Aquel año no tuve tiempo de
decidir los disfraces para la fiesta que todos los años organizaba nuestro
amigo Julián con motivo de su cumpleaños, y al que le gustaba hacer coincidir
con carnavales. Normalmente me encargaba yo de elegirlos, pero este año por
falta de tiempo, cometí el error de dejar a mi esposo que se encargase él de
escogerlos.
Julián es un amigo de mi
esposo, empresario, soltero, al que le va muy bien en la vida. Tengo que
adelantar que es algo excéntrico, en cierto modo se lo puede permitir. Como
digo, suele coincidir la fecha de su cumpleaños con carnavales y de unos cinco
años a esta parte, le gusta organizar una fiesta de disfraces para celebrarlo.
Suele alquilar algún sitio donde poder invitar un ciento de invitados, entre amigos,
familiares y compromisos de trabajo. Algunos años alquilaba algún chalet con
servicio de catering, otros lo hacía en algún restaurante, otros en centros de
convenciones, y este año tocaba en un lujoso hotel de la ciudad. Según le dijo
a mi esposo era mucha la gente que venía de fuera este año y tenía alguna que
otra sorpresa preparada. Incluso se ve que consideró la posibilidad de invitar
sólo a los chicos, aunque al final no fue así.
El caso es que se trata de una
excusa como otra cualquiera para reunirse los amigos de toda la vida al más
puro estilo Julián. Junto a las navidades y otros acontecimientos, es en
escasas fechas señaladas cuando suelen coincidir todos juntos a la vez. Los
amigos de mi esposo siempre han sido siete, se conocían desde el colegio, pero
por circunstancias de la vida se separaron geográficamente hablando. Fran se
fue a vivir a Alemania y Joaquín a Francia. Pedro marchó a estudiar la carrera
a Tenerife y Carlos se casó con una gallega. Paco era el único que se quedó
junto a mi esposo en su ciudad natal. Luego estaba Julián, del que no sabría
precisar dónde tenía su residencia.
.-“Mi despacho es el mundo”
solía decir cuando lo veíamos porque paraba en su ciudad a visitar a la familia
y los amigos.
En más de una ocasión nos había
confesado que sabía del país en el que se encontraba por el servicio de
despertador del hotel, dependiendo del idioma en que le hablasen al
despertarlo, sabía dónde estaba.
Como podéis adivinar todos
estaban casados, todos menos Julián, al que le caía cierta fama de mujeriego
entre sus amigos, yo creo que en parte todos le tenían envidia, tanto por no
estar comprometido con nadie como por su éxito profesional y económico.
Pero retomando nuestro asunto,
de este año solo supe que la fiesta tendría lugar el sábado en un conocido
hotel de cinco estrellas de nuestra ciudad, y no me preocupé de nada más hasta
el mismo viernes en que llegué a casa por la noche.
Para los que no me conocen
decir que me llamo Sandra, tengo treinta y un años y estoy felizmente casada
con mi marido desde hace unos años. Siempre he sido una mujer muy ardiente, con
muchísima imaginación a lo que el sexo se refiere, lástima que mi marido no me
corresponda la mayoría de las veces. Él es muy tradicional en ese sentido,
siempre espera de mí que me comporte como una esposa recatada y decente no sólo
en apariencia, sino también en la intimidad, y en ese sentido trato de
satisfacerle aunque a veces me gustaría representar otros roles.
No me puedo quejar, es un buen
esposo y mejor padre todavía, solo que a veces preferiría que no me respetase
tanto. Vosotras ya me entendéis ¿no chicas?. Supongo que guardo mis fantasías
para mis ratos de soledad. Pero a lo que iba…
Era viernes por la noche, mi
marido y yo ya habíamos acostado al niño y cenado, estábamos tumbados en el
sofá del salón viendo la tele, cuando le pregunté por el disfraz que había
escogido. Ni me había acordado en toda la semana hasta ese momento. Nada más
preguntárselo a mi marido se emocionó muchísimo y se fue corriendo a nuestro
dormitorio por los disfraces. Me sorprendió que se levantase tan rápido del
sillón, pues siempre pone mil excusas cuando le pido que me acerque algo o
cuando el niño pide agua desde su cuarto. Para mi sorpresa regresó al salón
risueño como un niño:
.-“Mira lo que he encontrado”
dijo entusiasmado “Espero que te gusten” concluyó al tiempo que abría su
disfraz de entre un montón de bolsas.
Lo cierto es que con tanto
entusiasmo logró crear en mi cierta expectación…
Sacó la primera prenda de lo
que era la bolsa de su disfraz: unas mallas negras que no dudó en quitarse el
pijama para probárselas. Me hizo gracia, estaba algo ridículo tan solo con las
mallas puestas. Luego se puso una especie de camiseta negra, por el momento
pensé que se disfrazaría de ladrón o algo así.
.-“¿Qué es?” le pregunté
intrigada.
.-“Espera y verás” me decía
todo entusiasmado mientras se colocaba algún adorno.
Luego se puso una capa negra
que me despistó respecto de mi idea original. De caco ya no podría ser el
disfraz, en todo caso de Conde Drácula o algo así. Acto seguido se dio la
vuelta dándome la espalda, no pude ver lo que se ponía hasta que dijo:
.-“Ahora viene lo mejor” y de
otra de las bolsas extraía lo que era el casco del Darth Vader y se lo ponía
para mayor de mi sorpresa.
.-“¡Como no!” exclamé nada más
verlo disfrazado del malvado personaje de su saga preferida.
He de decir que mi marido es
un freaky de la guerra las galaxias, lo colecciona todo, se lo ha visto todo, y
se lo lee todo, por suerte no lo compra todo.
.-“¿Qué tal me queda?”
preguntó al tiempo que se giraba un par de veces enfrente mío mostrando su
disfraz totalmente entusiasmado.
Me llamó la atención que la
careta venía incorporada con una especie de megáfono que distorsionaba la voz
al estilo del personaje. Tengo que decir que era todo muy realista.
.-“¿Te habrá costado una
pasta?” le pregunté sin mucho afán. Sinceramente le quedaba bastante bien.
Tenía bastantes detalles, era bastante original además de realista. Enseguida
me pregunté que habría elegido para mí.
.-“¿Y el mío?” le pregunté
algo impaciente por saber que me había escogido.
.-“Ten, está aquí dentro” dijo
al tiempo que me proporcionaba una de las bolsas “espero que te siente tan bien
como a la protagonista”.
Abrí la bolsa impaciente.
Normalmente suele venir una foto del disfraz en el exterior de la bolsa, pero
en este caso no se veía nada, tan solo unas letras que ponía “Leia slave
costume”. Lo de “slave” no me sonó nada bien.
“¿A ver que habría comprado el
cabeza de chorlito de mi esposo?” pensé mientras lo habría.
Apenas había ropa en el
interior de la bolsa.
.-“¿Qué es esto?” le pregunté
al ver los adornos del interior.
.-“¿Recuerdas cuando Luck
Skywalker tiene que rescatar a la princesa Leia y a Han Solo de las garras del perverso
Jaba el Hutt en el Retorno del Jedi?” me preguntó encantado de escucharse a
través del megáfono de su careta.
.-“Si” le respondí sin saber
muy bien que tenía que ver todo eso con los cuatro adornos que tenía entre mis
manos.
.-“No te lo vas a creer, he
encontrado el traje de la princesa Leia en esas escenas” me dijo forzando su
respiración dentro de la careta imitando al Darth Vader como si fuera un niño.
.-“Pero si la princesa Leía
apenas lleva ropa en esas escenas” recalqué tremendamente sorprendida.
.-“Pues eso, seguro que estás
muy sexy con el disfraz puesto” me dijo como si nada mirándose lo bien que le
quedaba su traje frente al espejo y haciendo el tonto con la voz.
En esos momentos no supe si
partirle la cara o mandarlo a la mierda. Me contuve a la espera de probarme el
disfraz. Pero mi cabreo iba en aumento al comprobar que el top apenas tapaba
nada de mis pechos. Indudablemente tuve que quitarme el sujetador para que
quedase bien. Lo que terminó por enfadarme fue al probarme lo que se supone era
la falda del disfraz. Apenas era un trozo de tela totalmente abierta por los
laterales, de tal manera que la tela cubría únicamente la parte central de la
cintura tanto por delante como por detrás.
.-“¿No pretenderás que me
ponga esto?” le dije al verme con el atuendo puesto.
Mi marido se giró extrañado.
No podía verle la cara pero me la imaginaba.
.-“¿Por qué no?” me preguntó
quitándose la maldita careta y mirándome de arriba abajo devorándome con la
vista.
.-“Tú estás chalado ¿o qué te
pasa?” le espeté preguntándome si realmente creía en lo que decía. Pensé que se
trataba de alguna especie de broma.
.-“Vamos cariño” me confesó
tratando de relajar el tono de voz “no sabes lo que me ponía en mi juventud
observar a la Carrie Fisher con ese vestido cada vez que veía la peli. Me hacía
unos pajotes de miedo. Siempre me reprochas que te llamo la atención cuando te
pones mini o enseñas escote, y para una vez que quiero que te vistas para
mi….además veo que a ti también te sienta de maravilla. Estas guapísima. Vamos
no seas así y hazlo por mí…” concluyó su argumentación poniendo carita de niño
bueno.
.-“¿Pero te has fijado que con
este vestido no puedo llevar ni las bragas puestas debajo? ¡¡Que se nota
absolutamente todo!!” pronuncié indignada mostrándole el elástico de mi
braguita que asomaba por ambos lados.
.-“Seguro que encuentras una
manera de solucionarlo” dijo como ignorando el problema al tiempo que se volvía
a poner su máscara y jugaba con estúpidos cambios de voz como un chiquillo
emocionado con su nuevo juguete.
Yo estaba totalmente
encorajinada por lo que le oía decir, me quité definitivamente las bragas para
que viese que ese “vestidito” no admitía mayor solución.
.-“¿Acaso quieres que todo el
mundo me vea de esta manera, medio desnuda?” le pregunté al tiempo que le
tiraba las bragas enfadada a la altura de su maldita careta negra.
.-“Vamos mujer, no es para
tanto, además Julián seguro que te lo agradece?” me dijo mirándose de nuevo en
el espejo haciendo el tonto.
.-“¿Por qué dices eso?” le
pregunté ahora todavía más mosqueada.
.-“No te hagas la tonta” dijo
despojándose de la capa como si nada “todo el mundo sabe que Julián anda
loquito por ti, si incluso Fran llegó a decir en cierta ocasión que Julián no
se casa porque no quiere estar con otra que no seas tú. Me tiene una envidia
que no se tiene” concluyó con cierto aire de superioridad.
