Aquel verano mi marido y yo
nos fuimos de vacaciones a la montaña, elegimos una pequeña casita rural en un
pueblo bastante alejado del mundanal ruido. Por desgracia había pocos
alicientes, el pueblo carecía de los servicios más básicos, ni piscina, ni
biblioteca, ni polideportivo, solo había un bar y un pequeño supermercado. El
único encanto del que disfrutaba era salir a pasear en mountain bike por la
mañana temprano, mientras que mi marido prefería quedarse durmiendo en la cama
hasta mi regreso. Decir que me llamo Sandra, y tengo treinta y un añitos.
Recuerdo que para dar mis
paseos en bicicleta me ponía unas mallas cortitas que muy bien podían parecer
un boxer de tío, y en la parte superior tan solo me ponía un sujetador de esos
tipo deportivo. Era verano y hacía calor, y me sentía realmente estupenda con
esa ropa.
Como decía, el primer día
pensé en no alejarme mucho del pueblo y tratar de visitar los parajes
recomendados en las diferentes guías. Durante estos paseos me cruzaba con otros
cicloturistas y gente paseando, al final coincidíamos todos visitando los
mismos puntos turísticos.
Recuerdo en especial, que al
llegar a uno de esos puntos en la carretera que te indican de interés
fotográfico, había también un ciclista contemplando el paisaje. Lo recuerdo
porque se trataba de un señor de unos cincuenta y tantos años, bastante bien
llevados. Era de esos hombres maduros, que se nota cuidan meticulosamente su
cuerpo, lo recuerdo también porque lucia un torso desnudo y sobretodo porque me
llamo la atención el bulto de su entrepierna. Desde luego mi marido en mallas
no marcaba ese pedazo paquete. El tampoco me quito ojo de encima, es más, en
varias ocasiones lo sorprendí mirándome el culo. Yo aproveché para beber un
poco de agua, reponer sales minerales, y comer alguna barrita energética
mientras observaba el paisaje.
Cuando llegó el momento de
reanudar la marcha, pude comprobar que él también lo hacía, y de hecho se
mantuvo durante un buen rato del trayecto a unos metros de distancia detrás de
mí. Supongo que admirando mi figura y mi trasero. No sé en que momento se quedó
rezagado, pero era seguro que se encontraba en mejor forma física que yo, y que
me podía haber pasado en cualquier momento, pero no lo hizo. He de decir que me
sentí un poco observada, y porqué no decirlo algo intimidada.
Para ser el primer día estuvo
bastante bien, la paliza fue considerable. Al llegar a la casa rural, me dí una
buena ducha y por suerte mi marido me había preparado un estupendo almuerzo. El
resto del día transcurrió con total normalidad.
Al día siguiente volví a
madrugar para salir a dar mi vuelta diaria en mountain bike. El paseo fue de lo
más normalito, pedaleando siempre entre espectaculares arboledas a orillas del
río que cruzaba el pueblo. Lo único destacable, es que al regresar al
pueblecito me tope con el mismo señor mayor que el día anterior me siguió
durante un trozo del trayecto. Para mi sorpresa, pude comprobar que vivía en el
mismo pueblo en el que estábamos alojados, y que habitaba en una casita
bastante cercana a la nuestra.
Al tercer día ocurrió un hecho
que lo cambiaría todo. Como todos los días salí temprano a dar mi paseo
matutino, y recuerdo que me quedaba poco para regresar al pueblo cuando debí
pinchar la rueda trasera de mi bici. Traté de solucionarlo y aún fue peor, pues
tras quitar la rueda no pude reparar el pinchazo, y además luego no supe
colocarla de nuevo entre tanto piñón y engranaje. Así que sin planearlo me
encontré con la bici desmontada en medio del camino tratando de salir de allí
como fuese. Pensé en llamar a mi marido y que viniese a recogerme con el coche,
pero me fastidiaba pedir ayuda suya y aguantar su sermón. En esas estaba,
cuando apareció por el camino el tipo de los días anteriores, se paró a mi lado
del camino y me dijo:
.- "¿Te puedo ayudar en
algo?" preguntó amablemente.
.-"Bueno he pinchado y no
sé como montar la rueda" dije describiéndole la situación con las manos
manchadas de grasa por la cadena.
.-"Si quieres puedo
ayudarte" dijo bajando de su bici y quitándose la mochila que llevaba a la
espalda, y de la que sacó un pequeño juego de herramientas. Luego se arrodilló
junto a mi bici, y comenzó a montar la rueda de nuevo en su sitio.
.-"Perdona que no me haya
presentado, mi nombre es Ángel" dijo incorporándose para tenderme la mano.
En esos momentos llevaba como en días anteriores el torso descubierto y además
de sus abdominales resaltaba su paquete de entre sus mallas.
.-"Ohps, yo me llamo
Sandra, muchas gracias por ayudarme" dije acercándome para intercambiar
dos besos, yo todavía llevaba las manos manchadas de grasa y me pareció más
correcto que el estrecharnos la mano. Debido a mi torpeza mis pechos rozaron
con sus pectorales, y al separarnos pude apreciar como su mirada se perdía en mi
escote.
.-"Encantado de echarte
una mano, o mejor dicho, de poder ayudarte" dijo rectificando sus primeras
palabras con cierto rin tintín en su entonación y repasando mi cuerpo de arriba
abajo. No me importó, supongo que me agradó parecer atractiva a los ojos de un
hombre de su edad, era en cierto modo halagador.
El caso es que estuvimos
charlando mientras me arreglaba y montaba de nuevo la bici. Pude aprovechar los
momentos en los que sólo prestaba atención a mi bici, para mirarle y poder
sopesar el tamaño de su paquetorro. ¿Llevaría algún tipo de relleno ese
maillot?, me preguntaba.
De la conversación pude saber
que Ángel había sido empleado de banca, que estaba prejubilado, y que había
enviudado mucho tiempo antes que todo eso. Tenía un único hijo que vivía en
Estados Unidos y al que apenas veía. Que la vivienda en la que estaba alojado
era suya en propiedad, y que era de una ciudad distinta a la nuestra. Pareció
un tipo amable, educado y simpático.
.-"La rueda ya esta de
nuevo en su sitio" dijo recogiendo sus herramientas, "si quieres
puedo llevarme tu bici a casa y arreglarte el pinchazo, así mañana podrías
pasar a recogerla y salir juntos a dar un paseo" dijo ofreciéndome quedar
para el día siguiente, y aunque me gustó su sutileza en la invitación, traté de
rechazar su propuesta sin parecer muy descortés.
.-"Oh, no sé, no quisiera
causarle más molestias" dije tratando de excusarme.
._"Mujer, no es ninguna
molestia, al contrario…, sería un placer poder pedalear contigo" dijo
insistiendo en su proposición.
.-"Creo que es mejor que
intente arreglarlo mi marido" dije tratando de hacerle desistir de su idea
y dejándole claro que estaba casada.
.-"Como quieras, pero
sería conveniente que mañana al menos no salieses sola a pasear, podrías
quedarte tirada por ahí, de no estar bien reparado el pinchazo" dijo en un
último intento por tratar de convencerme.
Lo cierto es que sus palabras
me hicieron recapacitar, no confiaba mucho en las habilidades de mi esposo para
reparar la bici, y no me resignaba a tener que renunciar a mi paseo matutino.
Además tenía razón, podía quedarme tirada por ahí, así que al final accedí a su
propuesta.
.-"Espero que no le
importe" dije aceptando su invitación a pasear juntos.
.-"Oh no, todo lo
contrario, comenzaba a resultarme muy aburrido pedalear solo a los mismos
lugares de siempre" dijo entusiasmado con mi aceptación. Y acto seguido
comenzó a preguntarme acerca de los lugares que había visto por los
alrededores.
De esta forma, mientras
caminábamos con las bicis de regreso al pueblo, estuvimos charlando acerca de
los sitios que se pueden visitar y de las diferentes excursiones y su
dificultad que se pueden hacer. Le dije que llevábamos pocos días de vacaciones
y que no quería machacarme mucho al principio. Así que acordamos quedar al día
siguiente para hacer una excursión que no entrañase mucha dificultad. Por fin
llegamos al pueblo, acompañé a Ángel hasta su casa y dejé mi bici en su garaje,
quedando para el día siguiente
He de confesar que estuve un
poco nerviosa al día siguiente, no le comenté nada de lo sucedido a mi esposo,
ni de que había quedado con Ángel, por miedo a un estúpido ataque de celos,
además tampoco era para nada del otro mundo. Pero lo cierto es que me arreglé
un poco más que de costumbre, me recogí el pelo en una coleta, elegí mi mejor
top deportivo, y lo mismo con el culoté. He de reconocer que Ángel además de
inteligente me pareció algo atractivo, tenía un no sé qué en la mirada que lo
hacía bastante seductor, además de su paquete y su torso marcando tabletas, se
conservaba muy bien para su edad. Supongo que era la seguridad y serenidad que
transmitía en sus palabras.
