SEXO, DROGA Y ROCK AND ROLL
Estos hechos sucedieron
durante el concierto que los Rolling Stones ofrecieron el pasado 25 de junio
del año pasado en el estadio Santiago Bernabéu de Madrid. Mi marido había
logrado hacerse con un par de entradas, y a pesar de que el concierto era en
miércoles, habíamos decidido desplazarnos desde nuestra ciudad en coche para
disfrutar del espectáculo. Mi esposo intentó que le dieran un par de días de
fiesta en su trabajo, pero al final sólo logró que le dieran el jueves siguiente
al día del concierto. El motivo es que tenían una reunión importante esa misma
mañana en su empresa con un grupo inversor, y no podía faltar de ninguna de las
maneras posibles. Aún con todo nos propusimos salir a media tarde y llegar a
tiempo para el concierto. Eran unos cuantos kilómetros, sonaba a paliza, pero
merecía la pena por un concierto de los Rolling. No teníamos nada planeado,
íbamos a la aventura, disponíamos de todo el día siguiente para descansar. Así
que no había tanto problema.
Para los que no me conozcan
decir que me llamo Sandra, tengo treinta y un años, y estoy casada desde hace
algún tiempo con mi marido. Aunque no todo es como yo quisiera en nuestro
matrimonio. Como en muchas otras parejas todo es rutina y monotonía. La vida
nos va bien, así que ya estamos acomodados en nuestra zona de confort. Tenemos
un hijo en común, y aunque en alguna ocasión he tenido las ganas de serle
infiel a mi esposo con otros hombres, siempre he preferido sacrificar mi
apetito sexual, con tal de no romper con marido y defraudar a mi hijo. En parte
porque mi marido trabaja mucho y apenas me presta la atención que necesito. Yo
soy una mujer muy caliente, y la mayoría de las ocasiones tengo que conformarme
con imaginarme un amante más apasionado mientras lo hago con mi esposo.
Me gusta vestir sexy, provocar
no solo a mi marido sino también a otros hombres, intentar ponerlo celoso. Me
encanta que me miren, sobretodo cuando salgo con mi esposo, aunque éste no se
da cuenta la mayoría de las veces. Y en la soledad de mi intimidad me consuelo
pensando que podían pasarme cientos de aventuras.
A lo que estábamos…
Nada más salir mi marido de la
oficina salimos de viaje hacia Madrid. Tuvimos suerte al encontrar aparcamiento
por la calle Jiloca, muy cerca del estadio, por lo que sólo teníamos que
recorrer parte de Avda. Concha Espina para llegar andando al Bernabéu. Para los
que no son de Madrid, decir que son calles pequeñitas, con muchos recovecos,
zonas verdes, y en general poco iluminadas, pero ideal para nuestro propósito.
El caso es que a pesar de la
paliza del viaje, mi marido quiso que nos acercásemos con tiempo por las
inmediaciones del estadio, ya sabéis el ambiente que se respira siempre en este
tipo de conciertos. Yo le sugerí que descansase un poco, pero él quiso entre
otras cosas ojear y comprarse alguna camiseta de la gira por los alrededores.
De esta forma pudo deshacerse de la camisa y corbata del traje que había
llevado durante todo el día, y camuflarse un poco entre la gente tan variopinta
que había.
Por mi parte, sabiendo que los
del tiempo daban una media de treinta graditos para esa noche en Madrid, y el
calor que se pasa en los conciertos, había decidido salir de casa con algo más
cómodo, unos shorts vaqueros y una camiseta de tirantes finos por arriba. Por
cierto, que los shorts, como bien dice la palabra me venían muy cortos, pues me
puse unos que eran ya algo viejos, y de milagro que no asomaban mis nalgas por
la parte inferior. En la parte superior decidí no ponerme sujetador, no me
agrada que se noten los tirantes, opté por la comodidad, y por suerte aún
conservo unos pechos álgidos y turgentes.
Mi esposo quiso tomar una copa
en la famosa esquina del Bernabéu antes de acceder al concierto, y lo que en
principio iban a ser un par de cañas y alguna tapa para picar, se convirtieron
en un par de jarras de cerveza, que bebimos con cierta prisa debido a las ganas
por entrar. He de decir que yo no estoy muy acostumbrada a beber cerveza, y
mucho menos tan rápido, así que reconozco que lograron entonarme ya un poquito.
Nada más entrar ya estaba la
pista bastante llena de gente, intentamos situarnos lo más cerca posible del
escenario, pero tuvimos que conformarnos con quedarnos a media pista. Todavía
quedaba casi una hora para que comenzase el concierto, así que decidimos
esperar pacientemente. Yo que me conozco en estos casos lo que ocurre al beber
cerveza, le dije a mi marido que prefería ir al servicio antes de que comenzase
el concierto, no fuese que luego me entrasen ganas de orinar a mitad concierto.
Mi marido me sugirió guiñándome un ojo que a mi regreso pidiese otro litro de
cerveza en la barra. Me despidió con un beso en la boca y una palmada en el
culo.
Yo sabía perfectamente, que
cuando se pone así de tontorrón quiere decir que tiene ganas de beber hasta
entonarse. Acepté seguirle el juego debido a la euforia del momento, y el
ambientazo que hacía presagiar un gran concierto. Me hice a la ilusión de que
terminaríamos durmiendo en algún hotelucho, haciendo el amor como la ocasión se
merecía, y logrando que la noche fuese verdaderamente inolvidable a pesar de la
resaca.
Tuve que esperar mucho tiempo
para acceder al baño de chicas más cercano que pude ver, y luego otro rato
hasta que me sirvieron el litro de cerveza en la barra, por lo que transcurrió
bastante tiempo desde que abandoné a mi marido en la pista. A mi regreso a la
zona en la que dejé a mi esposo, pude ver como la gente se había sentado en el
suelo haciendo algún que otro corro.
Pude ver desde lejos que mi
marido estaba sentado y rodeado de un grupo de gente, que parecían amigos entre
ellos, aunque desconocidos para nosotros. Serían unas diez personas en total,
tres parejas y unos cuatro hombres a los que se les veía solteros. Todos ellos
tendrían alrededor de cincuenta o cuarenta y tantos años, esto es, parecían
algo mayores que nosotros. Tenían pinta de auténticos rockeros, camisetas
negras, prendas de cuero, y tatuajes en sus cuerpos. Nada que ver con nosotros.
.-“Madre mía cómo se pondrá mi
marido el pantalón del traje de sentarse en el suelo” pensé nada más verlo. “Ya
lo puedo llevar mañana a la tintorería”.
En lo que logré alcanzarle
pude percatarme que se encontraba rodeado de otros chicos, seguramente los
desemparejados, y que conversaba sobretodo con uno de ellos sentado a su
derecha, desde mi posición no lograba verle bien la cara pues me daba la
espalda a mi posición. Sólo podía ver que llevaba la cabeza rapada o era calvo
y que era bastante grueso. En el otro extremo del corro se veían a las parejas
que estaban como en otro tipo de conversación, más a lo suyo. Antes de
alcanzarlos observé también que entre todos se pasaban litros de cubatas y se
liaban algún porro. No lograba entender que hacía mi marido en medio de ese
tipo de gente.
Tuve que ver como el nuevo
compañero de mi esposo le ofrecía beber de uno de los cubatas, y como incluso
después de dar un pequeño sorbo mi marido por simple cortesía, éste le incitaba
a que bebiese más, por lo que mi marido terminó por dar un buen trago a la
litrona. Por unos momentos pensé que la intención de su nuevo amigo era
emborracharlo.
.-“Hola” dije nada más llegar
por su espalda sorprendiendo a mi marido.
.-“Hola cari” dijo mi marido
incorporándose para darme un pico en la boca y hacerme sitio entre su posición
y la de su nuevo amigo. “Este es Mikel, te presento” dijo al tiempo que me
hacía señas para que me sentase en el suelo en medio de ambos. Yo por mi parte
me concentré en no caer y derramar el litro de cerveza que ocupaba mis manos.
.-“Encantada” dije nada más
sentarme entre mi esposo y el tal Mikel, con el que intercambié dos besos de
cortesía y agradecí con un gesto por ayudarme a no caer.
Fue entonces cuando pude
apreciar que Mikel era el típico tío regordete, calvo y con barba, las orejas
perforadas, y sus flácidos brazos llenos de tatuajes. Por supuesto vestía unos
pantalones de cuero, y llevaba para la ocasión una camiseta negra con el
insolente emblema de los rolling sacando la lengua. Parecía el típico motero de
Harley Davinson.
.-“Déjame que te presente al
resto de la banda” dijo Mikel en jerga rockera con cierto acento entre vasco y
navarrico, como si el resto de amigos fuesen un grupo de rock. Por sus primeras
palabras pude apreciar que Mikel era indudablemente el líder del grupo, mejor
dicho, el que llevaba la voz cantante.
.-“Este es Cors. Cors es
productor. Hace películas, ha venido desde holanda” dijo concediéndole cierto
aire de importancia y señalando al tipo que estaba al otro lado de mi marido.
Cors levantó la mano a modo de saludo indio, y yo asentí con la cabeza
correspondiéndole.
Hasta entonces no me había
fijado en Cors, pero nada más presentármelo sentí que era de esas personas por
las que sin saber porqué experimentas cierto magnetismo. Su forma de mirarme
era distinta. Sus rasgos también. Tenía ese aire de extranjero que lo hacía
distinto al grupo de españolitos que le rodeaban. Apenas presté atención y pude
recordar el resto de nombres que saludaba de manera autómata entre la gente que
terminaba por conformar el corro.
Mi mente se había detenido en
la presentación de Cors. No lograba entender porqué. Tampoco es que fuese muy
guapo, pero supongo que caí atrapada por su forma de mirarme desde que llegué.
Es más, desde que lo miré a los ojos ya no pude pensar en otra cosa que no
fuese esa inquietante mirada clavada en mí como centro de atención y novedad
dentro de aquel grupo de amigos.
Una vez terminadas las
presentaciones sentí la necesidad de volver a mirar y sonreír a Cors. Él, que
no me quitaba ojo de encima ni un segundo, me devolvía la sonrisa una y otra
vez.
Cors vestía como el resto del
grupo de negro, llevaba media melena, y barba de tres días. Al observarlo
detenidamente pude fijarme en su look dejado y descuidado. Detrás de esa
apariencia de rockero, se escondía un tipo misterioso con una mirada
inquietante y cautivadora para mí. Me sentía atrapada por su mirada, todo el
rato observándome y sonriéndome.
¿Porqué me miraba así?. Pude
fijarme en algún detalle, por ejemplo en su tímido tatuaje, sus anillos en los
dedos y que tenía un piercing en la boca, concretamente atravesando su lengua.
Nunca logré entender porque la gente se agujereaba el cuerpo de esa manera, y
mucho menos en una zona tan sensible como la lengua. Fue mi marido quien me
despertó de mi ensoñación mientras contemplaba embobada al tal Cors.
.-“Mikel tiene una tienda de
tatoos” dijo mi marido mientras me daba un codazo, para acto seguido
arrebatarme el litro de cerveza de mis manos y darle un buen trago.
Ahora pude entender el interés
de mi marido en conocer a Mikel. Mi esposo es representante de una marca
farmacéutica, y entre otras cosas comercializan material esterilizante.
Seguramente se estaba preguntando si podría tener mercado en negocios de
tattoos.
.-“No me decías que querías
hacerte un tatuaje” dijo mi marido “pues pregúntale a nuestro amigo todas las
dudas que tengas” terminó por explicar.
Yo no supe que decir, me puse
colorada, pues lo del tatuaje era algo que pensaba hacerme chiquito cerca del
pubis y que solo se lo había comentado a mi marido, ni tan siquiera a mis
amigas. Menos mal que Mikel era un tipo bastante comprensivo y algo
dicharachero.
.-“Lo primero que tienes que
tener claro es el dibujo que quieres hacerte, luego el lugar. Yo siempre
recomiendo cierta discreción para empezar, y luego si te va el rollo seguir
decorando tu cuerpo. Aunque ya verás como si te animas y pruebas, esto engancha
y acabas dibujando todo tu cuerpo” mientras aquel tipo me hablaba pude darme
cuenta de los tatuajes que decoraban todo su cuerpo.
.-“¿Y cuántos tatuajes puedes
hacer en un día?” le preguntó mi marido como si nada, pero evidentemente
interesado en la respuesta.
.-“Depende” respondió Mikel
“en fin de semana puedes llegar a hacer veinte tatuajes o así por día, según lo
que te muevas. También depende de la época del año. Hacia la primavera tienes
más trabajo que en invierno, por ejemplo” concluyó nuestro nuevo amigo al
tiempo que le pasaban un litro de cubata al que dio un largo trago, y que luego
me cedió esperando que yo también bebiese.
No me hizo mucha gracia compartir
litro con un desconocido y mucho menos con esas pintas, pero imagino que estaba
acorralada y no tenía otra salida que darle un trago. Al terminar de beber mi
mirada se cruzó con la de Cors que no dejaba de observarme. Como mi marido
continuaba con nuestro litro de cerveza, yo le cedí el de cubata siguiendo la
ronda al tal Cors, quien al recogerlo se las ingenió para que nuestras manos
entrasen en contacto.
Guauuu, un escalofrío recorrió
mi cuerpo al notar su tacto. Era como si hubiesen saltado chispas a causa de
electricidad estática. Cors aceptó el litro sonriente, y sin dejar de mirarme a
los ojos. Madre mía que mirada tan penetrante tenía el tipo. De estar soltera
seguro que le hacía un favor, pero debía controlarme. No sabía muy bien por
qué, pero me gustaba que me mirase.