.-“¡Pero qué tonterías dices!
Dile a Fran que es un bocazas. Siempre te llena la cabeza de gilipolleces. Y lo
peor es que tu le haces caso como un imbécil” dije seria y enfadada por lo que
acababa de escuchar.
.-“Bueno, pues que se joda
Julián, que vea ese presuntuoso lo buena que estás y la suerte que tengo” dijo
mi marido abrazándome de frente, a la vez que me daba un tierno beso en la boca
tratando de sellar las paces.
.-“No sabes lo burrón que me
pones con este vestido” me dijo entre beso y beso mientras me abrazaba. “Ha
sido mi fantasía de toda la vida” me confesaba mi marido al tiempo que me
acariciaba tiernamente por los brazos y por la espalda.
.-“Bueno ya veremos si me lo
pongo” le dije deshaciéndome de sus abrazos “de momento me voy a lavar los
dientes, y a meterme en la cama, estoy cansada, mañana ya hablaremos” dí por
terminada la conversación.
.-“¿Te lo pondrás? Por fa”
gimoteo en un intento desesperado medio suplicando.
.-“No sé, que quieres que te
diga, hace mucho frío para ponerme esto” dije al tiempo que salía del salón en
dirección al baño.
.-“Yo te calentaré” dijo mi
marido dándome una palmada en el culo antes de que lo abandonase en el
salón.
Me quedó claro que el que
andaba caliente era él solo de verme con el vestido. Yo ya no tuve ganas de
contestarle, estaba cansada como para rebatirle, tenía ganas de ir a la cama.
Mañana sería otro día.
Me miré frente al espejo del
baño mientras preparaba el cepillo y la pasta de dientes. Desde luego era más
que imposible que el vestidito me lo pusiese de esa manera. Sólo de reclinarme
ante el espejo asomaban mis pechos por los laterales del top. Y qué decir de la
falda, con cada descuido se me veía la fina tira de pelillos que decoran mi
pubis y apenas me tapaba el culo.
Sopesé la posibilidad de
ponerme algún body de esos de cuerpo entero color carne o algo así debajo.
Sería la única posibilidad. Lo cierto es que aún tenía tiempo por la mañana de
apañar algo.
Recuerdo que ya había
terminado de lavarme los dientes y comenzaba a extenderme el limpiador facial
por la cara, cuando mi marido abrió la puerta del baño y vino hasta mí
agarrándome de la cintura por la espalda. Todavía llevaba puesto el maldito
disfraz de Darth Vader. Por un momento pensé que no se lo quitaría ni para
dormir. Por suerte se había quitado la máscara, aunque le llevaba en la mano.
Luego se puso mimoso y me dijo:
.-“Lo siento mi vida, me hacía
mucha ilusión vértelo puesto” pronunció al tiempo que se abrazaba a mi por la
espalda y me daba tímidos besitos en los hombros. “No caí en la cuenta de que
el disfraz no admite ropa interior debajo. De verdad que lo siento, no pensaba
en esas cosas cuando lo ví en la tienda, tan sólo quería verte con él puesto,
me hacía tanta ilusión…” dijo notablemente arrepentido por su elección.
.-“No te preocupes, cariño,
buscaré una forma de arreglarlo. Tal vez pueda ponérmelo con algún body color
carne o algo parecido” le dije dejándome acariciar para consolarlo en su
desilusión.
.-“¿En serio?” me dijo de
nuevo risueño como un niño al tiempo que me abrazaba y acariciaba mi piel por
todas partes.
.-“No te prometo nada” le dije
cruzando mi mirada con la suya a través del espejo.
Pude comprobar un destello en
su mirada al escuchar mis palabras, y me prometí a mi misma hacer un esfuerzo
por tratar de adaptar el disfraz.
.-“Llevo soñando con esto
desde que era un adolescente” dijo refrotando su paquete por mi culo a la vez
que me abrazaba. De novios ya le gustaba jugar de esta manera conmigo. Era su
particular forma de decirme que me tenía ganas.
.-“Ya veo, ya” dije
comprobando su erección al tiempo que movía mi pompis contra su paquete dándole
a entender que me había percatado de su estado de ánimo, y que yo me encontraba
receptiva.
Lo cierto es que con el
disfraz tan realista que llevaba puesto mi marido tenía cierto puntillo, hasta
lo encontré sexy y todo.
.-“Si yo fuera Jabba el Hutt y
tu mi esclava no sabes lo que te haría” susurró en mi nuca al tiempo que sus
manos iban a parar a mi culo.
Estaba claro que me pedía
guerra, y no de las galaxias precisamente.
.-“¿Ah sí?, ¿y qué me harías?”
le pregunté dejándome acariciar por sus manos mientras que ahora era yo, la que
buscaba el contacto entre su paquete y mi trasero. Debo reconocer que me estaba
gustando seguirle el juego en su fantasía. Al menos sería algo novedoso en
nuestra relación.
.-“Para empezar te tendría
expuesta en todas las audiencias que viniesen a palacio para que viesen la tía
tan buena que me beneficiaba” dijo acariciándome los pechos por encima del top
mientras me besaba por el cuello.
Yo miraba su cara de salido a
través del espejo. Estaba logrando ponerme algo más que a tono.
.-“¿Eso es todo?” le pregunté con
carita de niña mala dejándome hacer. Me estaba agradando la situación. Era la
primera vez en su vida que veía a mi esposo echándole imaginación al asunto.
.-“Desde luego, te haría estar
todo el día paseándote medio desnuda delante de mí y de todo el mundo” dijo
acariciándome con sus manos por todo el cuerpo al tiempo que notaba una vez más
su miembro clavado en mi culo. No le recordaba una erección tan evidente desde
hacía mucho tiempo.
.-“¿En serio?” volví a
preguntarle cuan gatita mimosa “¿acaso te gustaría exhibirme desnuda ante todo
el mundo?” terminé por decirle a la vez que entrecruzaba sus dedos con los míos
y guiaba sus manos por todo mi cuerpo.
.-“Serías mi esclava” dijo él
notablemente excitado por mis palabras, “estarías siempre dispuesta a mi
antojo” pronunció deshaciéndose de una de mis manos y deslizando sus dedos por
mi vientre hasta alcanzar la tela de la falda acariciando mi pubis por debajo.
.-“¿Y qué me harías?, ¿me
venderías?” le pregunté excitada al notar como sus dedos jugueteaban con los
escasos pelillos que guían el camino hasta mi sexo.
.-“Luego te follaría a mi
antojo, tendrías que estar siempre dispuesta a mis apetencias y a la de mis
invitados” sus palabras se volvían más soeces conforme avanzaba en sus caricias
y eso he de reconocer que me volvía loca.
Me estaba sorprendiendo
satisfactoriamente, mi marido nunca se había comportado de esa manera y me
estaba excitando muchísimo la situación. Por fin había algo de pasión e
imaginación en nuestras relaciones, bienvenido sean pues los carnavales.
Ambos nos miramos a través del
espejo y podíamos comprobar el estado de excitación del otro. Yo podía
comprobar su enorme erección, y él pudo comprobar lo mojadita que estaba cuando
su mano me acarició por encima de mis labios vaginales.
.-“Veo que a ti también te
gusta” me susurró en la nuca al tiempo que uno de sus dedos se abría paso en mi
interior.
.-“Uhm , uhmmm…” no pude
evitar gemir al notar cómo me penetraba con su dedo. Me incorporé tratando de
facilitarle la labor, traté de acariciar su barba por encima de mi hombro a una
mano, mientras con la otra palpaba su polla por encima del pantalón del
disfraz.
Yo estaba muy cachonda.
.-“Te quiero” dijo al tiempo
que comenzaba a mover su dedo en mi interior dejándose ya de jueguecitos. Me
encantaba escucharle decir que me quería. Yo por mi parte cerré los ojos
concentrada en el placer que me estaba proporcionando.
.-“Estas preciosa” o, “hay que
ver cómo me pones”, junto con “te deseo mucho,… ” y cosas por el estilo que me
decía totalmente excitado entre beso y beso por el cuello, o entre chupetón en
lóbulo de la oreja y lengüetazo saboreando mi cuerpo. Sabe que no me puedo
resistir a ese tipo de caricias.
.-“Vámonos a la cama” dije
totalmente deseosa porque me hiciese el amor de una maldita vez. Había logrado
su propósito, me había puesto cachonda, y me tenía entregada.
.-“No espera”, dijo antes de
ponerse la máscara de nuevo, “prefiero que lo hagamos aquí frente al espejo” y
dicho esto extrajo su miembro de entre su bragueta y haciendo a un lado la tela
de mi falda procedió a golpearme con su polla en la piel desnuda de mi culo.
Fui yo misma la que agarrándolo por los testículos acerqué su masculinidad
hasta situarla entre mis labios vaginales.
.-“Joder cari, no sabes cómo
me tienes con la tontería” dije antes de ensartarme yo misma su polla en mi
interior reclinándome aún más hacia atrás.
.-“SSssh,” chistó mandándome
callar para luego pronunciar muy seriamente “¿Le gusta mi espada laser?,
Princesa Leia” pronunció con su voz distorsionada por la careta al tiempo que
comenzaba a culearme.
A mí me entró la risa al
escuchar sus palabras, pero le seguí la corriente.
.-“Oh sí, señor Darth Vader,
¿Va a ser usted muy malo conmigo?” le pregunté con voz fingida entre mis
primeros suspiros de placer.
.-“Sométete ante el reverso
tenebroso” dijo esta vez muy solemnemente mirándome a través del espejo.
.-“No me haga daño, ¿le gusta
así, mi amo?” le pregunté como buenamente pude entre gemido y gemido de placer
al mismo tiempo que era yo quien se movía adelante y atrás. Ahora era yo quien
me lo follaba, en vez de ser él quien me culease.
.-“Oh sí, que bien te mueves
princesa” comenzó a jadear mi esposo fuera de control por la situación,
dejándose llevar por mis movimientos y el morbo de la situación.
.-“Sabe amo…” le susurré
mientras me movía frente al espejo “ni Han Solo, ni Luck Skywalker me han hecho
sentir nunca lo que usted me llena” le dije al tiempo que me deshacía del top
del disfraz y le mostraba mis pechos en el cristal.
.-“Princesa Leia…” me dijo “se
mueve usted de puta madre” y dicho esto estrujo mis pechos con sus manos y
aumentó el ritmo de nuestra follada.