.-"Estas estupenda"
dijo Ángel nada mas verme, y acto seguido comenzamos a pedalear juntos.
Me llevó por unas pistas y
sendas bastante espectaculares, con unas vistas maravillosas. De nuevo pudimos
conversar por el camino. Ángel era un orador bastante divertido, me hacía reír
con sus comentarios, me pareció una persona inteligente y de conversación
bastante agradable, a pesar de la diferencia de edad congeniamos enseguida
bastante bien en los temas de conversación.
Al fin llegamos a una poza
junto al río muy espectacular, el agua reflejaba el color verde de los árboles
de alrededor copiando unas tonalidades francamente preciosas. Ambos estábamos
bastante sudados por la pedaleada, por lo que no me sorprendió cuando Ángel me
dijo que le apetecía darse un baño.
.-"Lo siento no he traído
el bañador" dije arrepentida por no haberlo hecho, pues realmente era muy apetecible
el darse un baño y refrescarse.
.-"Es una pena" dijo
Ángel mientras se quitaba la camiseta y el maillot quedándose en uno de esos
bañadores tipo slip que para mi gozo le resaltaban el paquete.
Me quedé totalmente anonadada
contemplando de nuevo su cuerpo, la verdad es que a pesar de su edad se
conservaba bastante bien, tenía un cuerpo musculado y sin bello en el torso,
aunque las piernas eran bastante peludas, lo que me hizo pensar que había
pasado por el láser para depilarse. Algo extraño en un hombre de su edad. Me
quedé embobada viendo como se quitaba la ropa y se zambullía en el agua.
Marcaba un culo precioso.
.-"¿Seguro que no quieres
bañarte? Esta muy buena el agua" gritó mientras nadaba en la poza.
Yo lo contemplaba enrabietada por
no llevar el bañador debajo, pues nada me apetecía más en el mundo y en esos
momentos que bañarme en el agua. Además estaba bastante sudada. Decidí cometer
una pequeña travesura…
De siempre había fantaseado
con bañarme de madrugada en la playa junto a un grupo de amigos y amigas todos
en ropa interior, en una noche loca. Era algo con lo que me había acariciado en
más de una ocasión y que siempre me ponía. Así que como debajo del conjunto de
deporte llevaba un sujetador negro de lycra y un tanga a juego, que bien
podrían hacer la labor de bikini, pensé que posiblemente resistirían al agua
sin que llegase a transparentarse nada. Y si así era poco me importó, me podían
las ganas por refrescarme y de dar rienda suelta posteriormente a mis
fantasías. Así que me desprendí de mis prendas de deporte bajo la atenta mirada
de Ángel, y quedándome en ropa interior me tiré de cabeza al agua.
El agua estaba estupenda, algo
fría tras un rato, por lo que Ángel salió relativamente pronto alegando tener
frío. Por mi parte me alegré de que mis prendas no se transparentasen al
mojarse, así pude disfrutar del baño sin temer las miradas indiscretas de
Ángel. Cuando salió del agua, pude contemplar como se secaba en la orilla junto
a las bicis con una pequeña toalla de esas de microfibra que llevaba en su
inseparable mochila. Otra vez más pude fijarme en su cuerpo, a decir verdad el
abuelete estaba bastante bien, de nuevo advertí que marcaba algo de paquete,
seguramente el frío le había provocado el inicio de una erección.
Por un momento pensé que dicha
erección podía deberse a mi culpa, y me agradó la idea. Yo decidí permanecer un
poco más de tiempo dentro del agua, hasta que debido al frío mi piel se puso de
gallina y mis pezones de punta. Decidí que era el momento de salir del agua, no
quería pillar un pasmo. Ángel fue muy amable, pues acudió a cubrirme con la
toalla en cuanto me vio salir del agua. Me rodeo con la toalla y dándome unas
friegas con sus manos en mis brazos me dijo:
.-"Ten cúbrete con mi
toalla, la salida es muy fría" dijo de forma casi paternal, y en verdad
que ese tipo podía ser mi padre.
.-"Gracias" respondí
agradeciendo su gesto. Y dicho esto comencé a frotarme con su toalla para
secarme. Pude apreciar su olor impregnado en la tela y lejos de desagradarme me
resultó excitante.
Recuerdo que lo sorprendí
mirándome el culo cuando me giré para secarme las piernas y me agachaba. Pude
verlo a través del reflejo de su figura en el agua del río. No sé porque me
gustó demorar un poco más la escena y exhibirme ante él comprobando su
reacción. Me gustó provocarlo esperando algún comentario por su parte, quería
saber si como todos los hombres estaba dispuesto a tirarme los tejos y tratar
de insinuar que esperaba llevarme a la cama, pero estos no llegaron. Una vez
seca me giré de nuevo terminando el espectáculo, y me desplacé a coger mis
prendas deportivas, luego le dije:
.-"Voy a cambiarme por
ahí" y dicho esto me perdí tras unos arbustos para quitarme mi ropa
interior y ponerme de nuevo tan solo las prendas de deporte secas. Me fui
detrás de unos matorrales donde podía observarlo sin ser vista.
Mientras yo me desnudaba
detrás de los arbustos, me sorprendió observar desde mi posición como Ángel se
desnudaba también quitándose el bañador, sin ningún tipo de pudor, para ponerse
un boxer seco. Se quedó en pelota picada en medio del campo. ¡Dios mío!, menudo
pedazo de polla que se gastaba el sesentón. El tío estaba muy bien dotado. Por
casualidad yo estaba también desnuda en el momento en el que Ángel se quedaba
completamente desnudo luciendo cuerpo y miembro, un escalofrío recorrió mi
cuerpo de arriba a abajo. Era la primera vez en mi vida que observaba
completamente desnudo a otro hombre que no fuese mi marido, ¡y yo también
desnuda!. He de reconocer que me costó un tiempo recuperarme y salir de detrás
de los arbustos. Cuando regresé junto a Ángel, este estaba ya vestido sentado
en la toalla sobre la hierba extendiéndose crema solar por los brazos. Al verme
me dijo:
.-“Si quieres puedes dejar tu
ropa mojada en el interior de mi mochila” dijo tendiendo su mochila hacia mi.
No tuve más remedio que hacerlo, pues no llevaba ninguna bolsa en que llevar
mis prendas.
.-“¿Quieres?" preguntó
ofreciéndome la crema tras dejar mi ropa en su mochila. "El sol comienza a
picar" dijo. Y tenía razón, así que para no mancharme con la hierba y
tener que frotar luego, decidí sentarme delante de él en el trozo de toalla que
me dejó disponible.
Fue Ángel quien me aplicó la
crema sobre los hombros y la espalda y comenzó a extenderla. Me resultó
agradable el contacto de sus manos en mi cuerpo, al fin y al cabo era la
primera vez en mucho tiempo que me acariciaba de esa manera otro hombre que no
fuera mi esposo.
.-"Tienes una piel muy
fina y sin apenas manchas" dijo mientras me daba crema. Seguramente se
daría cuenta de que a pesar de haber comenzado hace poco mis vacaciones, se
apreciaba el contraste de piel entre el moreno y la zonas que habitualmente
cubre la tela de mi bikini.
.-"Y tú das muy bien los
masajes" dije devolviéndole el cumplido. Algunas veces sus manos se
aproximaban peligrosamente a mis pechos.
.-“Sabes... hace tiempo
realicé un curso de quiromasaje, cuando quieras te doy uno como debe ser"
dijo ofreciéndose amablemente, al tiempo que terminaba la zona de la espalda y
esperaba a que le dijese algo.
.-“Seguramente me vendría bien
antes de regresar al trabajo" dije aplazando su proposición de darme un
masaje, y prácticamente quitándole el bote de crema de sus manos, continúe yo
misma dándome la protección por el resto del cuerpo. Me pareció la forma mas
decente de actuar y de no darle falsas esperanzas a ese hombre.
Regresamos a casa pedaleando
más relajadamente y conversando por el camino. Me contaba cosas graciosas que
me hicieron reír varias veces. Quedamos para el día siguiente como en veces
anteriores. Tras separarnos recordé que mi sujetador y mi tanguita empapados se
habían quedado en su mochila.