Cors le proporcionó un trago
al litro y lo pasó al compañero siguiente de su izquierda, quien este a su vez
le cedió un porrito al amigo holandés. Cors le dió una tímida calada y
enseguida se lo ofreció a mi marido. Yo me quedé de piedra al contemplar como
mi marido le daba una calada y se tragaba el humo como si fuese lo más normal
del mundo. Antes de conocerlo sí que fumaba, ¡Pero él nunca había fumado
porros!. Al menos eso me había dicho. Mi marido trató de ofrecerle el porro a
Mikel, saltando intencionadamente mi turno, pues sabe que no fumo. Es más, sabe
que odio el olor a tabaco en la ropa.
Mikel por su parte rehusó
aceptarlo y le hizo señas a mi marido para que me lo diese a mí. Pude notar la
mirada expectante de los tres hombres que me rodeaban cuando el cigarrillo de
marihuana llegó a mis manos. Yo miré fijamente el cigarrillo y en un acto de
sensatez se lo traté de ofrecer a Mikel siguiendo la ronda y argumentando:
.-“Lo siento pero no fumo”
dije tratando de que lo cogiese él mismo.
.-“Vamos mujer, pruébalo. Ya
verás, que esta hierba es muy buena, sabe como a chocolate con naranja”
insistió Mikel.
Yo negaba con la cabeza al
tiempo que se lo ofrecía, pero Mikel también se negaba a cogerlo.
.-“Nunca he fumado un porro”
dije tratando de que mi argumento tratase de hacerle entender mis motivos.
Aunque más bien sonó a niña pija.
.-“Bueno” dijo como
alegrándose por escuchar mis palabras” siempre tiene que haber una primera vez,
¿no?. ¿Cómo vas a saber que no te gusta si no lo has probado?”, dijo poniendo
carita de niño bueno tratando de convencerme
No sé por qué lo hice, supongo
que el alcohol, la rabia contenida contra mi esposo, y la euforia del momento
me animaron a probar. En circunstancias normales nunca hubiera imaginado que le
daría una calada a un porro en mi vida, pero quiero pensar que estaba lo
suficientemente envalentonada por el comportamiento de mi esposo que me decidí
a intentarlo.
Aspiré profundamente y me
tragué el humo. Tuve que toser nada más probarlo, me picaban los pulmones.
Nuestros nuevos amigos se echaron a reír mientras intercambiaban una mirada
cómplice entre ambos al ver mi reacción. Era evidente que nunca había fumado un
porro. En mi pequeño sentido del ridículo me preguntaba a qué venía ese juego
de miradas entre ambos.
Por mi parte malhumorada por
la situación, y como queriendo demostrar mi orgullo, volví a darle una nueva
calada al cigarrillo. Esta vez pude apreciar su sabor recorriendo mi garganta.
Efectivamente dejaba un sabor parecido al chocolate con naranja. Luego exhalé
airosa el humo sin toser ante la atenta mirada de mis compañeros, y con cierta
mirada desafiante traté de pasárselo a Mikel.
.-“Ten, bebe algo. Se pasa
mejor” me dijo Mikel ofreciéndome un litro de whisky con coca cola rechazando
el porrito que aún tenía en mis manos. Agradecí que el líquido corriese mojando
mi garganta reseca por el humo.
.-“¿Qué?, ¿a qué te ha
gustado?” me preguntó. Yo afirmé con la cabeza mintiéndole.
.-“Pues anda acábatelo que
queda ya poco, enseguida me pasan otro” me dijo observando atentamente mi
reacción.
De nuevo pude sentir la mirada
expectante de los hombres que me rodeaban. Mi mirada se cruzó por instante con
la del holandés, esperaba impaciente que fumase, y de alguna manera no quise
defraudarlo. Me dejé llevar, no sé porque representé un papel de mujer fatal
ante ese tipo que no dejaba de observarme, seguramente porque no quería que
pensase que era una niñata pija. Si hay algo que no soporto es que me desafíen.
Me considero una mujer bastante competitiva y acepto cualquier reto, así que
aspiré de nuevo profundamente el humo del cigarrillo. Esta vez apenas me
produjo picor al pasar por la garganta, y pude apreciar algo mejor su sabor.
Luego se lo pasé a mi marido.
.-“Toma acábatelo tú” le dije
algo enojada, y como dándole a entender “tú me has metido en esto, pues ahora
te lo tragas”. Mi esposo le dio una última calada y luego lo piso contra el
suelo.
El resto del tiempo de espera
transcurrió de la misma forma. Los litros de alcohol circulaban en un sentido
alrededor de las personas que conformábamos el corro, y los porros circulaban
en sentido contrario al alcohol.
Al principio aún seguí el hilo
de la conversación entre mi esposo y Mikel, para un rato podía estar bien, pero
luego me aburría de sobremanera. Sé que estuvieron un tiempo hablando acerca de
formas de esterilizar el material y cosas por el estilo. Así que atrapé un
litro circulante de lo que creí era ron con cola cola, y prácticamente me lo
bebí yo sola escuchándoles todo tipo de comentarios técnicos mientras trataba
de encontrar alguna distracción.
Además con el paso del tiempo,
mi cruce de miradas con el tal Cors, al que sorprendía mirándome en silencio
una y otra vez, eran cada vez más frecuentes. Estaba claro que le gustaba, y prácticamente
se me follaba con la vista. No tenía el más mínimo disimulo en sus intenciones.
Sé podía adivinar a través de sus ojos lo que su mente imaginaba, se relamía
observándome, y a mí me gustaba sentirme deseada de esa manera tan lasciva, tan
directa, tan salvaje, sin tonterías. Nunca antes nadie me había mirado de esa
forma y me derretía por dentro al ser observada y desnudada con la vista.
El caso es que el tipo me
estaba poniendo algo nerviosa.
Todos estábamos sentados en el
suelo, con las piernas cruzadas, estilo indio. Mi marido estaba sentado a mi
izquierda y Mikel a mi derecha. En el transcurso de la conversación entre
ambos, Mikel dejaba como por descuido su mano en mi pierna, acariciándola
inconscientemente. Yo no le dí mayor importancia, parecía algo normal en Mikel,
era de esos tipos algo tocones y por eso no dije ni hice nada. Era la primera
vez en mucho tiempo que otro hombre me acariciaba la pierna así. Sorprendí a
Cors mirando fijamente como la mano de su amigo recorría mis muslos desde la
rodilla hasta el estrecho trozo de tela en el que se unían mis shorts vaqueros.
Creo que sobretodo advirtió mi pasividad ante tales caricias, baza que
aprovecharía hábilmente más tarde, y estaba claro que el holandés tenía envidia
de su amigo.
Nunca antes nadie me había
dicho tan claramente con la mirada que deseaba acostarse conmigo. Al holandés
no le hacía falta hablar para decírmelo. Su forma de mirarme era suficiente.
Sus miradas comenzaban a
inquietarme, y como nunca me doy por vencida, quise desafiarlo, como retando su
atrevimiento por mirarme así. No sé porqué me apeteció provocarlo, y comencé a
coquetear con él. Tal vez porque estaba aburrida e ignorada por mi marido en
medio de aquel grupo de gente, y él era el único que me prestaba atención. Se
trataba de un divertimento con el que pasar el rato hasta que comenzase el
concierto.
El caso es que me senté en
varias posiciones mostrándole a mi nuevo amigo generosamente cuanto mis shorts
permitían. Primero abrí mis piernas todo cuanto pude, imitando la posición de
flor de loto que tanto realizaba en clases de yoga. Creo que debido a lo
estrecho que eran mis shorts vaqueros en mi entrepierna pudo llegar a verme
incluso las braguitas negras que llevaba puestas debajo. Desde luego sus ojos
se clavaban en esa zona tan íntima de mi cuerpo. Además las manos de Mikel casi
alcanzaban esa misma zona, y él no se perdía detalle de las caricias de su
amigo y de mi actitud pasiva.
Luego me senté doblando las
piernas en alto y rodeándolas con mis propios brazos, desde su posición debía
parecer que no llevaba nada puesto, pues le debía estar mostrando hasta el
inicio de mi culo. A esas alturas el holandés me miraba como advirtiendo mi
pequeña travesura, conocedor de mis intenciones, participando del juego, y
siendo plenamente consciente de que él era un mero instrumento en mi
pasatiempo. Y todo, pese a que mi marido no se enteraba de nada aún estando
sentado en medio de los dos.
Por último me recliné de
cuerpo apoyándome sobre las manos atrás. Al principio con las piernas dobladas
en alto. En esta posición podía abrir y cerrar mis piernas provocándolo. Ambos
nos sorprendíamos mirando al otro. Más tarde estiré mis piernas hacia su
posición, de tal forma que incluso llegué a contactar con mis tobillos en sus rodillas.
Las miradas lo decían todo. Se
atrevió a acariciarme con sus manos en las pantorrillas. Otro escalofrío
recorrió mi cuerpo nada más notar sus manos en mi piel. Sus manos eran cálidas
y agradables. Intercambiamos un par de miradas que lo decían todo.
“¿Puedo acariciarte?” me
preguntaba con sus ojos.
“Lo estoy deseando” le
respondía solo con la mirada sin hablarnos, no hacía ninguna falta entre los
dos, hablábamos el mismo idioma.
Por suerte, hubo movimientos
en el escenario, ya quedaba poco para el comienzo, y un tumulto de gente
provocó que tuviésemos que levantarnos sino queríamos que el gentío nos pisase
y aplastase. Ya sabéis lo que ocurre en estos casos, que fuimos empujados hacia
el escenario por la masa.
Tuve que agarrarme de la mano
de mi esposo para que no nos separasen a causa de la avalancha. El caso es que
estábamos algo más apretujados. El amplio círculo en el que antes estábamos
sentados todos se redujo considerablemente, de hecho se redujo a tres personas:
mi esposo, Mikel y yo.
.-“¿Así que estabas pensando
en hacerte un tatuaje?” me preguntó Mikel en el pequeño corro que habíamos
formado mirando alternativamente a mi marido y a mí con un litro en la mano.
.-“Bueno, no lo descarto” le
respondí.
.-“¿Y en que habías pensado?”
insistió Mikel.
.-“No sé, algo pequeñito, un
corazón, un delfín o algo así” le comenté.
.-“Y has pensado ¿dónde?”
continúo preguntándome.
Yo dudé si responderle con
sinceridad o no, supongo que todavía razonaba con cierta lucidez y trataba de
evitar la respuesta.
.-“Vamos díselo, no te cortes”
dijo mi marido con signos evidentes de haber ingerido más alcohol y fumado más
de lo que debería durante este tiempo.
.-“Bueno…, esto…, yo…había
pensado hacérmelo por aquí, justo para que me lo tape la braguita o el bikini”
le respondí introduciendo mi dedo índice por la parte superior del short y
señalando una zona muy próxima a mi pubis, “pero me dá mucha vergüenza, la
verdad” terminé argumentando bajando la mirada.
.-“Vergüenza ¿de qué?” replicó
Mikel, “supongo que si te haces un tatuaje es porque quieres que te lo vean,
¿no?” terminó por razonar.
Justo en ese momento nos
empujaron a todos desde atrás, y alguien aprovechó la confusión y los
apretujones para tocarme el culo. Traté de girarme para descubrir quien había
podido ser el caradura, y solo pude ver la cara de nuestro amigo holandés a mi
espalda sonriéndome como si no fuese intencionado, sino a causa de los
apretujones. En ese momento me dí cuenta de que Cors había estado todo este
tiempo situado justo detrás de mí y se estaba enterando de nuestra
conversación.
.-“Sorry“, pronunció con su
particular acento holandés, tratando de disculparse y culpando al tumulto por
lo ocurrido y las circunstancias. No sé porqué me relajó saber que era él quien
me había tocado el culo. Mejor que él que cualquier otro, aunque fuese de
manera fortuita. Además agradecí sus disculpas. Ambos sabíamos que era una
excusa para no perder la atención el uno en el otro.
Lo lógico hubiese sido tratar
de evitar por mi parte el contacto entre su mano y mi culo, pero creo que lo
sorprendí. Fui yo la que agarrada de la mano de mi esposo, traté de buscar de
nuevo el roce producido y la caricia echando mi cuerpo hacia atrás.
.-“¿Y qué problema hay?” me
preguntó Mikel tratando de retomar la conversación una vez cesaron los
empujones.
-“Pues como entenderás no me
hace ni pizca de gracia bajarme las bragas y enseñarlo todo bien espatarrada al
primer desconocido que monta un chiringuito”, pronuncié de un tirón casi sin
respirar y algo irritada.
Mi interlocutor rompió a reír.
Yo no entendía que le había provocado tanta gracia.
.-“Mujer” dijo tras calmarse
de la risa, ”es como ir al médico, piensa que te pones en manos de un
profesional” dijo tratando de quitarle hierro al asunto.
.-“Si, sí” dije insinuando que
no daba crédito a cuanto me decía “me quieres decir que se te pone una tía ahí,
con todo expuesto, y que ni te inmutas… ¿no me lo creo?” dije tratando de
desenmascararle.
.-“Lo que más me preocuparía
en ese caso es la higiene. Por lo que me dices, deberías afeitarte bien,
evitando cualquier posibilidad de infección” dijo insinuando que debería
rasurarme mi pubis por completo si al final me decidía a tatuarme en esa zona.
.-“Oh, en eso no hay problema”
pronunció mi marido con una sonrisa de oreja a oreja sonriendo como un imbécil
y con signos evidentes de su embriaguez.
Se segura que nuestros nuevos
amigos se miraron una vez más entre sonrisas de complicidad. Yo por mi parte
creí morirme de la vergüenza en ese mismo instante, y mi marido parecía no
enterarse del secreto que acababa de desvelar.
