ninguna esperanza. Al final pensé que lo mejor
sería pedirle que me ayudase con mi esposo, avisase él al servicio de
habitaciones y les ayudase a limpiar las camas de mi habitación.
Cuando salí del baño Javier me
estaba esperando fumando un canuto sentado sobre la colcha de la cama.
.-“Toma, te sentará bien una
calada” dijo tendiendo el cigarro hacía mí. Yo la verdad estaba cansada y no
sabía como comenzar a explicarle todo el rollo y mucho menos cómo pedirle que
me ayudase con mi esposo que yacía borracho en la habitación de al lado.
.-“Gracias” es todo cuanto se
me ocurrió decir, mientras me sentaba frente a él en el borde de la cama.
.-“Me alegro que hayas venido.
Por cierto, te sienta mucho mejor el pelo suelto” dijo invitándome a sentarme
junto a él.
No supe que responder, quería
comenzar a pedirle que me ayudase con mi esposo, cuando me llamó la atención
entre todos los objetos variopintos que estaban tirados sobre la colcha, las
braguitas que yacían sobre la cama.
¡No me lo podía creer!, ¡era
mi tanga que daba por desaparecido!
.-“¿Cómo ha llegado esto hasta
aquí?” pregunté mezcla de malhumorada y sorprendida.
.-“¿Acaso son tuyas?” preguntó
algo sorprendido. Por un momento pensé que me estaba tomando el pelo. De sobra
lo sabía. Yo lo miraba estupefacta. Por mi expresión dedujo que quería una
explicación.
.-“Me las dio Claudio, alguien
se las debió de dejar olvidadas en su oficina” dijo tratando de convencerme que
desconocía mi pertenencia. Estábamos sentados uno frente al otro, yo cruzaba
mis piernas una por debajo de la otra.
.-“Ya..., ¿y no se te ocurrió
pensar tras verme cambiar en su despacho que podían ser mías?” le pregunté
tratando de desenmascarar su coartada mirándolo a los ojos.
.-“Lo cierto es que llegué a
pensarlo, sobre todo cuando esta noche comprobé que no llevabas bragas.
¿Todavía sigues sin nada debajo?” preguntó tendiendo su mano sobre mi pierna
acariciando mi muslo desde la rodilla hasta justo el inicio de la minifalda.
Yo le aparté su mano con la
mía deteniéndolo en el justo momento en que comenzaba a deslizarla por debajo
de la tela de la falda, y le dije:
.-“Eso a ti no te importa. No
sé qué te habrás imaginado, pero no he venido a lo que tú te piensas” le dije
mirándolo a los ojos.
.-“¿Y a que has llamado
entonces a mi habitación?” me preguntó asombrado aún por mi rechazo.
.-“Mira..., mi marido está
tirado encima de la cama borracho como una cuba, para colmo ha manchado las
sábanas de mi cama de vomito...” de pronto él me interrumpió.
.-“Ya , y ¿supongo que quieres
que te ayude?” dijo cortando mis explicaciones.
.-“Si bueno, tu sólo vas a
dormir en una cama, me podías dejar las sábanas de la otra cama y ayudarme a
cambiar las que ha manchado mi marido” le dije poniendo cara de niña buena.
.- ¿Y por qué supones que te
ayudaría? Me preguntó mirándome a los ojos. Yo me encogí de hombros, no supe
que responder para convencerlo. El continuó preguntándome.
.-“¿Sabes lo que pensaba
hacer?” me preguntó de nuevo. Yo negué con la cabeza, para nada me podía
imaginar su respuesta.
.-“Estaba llamando por el
móvil a Carla la camarera de la disco, que me ha pasado su móvil y estar con
alguien con quien terminar la noche como es debido y ¿a cambio me pides que te
ayude a limpiar lo que ha manchado tu esposo?. Dime ¿por qué iba a hacerlo?” De
nuevo lo miraba callada sin saber que responder.
.-“Esta bien, lo haré, con una
condición” me miró fijamente a los ojos.
.-“¿Qué es lo que quieres?” le
pregunté.
.-“Que te tomes una última
copa conmigo” me respondió rápidamente sin pensárselo. Yo di por sentado que
quería intentar seducirme por última vez a la desesperada, me pareció
relativamente razonable, total, tan sólo sería un rato más en esa larga noche.
.-“Tu ayúdame con las sábanas
y luego ya veremos” dije levantándome dispuesta a salir de la habitación. Él me
siguió detrás. No le importó salir al pasillo prácticamente desnudo como estaba
tan sólo con sus boxers puestos. Menos mal que a esa hora no había nadie en los
pasillos del hotel.