Al llegar a casa mi marido
continuaba durmiendo, me metí en la ducha rápidamente, la imagen de Ángel
desnudo en medio del campo, no se marchaba de mi mente. Además, seguía
sintiendo sus ojos clavados en mi piel, y recordé el momento en el que decidí
armarme de valor y quedarme en ropa interior delante suyo para bañarme. He de
reconocer que me excité con mi lado más exhibicionista. De manera inconsciente
comencé a acariciarme mientras me extendía el jabón por mi cuerpo. Recordaba el
momento en el que Ángel me diera crema, y no podía evitar imaginarme que eran
sus manos las que me acariciaban. Uff, me estaba poniendo cachonda yo sola en
la ducha, hacía tiempo que no me masturbaba, y sin embargo sentía unas ganas
locas de hacerlo. Dirigí el chorro del agua de la ducha hacía mi clítoris como
hiciera de adolescente, y comencé a masturbarme pensando en Ángel. Me corrí, me
corrí enseguida, y como hacía tiempo que no disfrutaba.
A decir verdad, pasé el resto
del día pensando en la visón de Ángel desnudo, era como un mantra que se
repetía una y otra vez en mi mente, y al llegar la noche quise hacer el amor con
mi marido, por supuesto le fui infiel de pensamiento, y no pude evitar pensar
en Ángel mientras mi esposo yacía encima de mí.
Al día siguiente me puse un
bikini debajo de las prendas deportivas confiando en que de nuevo nos
bañaríamos por el río. Era uno de esos bikinis cuya parte superior son dos
triángulos unidos por cuerdecillas, y lo mismo podría decirse de la parte de la
braguita, otros dos triangulos unidos por el lazo de las cuerdas laterales.
Pero para mi desgracia no me llevo a ningún paraje del río, la jornada
transcurrió por acantilados y precipicios hasta llegar a lo alto de un monte
con unas vistas espectaculares, donde paramos a beber, descansar, y hacer el
alto en el camino.
Estuvimos hablando junto a un
precipicio, y recuerdo que estuvimos conversando acerca del valor, de los
riesgos a asumir en la vida para disfrutar luego de las metas alcanzadas y todo
eso. Creo que me dijo muchas de las cosas con segundas intenciones. Como todos
los hombres, al fin insinúo que por su parte estaba dispuesto a que sucediese
algo entre nosotros, aunque todo muy sutilmente e interpretando siempre entre
líneas, y creo que le dejé claro que me agradaba su compañía mientras
pedaleábamos, y que me sentía halagada por que me viese atractiva, pero que no
pasaría nada entre nosotros. Yo mencionaba constantemente a mi marido y lo
feliz que era a su lado, y que por eso no asumiría ningún riesgo como trataba
superfluamente la conversación.
Antes de iniciar el regreso,
como iba bastante transpirada y el top deportivo comenzaba a estar empapado,
decidí quitármelo quedándome con la parte superior el bikini. No caí en la
cuenta de que mis tetas botarían sin la sujeción adecuada con cada bache del
camino, y Ángel se pasó todo el camino de regreso sin mirarme prácticamente a
los ojos. Además al estar inclinada sobre el manillar, la visión de mi escote
debía permitirle verme hasta el ombligo. Por un momento pensé que no había sido
buena idea quedarme con la parte superior del bikini, esos dos pequeños
triángulos, que apenas sujetaban mis pechos, pero de nuevo me gustó comprobar
su mirada clavada en mi cuerpo. Era un sentimiento encontrado, por una parte no
quería que sucediese nada, pero por otra me gustaba sentirme deseada y
provocarlo para aumentar el deseo y la imaginación.
De nuevo quedamos para el día
siguiente. Ya me anticipó que intentaríamos llegar a un pequeño lago, pero que
la jornada era bastante dura, y que debíamos cargar las bicis en su coche para
adelantar unos cuantos kilómetros en coche. Me pareció buena idea descubrir un
sitio nuevo para mí, lo cierto es que hasta ahora me había llevado a parajes
muy bonitos, por lo que me dejaba guiar. Al regresar al apartamento rural junto
a mi esposo, pasé el resto del día esperando que llegase el día siguiente. Quedar
con Ángel se había convertido en el único aliciente durante esas vacaciones,
además había despertado mi imaginación de un modo instintivo, fantaseaba en
todo momento con la idea de que podía suceder algo entre nosotros, aunque me
diese miedo que realmente llegase a acontecer.
Por fin amaneció y nada mas
cargar las bicis en el coche de Ángel nos subimos dispuestos a hacer nuestra
jornada. Recuerdo que durante el trayecto, la mano de Ángel se rozó con mi
pierna en varias ocasiones con motivo de cambiar la marcha del vehículo.
Siempre me quedará duda de si buscaba este roce intencionadamente, o por el
contrario era algo fortuito.
Ángel tenia razón, fue una
auténtica paliza llegar hasta el lago, pero como en anteriores ocasiones
mereció la pena. Esta vez no me pilló de sorpresa, y ambos pudimos disfrutar de
un refrescante baño en el lago. Yo con mi bikini, y Ángel de nuevo en su
bañador slip.
Recuerdo estar tumbados
después del baño, cada uno en su respectiva toalla, ambos sobre la hierba
tomando el sol para acabar de secarnos, cuando de nuevo Ángel comenzó a
extenderse crema solar por el cuerpo. Esta vez fue él quien me pidió que le
diese crema en la espalda una vez terminó de darse por donde él mismo
alcanzaba. Yo accedí a dársela.
Ángel estaba tumbado boca a
bajo en su toalla y yo me situé a un lado suyo para extenderle la crema por la
espalda. Me gustó esparcirle la loción solar, por primera vez en mucho tiempo
me agradó acariciar otra piel distinta a la de mi esposo. Me gustó poder
comprobar la fuerza de sus músculos. Un primer roce fortuito entre su mano y mi
cuerpo, hizo que luego fuese yo misma quien provocase otros roces eventuales.
Él tampoco hacía ademán de retirar sus manos al notar el contacto de mi piel.
Una vez terminé de extenderle la crema, Ángel me preguntó:
.-"¿Puedes darme crema
también por la parte posterior de mis piernas?" me sorprendió su
propuesta, pero realmente había dado en el clavo, era lo que más deseaba en
esos momentos. Sobretodo quería acariciar sus muslos, y recordar su tacto para
mis ratos más íntimos.
Decidí avivar el fuego entre
ambos, y me senté sobre los talones de Ángel, para comenzar a darle crema por
los gemelos de sus piernas. Están eran duras y fibrosas, se notaba que hacía
bici con frecuencia. Conforme subía por sus muslos mi temperatura también
subía. Para colmo, cuando le extendí la crema por sus muslos, muy cerca ya de
sus nalgas, mis pechos rozaron inocentemente con la parte posterior de sus
gemelos debido a la postura algo forzada. Creo que comenzaba a humedecerme con
el juego y los roces. Decidí que mi peso, descansase sutilmente sobre el talón
de Aquiles de Ángel. Uff, el roce de su talones con mi intimidad me estaba
poniendo como una moto. Decidí continuar dándole crema por sus muslos, me estaba
gustando, y supongo que a él también. De nuevo mis pechos rozaron en sus
piernas. Caray!!, que calor me estaba subiendo. No era justo, quise arriesgarme
y rocé con mis manos la tela de su slip mientras le daba crema por el interior
de sus muslos. Guuau, había sido demasiado, me había atrevido más de la cuenta.
Tal vez me había pasado, ¿qué se pensaría?. Estaba colorada, y debía disimular,
me dí cuenta de lo sonrojada que estaba cuado terminé, incluso me avergoncé por
mi atrevimiento notablemente.
.-“Ya está” dije tumbándome
rápidamente de nuevo sobre mi toalla para que no se me notase mi rubor.
.-“Gracias”, dijo Ángel sin
moverse de su posición. En esos momentos me pareció raro que no se
incorporarse, me fijé detenidamente y pude advertir que le había provocado una
erección, y por eso no se incorporó para guardar la crema. Permanecimos un rato
en silencio ambos tumbados boca abajo sin decir nada cada uno en su toalla.
Yo comencé a adormilarme un
poco, por lo que decidí deshacerme de los nudos de las cuerdecillas que
sujetaban mi top del bikini, tanto de la nuca, como de la espalda, para que
estas no me dejasen marcas por el sol, como tantas y tantas veces había hecho
en la playa. El caso es que estaba tumbada boca abajo en la toalla medio
adormilada sin nada que amarrase mi parte superior del bikini, cuando un grillo
saltó y se posó en mi espalda a la altura del hombro. A mí en esos momentos me
dio bastante impresión y pegué un bote del susto poniéndome en pie gritando
como una histérica...
.-“¡¡Quítamelo, quítamelo!!”
gritaba mientras me giraba ridículamente de un lado a otro intentando
deshacerme del bicho.
.-“Es solo un grillo”, dijo
Ángel poniéndose en pie para ayudar a deshacerme del insecto.