“Será metepatas este idiota”
pensé en esos momentos de mi marido “a qué coño tenía que decir nada acerca de
cómo llevaba mi coñito” miré a mi alrededor tras el comentario de mi marido y
tuve que aguantar la mirada triunfante del holandés a mi espalda.
.-“Mira…” me dijo Mikel
tratando de quitar hierro al asunto, ”tan solo puedo decirte que de las tres
amigas que ves aquí con nosotros, a una le hice un tatuaje más o menos en el
mismo sitio que dices tú”. Yo quise interrumpirle preguntándole quien era, pero
no me dejó terminar.
.-“A otra de las que ves
hablando con mis colegas le hice un piercing en el pezón”. Yo miré al resto de
chicas que había en el grupo tratando de adivinar quién podría ser quién.
Para mi sorpresa Mikel terminó
diciendo: “y te puedo decir que la tercera lleva un piercing en el clítoris”.
Mi boca se abrió asombrada por
lo que acababa de escuchar mientras observaba al resto de las chicas del grupo
allí presentes hablando y charlando como si nada entre lo que parecía el grupo
de amigos. Las contemplaba tratando de adivinar cuál podía ser cada una. No
lograba entender como no se morían de vergüenza cada vez que Mikel las miraba.
Además seguro que lo sabían el resto de colegas. Mi interlocutor, como
adivinando en el silencio mis dudas pronunció:
.-“Piensa que normalmente, la
gran mayoría de los clientes o son amigos, o conocidos, o sus parejas, o
alguien recomendado. El piercing de Cors se lo hice yo, por ejemplo” dijo Mikel
señalando a su amigo holandés que estaba a mi espalda, justo enfrente suyo, y
dicho esto llamó a una de las chicas que estaban con nosotros en el grupo.
.-“Ya veréis” nos dijo antes
de que la chica llegase a nuestra posición “a Itziar le encanta presumir de mi trabajo
en su pezón” dijo tratando de ponernos en antecedentes.
La chica llegó y Mikel nos
presentó a Itziar. Esta pudo intercambiar dos besos únicamente con mi marido
cuando nos presentó debido a los apretujones.
.-“Itziar lleva un piercing en
el pezón” dijo Mikel al tiempo que le tocaba un pecho por encima de la camiseta
tratando de resaltar el piercing entre la tela de su camiseta.
Yo estaba alucinada de ver la
naturalidad con la que Mikel le acababa de tocar una teta a su amiga como si
nada. Era como si fuese de lo más habitual entre ellos, y lo peor de todo es
que ella estaba encantada de dar a conocer el hecho.
Justo en ese momento alguien
aprovechó mi asombro y desconcierto para tocarme el culo de nuevo. Me volteé
tratando de encontrar al osado. Me encontré de nuevo frente a frente con Cors.
Quien volvió a sonreírme y a disculparse de nuevo:
.-“Lo siento” pronuncio de
nuevo tratando de hacerme entender que le habían empujado y que todo había sido
un accidente. Me volteé de nuevo dándole la espalda y dándole a entender que no
me importaba que lo intentase más veces.
Traté de retomar la
conversación, y con una increíble estupefacción escuche como Mikel le decía a
mi marido…
.-“Tócala y compruébalo si
quieres” le dijo a mi marido al tiempo que lo agarraba de la muñeca de su brazo
y le guiaba la mano hasta la teta de Itziar.
.-“Eso es monada, comprueba,
comprueba. Tócalas tú mismo” le animaba Itziar quien parecía disfrutar como pez
en el agua presumiendo de piercing.
.-“¿Y no te duele?” preguntaba
alucinado mi marido al tiempo que le tocaba el pecho a Itziar, la cual a su vez
parecía divertirse con el manoseo de mi marido.
Yo contemplaba atónita la
caricia tan atrevida de mi esposo, al mismo tiempo que una voz a mi espalda con
un inconfundible acento holandés pronunciaba cerca de mi cuello…
.-“Créeme, en contra de lo que
piensa la gente las sensaciones que provoca un piercing son maravillosas”
pronunció Cors en mi espalda al tiempo que me sujetaba por la cintura
evidenciando que nos había estado escuchando y observando.
Yo no supe que decir o que
responder, me quedé paralizada por completo. La situación me parecía
surrealista. No sabía si por contemplar atónita como mi marido le sobaba las
tetas a un putón verbenero, o por notar el aliento de aquel tipo que me
provocaba con su mirada clavado en mi nuca.
.-“¿Es tu primer concierto de
los Rolling?” me preguntó esta vez mi amigo holandés cuando me giré para verlo,
a la vez que me ofrecía un litro de ron con coca cola.
Estaba claro que la pregunta
era algo ingenua, y que lo que realmente buscaba era mantener una conversación
conmigo.
Acepté el litro e hice lo
posible para que iniciara una conversación conmigo. En realidad estaba deseando
hablar con él desde que lo ví.
.-“Oh si” dije aún aturdida
por los acontecimientos.
.-“Y ¿qué canción es la que
más te gusta?” preguntó con su particular acento holandés tratando de derivar
las preguntas en una conversación.
.-“No sé, tal vez sea el I
can´t get no satisfaction” me esforcé por pronunciar bien mi inglés. Cors soltó
a reir.
.-“Ja, ja, ja. ¿Lo dices por
algo en concreto?” preguntó con cierta ironía al tiempo que su mirada se perdía
descaradamente por mi escote.
Yo quise contestarle, pero
nuestra recién iniciada conversación se vió interrumpida porque se apagaron las
luces del estadio. Todo el mundo comenzó a gritar y silbar hasta que salió
Leiva al escenario y tras el saludo de rigor comenzó a cantar.
Todos mirábamos ahora hacia el
escenario. Mi marido me agarraba de la mano y trataba de tararear unas
canciones que apenas conocía. A su lado permanecían Itziar y Mikel en una
acalorada conversación entre los tres. Debido al ruido de la música no podía
escuchar nada de lo que decían. Así que me dediqué a disfrutar del concierto
que Leiva ofrecía como telonero.
Cors se situó al otro lado de
mi marido dejándome en medio, de vez en cuando me pasaba una litrona
compartiendo su bebida conmigo. Muy de vez en cuando me hacía alguna pregunta,
se notaba que eran una excusa para no perder la conversación iniciada conmigo.
Hablábamos de cosas sin importancia, aprovechaba cualquier excusa para pasarme
su brazo por mi espalda, y de vez en cuando me ofrecía algún litro que le
pasaban para que le diese algún trago. Saltamos y bailamos con los temas más
conocidos de Leiva.
Reconozco que lo pasé bien,
desde luego prefería saltar y bailar disfrutando del concierto junto a Cors,
que tener que aguantar las conversaciones de Mikel con mi esposo. El roce y el
contacto entre Cors y yo eran inevitables. En alguna ocasión me golpeó con el
codo en mi teta, sobretodo cuando subía o bajaba los brazos para aplaudir en
alto, pero supongo que todo a causa de las circunstancias.
Me quedé estupefacta cuando en
uno de los momentos me giré para ver que és lo que hacía mi esposo, y para mi
asombro tuve que aguantar como Itziar hacía un flashing de sus tetas mostrando
su piercing en el pezón. La cara de mi marido fue todo un poema, parecía que
nunca hubiese visto una teta en su vida. Me indigno de sobremanera que se
comportase así, y a partir de ese momento decidí ignorarlo por completo y
dedicarme a coquetear con Cors a ver si se daba cuenta del desprecio que me
estaba haciendo. Así que poco a poco me rozaba más contra el cuerpo del
holandés buscando el contacto entre ambos.
Por suerte, al poco se
encendieron las luces. Leiva se despedía del escenario agradeciendo nuestra
presencia y nuestra paciencia.
Nada más encenderse las luces
del estadio, y para la mayor de mi sorpresa, mi marido me dijo que tenía que ir
al aseo, pues se estaba orinando. No era de extrañar dada la cantidad de
alcohol que llevaba ingerida. Además parecía bastante mareado.
No me lo podía creer pero
estaba dispuesto a dejarme sola en medio de la pista rodeada de desconocidos, y
lo que es peor, dudaba de que en su estado encontrase el camino de regreso.
Para colmo tuve que escuchar como Itziar una vez se enteró a dónde se dirigía
mi marido, pronunció a voz en grito:
.-“Espera te acompaño” como
asegurándose de que yo también la oía, y al mismo tiempo que decía esto, cogía
a mi marido de la muñeca mientras desaparecía tras él entre el gentío. Aquello
me enfureció mucho más aún, no conocía de nada a esa tal Itziar pero me caía
como el culo. ¡¡Será guarra la tía!! Pensé para mis adentros. ¿Por qué tenía
que acompañar a mi marido agarrada de su brazo?.
Para colmo escuché de mi
alrededor un comentario que no me hizo ninguna gracia:
.-“Seguro que se lo folla” no
sabría precisar de quien provenía el comentario, pero me dejo notablemente
intranquila de pensar que podían referirse a mi marido y su eventual
acompañante al servicio.
.-“No te preocupes, volverá”
pronunció Cors a mi lado como adivinando mis pensamientos siguiendo mi mirada.
Yo me giré para mirarlo, y antes de que pudiera decir nada se adelantó a
decirme:
.-“Si yo fuese tu marido
regresaría por una chica tan guapa como tú” pronunció sonriéndome. Estaba claro
que sabía perfectamente lo que estaba sucediendo entre mi marido y yo, y
pretendía aprovechar sus bazas.
.-“Oh, gracias” le dije
agradeciendo su cumplido.
.-“¿A qué te dedicas Sandra?”
preguntó tratando de distraerme y por hablar de algo mientras preparaban el
escenario para que saliesen los Rolling.
.-“Oh, ahora mismo estoy en el
paro” le respondí al tiempo que apuraba el último trago del litro de ron “¿y tú?”
le devolví la pregunta tras acabar de beber como por cortesía.
.-“Soy productor” dijo, “tengo
una pequeña empresa en la que hacemos películas” me dijo al tiempo que sacaba
un porro ya preparado del bolsillo de su pantalón y lo encendía ante mi atenta
mirada y mi expectativa.
.-“Es verdad, no lo recordaba,
lo dijo antes Mikel. Dime…, ¿qué tipo de películas hacéis?” le pregunté algo
intrigada tratando de darle conversación.
.-“Oh bueno, un poco de todo”
respondió con su típico acento holandés dando una calada al porro, y
ofreciéndomelo para que me lo fumase con él. Yo estaba enfurecida de la actitud
tan imbécil de mi marido y envalentonada le dí una calada al porro que me
ofrecía.
Observó atentamente cómo
aceptaba sin rechistar su ofrecimiento, y me tragaba el humo.
.-“Tal vez puedas darme
trabajo, como algún papel en tus películas” le dije inocentemente.
Mi acompañante se echó a reir.
.-“Si tu quieres” dijo entre
risas, “desde luego que pagaría por verte” concluyó riéndose.
.-“¿Por qué te ríes?, ¿qué te
ha hecho tanta gracia?” le pregunté sin entender porqué se reía y algo lenta en
pensamientos a causa del alcohol y los porros.
.-“Digamos que por decirlo de
alguna manera realizamos películas para un público adulto” y nada más decir
esto le dio una nueva calada al porro esperando mi reacción.
.-“¿El qué?!!!” pregunté
totalmente estupefacta.”¿hacéis pelis porno?” creí deducir de sus palabras.
De nuevo provoqué la risa de
Cors.
.-“Dijiste que te gustaría ser
la protagonista” pronunció entre risas tras expulsar el humo de su boca.
.-“Nooooh” le respondí yo
totalmente enojada al saber que se estaba burlando de mi.
.-“En realidad estamos
especializados en videos demostrativos, publicidad, y cosas así…¿qué te habías
imaginado?” me preguntó entre sonrisas.
.-“No sé” le mentí ahora más
serenada, porque en realidad me había imaginado un montón de cosas y nada
buena. “Sigo sin entender” le dije movida por la curiosidad.
.-“Digamos que nuestros
clientes son sex shops y páginas de internet especializadas. Hacemos desde
anuncios publicitarios tanto de eventos como de material erótico, videos
demostrativos, doblaje de películas, .. en fin imagínate todo el material
audiovisual que puede necesitar esa industria” dijo ahora en un tono más
profesional y tratando de explicarse.
No sé porqué sentí cierto
alivio al escuchar sus explicaciones. Argumentaba siempre con total
profesionalidad a pesar de tratarse de temas delicados. Me daba todo tipo de
detalles y de explicaciones técnicas. Así que estuvimos un rato hablando.
El caso es que entre el
porrito que nos estábamos fumando, y la conversacioncita de marras, y mis
insinuaciones, que yo misma me estaba poniendo algo cachonda. De su
conversación deduje que había estado con muchas y bellas chicas, y en cierto
modo sentí envidia de todas ellas. Me fijé en sus dedos, largos y gordos.
“Madre mía como su polla sea igual que sus dedos, y lo que tiene que saber este
tío en la cama, seguro que me llevaba a la gloria” pensaba para mí aturdida por
la marihuana mientras hablaba con él.
Entre otras cosas me dijo que
él era de Amsterdam. Yo le hice saber que era una ciudad que me gustaba
muchísimo, ya no solo por sus museos y los mercadillos de flores, sino por la
libertad con la que vivían los holandeses. Estuvimos intercambiando impresiones
culturales de su país y del mío.
Durante la conversación nos
fumábamos el porrito a medias, irremediablemente salió a conversación el tema
de los coffee shops y del barrio rojo. Yo notaba que mientras hablábamos, no
dejaba de mirarme el escote, incluso durante algunos instantes de la
conversación perdía su mirada en mi canalillo. Yo animada por la marihuana
trataba de provocarlo, incluso busqué en alguna ocasión el roce casual de mis
pechos con sus brazos o su torso al hablar. Ese tío tenía algo que me ponía.