Nada más entrar me ayudo a
mover a mi esposo y recostarlo en una sola cama, la que estaba limpia. Pudimos
desnudarlo entre los dos, quitándole la ropa que había ensuciado. Juan se fijó
en el tamaño del miembro de mi esposo que yacía flácido al quitarle la ropa y
me dijo:
.-“Deberías probar algo más
grande”. A mí me sentó mal el comentario así que le dije:
“¿No eres tan machito?, pues
ahora por listo continúa tú solito, mientras yo me voy a dar una ducha” y lo
dejé ahí en medio de la habitación cambiando las sábanas de la otra cama.
Por fin pude darme una ducha y
relajarme tranquilamente. Lo cierto es que transcurrió un tiempo desde que me
metí bajo el agua cuando la puerta del baño se abrió y entró Javier con las
sábanas sucias. Pese a que el cristal de la mampara era translúcido y tan sólo
se adivinaba la figura tras de sí, yo me giré para que no pudiera verme, aunque
irremediablemente le mostraba mi trasero y mi espalda enjabonada.
.-“Pero que haces, sal de
aquí” le ordené.
.-“Tranquila, caperucita que
no muerdo. Creí que habías terminado, tan sólo he venido a dejar las sábanas
sucias en el cubo del baño”. Me dijo sin dejar de mirarme tratando de captar algún
detalle de mi cuerpo.
.-“Sal de aquí” le volví a
gritar.
.-“No tardes, todavía me debes
una copa, princesa” me dijo cerrando la puerta del baño.
Lo cierto es que me estaba
arrugando del tiempo que llevaba en el agua. Mientras me aclaraba por última
vez no pude evitar fijarme en mi coñito. Me lo había rasurado esa misma mañana
pensando en un final feliz con mi esposo y el muy imbécil lo había echado todo
a perder.
Una vez salí del plato de la
ducha me di cuenta que toda mi ropa de noche limpia estaba fuera en la
habitación. Me envolví en una toalla del hotel, que anudé entre mis pechos.
Aunque la toalla era grande me venía justa para tapar mis pechos y mis
intimidades a la vez, dejaba ver generosamente mis piernas hasta casi el inicio
de mi entrepierna.
Cuando salí del baño en busca
de mi ropa en la maleta, Javier me estaba esperando con dos copas en la mano.
Había cambiado las sábanas y había ventilado el cuarto. La luz procedente de la
televisión era tenue e indirecta creando un ambiente muy relajado.
.-“Estas espectacular, toma
bebé, un último trago” dijo tendiendo una copa de champán entre mis manos.
Debía ser la única bebida alcohólica en el mueble bar. Yo la acepté pensando en
terminar cuanto antes.
.-“Por nosotros” dijo chocando
su copa con la mía brindando e invitándome a beber.
A mí me llamo la atención el
color rosáceo de mi copa en contraste con el color amarillo pajizo de la suya.
No le quise dar mayor importancia, pensé que sería fruto de los reflejos de la
luz de la habitación, pese a estar casi en penumbra. Pude ver que de nuevo en
la tele había un canal erótico. La copa me supo un poco amarga para ser
champán.
Javier se dio cuenta de mis
dudas tras el primer trago, y rellenando mi copa y la suya hasta acabar la botella
que había abierto, dijo de nuevo brindando lo típico de...
.-“Venga de un solo trago,
arriba, abajo, al centro y para dentro.” Yo le seguí el brindis y cuando llegó
el momento de beber apuré mi copa de un trago hasta el final. Javier no dejaba
de mirarme a los ojos mientras él también bebía como tratando de sopesar la
cantidad que yo ingería.
Pronto comencé a marearme. Fue
entonces cuando tuve la sospecha de que me había drogado. Me empezaba a marear,
y mi vista se nublaba. Todas mis sensaciones se concentraban en los estímulos
que provenían de mi bajo vientre. De pronto tuve un calor interno que hacía que
ardiese por dentro. Era como si pudiera notar el aumento incesante de
temperatura entre mis zonas sensibles y el resto del cuerpo. Debido al contraste
de temperatura mis pezones se pusieron de punta. También los notaba mucho más
hinchados y sensibles, incluso el roce con la misma toalla que me cubría me
estimulaba.
.-“¿Qué me he tomado?” le
pregunté a Javier en un arranque de control en mis pensamientos.