Me hizo un poco de daño al
principio, tengo los pechos muy sensibles, pero en cierto modo me agradó más
que nunca su relativa brusquedad en las caricias.
Creo que estaba a punto de
hacerme adicta a la maldita saga de la guerra las galaxias. Apenas había
comenzado mi marido a moverse en serio y ya estaba a punto de correrme. Pronto
mis gemidos comenzaron a inundar el cuarto de baño. Durante un par de minutos,
una mezcla de apagados gemidos, el entrechocar de nuestros cuerpos, y una
absurda respiración se apoderaron de la estancia sin palabras de por
medio.
.-“Creo que me voy a correr”
me costó articular palabra al faltarme la respiración.
.-“Sabe princesa…, me gustaría
someterla por el lado oscuro de la fuerza” pronunció mi marido al tiempo que
jugaba con uno de sus dedos alrededor de mi esfínter.
.-“¿En serio?” le pregunté
sorprendida. He de reconocer que me pilló desconcertada. Para nada me esperaba
que el tradicional y pulcro de mi marido me pidiese practicar alguna vez sexo
anal. Hasta la fecha nunca me lo había planteado, a decir verdad, nunca lo
habíamos hablado. Yo daba por supuesto que no le agradaba, creía que le parecía
escatológico y desagradable.
Mi marido respondió a mi
pregunta estirando la mano hasta alcanzar el bote de crema hidratante que
descansaba al lado del grifo, sobre la repisa del mismo lavabo en el que yo
estaba reclinada.
.-“¿Por qué no?” pronuncié
totalmente dispuesta a probar y entregada al morbo del momento.
Nada más pronunciar mi
consentimiento pude sentir el chorro de crema fría que mi marido dejó caer a
dos manos por mi espalda, y que resbaló por la espina dorsal hasta alcanzar el
anillo de mi ano.
Mi marido se entretuvo en
extender la crema en rededor. Reconozco que en esos momentos yo estaba tan
tensa como excitada. Si hasta ese momento miraba a mi esposo a través del
espejo para contemplarlo en su disfraz, en el preciso instante en el que pude
sentir como hacía presión con uno de sus dedos contra mi esfínter, preferí
cerrar los ojos y concentrarme en mis sensaciones.
Era todo puro morbo en esos
momentos. Por primera vez en mi vida estaba dispuesta a dejarme
sodomizar.
“Alguna vez tiene que ser la
primera no?” me pregunté mentalmente al tiempo que apretaba mis dientes tanto
como mis nalgas al notar la presión del dedo de mi esposo en zona tan delicada.
Chillé un poco cuando aprecié
como su dedo se abría paso lentamente en mis entrañas. A pesar de haberme
embadurnado la zona con crema hidratante a conciencia, me estaba doliendo.
.-“No, para, para, me duele”
informé a mi marido quejosa. Mi cara de dolor debió de ser un poema.
.-“Mi vida, tienes que
relajarte” dijo mi esposo sacando su dedo de mi interior.
Sentí rabia al notar como mi
marido desistía de su intento tras comprobar que me estaba doliendo. Yo no soy
una mujer que se dé fácilmente por vencida. Aquello además de doloroso me
resultaba algo humillante, pero sobretodo un sentimiento se apoderaba de mí ser
en ese momento: no iba a ser yo quien pusiese fin a ese momento. ¡No!. De
ninguna de las maneras iba a ser yo quien dejase a mi esposo la puerta abierta
del reproche. No estaba dispuesta a escucharle decir tonterías cuando fuese yo
quien le propusiese alguna novedad. Ya me lo podía imaginar: que para que
tratar de intentarlo, no merece la pena, déjalo estar, y cosas por el estilo.
Así que armándome de valor, y tragándome mi orgullo le dije:
.-“Vamos, inténtalo de nuevo”
susurré abriéndome yo misma los cachetes de mi culo con ambas manos
ofreciéndole una visión espectacular de mi palpitante esfínter.
Mi marido no se lo pensó dos
veces. De nuevo la presión de su dedo en mi ano. Esta vez no me dolió tanto.
.-“Despacio” dije apoyándome
de nuevo con mis manos sobre el lavabo, bastante más relajada.
Pude notar como su puño
chocaba contra mis carnes, señal inequívoca de que su dedo había entrado todo
cuanto podía. Luego comenzó a moverlo despacito, muy despacito, adelante y atrás
como un par de veces. Las próximas dos veces lo movió un poco más aprisa.
He de reconocer que me dolía
menos de lo que recordaba en el primer intento, al menos ahora era algo más
soportable. El inexperto de mi esposo aceleró el ritmo animado por la urgencia,
y yo abrí los ojos de par en par al notar cómo me estaba sodomizando con el
dedo. De repente…
.-“Buuuaaaaaahhhh” no me lo
podía creer, el niño comenzó a llorar en su cuarto.
“No por favor, ahora no, por
favor que se calle” pensé mientras lo escuchaba llorando en su habitación.
.-“Buaaaaahh, buaaaahhh” su
llanto iba en aumento.
Mi marido se detuvo al
escucharlo y me miró preguntándose que podíamos hacer. Ambos nos mirábamos el
uno al otro maldiciendo nuestra suerte. Seguramente el niño nos habría
escuchado y reclamaba su chupete.
Tras tres o cuatro llantos más
todo el morbo se vino abajo. Fui incapaz de escuchar llorar a mi hijo, así que
salí de la posición en la que estaba y fui al cuarto de mi pequeño a ver que le
sucedía.
Había perdido el tete, se lo
puse en la boca, pero seguía reclamando mimos. Desnuda y todo como estaba lo
cogí en brazos para acunarlo. Le canté una nana para que reconciliara el sueño,
y poco a poco se fueron relajando tanto el niño como el picor en mi ano.
Primero dejó de llorar, y luego se quedó dormido de nuevo.
Desde luego tenía a quien
parecerse, porque en que regresé al baño, pude comprobar que mi marido se había
quedado dormido en la cama. No me quedó otra que ponerme el pijama y recostarme
junto a mi esposo a la espera de conciliar también el sueño y descansar.
El caso es que cierto escozor
en mi maltrecho esfínter, hizo que mi cabeza comenzase a darle vueltas y
vueltas al asunto.
Estaba claro que no podía ir
así a la fiesta. ¿Por qué había comprado entonces ese disfraz mi marido?. No me
podía creer que pretendiese que me pusiera el disfraz tal cual. ¿Por qué lo
había comprado entonces?. ¿Y su cambio de comportamiento de hace un rato?. ¿En
que estaba pensando cuando me propuso hacerlo por la puerta de atrás?. Vino entonces
a mi cabeza las palabras que dijo acerca de Julián, y de su amigo Fran. ¡Que
Julián me deseaba en silencio!. Nunca me lo hubiese imaginado, era impensable
para mí. Era un buen amigo y punto. ¿Por qué había dicho entonces eso mi
esposo?. Recordé sus palabras “que vea la suerte que tengo”. ¿Se trataba de
eso, no?. ¿Era todo por pura envidia?. Me resistía a pensar que fuera de esa
manera. No podía creérmelo, pero todo se me hacía raro, muy raro.
Quise desviar mis pensamientos
tratando de pensar en otras cosas, pero no pude. Mi cabeza continuaba dándole
vueltas al asunto. Recordé las palabras de Isabel el otro día juntas en la
cafetería, cuando me dijo que su marido, Paco, le había insinuado que este año
pretendían que a la fiesta de disfraces de Julián acudiesen solo los chicos. Al
parecer les había pillado comentando por el whatsupp acerca de la posibilidad
de que saliese una chica disfrazada de enfermera del interior de una tarta de
cumpleaños y cosas así.
Conociendo a Julián lo veía
capaz de eso y mucho más. Pero entonces, ¿porque no me lo había dicho mi marido
y punto?. Tan sólo tenía que decirme que este año querían estar solos los
amigos y ya está. Luego lo pensé mejor, le daba vueltas y vueltas. El
calzonazos de mi esposo sería incapaz de atreverse a decirme directamente lo de
la tarta. Era incapaz de negarme la asistencia de ser todo eso era verdad.
“Tontín, ya saldría yo de la tarta”, pensaba mientras trataba de conciliar el
sueño.
Pero…¿y si fuera cierto?. Si
todo era una maniobra de mi esposo para deshacerse de mí. No digo que no fueran
otras chicas y esposas, ¿pero si lo que quería mi esposo es que yo no fuera?.
Conociéndolo no lo veía tan descabellado. ¿Y si me había comprado el ridículo
disfraz sabiendo que me enfadaría, le montaría un numerito, y me negaría a ir?.
De eso si lo creía capaz.
¿Por qué? Me preguntaba. ¿por
qué no quería que fuese?. ¿Qué motivo podía tener para que no quisiese mi
esposo que fuera?. Le daba vueltas una y otra vez antes de conciliar el
sueño.
Decidí que lo mejor sería
mañana a la mañana salir a buscar un body de esos de cuerpo entero y esperar a
ver las reacciones de mi esposo, y con eso rondando mi cabeza logré dormirme.
Para colmo tuve unos sueños
extraños. De repente me veía en medio del desierto vestida de danza del vientre
o algo parecido bailando en una especie de harem. Estaban todos los conocidos
presentes, pero sobretodo podía visualizar a las mujeres de los amigos de mi
esposo devorándome de envidia con la vista, porque era la preferida del jeque
de la jaima. Salvo que el sultán era el malvado Dark Vader. Tras un rato de
danza me toma de la mano y me guía hasta sus aposentos. De repente estamos en
un palacio tipo Taj Mahal. El hombre de negro me tumba sobre la cama y comienza
a hacerme el amor, cuando estoy a punto de correrme se desprende de la máscara,
y resulta ser Julián quien me está haciendo el amor. Creo que chillé.
Justo en ese momento me
despertó mi marido.
.-“¿Qué estabas soñando?” me
preguntó al verme sudorosa.
.-“No sé, no recuerdo” le mentí.
No quería darle explicaciones.
.-“Para no acordarte, y por tu
manera de gemir parece que estabas disfrutando bastante” dijo tratando de
levantarse de la cama a preparar los desayunos.
.-“Idiota” le dije tirándole
el almohadón a la espalda “era una pesadilla” terminé por gritarle al tiempo
que abandonaba el dormitorio en dirección a la cocina.
El caso es que nada más
despertarme desayuné a toda prisa, le dije que ya tenía todo preparado para que
nuestro hijo se quedase a dormir con sus padres, en casa de los abuelos, que yo
saldría a buscar algo con lo que ponerme el vestido.