Aunque todo comenzó como un juego tratando de provocar a mi marido, lo cierto
es terminó por agradarme coquetear con aquel holandés. Me ponía su mirada, me
excitaba su forma de hablar como si nada de temas relacionados con el sexo, y para
colmo no podía resistirme a provocar el contacto entre nuestros cuerpos. Creo
que además él trataba de presumir e impresionarme con su trabajo, sus
conocimientos, y como dando a entender que lo mejor que podía pasarme en mi
vida sería tener una aventura sexual con él. Vamos que se le notaban las ganas
por acostarse conmigo. Mirada tras mirada e indirecta tras indirecta.
De nuevo se apagaron las
luces. Ahora sí el estadio entero comenzó a chillar de forma ensordecerá. Se
produjo una nueva avalancha de gente. Yo tuve que agarrarme de la mano de Cors
para no caer empujada. Todo eran empujones y avalanchas humanas a nuestro
alrededor.
El caso es que mientras
sonaban los primeros acordes del “Jumpin´ Jack Flash” el destino quiso que la
muchedumbre nos separase al holandés y a mí del resto del grupo. Quedamos
aplastados entre la gente. Era una locura, todo el mundo parecía estar
histérico cuando los rolling saltaron al escenario. Cors se situó detrás mío
entre el gentío protegiéndome con su cuerpo y con sus brazos.
Recuerdo que me faltaba el
aire rodeada por hombres todos ellos más altos que yo. Además todas las
personas a mi alrededor levantaban los brazos tratando de saludar a sus
satánicas majestades, por lo que ni veía ni podía respirar. En un momento me vi
rodeada de varios torsos de hombres desnudos a mi alrededor que se habían
quitado sus respectivas camisetas dispuestos a sudar en el concierto haciendo
el bruto. Solo respiraba a sudor humano acorralada entre tanto energúmeno.
Agradecí el contacto de mis
brazos en alto con los de Cors, rodeando mi cuerpo y tratando de protegerme del
tumulto. Fue un gesto de caballerosidad por su parte tratar de defenderme de
los empujones del resto de gente, irremediables por otra parte. De esta forma
me rodeaba con sus brazos a la altura de mi cintura o los alzaba protegiéndome
el rostro de codazos de otros fanáticos.
Todo el mundo cantaba a voz en
grito las letras de las canciones. Por suerte a mitad canción del “You got me
rocking”, la segunda del concierto, las avalanchas y los tumultos remitieron, y
las posiciones quedaron más o menos estabilizadas.
Cors continuaba a mi espalda
protegiéndome con sus brazos. No sé que hubiera sido de mi de no estar el allí
detrás para protegerme. Agradecí su actitud porque de lo contrario no hubiese
podido disfrutar del concierto, seguramente hubiese resultado incluso
lastimada. Una vez más relajada, comencé a saltar y tararear los estribillos de
las canciones y tratar de disfrutar del concierto.
Lo malo es que el saltar me
apoyaba con mi espalda contra el torso de Cors para no perder el equilibrio. A
ninguno de los dos pareció importarnos el evidente contacto de nuestros
cuerpos. Además cada vez que Cors levantaba los brazos yo me sentía algo más
protegida.
Estuve saltando y cantando
durante la siguiente canción, el “It´s only rock and roll”. Solo que durante
esta canción la adrenalina inicial del concierto fue desapareciendo y era como
si me tornase más consciente de lo que sucedía a mi alrededor.
Sin darme cuenta todo este rato
mientras saltaba y gritaba había estado restregando mi culo por el miembro de
Cors, al que parecía que nuestro roce había surgido efecto. ¡El tío estaba
empalmado!.
Me dí cuenta precisamente
porque pude notar claramente su miembro duro clavado entre mis cachetes del
culo. Hasta entonces no me había percatado de ello en absoluto. Además también
me dí cuenta que tras saltar durante todo este rato nuestros cuerpos habían
comenzado a sudar como el del resto de la gente que nos rodeaba, y por primera
vez pude apreciar el olor corporal de Cors.
Recuerdo que me pareció muy
agradable a pesar de ser olor a sudado. Yo también lo estaba y a él tampoco le
importaba pues seguro que también apreciaba mi olor corporal. Todo había
sucedido muy deprisa, yo estaba como en una nube, cuando pude percatarme y ser
consciente de todo lo ocurrido hasta ese momento.
Mientras volvía a mi realidad,
pude sentir los brazos de Cors rodeando mi cuerpo. Se apretó a mi por la
espalda en plan romántico, y logré comprobar de nuevo su dureza en mi culo. Me
abrazaba por la espalda cuando susurrándome en la nuca comenzó a cantar la
letra de “Angie”, la canción que sonaba en esos momentos.
“LET ME WHISPER IN YOUR
EAR;
ANGIE, ANGIE, WHERE WILL IT
LEAD US FROM HERE?
OH, ANGIE, DON´T YOU WEEP, ALL
YOUR KISSES STILL TASTE SWEET,
I HATE THAT SADNESS IN YOUR
EYES,
BUT ANGIE, ANGIE, AIN´T IT
TIME WE SAID GOOD-BYE?...”
.-“¿Te gusta esta canción?” me
preguntó abrazado a mi espalda, y retirando mi cabello a un lado detrás de mi
oreja para poder hablar conmigo sin tragarse mis pelos. Su gesto me pareció
tremendamente enternecedor. Por algún extraño motivo necesitaba sentirme
querida, era como si necesitase de su cariño y delicadeza. Supongo que sería el
resultado afrodisiaco de la marihuana que comenzaba a hacer efecto.
.-“Uhm, uhm” asentí con la
cabeza al tiempo que me recogía el pelo, y aprovechaba que tenía mis brazos
levantados hacia atrás para acariciarle la cara en señal de agradecimiento. Me
gustó comprobar el tacto de su barba de tres días con mis manos, mientras me
apoyaba en su cuerpo hacia atrás.
Ohps, mi maniobra quiso que de
nuevo pudiera sentir su miembro duro clavado en mi culo. Era la tercera vez en
poco rato. Lejos de retirarme y evitar el contacto, esta vez quise notar su
bulto rozándose por mi trasero.
El también se dio cuenta y
continuaba susurrándome la canción sobre mi nuca recién desnuda tras recogerme
el pelo.
“Todos los sueños que
abrazamos con fuerza
Parecen haberse esfumado
¿No es eso tristeza en tus
ojos?
Pero, Angie, aún te quiero,
nena
Allí donde mire, veo tus
ojos
Ninguna mujer puede compararse
a ti…”
Y tras cantar esta última
frase me abrazo fuerte entre sus brazos y me dio un tímido beso en la nuca. Se
me erizaron los pelos de punta al notar su aliento en mi cuello. Yo no hice
nada al respecto, simplemente me dejaba llevar por el momento y las emociones.
Esta vez fue él quien ante mi
impasibilidad me refrotó claramente su paquete por mi trasero.
.-“¿Te gusta?” volvió a
preguntarme con un susurro en mi nuca al tiempo que me propinaba otro tímido
besito en mi hombro desnudo, que provocó un escalofrío que recorrió mi cuerpo
de arriba abajo.
¿Qué me estaba pasando?. Aquel
tipo estaba tratando de iniciar algo de lo que no sé si estaba segura de querer
empezar. Supongo que debía haberle cortado en ese momento cualquier esperanza,
y sin embargo no fue así, permanecí quieta, paralizada por los efectos de la
marihuana y entregada a sus caricias.
De repente comenzó a jugar con
su lengua en mi cuello, pude notar el contacto de su piercing en mi piel. Todo
sucedía de manera muy rápida para mí. ¡¡Dios mío!!, que era todo eso tan
extraño que me estaba sucediendo. Me temblaban las piernas, mi corazón latía
más fuerte que de costumbre, mi rajita comenzaba a humedecerse…
No, aquello no estaba bien,
debía pararlo.
Juro que me giré para decirle
que no, quería decirle que debía cesar en sus caricias, y sin embargo, nada más
girarme, Cors me abrazó fuerte entre sus brazos y acercando sus labios a los
míos me besó. Fue algo más que un pico en los labios. Me pilló por sorpresa. No
pude negarme.
.-“¿Te ha gustado?” me
preguntó mirándome a los ojos con su particular acento.
Yo no supe cómo reaccionar.
Hacía tiempo que no me sentía de esa manera, tan confusa, tan extraña, todo era
nuevo para mí. Al no decir nada, y dada mi pasividad el tipo volvió a besarme.
Esta vez introdujo su lengua
en mi boca. Era un beso francés en toda la regla. Yo solo acerté a
corresponderle entreabriendo mis labios y permitiendo que su lengua explorase
cada rincón de mi boca. Besaba muy bien, para colmo podía sentir su piercing en
la lengua cuando se entrelazaba con la mía. Era una sensación tan cautivadora
para mí. Reconozco que me gustó besarlo movida por la curiosidad y las ganas de
juguetear con ese piercing en su lengua. Era como algo adictivo, que te incita
a seguir y continuar.
Ahora fue el holandés quien
detuvo nuestro beso para mirarme a los ojos y decirme con ese acento que tanto
me seducía a los oídos:
.-“Deseaba probarte desde el
primer momento en que te ví” y nada más pronunciar estas palabras fui yo quien
acercó esta vez mis labios a los suyos buscando de nuevo ese contacto tan
hipnótico en su lengua para mí.
Cors al no verse rechazado me
abrazó con fuerza contra él. Esta vez pude apreciar su dureza en mi vientre. No
pude evitarlo, necesitaba sentirla a través de nuestras telas. Me gustaba
comprobar su estado. Me sentía igual que una adolescente. En ese momento creo
que los dos éramos puro deseo. Ambos buscábamos el máximo contacto de nuestros
cuerpos.
Nos daba igual el concierto y
todo cuanto pudiera suceder en el escenario y a nuestro alrededor. No sé
durante cuánto tiempo pudimos estar besándonos sin separarnos jugueteando con
nuestras lenguas. Sólo sé que me temblaban las piernas, y que comenzaba a
manchar mis braguitas. Mi respiración era agitada y mi corazón latía a toda
prisa.
Las manos de Cors pronto
descendieron de acariciar mi cintura hasta tocarme el culo. Tiraba todo el rato
de mi cuerpo contra el suyo aferrado a mis nalgas con fuerza tratando de
conseguir el mayor contacto entre nuestros cuerpos. Mis pechos aplastados
contra su torso, y su paquete en contacto con mi vientre.
Creí morirme de gusto cuando
sus manos estrujaron mis nalgas. Me apretaba los cachetes del culo entre sus
manos con fuerza, provocando que mis labios vaginales se abriesen al estirarse
la piel y facilitando la secreción exterior de mis fluidos. Podía notar como
empezaba a mojar mis braguitas.
Recuerdo que pensé para mí
misma “Joder Sandra pero que guarra estas hecha” y todo era como si mis propios
pensamientos me excitasen aún más. Me acordé de mi marido. Sabía que lo que
estaba haciendo no estaba bien, y eso me excitaba aún más. El morbo era
indescriptible.
Por un momento temí que
pudiera descubrirme. Pobrecito no sé si se merecía lo que le estaba haciendo,
aunque por otra parte se lo tenía bien merecido por imbécil.
NoO!!!, no sé, tal vez debía
detener esa locura.
Joder aquello no estaba bien,
le estaba poniendo los cuernos a mi marido con un desconocido. Debía parar.
Uhhhm, pero este tío me pone
tanto, besa tan bien. ¿Qué puedo hacer?. Pensaba mientras me dejaba besar y
acariciar.
Justo en el momento de mis
dudas la mano de Cors se deslizó por debajo de la tela vaquera de mi short
alcanzado el elástico de mi braguita por la parte inferior. Fue directo al
grano, sin dejarme tiempo a pensar. Introdujo con habilidad un dedo por debajo
de mis braguitas que buscó enseguida la zona más húmeda de mi cuerpo.
Creo que el mismo se
sorprendió de lo mojados que estaban mis labios vaginales.
:-“UUuuhhhmmmm” un gemido
ahogado se escapó de mi boca en el interior de la suya cuando sus dedos
alcanzaron mis intimidades.
Por suerte la tela del short y
la posición impedían que pudiera introducirme su dedo hasta el fondo. Tuvo que
contentarse con juguetear con la yema de sus dedos entre mis pliegues más
íntimos.
¿Qué me estaba sucediendo?,
pensaba aturdida para mi mientras Cors me besaba y me manoseaba a su antojo
tratando descaradamente de hacerme un dedo.
“No, no, nooooh” gemía al
notar sus dedos tratando de abrirse camino entre mis labios más íntimos.
“Ufffh, esto es demasiado,
este tío me pone un montón, debo parar esto antes de perder el control por
completo. No puedo, no puedo hacerle esto a mi marido” me repetía una y otra
vez mientras nos besábamos.
Decidí separar mis labios de
los suyos. Cors me miró extrañado preguntándose porque me había detenido.
.-“Vamos a ver el concierto”
dije dándole la espalda y tratando de recuperarme del calentón.
Respiré aliviada al darle la
espalda. “Ha sido un calentón y nada más” me dije a mi misma a la vez que
trataba de distraerme mirando el concierto.
Cors me abrazó desde la
espalda respetando mi decisión, cosa que agradecí muchísimo. Los Rolling
estaban tocando “Out of control”. Recuerdo que pude ver el concierto tranquila
durante un rato, mis piernas dejaron de temblar, mi corazón volvía a recuperar
el pulso, y mi “fuentecita” ya no emanaba fluidos descontroladamente.