.-“Tranquila es una sustancia
bastante común que se conoce como roofie” dijo Javier “concretamente
clonacepam” terminó por decir mientras me miraba tratando de comprobar mi
reacción.
.-“¿Qué hacen?” pregunté
temerosa de lo que había disuelto en mi copa.
.- “Se trata de un anestésico
quirúrgico que al mezclarse con el alcohol ocasiona un efecto que incrementa la
apetencia sexual” dijo Javier tomando otra pastilla de color azul delante de mí
“no temas, primero te ayudará a desinhibirte y luego no podrás controlar tus
instintos.” Dijo sonriendo maliciosamente.
Mis rodillas temblaban y
comenzaba a costarme mantenerme en píe. Me apoyé de espaldas a la pared. Javier
se acercó a mí y sujetándome por la cintura contra la pared impidió que me
cayese redonda.
.-“Me gustaría darte un beso”
dijo agarrándome por la cintura con su cuerpo pegado junto al mío y su vista
clavada en mis ojos. Todo en cuanto yo podía pensar en ese momento era en el
extraño calor acompañado de un leve picor en mi vagina. Además nunca antes
había sentido mis pechos tan duros y sensibles a la vez.
Javier observando expectante
mis reacciones, y mirándome fijamente a los ojos trató de besarme en la boca.
Yo giré la cabeza para impedirlo. Era incapaz de oponer mayor resistencia, mi
voluntad estaba siendo anulada por los efectos de las pastillas. Fue entonces
cuando pude ver a mi marido por encima del hombro de Javier tumbado
inconsciente sobre la cama.
Javier por su parte comenzó a
besarme por el cuello. Una explosión de sensaciones tuvo lugar en mi cuerpo
cuando su boca lamió mi lóbulo de la oreja. Aquella caricia siempre me volvía
loca y ahora mis estímulos se veían multiplicados por mil debido al efecto de
los estupefacientes consumidos.
.-“No” susurré cuando comprobé
que me estaba poniendo cachonda sin poder controlar mis instintos. Javier hizo
caso omiso y continuó dándome besitos por el cuello y la cara buscando mis
labios. Yo giraba mi cara justo en el momento en el que trataba de besarme en
la boca, pero le permitía que siguiese besándome por el cuello mientras me
sujetaba abrazada. Estaba con los ojos cerrados abandonada a miles de estímulos
a cada cual más excitante. Era incapaz de pensar con claridad. En un momento
dado su boca se encontró con la mía. Yo abrí levemente mis labios y su lengua
exploró cada rincón de mi boca. Era la primera vez que otro hombre que no era
mi esposo me besaba en la boca, y para colmo lo estaba haciendo en presencia de
mi marido. De no estar rodeada en sus brazos me hubiese caído ahí misma en la
habitación.
Las manos de Javier comenzaron
a acariciarme el culo por encima de la toalla primero y luego por debajo. Yo no
dejaba de mirar a mi marido totalmente inconsciente. Pude notar el contacto de
sus manos con la suave piel de mi culito mientras no dejaba de besarme en la
boca. Yo me dejaba hacer, no podía hacer otra cosa que dejarme manosear.
.-“No” volví a susurrar, pero
a esas alturas estaba totalmente abandona a las caricias de Javier contra la
pared de la habitación. De nuevo pude ver a mi marido tumbado en la cama.
Mi amante me obligó a
mantenerme en píe apoyada sobre una pierna y a rodear su cintura con la otra.
De esta forma podía acariciarme la pierna a su antojo y tener libre acceso a
mis intimidades. Cuando su cuerpo me aplastó contra la pared pude notar su
polla a través de sus boxers pegada contra mi chichi. Aquella sensación terminó
por ponerme cachonda hasta el punto de perder el control. El calor incesante no
dejaba de producir extrañas sensaciones de picor en el interior de mi vagina.
Necesitaba aliviarlo como fuese, mi cuerpo me pedía a gritos que me follasen.
Cuando Javier comprobó que era
yo misma quien quería notar su presencia y el roce de su cuerpo junto al mío,
pasó a acariciarme de forma mucho más descarada. Yo estaba haciendo fuerza con
la pierna que lo rodeaba para que no se separase ni un milímetro su miembro de
mi pubis, una de sus manos acariciaba mis hinchados pechos mientras la otra
acarició por primera vez mis labios vaginales.
.-“Estas empapada” dijo cuando
introdujo un dedo en mi interior. “lo estabas deseando eh” continuó hablando.