Busqué en un par de tiendas
tipo Calzedonia y sitios así donde pensé encontraría lo que buscaba. Pero no
había nada que se pareciese a algo tan simple como un body de cuerpo entero.
Luego recurrí al socorrido Corte Inglés, pero nada, tampoco tenían. Un
dependiente prepotente que me devoraba con la vista, me sugirió que tal vez
tuviesen ese tipo de prendas en tiendas eróticas, pero que desde luego allí no
tenían. Me sentó mal la forma en que me lo dijo, pero puede que tuviese algo de
razón. Por suerte había una tienda relativamente cerca de dónde estaba.
Me dio mucha vergüenza
preguntarle al dependiente, tuvo la misma mirada de baboso que el tipo del
Corte Inglés. Y lo peor es que no tenía nada con la idea que yo llevaba en
mente. Los bodys de cuerpo entero que tenía eran con motivos enrejados, y pensé
que aún quedaría peor con eso puesto.
Así que decidí parar a tomar
un café y pensar una solución. Retomé mis pensamientos de la noche anterior y
me pregunté de nuevo una y otra vez porqué había escogido ese vestido el
imbécil de mi esposo.
Trataba de atar cabos sueltos,
y recordé las palabras de Julián la última vez que estuvo en nuestra casa
cenando. Informó a mi esposo de que había coincidido con una tal Cristina en
una reunión de negocios. Era manager en no sé qué empresa con la que de ahora
en adelante tendría que tener bastante relación. Ambos se felicitaron por la
coincidencia, pues la susodicha Cristina era una antigua amiga del grupo en su
juventud. Al parecer era una especie de sex simbol dentro del grupo de amigos,
debió de tontear con todos o al menos jugó con el corazón de todos a su antojo.
Vamos, una loba de cuidado.
Recuerdo que Julián le comentó
a mi esposo en mi presencia que igual la invitaba a la fiesta, y mi esposo se
alegró muchísimo con la posibilidad de volver a verla. Enseguida surgieron los
típicos comentarios entre ellos. “¿Aún tendría las tetas tan grandes?” se
preguntaban el uno al otro “¿y el culo tan bonito?” Se reían de
recordarlo.
.-“Mira que le sentaban bien
los vaqueros” dijo mi esposo en esa ocasión.
Entonces lo entendí. ¿Y si no
quería mi esposo que fuese porque Julián iba a invitar a esta chica?. Pero
enseguida lo descarté. Mi esposo no me haría eso. Simplemente no pensó en nada
cuando escogió el vestido, o pensó con el pito. Lo único que saqué en claro de
esa mañana es que no iría a la fiesta con el disfraz que había elegido mi
esposo.
A decir verdad cambié de
opinión, de repente me di cuenta que no me apetecía mucho ir a la fiesta.
Tendría la casa para mi solita. Me visualicé a mi misma en la bañera llena de
espuma, con música relajante, cuidando mi cuerpo. Una sesión de palomitas
viendo sola una comedia romántica. El plan tenía buena pinta. Así que de
repente, y sin pensarlo mucho, decidí la forma en que quedarme sola en casa y
disfrutar a mi aire. ¿No era eso lo que quería mi marido?.
Al llegar a casa le dije a mi
esposo que habían llamado mis padres mientras estaba de compras. Que mi madre
se había puesto muy mala y pasaría a verla a comprobar la gravedad de la
enfermedad, de ser cierto lo que decía mi padre me quedaría a cuidarla un rato,
y seguramente me perdería la fiesta.
.-“Que pena” dijo con
eufemismo y poco entusiasmo mi marido. Por un momento creí que se alegró de que
no fuese a la fiesta, lo que me mosqueó un poco.
Llegada la hora, mi marido se
disfrazó y salió de casa. Yo simulé que me arreglaba para ir a casa de mis
padres, pero en que mi marido salió de la puerta de casa, rellené la bañera con
agua bien caliente, sales de baño y mucha espuma. Apagué las luces del baño y
encendí algunas velas. Para terminar puse algo de música relajante.
.-“Qué bien, al fin la casa
para mi solita” pensé al tiempo que me dejaba llevar por las sensaciones en el
agua. Cerré los ojos. La velada tenía muy buena pinta. Toda la noche sola en
casa, palomitas, comedia romántica, andar en bragas por la casa sin dar ninguna
explicación, la calefacción a mi gusto, una bañerita con aceites y espuma.
Vamos, en esos momentos estaba en la gloria.
Pero una vez con los ojos
cerrados y mi mala cabeza comencé a darle vueltas y vueltas a mis
preocupaciones. Ni aún así podía dejar de pensar en el tema del vestidito. ¿Por
qué compraría ese disfraz mi marido?.
No sé por qué me imaginé a mi
esposo tonteando con la tal Cristina. ¿y si le había salido bien la jugada? No
pareció tener mucha pena cuando le dije que no lo acompañaría. Su actitud me
dejó preocupada. De nuevo recordé los comentarios que hacían entre ellos al
recordar a la Cristinita de los cojones. No la conocía de nada, pero mira que
me caía mal la tía. Que si que tetas tenía, que menudo culo tan rico, que si
mira que labios, que si tenía que hacer unas pajas de campeonato, y cosas por
el estilo que con dos copas de más teníamos que aguantar el resto de esposas
cada vez que los amigos iban bebidos y salía a colación la muy guarra .
Los celos se apoderaron de mi
mente. Recuerdo que en esos momentos estaba con la cuchilla de afeitar
repasándome los pocos pelos que podía tener por las piernas. Me imaginé a mi
marido borracho dejándose engatusar por semejante pedazo de zorra y me dio
coraje. En un acto de rabia me pasé la cuchilla por el pubis rasurando esa
parte de mi cuerpo.
.-“Seguro que regresa
borracho, pues pienso buscar cualquier excusa para mostrárselo y dejarle con
las ganas por estúpido” pensé mientras apuraba la zona con la cuchilla. Se lo
tenía bien merecido por imbécil.
El caso es que cuando salí de
la ducha y comencé a darme cremas por todo el cuerpo no podía quitarme de la
cabeza la imagen de mi marido borracho coqueteando con esa bruja. Di por hecho
que estaba sucediendo en esos momentos tal y como imaginaba.
No pude más, reconozco que
estaba obsesionada. Debía salir de dudas, así que me vestí rápidamente con unos
jeans y una camiseta y bajé al chino de debajo de casa a buscar algún disfraz
con el que acudir a la fiesta. Ya en el ascensor pensé que lo mejor sería poder
presentarme sin que me reconociesen, así podría espiar lo que hacía mi esposo
sin mí en la fiesta. Pensé en algún tipo de disfraz con careta o algo así que
me cubriese la cara.
Al llegar al chino no veía
ningún disfraz con las ideas que llevaba, que fuese de mujer y con careta.
Además todos los disfraces que quedaban en la tienda eran bastante sosos. Todos
menos uno de conejita de playboy que desde luego era bastante atrevido. Se
trataba de un corsé negro palabra de honor en forma de traje de baño, con
medias de rejilla y las típicas orejitas de la marca. Una pajarita por collar
complementaba el atuendo. Aún ese disfraz enseñaba menos que el que había
escogido mi marido. Desde luego podría llamar la atención sin enseñar nada a
cambio. Al verlo en mis manos lo tuve claro, el muy cabrón de mi marido no
quería que fuese, pero se iba a enterar.
El disfraz de conejita seguro
que llamaba la atención, eso podía ser bueno a mis propósitos, tendría un
montón de moscones con los que dar envidia y encelar a mi esposo. Además seguro
que estaba más atractiva que la tal Cristina. La duda era como evitar que se me
reconociese.
Al ir a pagar en caja una niña
le preguntó a la dependienta por maquillaje de fantasía. La pequeña había dado
en el clavo. Recordé que la hija de una vecina nuestra trabajaba como animadora
en un parque de esos de bolas infantiles, en la que en cierta ocasión había
acudido con mi sobrina. A las niñas les maquillaban la cara como si fueran
gatos, payasos, felinos… todo tipo de maquillaje de fantasía cubriéndoles el
rostro. Era justo lo que necesitaba.
Miré el reloj, eran ya cerca
de las once de la noche, seguramente la vecina habría terminado ya de trabajar
en el parque infantil y estaría en casa preparando los parciales de la
universidad. No perdía nada por intentarlo, y si no, ya encontraría por
internet algún video con el que maquillarme. Así que compré también otro juego
de maquillaje de fantasía y fui directa a casa de la vecina.
Se sorprendió al verme en la
puerta cuando llamé a su timbre, pero se alegró cuando le pedí el favor de
ayudarme a pintarme la cara y maquillarme como una conejita. Tan sólo le dije
que me gustaría que no se me reconociese. Por suerte no me preguntó más
detalles, y no tuve que darle más explicaciones. Miramos algo en internet,
vimos un modelo que podía adaptarse perfectamente a lo que buscaba, y nos
pusimos manos a la obra.
Lo cierto es que dimos en el
clavo con el maquillaje. Se notaba que tenía práctica. Primero pintó mi cara
con una base toda de blanco que cubría mi cuello hasta la zona en la que iría
la pajarita, luego dos triángulos rosados grandes sobre mis cejas, dos grandes
círculos también rosados en las mejillas, los bigotitos, la nariz, los dientes
de conejo destacados y algún que otro detalle más. Me miré en el espejo al
acabar. Apenas se me reconocía. Le dí las gracias y marché a casa a disfrazarme
lo más aprisa que pude.
Me probé el disfraz. El traje
me sentaba realmente bien. Había acertado con la talla, salvo que las medias de
rejilla me venían algo grandes, se me caían e iba molesta. Decidí sustituirlas
por un liguero y unas medias que tenía. Me daban un aire de puta que no me
tenía. Al principio me sentí algo incómoda, pero me fui acostumbrando conforme
me miraba en el espejo. De todas formas, eso era lo que quería ¿no?, llamar la
atención. Por último, una levita de cuero larga para ir por la calle, y salí
rauda y veloz hacia la fiesta.
Pasaba ya de medianoche cuando
llegué al hotel, dejé el abrigo en el guardarropa y decidí perderme entre el
gentío de la fiesta. Nada más quitarme la levita pude apreciar las miradas de
los hombres alrededor clavadas en mi cuerpo, a pesar de ir acompañados de sus
respectivas esposas y acompañantes. Enseguida pude ver el disfraz de Darth
Vader de mi esposo, era único e irrepetible. Destacaba entre el resto de
disfraces.
Un camarero pasó con una
bandeja sirviendo champagne y tomé una copa a la espera de espiar lo que hacía
mi esposo. Me llamó la atención que enseguida estuvo rodeado de tres o cuatro
mujeres desconocidas para mí.