“Menos mal que no nos ha visto
nadie” pensaba para mí mientras me recuperaba y trataba de asimilar lo
sucedido. Miré un par de veces a mi alrededor y por suerte no se veía a nadie
del grupo ni a mi marido. Para mi alivio nos habíamos quedado solos.
Cors me cedió un nuevo porro
que se había encendido durante este tiempo de búsqueda infructífera por mi
parte de caras conocidas. Esta vez no pude resistirme, me apeteció probarlo.
Conforme le daba caladas, recuerdo que me dije a mi misma que me estaba
perdiendo un montón de cosas buenas que tiene la vida por temor al que dirían
mis amigas o mis familiares. En esos instantes me sentía libre, fuera de
ataduras morales, y quería aprovechar el momento.
Le dí una buena calada
tragándome el humo cuanto pude. Luego se lo pasé a Cors de nuevo. Al poco
tiempo volvió a cederme el porrete. De nuevo otra calada y de nuevo se lo volví
a ceder a mi compañero.
Me encontraba bien, me sentía
en la gloria, completamente relajada. Me importaba un pimiento lo que pudieran
pensar de mí en ese momento mis amigas y mi esposo si me viesen abrazada a un
desconocido que me hacía sentir extraordinariamente bien. Estaba como en una
nube, donde todo era paz interior por carecer de temores.
De nuevo pude apreciar la
dureza de Cors en mi culo. Yo me apoyaba de espaldas contra su torso y dejaba
que me rozase con sus partes por mi trasero. Me gustaba sentir su dureza, saber
que era yo quien se lo provocaba. Sentirme deseada como hacía tiempo no me
sentía. En el fondo aquel tipo se me comía con la vista desde el primer momento
en que me vió. Me hacía sentir una mujer viva, libre, y en armonía con sus
deseos.
Decidí que aquella noche debía
ser inolvidable para mi, quería tener un recuerdo imborrable en el que me
demostrase a mi misma que era capaz de cualquier cosa en esta vida si me lo
proponía. Una experiencia secreta que me guardaría para esos momentos de
desesperación y soledad. No sé porque se me vino a la cabeza la película de los
puentes de Madison que tanto le gustaba a mi madre, y en ese momento entendí un
montón de cosas que tiene la vida.
Así que decidida, quise
comprobar con mis propias manos el bulto de los pantalones de Cors. Nunca
tendría una oportunidad igual para acariciar una polla que no fuese la de mi
marido, así que deslicé mi mano entre su cuerpo y el mío y busqué deseosa su
paquete. Hacía ya un rato que dudaba si atreverme o no, y decidí que no debía
quedarme con la duda de intentarlo.
Logré alcanzar mi objetivo.
Acaricié con mi mano su miembro por encima del pantalón. Caray, me pareció algo
más gorda que la de mi esposo, no sabría precisar si más larga. Me daba igual,
resultaba delicioso poder acariciar su miembro.
Cors se alegró por mi caricia,
era la señal que esperaba, yo había aceptado continuar con nuestro juego, y me
correspondió dándome besitos de nuevo en la piel de mis desnudos hombros y en
mi cuello.
UUUhhhhm aquello era demasiado
para mí. Estaba en la gloria. Me preguntaba cómo sería ese miembro que ahora
mismo me encontraba acariciando. Jugaba a adivinar sus formas recorriendo con
mis dedos y tratando de averiguar los detalles.
Cors deslizó sus manos por
debajo de mi camiseta, al principio se entretuvo jugando con sus manos bajo la
tela de mi prenda en la zona de mi ombligo, como obteniendo permiso para
ascender a acariciarme los pechos. Desde luego no perdía el tiempo.
Casi me corro de gusto cuando
una de sus manos alcanzó uno de mis pechos por debajo de la camiseta. Al
observar mi reacción aprovechó enseguida para que fueran sus dos manos las que
empleaba a fondo para sobarme los pechos a conciencia.
No sabría como describir esa
sensación, simplemente era alucinante estar acariciando la polla de otro tipo
que no era mi marido mientras me sobaban las tetas en medio de un estadio de
fútbol repleto de gente y rodeada de cuerpos desnudos de hombres, al menos de cintura
para arriba.
.-“¿Te gustan?” giré levemente
mi rostro para preguntarle a Cors mientras nos acariciábamos mutuamente.
.-“Son estupendas” me
respondió mientras me besaba por la nuca y el cuello y me estrujaba los pechos
en cada una de sus manos.
.-“¿Lo dices en serio?” le
pregunté sin creer lo que me decía, pues tras mi embarazo siempre cavilé que ya
no eran lo que fueron, y pensé que tan solo me lo decía por quedar bien.
.-“Me muero por verlas”
pronunció al tiempo que sus dedos jugueteaban con mis pezones. Yo soy muy
sensible en esa zona, y de nuevo mojaba mis braguitas del gusto.
.-“¿Te gustaría verme los
pechos?” le pregunté.
Comenzaron a sonar los acordes
del “Honky Tonk Women” por los altavoces.
.-“Me encantaría” dijo
mientras sus dedos se movían a un lado y a otro de mis pezones torturándome de
placer. A mi sus palabras tan directas debo reconocer que me excitaban.
.-“¿De verdad quieres que te
enseñe los pechos?” le pregunté una vez más comprobando por sus palpitaciones
que el tipo se moría de ganas.
.-“Seguro que son más bonitos
que los de Itziar” pronunció tratando de picarme, y al decir esto pude apreciar
que su miembro alcanzaba un estado más que considerable.
.-“¿Aquí en medio de todos?”
le susurré excitándolo con la posibilidad de cometer semejante locura mientras
le acariciaba su miembro a la vez que el también me excitaba a mi acariciándome
los pechos.
.-“Igual que hizo Itziar con
tu marido, por qué tú no te atreves que si no…” dejó en el aire provocándome.
.-“Estás loco….” le dije
mientras me dejaba manosear.
.-“No tanto como tú. Sandra,
reconócelo, te sentirías mejor contigo misma” dijo dejando de acariciarme los
pechos.
.-“¿Qué quieres decir?” le
pregunté cesando yo también en mi maniobra.
.-“Vamos Sandra, hazlo,
necesitas demostrártelo a ti misma. Lo ví en tu cara cuando observabas a tu
marido mirando como Itziar le enseñaba las tetas. Tú también puedes” y antes de
que pudiera rebatirle nada, se arrodilló en el suelo y metiendo su cabeza entre
mis piernas se incorporó de inmediato alzándome sobre el resto de gente.
No sé cómo describir ese
momento. No me lo pensé dos veces, levanté mi camiseta y mostré mis pechos a
todo el mundo allí en medio de la muchedumbre. Fue algo increíble, los
muchachos de mi alrededor comenzaron a silbarme y a gritarme cosas de todo
tipo. El mundo se detuvo y el tiempo transcurría a cámara lenta para mi. Pude
ver cientos de ojos a mi alrededor deseosos al verme con las tetas al aire. Era
algo indescriptible, se que cuantos miraban deseaban poseer mi cuerpo, era algo
salvaje e irracional. Me hizo sentir como una diosa que elige al héroe al que
entregarse en sacrificio.
Cors me bajó casi al unísono
tras bajarme la camiseta.
Nada más tocar suelo lo miré a
los ojos.
.-“¿Cómo te sientes’” me
preguntó con una sonrisa, no le dejé decir nada más, lo abracé y lo besé.
Me sentía pletórica, nunca
antes en mi vida había descargado tanta adrenalina en tan poco tiempo. Sé que
el holandés me rodeaba con sus brazos a mi cintura y que algún otro tipejo de
alrededor aprovechó para tocarme el culo por la espalda. Seguramente se
pensaría más de uno que era una zorra de aupa, y sin entender muy bien porqué,
me excitaba que pensasen eso de mi al igual de que tratasen de aprovecharse. Al
contrario de molestarme no me importó en absoluto. Estaba en la gloria
rompiendo toda clase de tabús en mi mundo.
Es más me gustó ser manoseada
por algún que otro desconocido mientras me entregaba en cuerpo y alma en besar
y acariciar a mi acompañante.
De nuevo perdí la noción del
tiempo. Sólo quería besar y besar a ese hombre que me hacía sentir tantas cosas
y de forma tan diferente. Las manos de mi hombre acariciaban todo mi cuerpo. Me
encantaba. Le hubiese hecho el amor allí mismo de no ser porque estábamos
rodeados de gente.
Lo dicho, de vez en cuando más
de uno se beneficiaba de nuestra dedicación para aprovecharse y tocarme el
culo, pero me daba igual, solo quería sentir las manos de Cors acariciándome,
su lengua recorriendo cada rincón de mi boca, y mi mente entregada por completo
a ese hombre. Mis braguitas debían de estar ya no mojadas sino empapadas.
Estaba cachonda perdida, fuera de control. Sin duda estaba siendo la
experiencia más salvaje de mi vida, nunca había llegado a tal punto de éxtasis
y paroxismo.
Dejamos de besarnos cuando
comenzaron a sonar los acordes del “Sympathy for de Devil”.
.-“Esta canción me gusta
mucho” dijo Cors mientras miraba al escenario. A mi me daba igual lo que
sucedise en el escenario, sólo quería seguir abrazada al cuerpo de Cors. Sabía
que pronto terminaría el concierto, yo volvería a ser la recatada esposa de mi
marido con el que regresaría tras acabar el concierto, y todo volvería a ser
como antes. Mientras, me había sucedido una de las mejores experiencias de mi
vida, a la que me resistía a terminar.
Cors pasaba sus manos por mi
espalda conocedor de mis dudas y mis temores. Pronto sonó Brown Sugar y al
acabar los Rolling desaparecieron del escenario.
Todo el mundo comenzó a
chillar, yo la primera, chillaba como una loca porque no quería que aquella
bonita aventura terminase, deseaba con todas mis fuerzas que los Rolling
regresasen al escenario y poder despedirme de Cors con otro beso mientras
sonaban sus acordes.
Mis suplicas y las de miles de
espectadores se vieron satisfechas. Sonaron los acordes del “You can´t always
get what you want” como si fuese algo premonitorio. Mi holandés favorito
parecía ahora preferir contemplar el concierto que mis arrumacos.
Yo sabía que era su forma de
despedirse, de hacerme entender que todo llegaba a su final, y en cierto modo
agradecí sus gestos, aunque yo quería disfrutar hasta el último momento. Sabía
que nunca encontraría a un hombre que entendiese perfectamente como Cors lo que
estaba sucediendo, ni tendría otra oportunidad en la vida de experimentar algo
parecido.
De nuevo me apoyé con mi
espalda contra su cuerpo. Parecía no hacerme caso hasta que cogí una de sus
manos y la guié hasta la parte superior de mis shorts, en mi vientre.
Luego respiré profundo, encogí
la tripa, y le indiqué con gestos que deseaba que me acariciase.
No se hizo derogar, desabotonó
con habilidad y a una mano el botón de mis shorts, su mano busco ávidamente
introducirse por el interior de la tela de mis braguitas, guiado por el tacto
de la piel. Sin apenas dificultad logró alcanzar sin problemas mis labios
mayores.
.-“Uhhhmmmm” gemí agarrándome
con mis dos manos a su brazo que se perdía en el interior de mis pantaloncitos.
Se dedicó a juguetear con sus
dedos anular e índice en mis pliegues más íntimos, mientras su dedo corazón
buscaba la entrada más placentera a mi cuerpo.
No le fue difícil introducirme
su dedo central, estaba mojadísima. Yo debía agarrarme a su brazo para no caer
del gusto. Me tenía totalmente entregada a sus caricias, y para colmo comenzó a
jugar con el piercing de su lengua y el lóbulo de mi oreja. Aquello era
demasiado. Yo incliné mi cabeza a un lado para facilitarle la labor. Recorrió
con su lengua parte de mi cuello.
Un primer espasmo sacudió mi
cuerpo de arriba abajo. Cors se detuvo pensando que me había podido hacer daño.
.-“No pares, continua” le
suplique entre gemidos de placer agarrada a su cuello, y nada más decirle esto
introdujo cuanto pudo su dedo en mi interior.
.-“UUufh, que rico” suspiré
aferrada con una mano a su brazo, mientras deslizaba la otra en busca de su
miembro. Necesitaba acariciar su polla aunque fuese por encima del pantalón.
Tenía necesidad de ese hombre que me estaba llevando hasta límites
insospechados de placer.
.-“¿Lo notas?” me preguntó
entre beso y beso por mi nuca.
.-“Si. Muévelo, por favor” le
supliqué. Y obedeciendo mi orden Cors comenzó a meterme y sacarme su dedo como
buenamente podía con tan solo el movimiento de su falange. Suficiente para
arrancarme suspiros de placer.
.-“No pares, me corroooh”
jadeaba al notar las primeras descargas eléctricas recorrer mi espina dorsal.
Al escuchar mis jadeos justo
el tipo que tenía enfrente, y que había permanecido ausente todo este tiempo a
nuestras caricias, se giró hacía mi tratando de averiguar lo que podía suceder,
luego dirigió su mirada hacia mi vientre y abrió unos ojos como platos cuando
observó el movimiento frenético de la mano de Cors en el interior de mis
pantalones. Cuando reaccionó de su asombro me miró a la cara. Su mirada lo
decía todo, me despreció con los ojos como si fuese una putilla de tres al
cuarto, una fulana que se deja manejar.
Yo lo miré desafiante, no
estaba dispuesta a dejar pasar la oportunidad que tenía entre mis piernas por
un espectador aturdido como podía ser semejante gilipollas que me observaba.
Cors se dio cuenta de la situación y aceleró el ritmo de su dedo.