.-“Quítamelo por favor, me da
mucho asco”, gritaba como una chiquilla sin control. Ángel se acerco a mí con
la intención de darle un manotazo para quitármelo de la espalda.
.-“¡¡No!!, ¡No lo mates!, me
da mucha pena” le dije mientras continuaba saltando y girando sobre mi misma,
tratando de ahuyentar al bicho.
.-“¿En qué quedamos?”, Ángel
trató de alargar el momento con la excusa de mi contradicción, para poder
contemplar sin reparo como botaban mis tetas y se movían ante su atenta mirada
mientras yo trataba de deshacerme del grillo.
Al fin lo apartó y el grillo
salió volando. Yo contemplaba al insecto volar hasta perderse entre unas
hierbas, mientras Ángel contemplaba descaradamente mis pechos. Cuando regresé
del susto lo sorprendí babeando mirándome las tetas.
.-"¡¡Qué!!, ¿te
gustan?" le pregunté mientras me cubría los pechos con mis manos en un
plan un tanto arisca y de mal rollo, enfadada por que aprovechó sin cortarse un
pelo para observarme los pechos sin correr a auxiliarme.
.-“Lo mismo me pica una
serpiente, y a tí te da igual con tal de verme las tetas ¿no?” dije enfadada y
fuera de mi por el susto.
.-"Lo siento" dijo
arrepentido y notoriamente avergonzado "hace tiempo que no veo unos pechos
tan de cerca y mucho menos tan bonitos" pronunció al tiempo que recogía su
toalla y sus enseres dando por finalizada la jornada.
En esos momentos me sentí
arrepentida por haber sido tan borde con él, no se merecía que lo tratase así.
En cierto modo si de alguien era culpa, esa era mía, el sólo miraba lo que yo
mostraba.
.- ¿En serio?" le
pregunté.
.-“Te lo dije completamente en
serio, hace tiempo que no veo unas tetas tan de cerca” dijo como si eso fuese
algún tipo de pecado en los tíos o algo de lo que no estar orgulloso. De algún
modo me había confesado que llevaba mucho tiempo sin estar con una mujer.
.- “No me refería a eso”, dije
quitando hierro al asunto, “¿sino a que si te parecen bonitos mis pechos?” le
pregunté de nuevo mirándolo de frente a los ojos.
.-“Mira Sandra, toda tu eres
una mujer hermosa, eres muy guapa y sí, te lo diré; estas muy buena. Reconozco
que desde que te conocí no he podido dejar de imaginarme cosas que podrían
sucederme contigo, sobretodo porque hace mucho tiempo que no estoy con una
mujer, y mucho menos tan atractiva como tu. No he dejado de pensar en tu cuerpo
y de rezar porque pudiera verte desnuda. Siento haber sido tan torpe hace unos
momentos, espero que lo entiendas…”. Hizo una pequeña pausa y después continuó
diciendo… “comprenderé que después de lo que acabo de decirte no quieras
acompañarme ningún otro día", y dicho esto recogió todo, y se montó en la
bici esperando a que terminase de recoger lo mío. Quedaba el regresó hasta el
coche, esta vez Ángel pedaleó siempre desde delante de mí, e impuso un ritmo
muy rápido, se notaba que quería regresar y terminar cuanto antes la excursión.
Yo por mi parte me pasé todo
el trayecto de regreso al coche sin parar de darle vueltas a sus palabras y a
mi reacción. ¿Que me quería decir?, ¿que se había masturbado pensando en mí?.
En una primera reacción sentí repulsa hacia él por pensar obscenidades con mi
cuerpo, y me sentí enojada y furiosa. Tal vez con el ejercicio y el cansancio
comencé a serenarme ¿De que lo estaba acusado? para ser sincera yo también
había fantaseado con él, si incluso la vez que hice el amor con mi marido
llegué a pensar en él. Luego sería una hipócrita por mi parte si no le
perdonaba lo que me había dicho. Además debía reconocer que incluso yo misma lo
había provocado, y me había gustado jugar en cierto modo con este fuego.
Además, bien pensado realzaba mi ego de mujer que un hombre se confesase de esa
manera. Ni mi marido había sido tan romántico el día que me pidió que nos
casáramos. Deduje que debido a su edad le importaban poco las consecuencias, y
por eso me había dicho lo que me había dicho. Y si me paraba a pensarlo dos
veces, su declaración era muy bonita, puesto que seguramente ni mi esposo
cuando se masturbase, pensaría en mí, sino en otras.
Tras muchos pensamientos
llegamos al coche. Ángel me había cogido la delantera por lo que prácticamente
había terminado de recoger sus cosas, y esperó cortésmente para ayudarme a
recoger las mías. Aquel gesto terminó por confirmarme que me encontraba ante un
buen hombre, y posiblemente el más sincero que había conocido hasta el momento.
.-“Por si lo quieres saber
estaré muy contenta de quedar mañana contigo para ir en bici”, mis palabras
rompieron el silencio entre ambos a pesar de que llevábamos un tiempo juntos
recogiendo sin decir nada.
.- “¿Que dices?” preguntó
sorprendido por mis palabras.
.-“Siento haber sido tan
desagradable antes y que me gustaría quedar mañana contigo para otra excursión”
dije sincerándome y mirándolo a los ojos.
.-“Yo también siento lo que te
dije” dijo disculpándose
.-“No tienes porqué, tus palabras
fueron muy bonitas, de verdad”, y me acerqué a él para darle un abrazo en señal
de paz. El correspondió mi abrazo.
Terminamos de recoger y
subimos al coche. Ángel puso la radio, y ambos pactamos mutuamente sin mediar
palabra comentar la actualidad y no hablar más del tema.
Esa tarde me asaltaron muchas
dudas sobre lo ocurrido. ¿Qué se imaginaría Ángel conmigo?. ¿Acaso se
imaginaría que me folla? y ¿cómo?, ¿en que postura le gustaría hacerlo
conmigo?, ¿cómo se movería?, ¿sería dulce y cariñoso? o ¿a lo bestia y duro?,
¿en serio me veía tan atractiva?, ¿qué es lo que mas le gusta de mi cuerpo?, ¿y
lo que menos?. Ufff... de nuevo la visión de su polla y de su cuerpo en mi
mente. Era ya toda una obsesión en mi imaginarme a ese hombre desnudo.
Al día siguiente de nuevo
fuimos en coche hasta el inicio de otra excursión. Esta vez la meta era un
pueblecito abandonado, en el que se podía pasear entre sus calles
semirruinosas. A ambos nos llamó la atención colarnos en su iglesia
semiderruida, pero en la que aún se apreciaba la torre del campanario.
.-“Es una pena” dije una vez
en el interior de la iglesia sentada sobre la piedra del altar.
.-“Sí, con el tiempo todo se
derrumba en pedazos y ya no se conserva el esplendor “dijo estableciendo un símil
entre la iglesia y él mismo.
.-“No digas eso, tú te
conservas bastante bien” dije sincerándome con él.
.-“¿En serio lo dices?”
preguntó.
.-“Sí”, respondí.
.-“Yo creía que me veías como
un viejo verde” dijo en alusión a la conversación del día anterior.
.-“Al contrario, supongo que
si ayer reaccioné así, es porque temía que te hubieses enamorado de mí o
haberte creado falsas esperanzas”, le dije esta vez.
.-“Mira…” dijo confesándose
“…yo sigo enamorado de mi difunta esposa, créeme pienso en ella todos los días
de mi vida, pero eso no quita para que tú seas una mujer guapa y que me guste
tu compañía” concluyó.
.-“Lo mismo digo, me alegro de
haberlo aclarado”, y de nuevo nos dimos un abrazo en medio de esa iglesia en
ruinas.
El resto del día transcurrió
de lo más normal. Bueno, ese día y los siguientes, hasta que llegamos al
penúltimo día antes de terminar mis vacaciones. He de confesar que durante el
resto de días, se mantuvo cierto grado de picardía y jugueteos entre ambos,
pero nada fuera de tono y siempre con mucha sutilidad, de manera que ninguno
pudo reprochar nada al otro.
Llegó ese penúltimo día, y de
nuevo realizamos una excursión hasta llegar a una poza en el río. Debido al
grado de confianza entre ambos, y mis ganas por disparar mi imaginación sobre
lo que podría haber sucedido al regresar de nuevo a la rutina en mi ciudad, le
pregunté si le importaba que hiciese top less, y me respondió que todo lo
contrario. Hubo un momento en que yo estaba tumbada boca arriba y él de lado
observándome.
.-“¿En que piensas?” le
pregunté. Todo esto en un tono de muy buen rollete
.-“Nada en concreto,
simplemente me gusta admirar la belleza” dijo amablemente.
.- “Gracias” le contesté “¿te
importaría darme crema?” dije tratando de demostrar nuestra complicidad.