“Seguro que una de ellas es la
tal Cristina” pensé mientras lo observaba en la distancia y le daba un primer
sorbo a mi copa.
.-“A esta le comía yo el
conejo” me tuve que escuchar el comentario que le decía un hombre de avanzada
edad a otro en mi espalda. Por supuesto, su interlocutor le rió la gracia.
Yo me giré para ver quien
había podido ser el que profiriera tan desafortunado comentario. Para mi
sorpresa se trataba de un par de tipos, el uno disfrazado de Batman, y el otro
disfrazado de bombero.
.-“Hola, ¿tú debes ser amiga
de Julián?” me dijo el personaje disfrazado de bombero tratando de iniciar una
conversación muy seguro de su atractivo.
.-“Supongo que como todos los
que estamos en la fiesta ¿no?” le respondí como dándole a entender que su
preguntaba había sido un poco estúpida. “Por cierto ¿habéis visto a Julián?”
les pregunté al echar en falta al anfitrión.
.-“No” dijo ahora el
disfrazado como de Batman “apareció al principio de la tarde para dar el
discurso de bienvenida, y ya no lo hemos vuelto a ver” dijo en evidente estado
de embriaguez.
.-“Al parecer su avión se
había retrasado, desde luego no estaba disfrazado cuando habló, se excusó
diciendo que iba a una habitación a disfrazarse, y desde entonces no lo hemos
vuelto a ver” argumentó ahora el bombero.
En ese momento alcé la mirada
para ver qué es lo que estaba haciendo mi esposo. Durante este tiempo de
conversación con Batman y el bombero lo había perdido de vista. Mi sorpresa al
verlo es que estaba hablando muy acaramelado con una mujer disfrazada de
Superwoman, y que por la descripción encajaba perfectamente con Cristina. Me
enfurecí al verlos coquetear tan descaradamente en medio de todo el mundo.
Aparté a un lado a mis interlocutores y me dirigí enrabietada a decirle cuatro
cosas a mi esposo.
Pero en el camino Ana y Paloma
se cruzaron delante mío. Eran las esposas de Fran y Joaquín respectivamente. No
sé porqué me detuve como paralizada por un sexto sentido. Pasaron justo por
delante de mí hablando de sus cosas sin saludarme. Eso quería decir que no me
habían reconocido.
“¿Sería posible que no me
reconociesen?” pensé mientras apuraba mi copa de champagne y las veía alejarse
en dirección a la barra.
Tal vez debía esperar algo más
a decirle cuatro cosas a mi esposo, al fin y al cabo tan solo estaba hablando,
algo mimosos sí, pero hablando. Me lo pensé mejor, quedaría fatal ante todo el
mundo si le montaba un numerito de celos, y lo peor de todo es que le daría la
razón a la guarra de su acompañante. Por otra parte, debía tratar de continuar
pasar desapercibida. Seguía sin creerme que Ana y Paloma no me hubiesen
reconocido. Debía salir de dudas, debía comprobarlo.
Me dirigí al bar dispuesta a
pedir una copa y situarme a su lado con la intención de comprobar si me
reconocían o no. Cuando llegué a la barra ellas estaban hablando de sus cosas.
Me puse a la espalda de Ana, y pedí un gin tonic. Luego miré a Paloma que
quedaba enfrente de mí. No me dijo nada, es más, me miró como con desprecio por
ir disfrazada de forma tan vulgar. He decir que Paloma es de esas niñas pijas
que miran a todo el mundo por encima del hombro creyéndose superiores. Una cosa
estaba clara, no me habían reconocido.
Traté de hacer oído a ver de
qué estaban hablando. Para mi sorpresa descubrí que estaban hablando de
Julián.
.-“Como te digo Paloma, desde
aquella vez que nos acostamos ya no ha vuelto a ser el mismo conmigo. Me
rehúye, me esquiva y apenas habla conmigo. Cuando coincidimos tan sólo habla
con su amiguito del alma ignorándome por completo” escuché que le decía Ana a
su compañera.
No me podía creer lo que
estaba oyendo, me acerqué aún más a ambas para escuchar bien lo que se decían.
.-“¡Qué cabrón!” dijo ahora
Paloma, “a mí me hizo lo mismo. Es como si después de conseguirte como a un
trofeo, luego te abandonase en una vitrina” dijo algo indignada.
Yo no podía creer lo que
decían.
.-“Bueno…” le replicó ahora
Ana “yo me dejo usar siempre que quiera” dijo en evidente estado de embriaguez.
.-“¡Con semejante instrumento
que se gasta el bueno de Julián, ¿quién no?” le siguió el juego Paloma al
tiempo que ambas reían.
Yo me quedé realmente
asombrada de lo que acababa de escuchar. Pero mi sorpresa fue en aumento cuando
escuché de nuevo a Ana…
.-“Por cierto, ¿has visto a
Sandra?” le preguntó Ana a Paloma.
.-“No la he visto en toda la
noche” le respondió Paloma “ni a Sandra ni a Julián” concluyó en un tono de voz
como insinuándole algo a Ana.
.-“Seguro que están follando
como locos en alguna habitación” soltó Ana de golpe y porrazo para mi estupor.
.-“Seguro…” continuo Paloma
“Sandra siempre le ha gustado a Julián. Se la come con los ojos cada vez que la
mira. No entiendo como ella no se ha dado cuenta” terminó por decir.
.-“No sabe lo que se pierde”
dijo Ana que iba bastante bebida por su tono de voz. Ambas reían de nuevo tras
el comentario.
Yo las miré estupefacta, por
un momento pensé que lo decían en broma, que me habían reconocido, y que
exageraban todo para burlarse de mí. Pero la mirada que me lanzó Paloma como
diciendo ¿tú qué coño miras?, terminó por desengañarme al respecto.
Decidí que lo mejor sería
alejarme, no fuese que terminasen por reconocerme y fuese peor. Así que cogí mi
gin tonic y marché de allí.
Necesitaba organizar en mi
cabeza todo lo que me estaba ocurriendo. No podía creer lo que acababa de ver,
ni lo que acababa de escuchar, ni nada cuanto sucedía en esa fiesta, era todo
como un mal sueño.
Debía ordenar mis sentimientos
en ese momento. Resulta que mi marido se las había ingeniado a base de bien
para venir solo a la fiesta, y que no era tan mosquita muerta como creía. En
consecuencia me lo encuentro tonteando con todas las que se le acercaban.
Encima me entero que el bueno de Julián se había acostado con las esposas de
todos sus amigos, y para colmo tengo que escucharme que al parecer está
enamorado de mí de toda la vida. No llegaba a creérmelo. Julián siempre se
comportado como un buen amigo, no podía ser cierto cuanto murmuraban de él. Me
bebí el gin tonic casi de trago absorta en mis pensamientos, y claro, me
entraron ganas de orinar.
Una vez en baño me tuve que
contemplar mi pubis rasurado, que me recordó que lo más sensato en esos
momentos era ocuparme de mi marido. Aislarme me ayudó a recobrar la calma y
establecer mis prioridades. Llegué a la conclusión que debía olvidarme de
Julián y el resto de esposas, ahora tenía un problema mucho más importante del
que ocuparme: Averiguar qué tipo de persona era verdaderamente mi esposo en ese
mundo paralelo que acababa de descubrir en mi entorno de gente de confianza.
Debía despejar la más mínima duda de si todo había sido una estratagema por su
parte para librarse de mí, y tener vía libre para ligar con el sueño de su
infancia, la supuesta Cristina esa.
Cuando regresé a la fiesta
pasé junto al bar y decidí que otro gin tonic no estaría mal. Lo que pude ver
desde la barra no me gustó lo más mínimo. Mi esposo estaba no solo hablando,
sino que ahora estaba bailando junto a la misma mujer en una actitud algo más
que mimosa.
No pude más, debía salir de
dudas. Los celos me estaban comiendo por dentro. Así que me acerqué hasta
ellos, y me puse a bailar a su lado con la intención de que fuese mi marido
quien me dijese algo sorprendido por verme, sobretodo sorprendido por haberlo
pillado in fraganti bailando tan acarameladamente con su compañera.
Pero para mi sorpresa, nada
más situarme a su lado bailando, tan solo me miró un par de veces a través de
su careta de Darth Vader, sin llegar a decirme nada, y continúo bailando con su
compañera como si nada.
Dudé si me había reconocido o
no. ¿Sería posible que mi propio esposo no me hubiese reconocido?. ¿Y sí me
había reconocido y trataba de jugar conmigo?.
“Con que esas tenemos ¿eh?”
pensé. “¿Así que quiere jugar?, pues se va a enterar” y por mi parte continúe
bailando a su lado esperando que se cortase un poco en su actitud.
Como el salón estaba lleno de
gente y la música lo indavía todo, enseguida me vinieron a ofrecer tragos dos o
tres hombres y a sacarme a bailar. Decidí aceptar la invitación de mis
pretendientes tratando de encelar a mi marido, quien parecía ignorarme. ¿Era a
lo que estaba jugando él, no?. Así que me animé a bailar con alguno de mis
nuevos pretendientes.
Por supuesto, traté de llamar
la atención de mi esposo, que continuaba bailando como si nada con la supuesta
Cristinita disfrazada de Superwoman. Con el paso del tiempo los hombres hacían
cola para bailar conmigo. Aunque no podía verlo bien porque estaba oculto bajo
su máscara, seguro que había llamado la atención de mi propio esposo, que
seguía sin decirme nada, como dejando seguir el juego.
Con el transcurso del tiempo
me preguntaba si sería verdaderamente posible que mi marido no hubiese
reconocido a su propia esposa. Yo no me lo podía creer, si me había reconocido
era un imbécil, y si no también. ¿Por qué entonces no me decía nada?. ¿Sería
posible que le hubiese fastidiado que me presentase sin avisarle?. De repente
un tipo me tocó el culo descaradamente a la vista de todo el mundo.
.-“Menudo conejito más suave”
pronunció el tipo al tiempo que me tocaba el pompón blanco al final de mi
espalda.
Era imposible que mi marido no
lo hubiese visto y no le dijese nada. Yo me quedé mirando al osado con cara de
pocos amigos por haber sobrepasado el límite de lo permitido. De hecho estuve a
punto de arrearle un bofetón, pero por suerte un tipo mayor, cincuentón,
disfrazado de Casanova y que lo observó todo, intervino acertadamente
solicitándome bailar, y dejando transcurrir como si nada la violenta situación
que acababa de suceder.