Ahora fui yo quien lo besó
para que no me hablase, era como si sus palabras me despertasen del sueño en el
que me encontraba. Una vez se separaron nuestras bocas Javier deshizo el nudo
de la toalla entre mis pechos. De separarnos la toalla caería mostrándome
desnuda por primera vez en mi vida ante un hombre que no era mi esposo. Por un
momento tuve miedo de que mi cuerpo no le gustase a Javier. Para nada tenía ya
la figura de una adolescente como las que se había follado Javier esa misma
noche.
Sus manos dejaron de
acariciarme cuando su cuerpo se separó del mío con la clara intención de que la
toalla cayese al suelo y contemplarme desnuda. Yo me tapé mi pubis con las
manos en un atisbo de pudor y vergüenza. El separó mis manos y sin dejar de
admirar mi cuerpo me dijo:
.-“Eres preciosa” y dicho esto
se arrodilló ante mí guiando una de mis piernas por encima de su hombro. Estaba
claro lo que iba a suceder. Mi marido nunca me había practicado sexo oral, y
sin embargo en esos momentos deseaba más que otra cosa en el mundo que la boca
de Javier calmase el calor que manaba de mi vagina.
Notar su boca en mis labios
vaginales fue un alivio extraordinario. Nunca había sentido algo así, agarraba
a Javier por el pelo para que no parase. Sus manos recorrían todo mi cuerpo.
Pronto comencé a realizar pequeños movimientos circulares con mi pelvis en
busca de mi orgasmo. Contemplar la cara de Javier inmersa entre mis piernas
mientras me comía el coño me provocaba un morbo indescriptible. De vez en
cuando miraba a mi marido inconsciente en la cama. No quería que se despertase
por nada del mundo.
En cierto modo pensaba que se
lo tenía bien merecido, había preferido emborracharse a estar conmigo. Yo en
esos momentos necesitaba a alguien que aliviase el estado de excitación en el
que me encontraba, y desde luego él no estaba en condiciones. Al mismo tiempo
el hecho de que estuviera presente aumentaba el morbo de la situación en mi
desvariada mente.
Me sentía deseada como nunca
me había hecho sentir mi marido, y además Javier me estaba proporcionando un
placer indescriptible y descubriendo nuevas sensaciones en mi cuerpo. De
repente se detuvo, me miró desde su posición con unos ojos que no olvidaré
jamás.
.-“¿Qué haces?. Continua” le
dije suplicante.
.-“Es tu turno” dijo
incorporándose y desprendiéndose de sus calzoncillos. Estábamos desnudos el uno
frente al otro. Me abrazó de nuevo por la cintura y me propició otro beso en la
boca. Esta vez pude apreciar el sabor de mi propio sexo en su boca. En otras
circunstancias me hubiera repugnado, pero esta vez me supo a gloria.
Javier se sentó en el borde de
la cama, justo enfrente de un espejo que había en el armario de la habitación.
Yo me arrodillé a sus pies. Mi culo descansaba sobre mis talones y lo miré
directamente a los ojos antes de comenzar a besar su miembro. Al principio le
daba pequeños besos en el prepucio hasta que poco a poco comencé a introducirme
su glande en la boca. Se notaba que a él le excitaba de sobremanera mi
inexperiencia. En verdad estaba siendo un poco torpe. El olor de su sexo me
embriagaba por completo. Quise excitarlo aún más y comencé a refrotar mis tetas
por sus piernas. Me estaba comportando como una putilla y eso nos excitaba a
los dos. Comprobé que le gustaba sentir la suave y blandita piel de mis pechos
por los pelos de sus piernas. Él me recogió el pelo para contemplarme mejor.
Era evidente que le encantaba verme sometida a sus pies, no dejaba de mirarme a
la cara y también mi cuerpo través del espejo.
No sé cuánto tiempo estuvimos
en esa posición, a mí me pareció una eternidad, hasta que pude notar los
primeros espasmos sacudir su polla entre mis labios. Por un momento temí que se
corriese en mi boca, amén de que no me gustaba, creí que no tendría aguante
para nada más, y por primera vez en mi cabeza me di cuenta yo misma que deseaba
ser penetrada por esa polla. Lo necesitaba más que a nada en el mundo apaciguar
el calor de mi cuerpo y correrme como nunca.
Por eso mismo me sorprendí a
mí misma cuando incorporándome rápidamente sin darle tiempo a reaccionar me
senté a horcajadas encima suyo y guiando con mis propias manos su polla hasta
mi coño comencé a refrotármela por todas mis partes.