Yo cerré los ojos y me dejé
caer de espaldas contra el cuerpo de Cors. Estaba totalmente entregada a sus
caricias y pronto llegaría mi esperado orgasmo. Me concentré en acariciar la polla
de mi amigo. Necesitaba tocarla, me imaginaba como sería tenerla dentro. Estaba
convencida de que me quemaría por dentro. La imaginaba mucho mayor que la de mi
marido.
Una primera sacudida sobrevino
en mi cuerpo. Era evidente lo que estaba pasando. Abrí los ojos tan solo un
segundo, lo justo para ver como el tipo de enfrente continuaba observándome
descaradamente. Yo le aguanté la mirada cuanto pude. Me fijé bien, tenía el
torso desnudo, estaba sudado, tenía un cuerpo musculado, marcaba abdominales y
bíceps de gimnasio, y tenía gran parte de su cuerpo desnudo tatuado. Una
segunda sacudida por mi cuerpo hizo que de nuevo cerrase los ojos y me
abandonase a las sensaciones que mi cuerpo me transmitía. Se sucedieron un
tercer y cuarto espasmo ante la atenta mirada de los dos hombres que me
rodeaban, acompañado de algún apagado gemido.
Abrí los ojos de nuevo.
Todo se sucedió a cámara lenta
en mi cabeza. Pude contemplar atónita como el desconocido de enfrente que nos
observaba, dirigía lenta pero decididamente su mano hasta alcanzar uno de mis
pechos. Lo estrujó un par de veces sopesando su tamaño y su dureza.
.-“AAAaaaaahh, siiii, si”
justo en ese momento me corrí sin poderlo evitar.
El tipo aparto su mano al
escuchar mis gemidos, pero no se perdió detalle de mis muecas en la cara de
placer. Cors aceleró el ritmo de su mano, y yo me sobrevine en un brutal
orgasmo que me hacía perder el equilibrio de no ser porque me encontraba
ensartada como un garfio por el dedo de Cors, y apoyaba contra su cuerpo.
Después de varias convulsiones
recuperé la normalidad. Fue entonces cuando me percaté que estaban tocando el “
I can´t get no satisfaction”. Cors retiró su mano de mi interior al verme
restablecida, y a mi me salió de dentro saltar y chillar como una loca mientras
cantaba la letra de la canción….
I can´t get no satisfaction….
I can´t get no satisfaction….
I can´t get no satisfaction….
Cors y yo nos reímos mientras
cantábamos la canción.
El tipo de enfrente se giró
una vez más para vernos. Yo le lancé un beso y Cors se rió por mi gesto tan
descarado. Yo también reía mientras cantaba de nuevo una y otra vez…
I can´t get no satisfaction….
I can´t get no satisfaction….
Al final los acordes cesaron.
Mike Jagger y la banda se retiraron dentro. Las luces del estadio se
encendieron. Todo había terminado.
De repente el mundo se me vino
encima.
.-“Debo encontrar a mi marido”
le dije temerosa a Cors.
.-“Tranquila” me dijo Cors
mientras la gente de alrededor se dirigía hacia las salidas “estará con alguno
de estos” dijo tratando de transmitirme calma.
Cuando la pista se despejó un
poco más nos movimos hacia la zona en que habíamos dejado al resto del grupo.
No vimos a nadie. Cors sacó su móvil del bolsillo e hizo una llamada. Yo
comenzaba a ser un manojo de nervios. No sabía que le iba a decir a mi marido.
No sabía si sería capaz de mirarlo a la cara siquiera después de lo sucedido.
.-“Me dice Mikel que están
fuera ya del estadio, están con tu marido en la esquina del Bernábeu, nos están
esperando” dijo cogiéndome de la mano para guiarme hacia la salida.
Yo respiré aliviada, al
parecer mi marido estaba bien. Temía que le hubiese ocurrido algo.
Una vez fuera del campo de
fútbol, pude ver a algunas de las personas del grupo de amigos de Cors sentados
en el bordillo de una acera. Entre otros pude ver a Mikel y la tal Itziar.
Luego me dí cuenta que mi marido yacía totalmente inconsciente en un banco de
detrás.
.-“¿Está bien?” le pregunté a
Mikel dirigiéndome hacia mi marido.
.-“Esta mejor que nosotros,
lleva un rato durmiendo la mona” y me hizo indicaciones como de que no tenía
porque preocuparme mucho.
.-“Tranquila se le pasará” me
dijo Mikel al verme nerviosa junto a mi esposo.
.-“¿Cuánto tiempo lleva así?”
le pregunté.
.-“Llevamos aquí medio
concierto” me respondió la tal Itiziar “tu marido se desplomó redondo al salir
de los baños y los de seguridad lo sacaron del estadio, como no te localizaba
me salí con él. Creo que tu hubieses hecho lo mismo, no podía dejarlo tirado.
Me debes una” dijo guiñándome un ojo.
De alguna manera respiré
aliviada al escuchar sus palabras, por lo que me contaba era imposible que mi
marido me hubiese sorprendido, y al parecer después de todo, Itziar era una tía
muy legal.
Que mi marido estuviera
inconsciente, no me hacía sentir culpable, de momento no tenía porque darle
explicaciones.
.-“¿Dónde os habíais metido?”
preguntó Mikel a Cors mosqueado.
.-“Nos empujaron hacia delante
y después fue difícil salir de allí, había mucha gente” se explicó Cors ante
sus amigos.
.-“Bueno, nosotros nos
abrimos, vamos a pillar un taxi” dijo Mikel poniendo al resto de gente en pie
en busca de su taxi. Cors también hizo el ademán de marchar.
.-“Espera” le dije a Cors
“ayúdame por favor a llevar a mi marido hasta el coche, está aquí cerca, no
puedo dejarlo así en la calle” le pedí que me echase una mano.
Cors me miró a los ojos y me
preguntó:
.-“¿Estás segura?” cuestionó
lo que le pedía.
.-“No puedo con él, ayúdame a
llevarlo por favor” le supliqué que me ayudase.
El holandés pasó uno de los
brazos de mi marido por su hombro y arrastró a mi esposo colgado a sus espaldas
rumbo al coche. Por suerte este no estaba muy lejos.
Llegamos al coche, abrí las
puertas y traté de ayudar a Cors a dejar a mi esposo totalmente inconsciente en
el asiento del copiloto. Se las apañó él solo para dejarlo bien sentado contra
el respaldo.
.-“Gracias” le dije una vez
terminó de acomodar a mi marido apoyada por el cansancio contra el coche en la
puerta trasera al copiloto.
.-“No hay de qué” me dijo Cors
situándose enfrente mío y cogiéndome por la cintura.
.-“Supongo que ha llegado la
hora de despedirnos” pronuncié bajando la mirada al suelo.
.-“Supongo que sí” pronunció
Cors acercando su cuerpo peligrosamente al mío, al tiempo que levantaba mi
rostro con su mano acariciándome en la barbilla.
Sus labios estaban muy
próximos a los míos y sus intenciones también. Yo no sabía qué hacer o que
decir, en el fondo no quería despedirme de él. Fue Cors quien se dio cuenta de
mis sentimientos y tomó la iniciativa.
.-“Un último beso” susurró
abrazándose con su cuerpo al mío y con sus labios a apenas un par de
centímetros de mi boca.
Yo entreabrí los labios en
silencio y él me besó en la boca. Juro que me era imposible evitar no
corresponderle cada vez que me besaba. De nuevo tenía esa necesidad imperiosa
de juguetear con su lengua y la mía, de dejarme explorar cada rincón de mi boca
atrapada por la suya, y de notar el acero quirúrgico de su piercing
provocándome sensaciones maravillosas.
Me abrazó con fuerza y me
apretó con su cuerpo contra la ventanilla del coche en el que ya estaba
apoyada. Me besó con más pasión aún si cabe. Yo era incapaz de negarme a sus
besos y sus abrazos. Sus manos se deslizaron sin pensarlo de mi cintura a mi
culo. Lo estrujó a dos manos, como si fuese la última vez que pudiera hacerlo.
Menos mal que estábamos en el cristal del asiento trasero, justo detrás del
puesto de copiloto en el que yacía inconsciente mi esposo, de lo contrario de
haberse despertado hubiera podido ver como Cors me estrujaba los cachetes del
culo sin piedad con sus manos.
No sé cuánto tiempo estuvimos
besándonos de esa manera, sólo recuerdo que Cors me empujaba cada vez más con
su cuerpo contra la puerta del coche, hasta el punto que pude notar su dureza
otra vez clavada en mi vientre.
Aquello terminó por hacerme
perder el control.
.-“Uuhhm” un tímido gemido se
escapó de mi boca y quedó atrapado en la suya.
De nuevo había traspasado el
límite de lo decente. Pude notar su paquete apretándose contra mi vientre.
Cors se percató de ello, y
buscaba descaradamente el contacto entre nuestras intimidades mientras me
besaba y me acariciaba el culo. Tuve la necesidad imperiosa de comprobar por
última vez el tamaño de su polla por encima del pantalón. Introduje mi mano entre
los dos cuerpos y no dudé en acariciar esa polla que tanto me gustaba
imaginarme.
.-“Guuuauh”, cada vez que lo
manoseaba me parecía enorme. Movía mi mano arriba y abajo por encima de su
pantalón comprobando su erección.
Cors envalentonado por mi maniobra
deslizó una mano por mi cuerpo hasta acariciarme un pecho por encima de la tela
de mi camiseta, mientras con la otra mano continuaba estrujándome el culo.
En esos instantes éramos todo
pasión y desenfreno. Estábamos desbocados.
Cors metía su mano por debajo
de la camiseta hasta amasarme uno de mis pechos a conciencia.
.-“Uuummmh” de nuevo otro
gemido se escapó de mi boca y quedó atrapado en la suya.
Dejó de besarme para recorrer
mi cuello desnudo con su lengua y jugar con su piercing en el lóbulo de mi
oreja.
.-“Uuufh, para por favor“ le
dije “eso me pone muy cachonda” le susurré mientras su lengua jugaba con mi
cuerpo. Y él, haciendo caso omiso a mis palabras, introdujo ávidamente sus dos
manos por debajo de mi camiseta acariciándome ambos pechos a la vez.
Se dedicó a amasar y estrujar
uno de ellos, mientras que la otra mano jugaba a mover a un lado y a otro la
punta de mi pezón con la yema de sus dedos.
Aquellas caricias me estaban
volviendo loca. Yo por mi parte no podía evitar acariciar su miembro por encima
de sus pantalones. Era como una droga para mi.
De repente me subió la
camiseta por encima de mis pechos desnudando mis tetas en plena calle. Las
contempló goloso por un instante, y antes de que pudiera decir o hacer nada,
comenzó a recorrer cada centímetro de piel de mis pechos con su lengua hasta
que se dedicó a juguetear con su piercing en mis pezones.
.-“Noooh” gemí de placer. Temí
perder el control y dejarme hacer en medio de la calle. No respondía de mis
actos.
Recuerdo que me agarré al pelo
de su cabeza para no caerme, y tratando de evitar que se le ocurriese
incorporarse y detener sus lametones.
Yo soy muy sensible en esa
zona. Estaba entregada a las emociones que me producía.
.-“No!, para, pueden vernos”
le susurré en un atisbo de lucidez.
En el fondo estábamos en plena
calle, alguien podía estar observándonos, o mi marido podía despertarse. Cors
continuaba relamiendo mis pechos como si de dos flanes se tratase.
.-“No, por favor, para, pueden
vernos” le repetí entre gemidos mientras me agarraba a su cabellera con fuerza
para no caerme del gusto.
Cors se detuvo, se incorporó
para mirarme a los ojos, tiró de mi hacia él, lo justo para abrir la puerta del
coche y empujarme dentro sobre el asiento trasero de mi propio coche.
Antes de que pudiera
incorporarme el tío se había abalanzado entre mis piernas cerrando la puerta
tras de sí y hundiendo de nuevo su rostro entre mis pechos.
Traté de incorporarme. Me dio
un morbo increíble contemplar recostada sobre mis brazos en el asiento trasero
como Cors me devoraba las tetas mientras mi marido continuaba totalmente
inconsciente en el asiento delantero. Fue algo indescriptible para mí. Se lo
tenía bien merecido por gilipollas.
Cors comenzó a recorrer con su
lengua no sólo la zona de mis pechos, sino que poco a poco fue bajando hasta
besarme por la zona del ombligo y lamer todo mi cuerpo con su lengua.
Yo me dejaba hacer, hasta que
en un momento dado se entretuvo en darme pequeños besitos en la zona por debajo
a mi ombligo, se arrodilló sobre el suelo del coche y se deshizo del botón de
mis shorts mientras me miraba fijamente a los ojos.
.-“¿Qué haces?” le dije
tratando de evitar que me quitase los pantalones.
.-“Imagínatelo” dijo mientras
tiraba de mis pantalones hacia abajo con la intención de sacármelos.
.-“Mi marido puede vernos” le
susurré mientras trataba de resistirme tímidamente a que me quitase los shorts.
.-“No creo que te importe”
pronunció Cors mientras daba un último tirón a mis pantalones y lograba
deslizarlos por mis piernas hasta los tobillos.
Luego acomodó cada una de mis
piernas sobre sus hombros e introdujo su cabeza entre mis muslos.
Comenzó por darme algún besito
sobre mi pubis por encima de la tela de mis braguitas y a lamerme con su lengua
por la carne desnuda de mis piernas. Me gustó sentir su barba raspándome la
delicada piel de mis muslos. Se le notaba concentrado en aspirar mi aroma más
profundo de mujer. Luego retiró la tela de mis bragas a un lado y me besó por
primera vez sobre mis labios vaginales.