.-“Gracias” sentí la necesidad
de agradecer sinceramente su actuación al Casanova con el que ahora me
encontraba bailando.
Desde luego me había rescatado
de tan incómoda situación, cosa que ni mi propio marido había sido capaz de
hacer. Para colmo continuaba bailando con su compañera como si nada hubiera
ocurrido.
Solo encontraba una
explicación, efectivamente mi marido no me había reconocido, y además el muy
imbécil sólo tenía ojitos para la guarra de Superwoman. Pero mira que estaba
siendo imbécil, desde luego solo sabe pensar con la bragueta.
Tanto si me había reconocido
como si no, decidí corresponderle a mi marido con la misma moneda con la que me
estaba pagando. Cada canción que sonaba y mi marido continuaba sin decirme
nada, yo le permitía a mi Casanova algo más de contacto y roce entre nuestros
cuerpos.
Estaba claro que mi Casanova
me deseaba y quería acostarse conmigo. El tipo no desaprovechaba la más mínima
oportunidad para mirarme el escote o acariciarme allí donde le dejaba.
El caso es que allí estábamos
los cuatro en medio de la pista de baile, Darth Vader bailando con Superwoman,
y Casanova tratando de seducir a una conejita del playboy.
La verdad es que desconozco
cuantas canciones estuvimos bailando tanto mi esposo como yo, el uno junto al
otro, pero cada uno con sus respectivas parejas, sin intercambiar palabra, tan
solo algún cruce de miradas de vez en cuando.
Por otra parte, subestimé a mi
Casanova. Resultó ser un hombre con cierta experiencia en este tipo de
situaciones y enseguida alertó que ocurría algo entre Darth Vader y yo, supongo
que se dio cuenta por las miradas que le lanzaba a mi esposo, así que jugando
bien sus bazas en un momento dado me preguntó:
.-“Puedo invitarte a una copa”
y antes de que pudiera responderle me cogió de la mano y tiró sutilmente de mi
cuerpo en dirección a la barra. Tampoco pude o no quise resistirme a su
invitación.
Por suerte al llegar a la
barra del bar había un taburete libre, muy galantemente me cedió el asiento.
.-“Gracias” le agradecí por
segunda vez, “estos tacones me están matando”, le dije al tiempo que me
acomodaba en el asiento cruzando mis piernas.
Pude advertir que desde su
posición le ofrecía una visión espectacular de mis piernas y de mi
escote.
.-“¿Le puedo preguntar cómo se
llama?” preguntó Casanova al tiempo que me besaba en el torso de la muñeca, al
estilo recepción de pasamanos, simulando muy bien su papel.
.-“Me llamo Sandra” dije
sorprendida por su gesto.
.-“¿Y a qué puedo invitarte
Sandra?” me preguntó caballerosamente.
.-“Oh un gin tonic estaría
bien, a ser posible Martin Millers con fever tree, nada de limón, por favor,
con enebro es suficiente” dije en plan chica James Bond.
.-“Me alegra saber que eres
una mujer de gustos exquisitos. Suena bien eso que dices, me pediré otro” y
dicho esto se giró para pedirle las consumiciones al camarero.
.-“¿Y tú?, aún no me has dicho
cómo te llamas” le pregunté a mi acompañante.
.-“Perdón, ¿no te lo he
dicho?, mi nombre es Bruce” dijo acercándose para darme dos besos en la
mejilla, gesto que aprovechó para apoyar su mano sutilmente sobre mi pierna
cruzada superiormente.
.-“¿De dónde eres Bruce?” le
pregunté sorprendida al escuchar su nombre y no apreciar ningún tipo de acento
anglosajón en su pronunciación.
.-“Soy de Florida, Estados
Unidos” dijo repasándome con la mirada observando mi reacción.
.-“¿Y qué hace un tipo de
Florida en una fiesta de disfraces como ésta, aquí, en España?” le pregunté
movida por la curiosidad.
.-“Digamos que tengo negocios
en común con un tal Julián, ¿lo conoces?” me devolvió la pregunta tratando de
ser él quien obtuviese información sobre mí.
En esos momentos la pregunta
me resultó más difícil de contestar de lo que me parecía. Supongo que sí, que
lo conocía, y así se lo hice saber.
Estuvimos hablando durante un
largo tiempo. Bruce aprovechaba la más mínima ocasión para acariciarme la
pierna más cercana a su posición y sobretodo mirarme el escote.
Era un tipo de conversación
agradable, tenía un registro amplio de temas, siempre enfocaba la conversación
intercambiando buen humor e indirectas. No perdía la ocasión de halagarme por
mi belleza y aprovechaba la menor excusa para piropearme.
Debimos beber unas cuantas
consumiciones durante nuestra conversación. Antes de apurar la copa de mis
manos, se volvía a la barra para pedir otra Martin Millers con fever tree, y lo
cierto es que logró su propósito, yo estaba algo más que contentilla por los
efectos del alcohol. Recuerdo que en una de las veces miré a mi esposo en la
distancia y ahí estaba, disfrazado del Darth Vader coqueteando con la
Superwoman, que con el transcurso de la noche y las copas de ambos, aprovechaba
el menor descuido para refrotarle las tetas a mi esposo.
Sentí rabia, mucha rabia, y de
repente quise llamar su atención para que se fijase en mí, sobre todo si no me
había reconocido. Así que me sentí con manga ancha para actuar a mi antojo.
Utilicé para mis propósitos al pobre Casanova que estaba representando a la
perfección su papel.
.-“Me apetece bailar ¿a ti
no?” le dije a mi acompañante en cuanto tuve ocasión. De nuevo me situé en la
pista de baile al lado de Darth Vader y Superwoman.
Me pasé tres pueblos cuando
nada más situarnos donde yo quería metí un dedo en mi copa y con una sonrisa
traviesa puse un par de gotas sobre mi escote, resbalando por mis senos hacia
el encaje de mi vestido. Al pobre Casanova se le salían los ojos. Aquello era
sin duda una declaración de intenciones. Para colmo comencé a moverme de forma
muy sensual en mi forma de bailar, con movimientos de alto contenido sexual.
Recuerdo que llegó un momento
en que los disfraces masculinos se arremolinaban a mi alrededor observando mis
movimientos y esperando la oportunidad para bailar conmigo. Pero yo me dedicaba
a bailar con mi Casanova el cual disfrutaba el baile de lo lindo.
Con el paso de la noche
perreaba con él siempre que la música lo permitía y él aprovechaba para meterme
mano con la menor excusa. Me toco el culo y los pechos a su antojo varias veces
buscando el roce, y yo me dejaba hacer. Procedía siempre con cierto disimulo,
aunque todo el mundo a nuestro alrededor se daba cuenta de ello. He de
reconocer que yo también me encontraba algo cachonda por la situación y tanto
toqueteo. Hasta que un comentario a mi espalda me hizo regresar a la realidad.
.-“Esta tía debe follar como
los conejos” y de repente me acordé de mi marido.
Hacía tiempo que no lo veía,
caí en la cuenta que no estaba entre el público que presenciaba mi espectáculo,
y por lo tanto ya no me interesaba provocar más numeritos. Decidí salir a
buscarlo.
Temí que no se hubiese ido
solo de la zona de baile. Casanova intentó retenerme pero muy a su pesar le dí
calabazas. En esos momentos sólo tenía una preocupación y era encontrar a mi
marido. Me daba igual todo lo ocurrido anteriormente entre él y superwoman,
Casanova se lo había puesto fácil al imbécil de mi marido, yo estaba muy
cachonda, y tenía unas ganas locas de follar. El mundo se podía ir a la mierda
en esos momentos, yo no veía la hora en la que entrar por la puerta de casa y
hacer el amor con mi marido. Luego ya vendrían las explicaciones y los
reproches. Ahora premiaba la necesidad y la urgencia, debía encontrarlo.
Anhelaba además que estuviese solo.
Lo busqué entre la sala de
baile, pero no lograba verlo por ninguna parte. Busqué y busqué sin encontrar,
hasta que me convencí que allí no estaba. Su traje era bastante llamativo. Por
unos momentos tuve cierto ataque de celos. Estaba al borde de un ataque de
nervios. ¿Y si se había subido a alguna habitación con la guarra que venía
acosándolo toda la noche?. Era un tonta por no haber detenido la situación a
tiempo, debía haberle plantado un beso en todos los morros nada más verlo y no
andar por ahí pensando estupideces, y dedicarme a tontear con desconocidos. La
estúpida era yo por no haber detenido todo eso a tiempo. Necesitaba dar con él
de una vez por todas.
Al fin lo encontré.
Respiré profundamente cuando
ví que estaba solo. Se encontraba sentado en uno de los bancos del jardín
tomando una copa mientras miraba al cielo. Conozco a mi marido, sé que cuando
huye de la multitud es porque se encuentra melancólico. Tontín, ¿me estaría
echando de menos?
Me acerqué a él muy contenta
por haberlo encontrado solo, y me senté en su regazo sorprendiéndole con mi
presencia.
.-“Ya era hora ¿no?. Al fin te
encuentro sólo. ¿Qué pasa no te has podido quitar a todas esas busconas de
encima?” dije con expresión de alegría al tiempo que me sentaba sobre sus
piernas y lo abrazaba rodeando su cuello entre mis brazos. Él me miró como
extrañado. Bueno, no lo pude ver porque llevaba la careta de Darth Vader, pero
lo conozco perfectamente, y por sus gestos supe que le sorprendía verme a pesar
de tener la cara cubierta por la máscara.
.-“¿Por qué me miras así?,
¿acaso te sorprende ver a tu mujercita en la fiesta?, ¿qué pasa no me has
reconocido en toda la noche?”, le dije al tiempo que tomaba su copa de la mano
pues necesitada por beber un trago más en la noche. Me sorprendió que se
hubiese pedido un gin tonic, a él no le gustan. Siempre me tildaba de
“pijotonica” argumentando que eso era una moda pasajera como otra cualquiera.
Él era más de ron con coca cola.
.-“¿Gin tonic?, ¿desde cuándo
te gusta el gin tonic?”, le pregunté al tiempo que le apuraba la copa en un
nuevo trago. Reconozco que la bebida ya no causó en mi mayor efecto del que ya
llevaba encima. A esas alturas estaba muy, pero que muy perjudicada.
.-“Sabes…” le dije abrazándome
a él en plan mimosa cruzando mis piernas sobre su regazo y a punto de hacerle
una confesión, “llevo toda la noche observándote, y estoy muy orgullosa de ti.
He visto como rechazabas a la guarra de la Cristina esa. No creas, te he visto.