.-“¿Es esto lo que querías no?
.Follarme de una vez.” Yo me abrazaba con una mano a su cuello mientras con la
otra agarraba su polla deslizándola entre mis labios vaginales.
.-“¿Estarás orgulloso de
follarte a la mujer de tu amigo, eh?” yo misma me excitaba susurrándole
barbaridades al oído.
.-“No te dá vergüenza, en su
cama, junto a su marido” ahora hundí su cabeza entre mis pechos. El comenzó a
lamerme los pezones.
.-“Eso es, así , vamos cómeme
las tetas” yo nunca le había hablado así a mi marido y descubrí que me
excitaba.
.-“Uuuhmm, me encanta, que
bien lo haces. ¿Seguro que le has comido las tetas a todas esas putillas, eh?”
he de reconocer que me excitó imaginarme a Javier acostándose con todas esas
niñas y sentirme utilizada como una más en su historial.
.-“Te gustan mis tetas, ¿o
prefieres los pechitos de las niñas?” no pude aguantar más estaba totalmente
desenfrenada. Necesitaba sentir su polla en mi interior.
.-“Quiero que me folles” le
susurré en el oído al tiempo que guiaba su polla hasta la entrada de mi coñito.
Javier continuaba lamiendo mis pezones sin decir nada, disfrutando de mi
comportamiento.
.-“Aaaaaaah” tuve que ahogar
mi grito mordiendo su hombro para no despertar a mi marido cuando su polla se
abrió paso en mi interior. Me fui sentando poco a poco sobre su polla,
saboreando cada centímetro que me penetraba. Era algo indescriptible para mí.
El gozo era tremendo. Una vez se hubo acomodado su miembro en mi interior
comencé a cabalgarlo.
Al principio con mucho ímpetu,
con ganas, desesperada, pero al hacer ruido los muelles de la cama no me
quedaba otra y bajé el ritmo. Ahora nos mirábamos a cierta distancia. El me
cogía por el culo para acompasar mis movimientos. Yo no pude evitar acariciarme
el clítoris con una mano mientras nos mirábamos fijamente a los ojos.
Estaba próxima al orgasmo y él
lo sabía. Quería admirar como me corría, por eso no tuvo prisa, tan sólo se
deleitaba mirando mi desesperación por alcanzar el orgasmo. Pronto pudo
observar las primeras sacudidas, tuve que besarlo en la boca para ahogar mis
gemidos. Segundos más tarde me convulsionaba abrazada a su cuerpo. Me había
corrido en el mejor orgasmo sin duda de toda mi vida. Los espasmos de mi cuerpo
delataban que me había corrido para satisfacción de mi amante, que ahora se
sonreía y deleitaba con el espectáculo de mi cuerpo.
.-“¿Y tú?” le pregunté una vez
me hube recuperado un poco. Quería saber que era capaz de correrse pensando en
mi cuerpo. Por un momento temí que mi cuerpo de mujer no fuera lo
suficientemente excitante para él. Necesitaba sentirme deseada y utilizada.
.-“Ven date la vuelta” me
indicó tumbándome sobre la cama y poniéndome a cuatro patas.
Me la metió de nuevo de golpe
y sin miramientos, me agarró fuerte por las caderas y comenzó a moverse de
forma casi violenta. Yo estaba de frente perpendicular a mi marido. Aquello no
me estaba gustando, de repente dejó de ser cariñoso conmigo y comenzó a
empujarme con mucha fuerza. Podía notar sus huevos golpear contra los cachetes
de mi culo. Aunque tal vez lo que más me incomodaba era estar de frente a
escasos centímetros de mi marido mientras me follaban con rabia a cuatro patas
por detrás.
Quise terminar cuanto antes
con aquella situación que comenzaba a resultarme desagradable, por lo que fui
yo quien comenzó a moverse intentando llevar el ritmo y excitar a Javier para
que se corriese cuanto antes.
.-“Joder, menuda zorra estas
hecha. Dejarte follar delante de tu marido. Las he conocido bastante putas,
pero como tú ninguna” dijo al tiempo que me dio una nalgada en el culo que
resonó en toda la habitación.
Yo temí que mi marido se
despertase. Además comenzaba a secarse mi vagina y me hacía algo de daño. A
Javier le costaba correrse y para colmo no dejaba de decir tonterías.