.-“Será un placer” dijo. Al
principió se sitúo a mi lado de rodillas sentado sobre sus talones, y comenzó a
darme crema por la espalda como si me estuviera dando un masaje
.-“¿Te dije que hice un curso
de quiromasaje?” volvió a recordármelo.
.-“Sí, lo haces muy bien, por
mí continúa” dije tratando de relajarme y de disfrutar del masaje.
La verdad es que lo hizo muy
profesional, mejor incluso que algunos masajistas a los que había acudido, por
eso no me importó cuando se atrevió a bajar la goma de mi bikini llegando a
acariciar la parte mas alta de mi culo. Una vez terminó con la espalda, me
preguntó si continuaba por las piernas, lo cierto es que a pesar de todo me
pareció muy profesional y le dije que sí, que podía continuar por mis piernas.
Comenzó por mis gemelos, y
continúo subiendo poco a poco por mis muslos. Acarició sin pudor mis nalgas por
el lado externo, y su mano rozó en varias ocasiones la tela de mi braguita del
bikini por el interior de mis muslos, al igual que había hecho yo con él en
días anteriores. Por eso mismo no pude reprocharle nada. Al principio mis
piernas estaban más bien cerradas, y al final terminé por abrirlas
facilitándole la labor. En esos momentos no tuve más remedio que disimular mi
estado, pero su toqueteo me había puesto de lo más cachonda.
No se porqué al llegar a casa
tuve que acariciarme de nuevo en la ducha, otra vez el chorro de agua dirigido
hacia mi clítoris hizo sus maravillas, incluso tuve que taparme la boca para
que no se escuchasen mis gemidos. Al terminar, decidí rasurarme mi pubis por
completo, era algo que había hecho antes, y que hacía siempre que quería
sorprender a mi esposo. Esa noche quise hacer el amor con mi esposo, fue fácil
convencerlo de que posiblemente sería nuestra última noche allí de vacaciones y
que por eso le tenía preparado algo especial. Me puse mi mejor camisón e incluso
le hice un pequeño baile antes de meterme en la cama con él. Yo en todo momento
pensaba que quien me observaba bailar, y quien estaba metido en la cama era
Ángel, sobretodo pensaba en él con cada embestida de mi esposo. Desde luego ese
hombre me había hecho disfrutar de unas vacaciones inolvidables, aunque fuese
de manera imaginaria, acerca de todo cuanto había podido ser y no fue. Aunque
era mi marido quien me penetraba me corrí pensando en Ángel, de nuevo se
produjo un estallido maravilloso de mi cuerpo.
El último día, y para
finalizar las excursiones, decidimos subir hasta lo alto de un monte con unas
vistas espectaculares. De nuevo debíamos cargar las bicis en el coche de Ángel
y conducir unos kilómetros hasta alcanzar la explanada de inicio de la ruta.
Anunciaban mal tiempo por la radio, aunque nos importó poco para iniciar la
marcha, nada podía impedir nuestra excursión de despedida por muy dura que esta
se tornase. Lo malo es que de regreso efectivamente comenzó a llover, y lo que
es peor a granizar, por lo que decidimos desviarnos hasta lo que parecía un
albergue próximo a nuestra posición, con esas condiciones meteorológicas no
llegaríamos hasta el coche sin sufrir ningún percance.
Se trataba de un albergue en
toda regla, estábamos completamente empapados y no tenia pinta de parar de
llover en un buen rato. Nos atendió un señor mayor y bastante antipático tras
un mostrador desordenado, era una especie de conserje. Nos informó que era la
única persona en todo el edificio, pues estaban reformando algunas partes a
pesar de ser verano, entre ellas el bar, y que por eso sentía no poder
servirnos unos cafés o algo caliente. Le pedimos que encendiera el fuego de la
chimenea que decoraba una esquina del bar para entrar en calor, pero no le dio
la gana. Dijo que no tenía leña preparada a pesar de haberla visto a la
entrada. Ángel le preguntó si había algún otro modo de entrar en calor, y el
señor le sugirió interesadamente que lo mejor sería alquilar una habitación
para poder enchufar los radiadores eléctricos que había y hacer tiempo hasta
que amainase el temporal.
Ambos intercambiamos una
mirada sabiendo que el tipo trataba de timarnos, yo miré a Ángel desaprobando
la sugerencia del anciano, era una estafa, yo al menos no estaba dispuesta a
pagar una habitación por unas horas. Ángel insistió un par de veces más, pero
el anciano dejó claro que sólo nos dejaría usar las instalaciones si pagábamos.
.-“Está bien…” dijo Ángel
“…sino queda otro remedio” dijo sacando su cartera e indicándome con la mirada que
no le importaba pagar, con tal de entrar en calor. El hombre le cogió el DNI a
Ángel e hizo la reserva, por suerte no era mucho dinero, me pareció más bien
barato comparado con un hotel. Cuando terminó dijo:
.-“Las habitaciones están en
la planta de arriba, no tiene perdida, elijan la que quieran” dijo dando a
entender una vez más que éramos los únicos huéspedes en todo el edificio. No me
extraño en absoluto dada su simpatía.
Subimos al piso de arriba
donde estaban las habitaciones, para mi indignación las habitaciones eran de
esas comunitarias, para diez o doce personas por estancia, con literas y
respectivas taquillas a su lado. Yo nunca había estado en un albergue, Ángel en
cambio no parecía tan decepcionado. Tras inspeccionar las diferentes estancias
pudimos comprobar que los radiadores funcionaban tan sólo en tres de ellas.
Cada estancia tenía su propia zona de baños y aseos. Esto es, cada habitación
de literas tenía unos baños adecuados a la capacidad de esas diez o doce
personas, había cuatro o cinco espejos con sus lavabos, cuatro o cinco
reservados, y unas duchas preparadas para cuatro o cinco personas. Dedujimos
que había aseos de chicos y de chicas diferenciados, por que en la mitad de
ellos había tacitas contra la pared y en la otra mitad tan sólo eran
habitáculos reservados. Por lo que pensamos que las habitaciones estaban
diseñadas para albergarse por sexos.
Decidimos que Ángel se
acomodaría en una estancia con baños de chicos y yo en otra para chicas, por
suerte había una de cada en la que funcionaban los radiadores.
Una vez me separé de Ángel y
me quedé sola en la estancia reservada a chicas, decidí comprobar si además del
radiador funcionaba el agua caliente. Por suerte el agua de las duchas llegaba
a salir casi hirviendo, como a mi me gusta. Decidí darme una ducha bien
caliente, por lo que dejé el grifo del agua caliente abierto para que se crease
un ambiente de vapor mientras dejaba mi ropa mojada sobre el radiador para que
se secase. Total, si habíamos pagado que menos que hacer gasto. Así que me
desnudé y fui dejando mi ropa plegada y tendida cuidadosamente sobre el
radiador.
Cuando regresé a las duchas
había vapor por todas partes, casi costaba distinguir las paredes. Había creado
una especie de hamam casero. Uuhmm, era muy agradable sentir el agua caliente
resbalando por mi cuerpo, por fín estaba entrando en calor. Me abandoné a las
sensaciones, resultó placentero cerrar los ojos y apoyarme contra la pared
mientras el agua caía sobre mi cuerpo desnudo. Al fin lograba entrar en calor,
era tan agradable la sensación en esos momentos que cerré los ojos y llegué a
quedarme adormilada. Recordé las veces que durante esos días me había
acariciado bajo la ducha en el apartamento, y de los maravillosos orgasmos que
había alcanzado pensando en Ángel. Inevitablemente comencé a tocarme. Yo misma
acariciaba mi cuerpo, y me detenía de poco en poco en mi clítoris. Llegué a
pellizcarme los pechos en varias ocasiones.
Hasta que la voz de Ángel me
sobresaltó a mi espalda despertándome de mi ensoñación.
.-“¿Te importa?” preguntó
asustándome por su intromisión, y antes de que pudiera darme la vuelta
sorprendida dijo… “las duchas de hombres no funcionan”.
Cuando me giré para comprobar
su presencia, aún me quedé más boquiabierta, Ángel estaba justo detrás de mi
completamente desnudo. Reaccioné tratando de cubrirme como pude mis pechos y mi
pubis, de forma algo ridícula, dí por supuesto que llevaba un rato observando y
que me había sorprendido acariciándome. No supe que decir muerta de vergüenza,
sólo permanecía en frente de él tratando de taparme mis pechos con una mano,
mientras con la otra trataba de ocultar mi pubis, con las piernas ligeramente
flexionadas.
.-“¿Te importa?” preguntó de
nuevo “necesito entrar en calor, estoy helado de frío” dijo con carita de niño
bueno. Me costó reaccionar.