Se regocijó al comprobar que
llevaba mi pubis depilado.
.-“Esto hay que verlo bien”
dijo tras varios besitos incorporándose y tirando por los laterales de mis
braguitas deslizándolas por mis muslos. Luego se entretuvo un rato en sacarme
por completo tanto el pantalón como mis braguitas, atascadas en mis tobillos,
desnudándome de cintura para abajo.
Yo me acomodé sobre el asiento
dispuesta a disfrutar de lo que estaba a punto de suceder. Esperaba que por
primera vez en mi vida me comiesen el coño como es debido, y no con el pudor
con el que lo hacía mi esposo. Ahora podía verlo inconsciente por el retrovisor
central de nuestro coche. Siempre que trataba de hacerme el cunnilingus a su
manera, no terminaba por convencernos a ninguno de los dos.
Miré por última vez a mi
esposo sonriendo antes de cerrar los ojos y entregarme a la comida de Cors.
Enseguida pude notar como la
lengua de Cors recorrió mis labios vaginales de abajo arriba separándolos entre
sí. Se notaba que el tipo disfrutaba haciéndolo, como quien saborea un
cucurucho. Repitió la acción un par de veces antes de localizar mi clítoris con
su lengua. Una vez tuvo claro el punto que buscaba comenzó a mover su lengua a
un lado y a otro estimulando mi cuerpo hasta límites insospechados. Tuve que
morderme los labios para no gritar cuando pude sentir por primera vez el frío
del acero quirúrgico de su lengua tililando sobre mi clítoris
.-“UUuuufhh” traté de reprimir
varios gemidos evitando no hacer ruidos sospechosos que pudieran despertar a mi
esposo.
.-“Ya te dije que te gustaría”
interrumpió Cors su maniobra para mirarme a los ojos sabiéndose triunfador. Yo
por mi parte lo agarré por el pelo y le hundí su cara entre mis muslos a la vez
que hacía fuerza con mis piernas para que no se lo ocurriese interrumpir otra
vez lo que había empezado.
.-“Joder, siiih” suspiré
cuando una primera sacudida recorrió mi espina dorsal con su lengua jugando
alrededor de mi punto de placer. ¡¡Apenas llevaba nada comiéndome el coño y ya
estaba a punto de correrme!!. Era magnífico, maravilloso, indescriptible.
.-“Buuufff” resoplaba aferrada
a su pelo y aprisionándolo entre mis piernas para que no parase. Creo que hasta
la parte más alta de mis muslos estaban enrojecidos de apretar mis piernas
contra su barba de tres días.
.-“Uffh, para, me corrro” le
informé cuando un segundo y tercer espasmo sacudieron mi cuerpo. El también
pudo comprobar en su boca las convulsiones de mi cuerpo.
.-“Si sigues, me corroo” le
advertí casi por última vez mientras sucedía lo inevitable, mi cuerpo comenzaba
a tener pequeñas descargas eléctricas por su espina dorsal.
De repente Cors se detuvo.
Se incorporó sobre sus
rodillas a pesar de tenerlo bien sujeto entre mis piernas. Detuvo en seco sus
lamidas y desabrochándose a una mano el botón de los jeans de su pantalón,
rebuscó por unos instantes, que a mi me parecieron eternos, su polla entre su
bragueta, y extrajo un miembro espectacular que lució orgulloso ante mi vista.
.-“¿Pero qué haces?, ¿por qué
te detienes?” le pregunté sorprendida sin poder dejar de admirar su poderosa
polla asomar entre la cremallera de su pantalón.
Cors no dijo nada, tan solo me
miraba sonriente mientras se meneaba unas cuantas veces su miembro ante mi
atenta mirada.
Sin decir nada me arrancó mi
camiseta de tirantes por la parte superior. Ahora sí que estaba completamente
desnuda. Tiró de mis nalgas con sus manos para disponerme de frente a él. Se
acomodó de rodillas sobre el suelo del coche entre mis piernas una en cada
hombro. Me agarró fuerte de nuevo esta vez de las caderas, y me situó sobre el
asiento de tal forma que mi coño quedó a la altura de su polla.
Luego en silencio aproximó su
miembro hasta mis labios vaginales, y comenzó a restregarme hábilmente su polla
entre mis pliegues más íntimos, buscando estimular mi clítoris con su prepucio.
Yo contemplaba atónita como
esa maravilla se abría paso entre mis encharcados labios. Creí que me
penetraría de un momento a otro, y sin embargo demoraba el momento
intencionadamente.
Creí morirme de gusto cada vez
que notaba el contacto de la tela de sus pantalones por mis muslos. Ambos en
silencio. Yo no podía negarme, es más, acompañaba sus vaivenes con pequeños
movimientos circulares de mi cadera. Era evidente que estaba deseando que me
penetrase tanto como él. Yo solo podía mirar esa polla descomunal deslizándose
entre mis labios vaginales, y el observaba mi cuerpo moviéndose deseoso porque
lo penetrasen.
.-“Vamos Sandra, pídemelo por
esa boquita tan linda que tienes” me dijo mirándome a los ojos arrodillado como
estaba. Sabía perfectamente que yo me encontraba cachonda perdida, que mi
esperado orgasmo anterior había quedado interrumpido intencionadamente y que
necesitaba correrme como fuese.
.-“Métemela cabrón” ni yo
misma creía lo que acababa de decir.
.-“¿Estás segura?” me preguntó
al tiempo que continuaba con su particular tortura.
.-“Vamos, métemela” dije
completamente desesperada y tratando de ser yo misma quien agarrando su miembro
facilitase la penetración, pero él me apartó las manos de mi intento.
.-“Pídemelo como es debido”
dijo recreándose de mi sufrimiento.
.-“Fóllame por favor” le
supliqué al tiempo que trataba de empalarme yo misma.
Cors me sujetó con las dos
manos fuerte por la cintura. Estábamos frente a frente el uno contra el otro.
Yo recostada sobre el asiento trasero, y el de rodillas en el suelo del coche.
No se perdió ni un detalle de mi rostro cuando decidió penetrarme con su polla.
La introdujo despacio, gozando cada milímetro que me insertaba, comprobando
cada mueca y gesto en mi cara mezcla de satisfacción y dolor, hasta que le fue
materialmente imposible avanzar ni una sola micra más.
Creí morirme del gusto al
sentir como me dilataba y me llenaba por completo. Permaneció quieto sin
moverse y sin dejar de mirarme. Yo comencé a mover mis caderas en circulitos
tratando de animarlo a que se moviese, pero él me tenía bien sujeta por las
caderas y se regocijaba de mi desesperación. Estaba encantado de si mismo al
contemplar cómo era yo la que trataba de follármelo en tan dificultosa posición
por mi parte.
.-“Vamos que haces, muévete”
le supliqué al tiempo que trataba de mover sus caderas con mis manos. Pero el
permanecía impasible a mis súplicas.
.-“Vamos, cabrón muévete,
quiero que me folles” le suplicaba por enésima vez.
.-“Joder Sandra, que puta que
eres, cuanto vicio tiene ese cuerpo” y comenzó a moverse aunque muy despacito.
Su ritmo lento me desesperaba. Mi cuerpo tenía urgencia.
.-“Más deprisa cabrón, vamos,
muévete, más deprisa, vamos, vamos…” le animaba a aumentar el ritmo.
.-“Sabía que las españolitas
eráis calientes, pero ninguna tan zorra como tú. Debo reconocerlo Sandra, eres
la más puta de todas” pronunciaba burlándose de mí.
Yo le intenté arrear un
guantazo, se había pasado de la ralla. Sus comentarios no me gustaron. El
detuvo mis manos a punto de impactar contra su cara, inmovilizó mis dos manos
con una sola mano suya sobre mi vientre, y comenzó a moverse a un ritmo
trepidante, con rabia y violencia en cada empujón.
.-“Ah, ah, ah, …” no podía
evitar quejarme de placer con cada una de sus embestidas. Ahora se movía a toda
prisa, era como un perro en celo. Jamás me habían follado de esa manera, era
increíble, delicioso.
Se movía tan aprisa que
llegaba incluso a lastimarme ligeramente el movimiento de mis propios pechos
con cada una de sus embestidas.
.-“Joder siiih, me corrroooh”
y mientras le decía esto me sobrevino un primer espasmo de placer. Cors seguía
moviéndose con toda su fuerza e ímpetu observando las reacciones de mi cuerpo.
.-“Aaah, siiih” mi cuerpo se
tensaba, estaba a punto de estallar en un brutal orgasmo.
De repente Cors se detuvo de
nuevo en seco de sus movimientos para mi desesperación.
.-“Noooh, ¿qué haces?, sigue,
sigue joder, no pares” abrí los ojos suplicándole que continuase. No entendía
porque se detenía de esa manera haciéndome sufrir tanto. Porque mis manos
continuaban inmovilizadas por la suya a la altura de mi vientre, que si no
hubiese intentado arrearle otro bofetón.
.-“Vamos cabrón, fóllame,
quiero que me folles, muévete de una puta vez” le suplicaba desesperada
mientras era yo la que intentaba moverse en vano.
.-“Eso es Sandra, quiero
escucharlo de tu boca” me decía regocijándose de mi desesperación.
.-“Fóllame, fóllame por favor,
quiero que me folles…” le repetía una y otra vez implorándole.
Y ahora sí el holandesito
volvió a moverse a un ritmo infernal.
.-“Joder siiiih, que gusto,
eso es, muévete, que bien follas” le animaba para que no se detuviese.
.-“No pares ahora por favor,
no pares, cabrón” le repetía entre gemidos.
Me sobrevino un orgasmo
brutal, primero fue un espasmo tras otro sacudiendo mi cuerpo, lo menos diez o
doce a cual más placentero levantando mi cuerpo del asiento en cada sacudida.
Cors no dejaba de embestirme en ningún momento y en lo que parecía que mi
orgasmo había concluido, de nuevo más y más sacudidas que hicieron estremecer
mi cuerpo de placer.
.-“Mmmmmhh” Ahogué mis gritos
en cada convulsión mordiéndome los labios. Creo que era la primera vez en mi
vida que experimentaba un orgasmo tan largo y tan intenso. Dudo si fue un
orgasmo múltiple, pero estoy segura de que disfruté como nunca.
Cors observaba atento cada
gesto de mi rostro, cada sacudida de mi cuerpo, cada contracción de mis
músculos pélvicos alrededor de su polla que ahora me quemaba por dentro. Debí
de ser un espectáculo apoteósico para su regocijo.
Cuando me atreví a mirarlo a
los ojos pude entenderlo todo. Aquel experto amante sabía que retrasando mi
orgasmo lograría correrme varias veces, y así había sido. Lo miré totalmente
satisfecha por su saber hacer. Una vez recuperé la respiración le pregunté:
.-“¿Y tú?, ¿te has corrido?”
le pregunté extrañada porque su miembro no perdía vigor en mi interior.
.-“Bueno, ya sabes…lo que pasa
en estos casos, el alcohol y la marihuana retrasan el momento” me dijo como disculpándose.
A mí me dio lástima. Sentí la
necesidad de corresponderle, el me había llevado al mejor orgasmo de mi vida, y
yo quería que él al menos también se corriese.
.-“Ven, siéntate tú” le dije
haciéndole indicaciones para que se sentase cómodamente en el asiento trasero
al tiempo que su miembro se salía de mi interior, “vas a saber lo que es una
españolita de verdad” le dije sentándome a horcajadas sobre él.
Agarré su polla algo flácida
en esos momentos entre mis manos, y la acomodé a la entrada de mis labios
vaginales. Ahora era yo la que se movía adelante y atrás recorriendo toda su
longitud entre mis pliegues evitando intencionadamente la penetración. El me
agarró de la cintura y acompañaba el movimiento de mis caderas.
Sujete su cara con una de mis
manos y lo besé en la boca. Nuestras lenguas comenzaron a jugar de nuevo.
Introduje la otra mano por el interior de su camiseta y jugué con una de sus
tetillas. Se notaba que le gustaban mis caricias. Luego mientras continuaba
sujetándole el rostro con la otra mano, comencé a lamerle por el cuello y a
jugar con el lóbulo de su oreja. Podía notar los espasmos de su polla entre mis
piernas.
.-“Sabes… “ le susurré en la
oreja al tiempo que chupeteaba su cuello y su lóbulo, “nunca me han follado tan
bien como tú” le confesé para su satisfacción. Pude apreciar como su polla daba
un respingo.
.-“Lo sé” dijo él.
.-“Tienes una polla que me
vuelve loca” le susurraba tratando de realzar su ego como macho.
.-“Lo sé” repitió él en
actitud arrogante. No sé porque me gustaba en él su actitud chulesca. No tenía
nada que ver con mi marido.
.-“Quiero volver a sentirla
dentro de mi” le susurraba mientras le comía la oreja.
Su miembro ahora estaba
totalmente duro y en su máximo esplendor, así que decidí que había llegado el
momento. Agarré su miembro con una mano y la guié hasta la entrada de mi
coñito. Luego, poco a poco fui sentándome sobre su polla, comprobando como me
dilataba al penetrarme.
Era una gozada sentir todo eso
dentro de mí. Como había dado clases de danza del vientre, comencé a moverme
sobre su polla haciendo el llamado dromedario. Pude apreciar los espasmos de su
polla que crecía aún más en mi interior. Me llenaba por completo.
.-“Sabes…” le susurré de nuevo
en la oreja mientras lo torturaba con mis movimientos ”te voy a follar como
nunca te lo han hecho antes” lo provocaba.
.-“Joder Sandra, estas echa
una auténtica puta” me dijo tratando de alcanzar uno de mis pechos con su
lengua, dándome a entender que le gustaba chuparme las tetas
Yo le acerqué uno de mis
pechos a su boca para que pudiera lamerme los pezones.