.-“¿Te gusta por detrás, eh
zorra?” no dejaba de golpearme con furia. Yo deseaba que terminase cuanto
antes, permanecía impasible estrujando las sábanas con la cara contra el
colchón, en cierto modo concentrada en soportar el ligero dolor debido a la
sequedad. Pude notar como escupió tratando de lubricar su polla, pero su saliva
resbaló sobre mi culo. Era la primera vez que me escupían y me resultó
asqueroso. Nunca me había hecho falta eso. Me hizo sentir sucia.
“Aaaagh” chillé mordiendo las
sábanas cuando noté que un dedo suyo me penetró en el ano. Aquella caricia era
totalmente nueva para mí y me cogió por sorpresa.
.-“¿Pero qué haces?” me giré
para preguntarle algo aturdida.
.-“¿Tu qué crees preciosa?” me
respondió al tiempo que comenzaba a mover su dedo dentro y fuera de mi
esfínter. Lo cierto es que ese dedo en mi ano estimulaba zonas de mi cuerpo que
nunca antes habían sido provocadas. Me sorprendió que no me doliese. Siempre
creí que aquello me dolería, pero al contrario debía reconocer que no era
doloroso.
Estaba absorta en mis
sensaciones cuando un segundo dedo de Javier dilató mi esfínter. Esta vez sí me
dolió un poco, pero enseguida se disipó.
Miré de nuevo a mi marido, de
no remediarlo iba a ser enculada por primera vez en mi vida y en su presencia.
Sentía cierta curiosidad por experimentar como sería aquello, por el momento no
me dolía.
Javier hizo fuerza con su
cuerpo y ambos caímos encima de la cama. Mi cara golpeó la rodilla de mi esposo
sin poderlo remediar pues el peso de Javier sobre mi espalda me impedía
moverme. Pude notar como sacaba su polla de mi interior y guiaba la punta de su
pene hasta mi ano. Comenzó a hacer fuerza sin que yo pudiera evitarlo.
.-“Aaaagh” su polla se abrió
paso a través de mi esfínter. Tuve que morder el pantalón de mi esposo para
ahogar mis gritos mientras estrujaba con fuerza las sábanas entre mis manos.
Javier se recostó encima de mi espalda y comenzó a moverse despacito,
saboreando el momento.
.-“Tu amigo Juan me había
contado las muchas pajas que se había hecho cada vez que te veía el culito en
bikini, me decía que tienes el culo más rico que ha visto nunca, y sabes....,
no le falta razón” me susurró en la oreja. Por un momento recordé las miradas
lascivas de mi amigo esa misma tarde y me imaginé a Juan masturbándose a mi
costa. Continuaba tratando de ahogar mis gemidos y aferrándome a las sábanas
las cuales apretujaba en un nudo con mis manos.
.-“Ya noto que tu marido nunca
te lo ha hecho por el culo, no sabe lo que se pierde” continuaba susurrándome
en el oído.
.-“Sabes, tenía ganas de
reventarte el culo desde el primer momento en que te vi, y lo mejor es que tu
sabías que pasaría” me decía Javier en el oído.
.-“Uuuuhm, siiiih, sigue
Javier, no pares” deseaba que se corriese dentro de mi culo y en presencia de
mi marido. Por su parte al verme tan sumisa no tardo mucho tiempo en correrse.
Pude notar los espasmos de su polla dentro de mí.
Antes de que pudiera girarme y
decir nada introdujo una pastilla en mi boca. No me quedó más remedio que
tragar.
Un fuerte sueño se apoderó de
mí. Era incapaz de mantenerme despierta. Caí rendida y dormida.
A la mañana siguiente fue mi
marido quien me despertó. Me dio un cariñoso beso y me dijo:
.-“Es hora de levantar,
debemos dejar la habitación. ¿Qué tal has dormido?” me dijo al tiempo que
corría las cortinas y una fuerte luz del sol irrumpía en la habitación, “Me doy
una ducha mientras te vas levantando, ya te contaré he tenido unos sueños muy
extraños y eróticos a la vez. Soñé que hacíamos un trío, Javier, tu y yo,
imagínate, una locura” me dijo mientras se quitaba el pijama y se metía en la
ducha. Una vez escuché el sonido del agua en la ducha traté de levantarme. Me
dolía mucho la cabeza, pero me dolía mucho más el culo.
Coincidimos con Juan en la
cafetería del hotel, el cual nos indicó que Javier había tenido que salir
temprano por la mañana. Regresaríamos los tres de vuelta a nuestra ciudad. Me
costó un par de días poder sentarme sin tener que acordarme de Javier, al que
por cierto no he vuelto a ver.
Besos,
Sandra.
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