.-“Oh, no, claro“ dije dándome
inmediatamente la vuelta y dándole la espalda. Durante unos instantes permanecí
de cara a la pared dejando caer el agua por mi cuerpo, sin saber qué hacer.
Maldecía mi torpeza, tal vez debería haberle hecho esperar a que terminase. Me
preguntaba si me había podido llegar a ver masturbándome. Por suerte me había
sorprendido al comienzo donde mis caricias eran todavía muy sutiles. Por su
reacción inocente no parecía haberme espiado, pero quería salir de dudas.
Me atreví a mirar a mi
acompañante, por suerte él también estaba de cara a la pared dándome la
espalda. Al parecer tenía buenas intenciones, seguramente era como decía y sólo
tratase de entrar en calor sin intentar ninguna maniobra obscena. La cantidad
de vapor entre ambos hizo que no percibiese muy nítida su figura. Temí que me
sorprendiese mirándolo, así que volví a girarme contra la pared. ¡¡Dios mío que
situación!!, ¡qué podía hacer!. Si el pobre tenía frío no iba a dejarlo
temblando, consideré que había hecho lo correcto.
La curiosidad quiso que me
girase una vez más para observar su cuerpo desnudo. Por suerte continuaba de
espaldas. Esta vez pude fijarme en su cuerpo con más detenimiento, a través del
vapor se apreciaba su culito blanquito y bien modelado, estaba realmente bueno.
Por unos momentos me quedé hipnotizada observando su cuerpo. De repente Ángel
se dio media vuelta y me sorprendió observándolo. Yo me giré inmediatamente
avergonzada por mi comportamiento. ¡¡Dios mío!!, no sabía que hacer, me había
pillado observándolo.
Estaba de nuevo contra la
pared, tratando de disimular, cuando noté unas manos en mis hombros al mismo
tiempo que percibí la presencia de Ángel en mi espalda.
.-“Perdona” escuché su voz
justo detrás de mí. No tuve más remedio que girarme.
.-“¿Si?” pregunté dándome la
vuelta. Ahora estábamos desnudos uno frente al otro. Esta vez no quise cubrirme
ridículamente ante su presencia, decidí voltearme mostrando mi cuerpo desafiantemente.
.-“¿Te importa enjabonarme la
espalda?” dijo tendiendo un bote de gel hacia mi.
.-“No, claro” dije como si
nada. Ángel se dio la vuelta al escuchar mis palabras, y yo puse en mis manos
la cantidad de gel necesaria para comenzar a enjabonarlo por los hombros. Así
lo hice.
De nuevo gel en mis manos, y
ahora le enjabonaba por la zona dorsal. Otra vez gel para enjabonarle los
lumbares. De nuevo me puse gel en las manos dudando si enjabonarle ya a la
altura de su culo o por el contrario repetir zona. Repetí en su zona lumbar,
aunque no podía dejar de admirar su blanquecino culo ante mis ojos. Me entraron
unas ganas irrefrenables de enjabonarle esos magníficos glúteos. Reconozco que
me entretuve en enjabonarle la zona lumbar mientras en ningún momento dejaba de
admirar su culazo. De nuevo gel en mis manos, y esta vez armándome de valor
decidí enjabonar esas firmes y blancas nalgas. Así lo hice, enjaboné sin ningún
reparo sus majestuosos glúteos. Una vez satisfecha mi curiosidad, de nuevo gel
en mis manos, y esta vez me agaché para enjabonarle la parte posterior de sus
piernas. UUuhhhmmm, comencé a enjabonar sus muslos, y luego sus gemelos. A esas
alturas yo estaba totalmente fuera de control, no respondía de mí si en esos
momentos Ángel hubiese intentado algo, incluso rezaba para que tomase la
iniciativa de una vez por todas.
Todavía de rodillas sobre el
suelo, me puse de nuevo gel en las manos con la intención de repetir y
enjabonarle la parte posterior de sus piernas, cuando en esas Ángel se giró
sobre si mismo y su miembro golpeó sin querer en mi frente. Yo me quedé
totalmente estupefacta.
.-“Opps lo siento, creí que
habías terminado” dijo retirándose sobre sus pasos.
Yo me incorporé sin saber que
decir. Su polla había quedado hacía unos instantes delante de mis ojos, nunca
antes en mi vida había tenido otra polla tan cerca que no fuese la de mi
marido. Menuda impresión. Me incorporé totalmente alucinada. No podía dejar de
mirar su miembro. Un silencio se hizo entre ambos mientras yo contemplaba como
esa polla comenzaba a adquirir vigor ante mi atenta mirada.
.-“Vaya, esta vez eres tú
quien no puede dejar de mirarme” dijo rompiendo el cortante silencio y
despertándome de mi ensoñación.
.-“Yoooh, estoooh, lo siento”
dije tratando de atreverme a mirarlo a los ojos a pesar de estar totalmente
avergonzada.
Ángel me miró fijamente a los
ojos, tomó una de mis manos con la suya, y la guió hasta su polla, la cual
aprecié instantáneamente que dio un respingo al notar el contacto de mi mano.
.-“¿Qué haces?” pregunté
tratando de retirar mi mano de su miembro. Ángel me lo impedía, y yo no opuse
mucha resistencia a desprenderme de mi trofeo.
.-“¿Te gusta?” me preguntó
mirándome fijamente a los ojos. Yo comencé a subir y bajar mi mano a lo largo
de su miembro mientras afirmaba con la cabeza sin lograr articular palabra. Mi
respiración era entrecortada delatando mi estado de excitación.
Ángel, cogiéndome con ambas
manos fuertemente por los antebrazos me acercó a él y me besó. Me besó en la
boca de manera apasionada. He de reconocer que nunca antes me habían besado
así. No sé cómo describir su lengua recorriendo cada rincón de mi boca. Fue un
estallido de sensaciones, era una mezcla de satisfacción y de alivio, pues al
fin estaba ocurriendo cuanto había soñado. Volví en mi cuando su boca se separó
de la mía. Ángel continuaba cogiéndome por los brazos y yo continuaba
masajeando su miembro del que no había podido desprenderme ni un segundo. Me
miró a los ojos buscando mi aprobación a cuanto había sucedido, y yo le
correspondí acariciando su pene a dos manos, queriendo notar como alcanzaba
toda su vigorosidad y dureza reaccionando a mis caricias.
Ángel me beso de nuevo, esta
vez me rodeó con sus brazos, y sus manos comenzaron a descender acariciando mi
espalda y mi cuerpo hasta alcanzar mi culo. No sé como describir ese momento,
el agua caliente recorriendo nuestros cuerpos, sus manos amasando mis nalgas,
su miembro endureciéndose por momentos entre mis manos,… era todo tan maravilloso
en esos instantes.
Ángel me apoyó contra la
pared, comenzó a besarme por el cuello, los lóbulos de mis orejas, mi mentón, a
veces bebía agua que resbalaba por mi cuerpo, hasta que su boca llegó a la
altura de mis pechos y comenzó a succionar uno de ellos, luego el otro, otra
vez el primero y así sucesivamente. Yo por mi parte no dejaba de aferrarme a su
polla, como si me fuese la vida en ello.
He de decir que tengo los
pezones muy sensibles, y notar las caricias de mi amante con su lengua me llevaron
hasta el éxtasis. A veces los succionaba, otras jugueteaba con su lengua
alrededor de mis pezones, otras movía su lengua arriba y abajo torturando mis
pezones y arrancando los primeros gemidos de mi cuerpo…
.-“Ooh, siiih” comencé a gemir
al tiempo que mis manos comenzaban un ritmo frenético en su polla. Quería
proporcionarle el mismo placer que recibía. Quería que se corriese cuanto
antes.
.-“¿Te gusta?” interrumpió su
juego para mirarme a los ojos y preguntarme.
.-“Ooh siih, continúa” pronuncié
entre gemidos.
Ángel comenzó a besarme el
cuello, luego el escote, un pezón, el otro, y descendió besándome por el
vientre y el ombligo, estaba claro donde quería llegar. Mi respiración se
entrecortaba y mi vientre daba pequeñas sacudidas de deseo. Mi marido solo me
había practicado sexo oral de novios, hace ya mucho tiempo, y nunca me lo hizo
tan bien como yo deseaba en mis momentos de intimidad y soledad.
Por fín Ángel se arrodilló
ante mí. No me quedó más remedio que soltar lo que me traía entre manos. Apenas
tuve tiempo de pensar, cuando su boca comenzó a besarme en el delicado límite
entre mi vientre y mi pubis. Se sonrió al ver que tenía mi pubis completamente
rasurado y comenzó a besarlo ávidamente. Hizo que pusiera una pierna sobre su
hombro para facilitarle sus intenciones, y yo tuve que agarrarme a la alcachofa
de la ducha como pude para no caerme.