.-“Eso es amor, cómeme las
tetas” le susurré en la oreja al tiempo que alternaba mis pechos en su boca
para que jugase con ellos.
Yo me movía ahora de tal forma
que cuando me echaba para atrás no alcanzaba a chuparme los pechos, y cuando me
movía hacia delante si lograba chuparme el pecho que le acercaba. Alternaba
cada teta en cada vaivén.
El me sujetaba fuerte de la
cintura y trató de aumentar el ritmo de mis caderas con su fuerza.
.-“Vamos, puta, muévete” me
dijo al tiempo que me daba una cachetada en mi culo. La nalgada resonó dentro
del coche.
.-“Ssscht” le chisté, “no
hagas eso, puedes despertar a mi marido” le advertí.
.-“Estoy seguro de que tu
marido no sabe utilizar este culo tan rico que tienes” pronunció al tiempo que
me daba otra nalgada y acercaba peligrosamente uno de los dedos de su mano que
me acariciaban el culo hasta mi esfínter.
Yo abrí unos ojos como platos
cuando noté su dedo recorriendo el anillo de mi ano. Él, que era un tipo listo,
se percató de mi reacción.
.-“¿No me dirás que nunca te
han partido el culo?” me preguntó mirándome a los ojos atento a mi reacción
cuando su dedo presionó ligeramente mi ano.
Yo desvié la mirada
evidenciando que nunca lo había intentado.
.-“Esto sí que no me lo
esperaba” dijo relamiéndose como lobo feroz dispuesto a devorar a caperucita.
Acto seguido me agarró del
pelo y me obligó a reclinarme contra su torso haciendo que mi culito quedase en
pompa y más abierto a sus intenciones.
.-“Relájate, quiero ser el
primero en romperte el culo” me susurró al oído a la vez que presionaba sobre
mi esfínter con la yema de uno de sus dedos.
Me dejé hacer. He de decir que
no me dolió mucho notar como su falange comenzaba a dilatar mi ano y lograba
abrirse camino en mis entrañas. El morbo mitigaba el ligero escozor que me
producía.
Decidí agarrarme a su cuello
con una mano, y acariciarme yo misma con la otra mi clítoris, buscando
contrarrestar con mi propio placer, el miedo y el temor que inundaba mi cuerpo.
.-“Si prietas el culo es peor,
relájate, no va a dolerte” me susurró de nuevo en la oreja al ver que mi cuerpo
estaba tenso al tiempo que introdujo su dedo corazón todo cuanto pudo.
.-“Lo ves, ya está del todo
dentro” me susurró de nuevo en la oreja y poco a poco comenzó a moverlo.
Hasta el momento no sentía
dolor, tal vez alguna molestia.
.-“No me hagas daño, por
favor” le supliqué aferrada a su cuello.
Aumenté el ritmo de mi mano
con el que yo misma me machacaba el clítoris, cuando pude notar como un segundo
dedo del holandés se abría camino en mi ano.
Para mi sorpresa tampoco dolió
tanto. Es más, resultaba incluso placentero. Cors como adivino de mis
pensamientos, comenzó a mover sus dedos relativamente deprisa en mi interior. A
parte de un leve picor en mi esfínter, se puede decir que se apoderaba el
placer de sentirme llena por su polla en mi coño y el movimiento de mi mano en
mi clítoris.
El experto holandés no se lo
pensó dos veces y enseguida introdujo un tercer dedo en mi ano. Aquello ya era
demasiado en mi cabeza, notaba cierto dolor al comprobar cómo se dilataba a la
fuerza mi esfínter, pero aún con todo se me hacía soportable.
Yo permanecía ahora con los
ojos cerrados abrazada a su cuello concentrada en las sensaciones que
experimentaba mi cuerpo. Era como si estuvieran forzando mi mente y mis
prejuicios en vez de mi culo. No sé durante cuánto tiempo estuvo jugando con
sus dedos en mis entrañas, pero abrí los ojos cuando me dijo:
.-“Será mejor que me la chupes
antes de que te rompa el culo, debe estar muy lubricada si no quieres que te
duela” pronunció para mi sorpresa sacando de mi interior tanto su polla como
sus dedos y haciendo fuerza con sus manos para que me arrodillase en el suelo.
Lo obedecí sin rechistar, me
dejaba guiar temerosa y complaciente. Así que me arrodillé a sus pies, lo miré
a los ojos mientras le desabrochaba los jeans por completo y tiraba de sus
pantalones y de sus calzoncillos hasta dejárselos a la altura de los tobillos.
Luego agarré a una mano su polla, y procedí a lamerla de abajo arriba con mi
lengua una y otra vez.
Pude comprobar el sabor de mis
propios fluidos, y el olor intenso de los dos sexos mezclados. No sabría cómo
describir esa sensación. Me sentía como una autentica guarra chupando esa polla
y a la vez me gustaba.
Lo miré a los ojos desde esa
posición y pude comprobar su cara de impaciencia porque me introdujese de una
vez su polla en la boca. No le hice esperar, traté de introducírmela todo
cuanto pude. Apenas el prepucio y poco más. Luego recorrí su forma con mi
lengua mientras la tenía atrapada entre mis labios, y más tarde acompasé mi
movimiento arriba y debajo de mi cabeza con el de mi mano.
.-“Joder Sandra, que mal la
chupas, se nota que no estás acostumbrada. Será mejor que te reviente el culo
cuanto antes” me dijo incorporándome con sus manos por debajo de mis brazos.
Luego me giró de espaldas a
él. Me manejaba a su antojo. Yo quedé mirando hacia la luna delantera del coche
prácticamente entre los asientos de delante. En esta posición podía verme a
través del retrovisor, y a mi marido completamente inconsciente en el asiento
del copiloto.
Cors me abrió las nalgas del
culo con las dos manos y me ordenó:
.-“Ven siéntate despacio”
pronunció mientras guiaba mi culo hasta su polla.
Enseguida pude sentir su
capullo presionando contra mi esfínter. Cors se agarraba el miembro con una
mano, mientras me hacía indicaciones para que me sentase poco a poco sobre su
polla.
.-“Hay!!” grité cuando noté
que mi ano se dilataba a la fuerza presionado por su polla. Aquello me dolió un
poco, y me incorporé apoyándome en los reposacabezas de los asientos
delanteros. Mi mano derecha contactó con el pelo de mi esposo que yacía en el
asiento del copiloto.
Cors me hizo indicaciones para
que lo intentásemos por segunda vez. Repetimos la maniobra, solo que esta vez,
una vez introdujo tan solo la puntita de su polla en mi ano, me agarró con
fuerza por la cadera impidiendo que pudiera hacer fuerza hacia arriba y
salirme.
.-“Si te quedas quieta te
dolerá menos” me dijo a mi espalda, tratando de inmovilizar mi cuerpo. Yo le
hice caso y me quede quieta esperando los acontecimientos.
.-“Eso es, vamos, siéntate, lo
estás haciendo muy bien” me dijo al tiempo que yo dejaba caer mi cuerpo poco a
poco sobre su regazo y me ensartaba su polla en lo más profundo de mis
entrañas.
Había entrado hasta el fondo
en una sola vez. Me produjo cierta sorpresa notar sus huevos contra la piel
desnuda de mi culo, pero también el dolor que ahora surgía de esa zona. Dudé si
salirme o no, pero fue Cors quien comenzó a moverse despacio dilatando mi
esfínter lentamente.
Yo permanecía agarrada a los
reposacabezas de los asientos delanteros, atenta a todo cuanto sucedía en el
interior de mi cuerpo.
Recuerdo que mi marido se
movió ligeramente, por un momento temí que se despertara, pero su movimiento
únicamente sirvió para verificar el estado de inconsciencia en el que se
encontraba. El caso es que su mano izquierda cayo por el hueco del freno de
mano y mi vista se fijó irremediablemente en la alianza que relucía en su dedo
anular.
.-“Pobrecito” pensé al verlo
inconsciente “si supieras que tu querida mujercita le está entregando el culo a
otro tipo en tu mimado cochecito no dormirías tan a gusto”.
Cors tiró de mi pelo
obligándome a quedar recostada de espaldas contra su torso. Una de sus manos se
dedicó a acariciarme las tetas, mientras la otra la dirigió directamente a mi
coñito.
.-“Te va a costar olvidar esta
polla” me dijo desde la espalda al tiempo que uno de sus dedos se abría camino
en mi vagina.
Aquello era increíble, pude
notar como su dedo alcanzaba a rozarse con su polla a través de mis tejidos. De
repente el dolor había desaparecido y solo lograba experimentar oleadas de
placer recorriendo mi cuerpo.
.-“Te estoy rompiendo el culo…
¿y a que te gusta?” escuché desde mi espalda.
.-“Eso es, si, clávamela” le
dije al tiempo que agarraba sus dos manos con las mías y las guiaba en sus
caricias.
Ahora era yo la que le
incitaba a que me pellizcase el pezón que tenía atrapado con su mano, y a que
introdujese un dedo más en mi vagina.
.-“Oh sí, como follas cabrón”
le dije una vez se dejó guiar sus manos por las mías.
.-“Lo estas disfrutando, ¿eh
guarra?” me dijo retorciendo uno de mis pezones con su mano.
.-“Oh si, por Dios, fóllame
más, rómpeme el culo” le incitaba. Cors comenzó a moverse al igual que antes me
follaba por el coño, a un ritmo vertiginoso.
.-“Eso es cabrón, dame fuerte,
rómpeme el culo” le dije al comprobar que una corriente eléctrica comenzaba a
recorrer mi columna vertebral.
.-“Te estoy rompiendo este
culito de niña pija que tienes” me dijo con su voz entrecortada que me hacía
presagiar estaba a punto de correrse.
.-“Córrete”, le dije volteando
mi cuello para tratar de besarlo “quiero que te corras dentro de mi”. Sabía que
poco tardaría en hacerlo.
.-“Joder, Sandra, menudo
culito más rico que tienes”, y al decir esto pude comprobar cómo su polla
comenzaba a tener algún espasmo.
.-“Es todo tuyo” le dije, y
preté el culo tratando de provocarle el máximo placer, aunque a mí me dolió un
poco contraer el esfínter.
.-“Eso es Sandra, tú sí que
sabes, menuda puta estas hecha” dijo ya con la voz temblorosa.
.-“Vamos cabrón, correte,
quiero que me llenes el culo de tu lechecita” le dije refrotándome con mi
cuerpo contra el suyo, clavándome su polla hasta masajearle los huevos con la
piel de mis nalgas.
.-“Oh, siih, siiih, me
gustaaah” pronunció al tiempo que se corría en mi interior.
Pude apreciar sensiblemente
cada contracción de su polla en mi interior, y como un líquido caliente
inundaba mis entrañas. Yo continuaba con mi cuerpo recostado sobe el suyo,
exprimiendo cada gota que derramaba en mi interior, hasta que poco a poco su
miembro fue perdiendo dureza, momento en el que se salió de mi.
Permanecimos un rato los dos
recostados el uno en el otro.
.-“¿Te ha gustado?” me
preguntó acariciando mi cuerpo en un plan muy romántico que para nada me
esperaba, y que agradecí de sobremanera.
.-“Uhm, uhm” asentí con la
cabeza.
.-“A mí también” dijo al
tiempo que me apartaba a un lado del asiento trasero y se subía los
calzoncillos y los pantalones.
.-“Por tu bien, espero que no
nos volvamos a ver” pronunció al tiempo que se recomponía las ropas. Yo buscaba
aturdida mis braguitas, mis shorts y mi camiseta que debían estar por algún
lado en el suelo del coche.
Cors encontró antes que yo mis
braguitas y encerrándolas en su puño dijo:
.-“Déjame que me las lleve de
recuerdo, las guardaré junto a mis camisetas de los Rolling Stones” y dicho
esto me dio un pico en la boca, abrió la puerta del coche y se bajó cerrando
tras de si.
Ni supe, ni me dio tiempo a
reaccionar. Me quedé desnuda y sola, aunque acompañada por la presencia de mi
marido, en el interior de nuestro coche.
Recuerdo que me puse aturdida,
confundida, y con dificultad los shorts y la camiseta, y me quedé adormilada en
el asiento trasero.
Me desperté con un dolor de
cabeza tremendo y un frío interior en mi cuerpo espantoso. Mi marido todavía
dormía en el asiento del copiloto. Pude ver que el asiento trasero estaba
manchado del semen de Cors que había escurrido de mi cuerpo.
Decidí dejarle una nota a mi
esposo indicándole que me llamase, que había ido a desayunar y le indicaría la
cafetería en la que estaba.
Así lo hice, no sé si
intencionadamente o no, la primera vez que vería a mi esposo después de lo
sucedido sería en un sitio público.
Caminé hasta encontrar un bar
de desayunos, me tomé un café con leche y algo de repostería. Más o menos a la
media hora llamó mi esposo preguntando dónde me encontraba. Le dí indicaciones
y al rato apareció en el bar.
Tenía mejor pinta de la que
esperaba. Nada más acercarse me dio un pico en la boca y me preguntó si quería
tomar algo más, como si fuese lo más natural de mundo. Yo le dije que no. Me
dio la espalda para pedir en la barra. En esos momentos dudé si decírselo o no.
Si romper o no. Pero cuando regresó con su café y su tostada a la mesa, me dí
cuenta que nuestra vida volvía a estar inmersa en la rutina de siempre.
.-“¿Qué tal el concierto?” me
preguntó.
Yo solté a reír y le dije:
“Increíble, una pasada, lástima que te lo perdieras”.
Besos,
Sandra.
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