Sé que te andaba buscando toda la noche. Debo confesarte que por un momento
creí que caerías en su trampa, eres tan ingenuo a veces”. En esos momentos creo
que se dio cuenta de que estaba algo más que borracha. Era evidente que me
temblaba la voz y estaba muy parlanchina. Por mi parte continuaba hablando sin
dejarle articular palabra.
.-“Pero te quiero, me alegro
mucho de que no hicieses nada” dije dándole un pico en la boca aunque fuese a
través de la maldita máscara de Darth Vader.
.-“Por cierto…¿te gusta mi
nuevo disfraz?” le pregunté al tiempo que acariciaba su pecho. Mi esposo
asintió con la cabeza sin decir nada.
.-“Lo sabía, sabía que te
gustaría. Ya sé que no es el que tú me compraste. Reconoce que era una pasada
de atrevido, no podía venir con él. De no ser que quisieras que tu mujercita
anduviera enseñándolo todo por ahí, ¿verdad que no?. No te preocupes, ya me lo
pondré cuando estemos a solas en casa. No me negarás que este disfraz tampoco
está mal ¿eh pillin?. Si supieras como me miraban ahí dentro, se me comían más
de tres y de cuatro con los ojos. Y tu ahí sin hacerme caso, eres tan tontín a
veces…” Yo me confesaba ante mi esposo sin dejarle meter baza en la
conversación, a la vez que me ponía más cómoda en su regazo. Continuaba
hablando sin parar y él permanecía callado escuchándome. Vamos, más o menos
como siempre.
.-“Venía con unas medias de
rejilla, que me venían algo grandes e incómodas, pero he pensado que estaría
mucho más sexy con el liguero que me regalaste para las navidades pasadas. ¿Te
gusta cómo me queda?” le dije al tiempo que me recolocaba las medias tratando
de llamar su atención.
Hasta ese momento el Darth
Vader sobre el que estaba sentada me abrazaba con sus manos alrededor de mi
cintura, y de algún modo me apeteció que me acariciase las piernas. Necesitaba
de sus caricias. Cogí una de sus manos y la guié hasta la zona donde termina la
media, donde mi piel se desnuda, en la zona más alta y suave de mis muslos.
Evidentemente hizo falta poco,
para animar a mi marido que comenzase a acariciarme la pierna en esa zona.
.-“Sabes…” le dije en evidente
estado de embriaguez dejándome acariciar. “Creo que he bebido demasiado” le
confesé al tiempo que me reclinaba sobre su pecho, abrazándome alrededor de su
cuello y facilitándole la labor para que me acariciase no solo las piernas sino
también gran parte del culo.
.-“Creo que además voy algo
cachonda. Te veo ahí con el disfraz, y tengo unas ganas locas por acabar lo que
empezamos ayer. Continuaría donde lo dejamos aquí mismo” le susurré cariñosa al
oído con voz sensual, con la clara intención de poner a mi marido cachondo.
Deslicé mi mano muy lentamente desde su pecho hasta su entrepierna.
.-“Huy, ¿pero esto qué es?”
dije cuando comprobé el estado de su miembro. “Ten cuidado con esa espada
laser, no vayas a hacerte daño” le susurré cual gata en celo mientras le sobaba
el paquete por encima del disfraz. Mis caricias dieron pie a que mi marido me
correspondiese metiéndome mano por todas partes.
Durante un rato estuvimos en
silencio acariciándonos el uno al otro. Logró ponerme muy cachonda. A decir
verdad ya lo estaba desde hace un buen rato, tanto toquiteo en la pista de
baile con mi Casanova había ayudado lo suyo. Además apreciaba el terrible bulto
que le había provocado a mi marido y aún me ponía más cachonda, desde luego
estaba empalmado como un burro, hacía tiempo que no le recordaba una erección
tan notable.
.-“Sabes…” le susurré con voz
sensual al tiempo que ambos nos metíamos mano, “estas muy misterioso con esa
máscara. Tiene un algo que me pone” pronuncié al tiempo que cogía una de sus
manos y la guiaba hasta uno de mis pechos.
Mi marido me estrujo el pecho
de forma tosca y ruda, no con la sensibilidad a la que me tiene acostumbrada.
.-“Ya veo que tu también vas
muy cachondo” le dije pensando que sus brutas caricias eran fruto del
desenfreno. Además, por mi parte continuaba sobando su miembro por encima de la
tela del disfraz mientras permanecía sentada en su regazo.
.-“Hay que ver como estamos
los dos. ¿Porque no vamos a casa a terminar lo de ayer?” le susurré nuevamente
al oído evidenciando que estaba deseosa de hacer el amor con él.
Mi esposo por su parte
continuaba metiéndome mano por todas partes, de forma ya muy descarada. Su
respiración comenzaba a ser muy agitada bajo la máscara. No sé porqué a mi me
ponía muy cachonda escuchar el sonido de su respiración.
.-“Sabes… te tengo tantas
ganas esta noche…” ambos habíamos sobrepasado a esas alturas ampliamente el
punto de lo decente en nuestras caricias. Mi marido tan sólo se dedicaba a
meterme mano en silencio por todas partes mientras yo me dejaba hacer.
.-“Quiero que volvamos a
intentar lo de anoche, ¿lo oyes?”. Creo que yo nunca había estado tan caliente
como en ese momento. Estaba ya fuera de mi, incluso me excitaba a mi misma
susurrándole vulgaridades al odio.
.-“Llévame a la cama, me oyes,
no puedo más” le dije comprobando como el bulto de su entrepierna crecía entre
mis manos con mis palabras.
.-“Me tienes muy cachonda” le
dije mientras le daba tímidos besitos por encima de la máscara.
.-“Vamos, vámonos a casa, no
aguanto más” continuaba susurrándole mientras el no dejaba de meterme mano. De
seguro que estábamos llamando la atención en el jardín.
De repente mi marido paró en
sus caricias, echó una de sus manos al bolsillo, y rebuscó entre los recovecos
de su disfraz de Darth Vader, hasta mostrarme lo que parecía una tarjeta entre
sus dedos. Al principio no supe muy bien a que venía eso. Luego pude apreciar
que la tarjeta era la llave de una habitación del hotel. He de reconocer que me
sorprendió muchísimo que tuviese una llave de habitación, no descarté que
Julián les hubiese dejado más de una a sus amigotes. Además dado mi estado en
esos momentos me importó poco de dónde hubiese podido salir la llave, tan solo
acerté a preguntar:
.-“¿Es eso lo que me temo que
es?” le dije mirando sorprendida a mi marido. El asintió con la cabeza en
silencio.
.-“Subamos, no puedo esperar a
casa” le dije poniéndome en pie y cogiendo a mi marido de la mano camino del
hall del hotel.
Durante el corto recorrido me
recompuse las ropas, sobre todo las medias del disfraz. Al llegar al hall del
hotel fue mi marido quien tomó la iniciativa guiándome hasta los ascensores que
daban lugar a las habitaciones. Nada más abrirse las puertas del ascensor un
botones nos preguntó por el número de planta al que nos dirigíamos.
.-“305” dijo secamente mi
marido con una voz fingida a través de la máscara que distorsionaba aún más la
frecuencia. Su voz me sonó un poco ronca y forzada lo que provocó mi risa tonta
ante la calma tensa y el silencio que se acumulaba en ese ascensor.
El elevador, a mi parecer,
subía despacio. Durante el trayecto el botones se situó de cara a la puerta
dándonos la espalda, y yo aproveché para situarme disimuladamente delante de mi
marido y refrotarle el pompón de mi colita por su paquete. Él aprovechó para
sobarme el culo, lo que provocó que soltase otra risa tonta por las caricias a
espaldas del muchacho. El pobre botones estaba algo mosqueado, pero se comportó
en todo momento correctamente.
Al fin llegamos a la planta.
Las puertas del ascensor se abrieron. Seguramente el botones se quedó mirando
embobado como Darth Vader le metía mano en el culo a una bella conejita de
playboy por el pasillo. Seguramente guardaría esa visión en su memoria, no
todos los días se veía algo así.
Al llegar a la habitación, mi
Darth Vader favorito metió la tarjeta en el receptor tras la puerta. Las luces
se iluminaron y comenzó a sonar por el hilo musical la típica música de jazz de
los hoteles.
La habitación era bastante
estándar, inconfundible pasillo de entrada, con un armario empotrado a un lado
y la puerta del aseo al otro. Tras el pasillo de recepción la habitación
propiamente dicha, con una cama de matrimonio y un mueble escritorio separado
un par de metros no más, a los pies de la cama. Me llamó la atención que el
armario empotrado en el lateral de la cama fuese de puertas corredizas, y que
las puertas corredizas fuesen un par de espejos.
Lo tuve claro nada más ver las
puertas del armario empotrado, me situé enfrente de los espejos, y sin mediar
palabra me deshice del corpiño de mi disfraz. Quedé prácticamente desnuda
frente a mi reflejo, de no ser por las orejitas, la pajarita del cuello y las
medias en mis piernas.
Me recliné apoyándome con las
dos manos contra las puertas de cristal del armario y me giré para ver lo que
hacía mi esposo. Trataba de desnudarse.
.-“No te quites el disfraz” le
indiqué al tiempo que arqueaba mi espalda ofreciéndole mi culo. “Quiero que me
folle el malvado Darth Vader como ayer”. Susurré haciéndole ver que quería
continuar dónde lo dejamos anoche.
No se lo pensó dos veces, se
situó detrás de mí dispuesto a satisfacer mi urgencia.
Yo movía mi culito de lado a
lado cuando pude escuchar el sonido de su cremallera. Se ayudó de las dos manos
para separar mis nalgas y acomodar la punta de su polla entre mis labios
vaginales.
Todo sucedió en un instante,
nuestras miradas se cruzaron a través del espejo de las puertas, ambos sabíamos
que un mal gesto y la perfecta sincronización que habían alcanzado nuestros
cuerpos para acoplarse con tan urgente precisión se iría al carajo.
Yo estaba tensa por lo que
estaba a punto de suceder. Mi marido iba a penetrarme sin ningún tipo de
preliminar por lubricar adecuadamente mi vagina, sabía como en otras ocasiones
que me dolería un poco al principio y aún así estaba ansiosa por superar ese
trámite.
Por el contrario mi marido
parecía recrearse en el momento. Me contemplaba excitado a través de su máscara
y del cristal. Para colmo me recogió el pelo en una coleta al que se aferró con
una sola mano, mientras que con la otra se agarró aún más fuerte a mis caderas.
Me la metió, poco a poco, sin
ninguna prisa, sin detenerse, despacito, saboreando el momento.