.-“UUuuhhmmm” no pude evitar
gemir cuando un primer lengüetazo de Ángel recorrió mis labios vaginales de
abajo arriba. Repitió esta maniobra por segunda y tercera vez antes de que mis
labios cediesen y le despejasen el camino hacia mi clítoris.
Lo agarré por la cabeza cuando
sus labios aprisionaron mi botoncito del placer. Luego jugueteó con su lengua,
arriba, abajo, dando círculos, a un lado, al otro, como si de un caramelo en la
boca de un niño se tratase.
.-“Paraaah” articulé como pude
tratando de detener esa locura, pero mi amante me sujetó aún con más fuerza por
mis caderas.
.-“Paraaah, me corrooh, no
aguanto más” musitaba resistiéndome levemente, dando a entender que preferiría
terminar de otra manera. Pero Ángel me sujetaba con fuerza para que no me
moviese. Aumentaba la frecuencia de su ritmo y la fuerza de presión de su
lengua sobre mi clítoris.
.-“Me corro, me corroooh” grité
al tiempo que me aferraba a su cabello para no caerme. Ángel no dio la más
mínima tregua hasta que mis espasmos terminaron. Nunca imaginé que un señor de
su edad fuese capaz de arrancarme tanto placer, pero resultó sorprenderme por
su habilidad.
Una vez terminaron mis
convulsiones Ángel se incorporó para mirarme victorioso a los ojos. Yo no podía
mirarlo a la cara muerta de vergüenza. Fue entonces cuando sujetándome por la
barbilla alzó mi cara para besarme de nuevo. Pude apreciar el sabor de mi propio
sexo en mi boca. Uuhhmm, eso me puso como una moto, era como si desatase la
diosa oculta que hay en mí. Ahora era yo quien quiso explorar cada rincón de la
boca de mi amante en busca de mi sabor más íntimo. Incluso rodeé a Ángel con
una pierna y le arañaba en la espalda. A esas alturas era una gata en celo.
Ángel aprovechó mientras lo
rodeaba con mi pierna para aprisionarme con su cuerpo de espaldas contra la
pared. Pude notar su miembro completamente endurecido rozándose por mis labios
vaginales. Ángel comenzó a mover su culo adelante y atrás lentamente como si me
estuviese penetrando mientras su polla golpeaba en mis intimidades. Yo me
agarré a su culo acompañando con mis manos su moviendo. Llegué a clavarle las
uñas en sus blanquecinas nalgas.
.-“¿Quieres hacerlo?”
interrumpió sus besos para preguntarme fijamente a los ojos. Me quedé
gratamente sorprendida, era la primera vez en mi vida que me preguntaban si
podían penetrarme. Aquel hombre desde luego era todo un encanto, un ángel que
me llevaba al cielo.
.-“Claro” dije mientras
afirmaba con la cabeza al mismo tiempo que cogía su polla entre mi mano, y la
guiaba hasta la entrada más caliente de mi cuerpo.
.-“Quiero que me folles” le
susurré al oído lascivamente mientras yo misma me introducía su polla. Me gustó
ver la cara de Ángel cuando se abrió paso en mi interior. Poco a poco fui
ensartándome en su miembro.
Al principio se movía
lentamente, como esperando mi reacción. Temiendo lastimarme o como si yo fuese
una muñeca de porcelana que temiese hacer añicos. Yo lo rodeaba con una pierna
en su cintura y de nuevo me aferré a su culo para marcarle un ritmo más
vigoroso.
.-“Vamos, muévete, fóllame,
quiero que me folles” le alentaba a que se moviese más deprisa. El por su parte
hundió su cabeza entre mis pechos y se concentró en su faena. Me gustó
restregar mis tetas por su cara mientras el trataba de alcanzar con la punta de
su lengua mis pezones. Me tenía agarrada por ambos cachetes del culo
manteniendo una de mis piernas alrededor de su cintura.
.-“¿Te gusta?” me preguntó de
nuevo con cierta ternura. A mí en esos momentos me desesperaba tanto cariño,
quería que me penetrase con fuerza, necesitaba que me embistiese con cierta
violencia, con la misma desesperación de la que yo era presa. Necesitaba más,
más y más fuerte. Necesitaba dar rienda suelta al pedazo de zorra que llevaba
dentro y que durante tantos años había reprimido. Decidí acariciarme yo misma
con una mano. Ángel al notar mi mano entre los dos cuerpos dijo:
.-“¿Qué pasa?, ¿acaso no te
gusta como te follo?” inquirió algo molesto, y detuvo sus movimientos. Abrí los
ojos alertada por su interrupción.
.-“Vamos ¿qué haces?, muévete,
vamos..” dije tratando de moverme yo misma como podía, pero apoyada en un solo
píe me resultó imposible. Lo miré a los ojos cabreada por su comportamiento.
.-“¿Por eso tienes que tocarte
tan a menudo?, ¿verdad?” dijo con una mirada lasciva e irritante. Lo miré indignada,
no creí que se atreviese a comentar nada al respecto.
.-“¿Por eso tienes que tocarte
siempre?,¿no?, ¿tu marido no te folla como es debido?” dijo con su provocadora
mirada clavada en mis ojos. Mi cabreo crecía con sus comentarios.
.-“¿Qué coño te pasa?” dije
comenzándome a cabrear.
.-“Te he visto como te tocabas
hace un rato, dime…¿en quien pensabas?, eeh zorra…¿en tu maridito?” , nada más
pronunciar esas palabras le dí un bofetón en la cara. No tenía porque aguantar
eso. Nadie me llamaba zorra, y mucho menos a mí.
.-“¿Quién te has creído que
eres?” dije tratando de deshacerme de él, y golpeé su pecho con mis puños
tratando de que se retractase de sus palabras. El en cambio me sujetó por las
muñecas y retorciendo mis brazos a la espalda me obligó a apoyarme de cara a la
pared. Pude sentir su peso contra mi espalda inmovilizándome, y su aliento en
mi nuca.
.-“Vas a saber lo que es
follar de verdad” me susurró desde su posición al tiempo que comenzaba a darme
besos por los hombros. Yo trataba de soltarme de la opresión en mis muñecas.
.-“Suelta me haces daño” grité
tratando de deshacerme de él.
.-“Ni lo sueñes, pienso
romperte el culo” pronunció en mi nuca. Sus palabras me dejaron helada, ¿qué es
lo que pretendía?. Me quedé paralizada, quise creer que no lo decía en serio.
.-“¡No!” se escapó tímidamente
de mis labios muerta de miedo.
.-“Apuesto a que el marica de
tu marido no te lo ha hecho nunca por el culito ¿verdad?” dijo mientras me
sujetaba ambas muñecas de mis brazos a la espalda con una sola de sus manos, y
mientras con la otra me cogía del pelo tirando de mi cabeza hacía atrás. Me
hizo algo de daño.
.-“No” volví articular en un
susurro que se escapó de nuevo de mis labios.
La mano que antes me tiraba
del pelo comenzó a descender acariciando mi cuerpo hasta amasar mis pezones.
Llegó a pellizcarme uno de ellos.
.-“Uuuhmm” mi gemido delató
que a pesar del cambio de comportamiento por parte de mi amante yo continuaba
deseando que me follase. Su mano descendió acariciando mi vientre hasta
alcanzar mis labios vaginales. Separó habilidosamente mis labios mayores, e
introdujo un dedo en mi interior. Aquello terminó por descubrir que pese a la
rudeza con la que estaba siendo tratada lo estaba disfrutando.
.-“¿Lo ves?” dijo… “¿ves como
eres una putita en celo?” dijo al tiempo que me sujetaba los brazos a la
espalda con una mano y con la otra alternaba acariciarme el clítoris e
introducirme algún dedo en mi interior. Yo me mordía los labios rezando porque
se dejase de jugar al machito y me penetrase de una vez por todas. Por suerte
comenzó a restregarme su polla por mi culo. Inconscientemente arqueé mi espalda
poco a poco ofreciendo mi cuerpo para que me penetrase de una vez por todas.
La mano de Ángel que antes
torturaba mi clítoris me dio una nalgada en el culo que resonó por todas las
duchas.
.-“Eso es zorrita, muéstrame
ese culito tan rico que tienes” a mi a esas alturas me daba igual sus insultos,
comencé a mover mis caderas a un lado y al otro provocando el roce de mis
nalgas con su polla. Ángel por su parte se regocijaba viéndome tan necesitada.
.-“Vamos puta, pídemelo” dijo
al tiempo que me daba otra cachetada en mi culo. He de reconocer que nunca me
habían tratado así y era justo lo que necesitaba. ¿Sería posible que Ángel lo
supiese y estuviese jugando conmigo?. Desde luego su comportamiento distaba de
la dulzura a la que me tenía acostumbrada mi marido, y muy a mi pesar que era
eso lo que me excitaba. Decidí seguirle el juego.
.-“Vamos cabrón, fóllame,
fóllame de una puta vez” grité al tiempo que movía mis caderas a un lado y a
otro restregando mi culo sobre su polla.
.-“Pero que pedazo de guarra
estas hecha, si te viese así tu marido” dijo al tiempo que se deleitaba en
acariciar con la punta de su polla entre mis labios vaginales acariciando mi
clítoris y jugando con mi cuerpo.
.-“Aaaaaggh” grité al sentir
como me penetraba y se abría camino en mi interior. Desde esa posición podía
sentir el tamaño de su miembro en todo su esplendor, dilatando mi interior.
Ángel me la introdujo de una sola vez y sin compasión hasta el fondo, y para
mayor gozo comenzó a moverse frenéticamente.
Liberó mis brazos a la espalda
para agarrarme con fuerza de las caderas y embestir con fuerza desde atrás. Yo
tuve que apoyar los brazos en la pared para no caerme.
.-“Uuuhm, siii, si, siiih,
siiiiiiihhh…” comencé a gemir con cada embestida suya. De nuevo
inconscientemente llevé una de mis manos hasta mis intimidades para
acariciarme. Aquel gesto de nuevo enfureció a mi amante.
.-“¿Todavía no tienes
suficiente?” dijo al tiempo que sacó su polla de mi interior y apuntaba
guiándola con una de sus manos a la entrada de mi ano.
.-“Noooh, ¿qué haces?... por
ahí no” grité al notar la punta de su polla presionando en mi ano. Ángel hacía
caso omiso a mis palabras y continuó empujando su polla contra la entrada de mi
ano.
.-“Nooo, no” pronunciaba
delatando mis temores a lo que estaba dispuesto a acontecer.
.-“Calla, tonta, te gustará”
dijo Ángel al tiempo que inmovilizaba mis caderas y presionaba con más atino
contra mi esfínter.
.-“AAAAAaaaaaaaaaaayyyyyhh….”
chillé al notar su prepucio abrirse camino en mi culo. Aquello dolía, me dolía
y mucho.
.-“Para me duele” dije
girándome sobre mi torso suplicante, y rogando con la mirada a Ángel para que
no continuase. Para mi suerte mi amante extrajo su miembro de mi culo y se
deleitó un tiempo observando como dilataba mi esfínter mientras yo me reponía
del dolor.
Pude ver desde mi posición
como se chupaba un par de dedos, escupía sobre mi ano, e introducía sin
pensárselo dos dedos en mis entrañas. Cerré los ojos rezando porque no me
doliese tanto como antes. Para mi sorpresa pude notar como sus dedos se movían
adelante y atrás en mi interior sin mucho dolor, pude concentrarme y comprobar
que pese a la sensibilidad de la zona, notar sus dedos hurgando en mi interior,
tan solo era algo molesto pero no doloroso en comparación con su miembro.
Ángel volvió a escupir sobre
mi ano, y pude notar como se abría camino con un tercer dedo en mi interior.
¡Dios mío! No podía creérmelo, estaba a punto de ser enculada, y contrario a lo
que me creía aquello no dolía tanto como imaginaba. Permanecí un rato inmóvil
abandonada a las sensaciones. Tras un rato dilatando mi esfínter, al fin se
decidió a penetrarme.
Sacó sus dedos de mi interior,
me agarró de las caderas y guió su polla hasta la entrada de mi ano. Luego hizo
la fuerza suficiente para abrirse camino en mi interior e introducirme solo la
puntita. Esperó a que me acostumbrase a su grosor, luego empujó un poco más
adentro. ¡Dios mío! Podía notar cada milímetro de su carne abriéndose paso en
mis entrañas. Repitió la operación un par de veces más, y antes de que pudiera
darme cuenta pude notar sus pelotas golpeando en mi culo.
.-“¿Ya está?” pregunté
sorprendida al comprobar que me había partido en dos hasta el fondo con
semejante pedazo de polla y no me estaba doliendo en demasía como esperaba.
.-“Eso es, pedazo de zorra, la
tienes clavada hasta el fondo, ¿a qué no ha sido para tanto?” dijo al tiempo
que comenzaba a moverse lentamente.
.-“Estarás contento, ¿no?,
cacho cabrón, me estas partiendo en dos, ¿es eso lo que querías?” le dije
abandonada a mis sensaciones. Para mi sorpresa podía notar perfectamente como
su miembro se movía en mi interior y no me producía dolor, tan solo un ligero
picor en mi esfínter.
.-“Qué culito más estrecho
tienes, se nota que no te lo han hecho” dijo al tiempo que me agarraba con las
dos manos de mis caderas y comenzaba a moverse más rápidamente. Dejé de sentir
cualquier tipo de dolor para comenzar a sentir un gozo indescriptible. Sin duda
su polla estaba alcanzando la parte posterior de mi punto g, y eso me estaba
estimulando de sobremanera.
.”Joder, eso es, rómpeme el
culo, vamos” comencé a alentarlo para que no parase.
.-“¿Te gusta?, ¿te gusta eh,
zorra?” decía Ángel.
.-“Oooh Diooos, me estas
partiendo en dos” gritaba al tiempo que un gustazo indescriptible se apoderaba
de mi cuerpo.
.-“Joder me corro” escuché que
decía Ángel, lo cierto es que a mi también me quedaba poco.
.-“Eso es, correte” le
alentaba a que se moviese y no parase por nada del mundo.
.-“UUUhmm, siii, siiihh ,uuhm,
siiiiiiih, uuuuhm, ah, ah , ah ” gemí como una loba en celo mientras me corría
en espasmos que sacudían mi cuerpo. Pude notar como casi al mismo tiempo Ángel
se salía de mi interior y notaba su esperma resbalando por mi espina dorsal.
.-“Ooh nena ha sido estupendo”
me dijo en sus últimos espasmos. Yo tuve que apoyarme contra la pared para
recuperarme. Antes de que pudiera reaccionar me dio una nalgada en mi culo y me
dijo:
.-“Te espero afuera” dijo al
tiempo que podía adivinar como se dirigía hacia la puerta con la intención de
abandonar los baños. Pude girarme para contemplar como su polla se balanceaba
entre sus piernas mientras andaba. Menudo pedazo de polla me acaba de partir en
dos, pensé mientras lo observaba abandonar la estancia.
Un fuerte picor en mi esfínter
me hizo volver a la realidad. Estuve un rato más en la ducha, tratando de
asimilar lo que había ocurrido. Por suerte el agua de la ducha me hizo sentir
limpia, contrastaba esta sensación con una creciente angustia que se apoderaba
de mi cuerpo. ¿Debía decirle algo de lo sucedido a mi marido?, ¿cómo podría
convivir con lo que había ocurrido?.
Decidí vestirme cuanto antes
para detener estas y otras preguntas que martilleaban mi mente una y otra vez.
Al salir con mi ropa seca del cuarto de señoras pude comprobar que Ángel me
estaba esperando en la planta de abajo. Lo escuché que estaba conversando con
el señor que regentaba el albergue.
.-“¿Cariño, te encuentras mejor?”
me preguntó. A mi me costaba caminar un poco, y cojeaba ligeramente para
mitigar el picor de mi esfínter.
.-“Le he dicho a este hombre
que no se preocupe, te has caído en la ducha y te has hecho algo de daño en el
tobillo, pero nada serio, no hace falta que avise a una ambulancia” dijo Ángel
guiñándome un ojo.
¡Dios mío que vergüenza! Ese
hombrecillo se habría enterado de todo, posiblemente lo habría escuchado todo,
agradecí la salida de Ángel tratando de convencerlo de lo que no había sido. Yo
por mi parte abandoné el albergue sin decir palabra y con mi relativa cojera.
Una vez en el coche de Ángel
regresamos al pueblo, nos despedimos intercambiando un par de besos fríamente,
momento que Ángel aprovechó para introducirme un papelito con su número de
teléfono en mi maillot. Apenas dijimos nada.
Cuando regresé con mi marido
me preguntó por la tardanza y mi cojera. Le dije que me había caído. Estuve
cerca de una semana dolorida, sobretodo al sentarme en el sillón de la oficina.
Descubrí el papel de Ángel
cuando al llegar a mi domicilio eché las prendas a lavar. Recordé que se había
quedado con mi tanga y mi sujetador del primer día en la poza. En la nota tan
sólo ponía su número de teléfono y un comentario que decía “Llámame”. No sé porqué
pero lo guardé.
¿Debería llamarlo?.
Besos,
Sandra.
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