Me la fue insertando sin
esperar a que mis paredes vaginales dilatasen y se acomodasen a su tamaño, sin
pausa, de un solo empujón, sin importarle mi sequedad.
.-“AAaaaaay” chillé al
sentirme dilatada a la fuerza, parecía como si mis gestos de dolor aumentasen
la satisfacción del malvado personaje. Mi marido parecía interpretar un papel
evidentemente distinto al que venía practicando habitualmente conmigo.
Sentí cierto alivio al notar
sus huevos chocar contra mi carne. Eso quería decir que ya estaba toda dentro.
En esos momentos era consciente de que poco a poco me dilataría y comenzaría a
disfrutar con tan morbosa situación.
.-“Despacito por favor, me
duele” traté de hacerle saber a mi marido mientras me reclinaba un poco más
contra el espejo de las puertas tratando de facilitarle la penetración.
Creo que por el simple hecho
de pedírselo provoqué en él unas ganas locas por llevarme la contraria, y mi
marido comenzó a moverse más aprisa. Para colmo tiró de mi pelo hacía arriba
obligándome a incorporarme un poquito más en pie, no tan reclinada sino algo
más vertical frente al espejo.
Dos sensaciones
contradictorias invadían mi cuerpo durante esos empujones. Por una parte, en
esa posición yo no me encontraba tan cómoda, además los músculos de mi interior
parecían tener dificultades para adaptarse al tamaño de su polla. Y por otra
parte me sentía mucho más llena por dentro que de costumbre, su polla rozaba
con todos y cada uno de los rincones de mi vagina.
Esto último lo achaqué
principalmente a la forzada posición a la que estaba siendo sometida, y a que
seguramente mi marido estaba más duro de lo habitual. Nunca había tenido las
sensaciones de que su polla fuese tan grande como la sentía en esos momentos,
aunque esa misma sensación me proporcionase al mismo tiempo algo de dolor.
Los primeros espasmos del
miembro de mi marido en mi interior me alertaron de que seguramente estaba a
punto de correrse.
.-“Joder cari ¿tan pronto?”
pronuncié como pude mientras mi marido disfrazado de Darth Vader arremetía con
furia contra mi cuerpo.
La única respuesta que obtuve
fue un incremento en el ritmo de sus embestidas, se notaba que estaba a punto
de venirse en mi interior. Me sorprendió, pues mi marido siempre acostumbraba a
esperarme, incluso me preguntaba con frecuencia que tal iba durante el acto.
Pero en esta ocasión no lo veía dispuesto a esperarme. Era todo tan distinto y
a la vez tan placentero que podía entender su desesperación por correrse.
Me fastidiaba porque yo
todavía no había logrado disfrutar de mi esperado momento, pero en cierto modo
me alegré porque el pobrecito no lograse aguantarse. Sabía que habíamos
avanzado un pequeño paso en nuestras relaciones sexuales en cierto modo
descuidadas tras el nacimiento de nuestro hijo.
Todo eso me hizo recordar que
no había vuelto a tomar ningún tipo de pastillas anticonceptivas desde el
parto, y que de correrse mi marido dentro podría quedar embarazada de nuevo, y
eso no estaba en nuestros planes.
.-“Para cari, para, no te
corras dentro, no estoy tomando nada” pronuncié tratando de detenerlo. Pero él
continuaba a lo suyo como si nada.
.-“Para joder, te he dicho que
pares” pronuncié tratando de resistirme y de soltarme de la posición a la que
me tenía forzada. Pero nada de nada.“Será imbécil” pensé “¿en qué estaría
pensando?”. Volvía a ser el mismo cabeza de chorlito de siempre que pensaba con
la polla y no con la cabeza.
Menos mal que ahí estaba yo
para solucionarlo.
.-“¿Es que no prefieres
intentarlo por el culito como ayer?” pronuncié esta vez alto y claro a la vez
que yo misma me abría con ambas manos las nalgas de mi culo.
Mi marido se detuvo. Me alegré
al comprobar que todavía lo manejaba a mi antojo. Se lo repetí de nuevo.
.-“Quiero que lo intentes de
nuevo” le susurré esta vez al tiempo que abría mis nalgas exponiéndole mi ano
ante su vista.
Total yo no lo estaba
disfrutando, y ya estaba algo más que resignada a que acabaría de la misma
manera. Mi única esperanza es que al menos todo eso sirviera para animar a mi
marido a probar cosas nuevas de ahora en adelante.
No hizo falta repetírselo otra
vez, soltó mi pelo para salirse de mi interior y proceder sin darme tiempo a
nada más, apuntó su polla con las dos manos contra mi esfínter. Quiso hacer
fuerza pero enseguida lo detuve.
.-“¡¡Qué haces loco!!, ¿acaso
quieres desgarrarme?” le espeté al tiempo que cogía una de sus manos, seleccionaba
su dedo corazón y procedía a chupárselo de la forma más lasciva que pude.
He de confesar que me gustó
contemplarme a mi misma saboreando el dedo de mi marido mientras me veía frente
al espejo comportándome de forma tan provocativa. De alguna manera recuperaba
mi excitación al degustar su dedo.
.-“Lo ves cari, ¿ves todo lo
que puedes obtener de tu mujercita si le das tu corazón?” dije al tiempo que
chupaba el dedo central de su mano.
.-“Anda ven, tontín, vámonos a
la cama, estaremos más cómodos” dije al tiempo que daba la vuelta a la cama
para acomodarme al otro lado frente al espejo, y a cuatro patas sobre el borde
del colchón.
Me pareció tragicómico
observar por el espejo como mi marido disfrazado ridículamente con el atuendo
de Darth Vader corría a situarse detrás de mí con su polla erecta sobresaliendo
de entre los pantalones del disfraz.
.-“Quiero que me muestres el
lado oscuro de la fuerza” pronuncié mientras lo esperaba en mi posición
meneando el culito impaciente. Me acomodé apoyando mi pecho contra la cama y mi
culito ofrecido en alto, mientras con las manos abría de nuevo mis nalgas
exponiendo mi ano a la espera de que mi esposo procediese con su tarea.
Nada más situarse mi marido
detrás mío pude sentir la presión de su dedo corazón tratando de abrirse camino
en mi esfínter.
Cerré los ojos y traté de
relajarme, pero me fue imposible cuando noté que la yema de su dedo entraba en
mi interior.
.-“Hay” grité. Apretaba mi
culo por acto reflejo sin poder evitarlo y eso hacía que me resultase aún más
doloroso.
Abrí los ojos por un instante
para observar a través del espejo como el malvado Darth Vader estaba
concentrado en guiarme por el lado oscuro. De nuevo mayor presión y mayor dolor
que hicieron que apretase aún más los ojos y mi esfínter.
.-“Para un poco me duele”
traté de hacerle saber a mi marido. Pero éste continúo como si nada.
A lo que quise protestar de
nuevo pude sentir el puño de su mano chocando contra la piel de mi culo, para
mi sorpresa su dedo había entrado hasta el fondo. Decidí callar y aguantar
dejándolo hacer. Ya habíamos avanzado mucho más de lo que esperaba.
Al contrario que en el día de
ayer, esta vez mi marido movió lentamente su dedo en mi interior. Estaba claro
que no quería fallarme, y esta vez mostraba su paciencia tratando de no
lastimarme. Seguramente no quería que me arrepintiese. No sé cuantas veces
agitó su dedo adelante y atrás, solo sé que yo permanecía tensa con el culo
bien expuesto y mis puños estrujando la colcha de la cama, como si eso fuese a
aliviar mi dolor.
Pude apreciar que procedía a
hacer fuerza con un segundo dedo empujando contra mi esfínter. No me lo
esperaba, pero debo reconocer que este segundo dedo dolía menos de lo que
hubiese imaginado.
De nuevo lentamente y con
inusual pericia, procedió a moverlos adelante y atrás, dándome tiempo a dilatar
mi ano lo suficiente.
Yo permanecía reclinada sobre
el colchón, sin dejar de estrujar y morder la colcha de la cama a dos manos.
De repente los dedos se
salieron de mis entrañas y pude notar la presión que ejercía mi oscuro Darth
Vader con la punta de su polla contra mi esfínter.
.-“AAAAaaaaaaaaaay” chillé al
comprobar cómo se abría camino castigando el anillo de mi ano.
Abrí unos ojos como platos
provocados por el dolor que experimentaba. Nada de todo lo sufrido
anteriormente tenía algo que ver con mi angustia actual.
No tuvo ningún tipo de
compasión ni de miramiento. Me la estaba insertando de un solo golpe hasta el
fondo. No es que lo hiciese particularmente deprisa, pero tampoco se detuvo a
pesar de mis gritos de dolor. Como si no le importase el dolor y el sufrimiento
de su querida mujercita.
Yo traté de impedirlo en una
ineficaz huida de mi cuerpo hacia delante y terminé cayendo boca bajo sobre la
cubierta de la cama. Mi marido empujaba con fuerza a la vez que ambos cuerpos
caían rendidos en la lucha sobre la cama.
Me tenía inmovilizada por el
peso de su cuerpo sobre el mío, y porque hábilmente retuvo mis manos por encima
de mi cabeza, dificultando que tratase de moverme y agitarme con la intención
de que su polla saliese de mi interior.
Hubo unos segundos de forcejeo
entre ambos que no hicieron más que aumentar mi dolor, hasta que humillada a
sus pretensiones dejé de resistirme.
.-“Joder, cari, ten cuidado
por favor, me duelo mucho” supliqué al tiempo que dejaba de hacer fuerza y
trataba de concentrarme en superar el sufrimiento.
.-“Sssschhhht” chistó mi
marido a través del distorsionador de su careta, dándome a entender que me
relajara al tiempo que comenzaba a culearme lentamente.
.-“Aprovecha porque te juro
que esta es la última vez que lo hacemos” le dije totalmente resignada a
aguantar mi dolor como si de una penitencia se tratase.
.-“Ssschhht” chistó de nuevo
mi marido tratando de transmitirme una absurda tranquilidad que no me llegaba.
Dejó de sujetarme las manos para retirar a un lado el pelo que cubría mi
rostro.
El muy egoísta quería
regocijarse contemplando mis muecas y gestos de dolor.
.-“Vamos cabrón, termina de
una maldita vez” dije malhumorada incitándolo a que se moviese más aprisa.
¡Pero jódete!, esta vez me hizo caso y comenzó a moverse más rápido.
.-“Ah, ah ,ah ,ah,….” gritaba
sin poder evitarlo con cada culeada a la que era sometida liberando el dolor
que experimentaba.
Por suerte pude notar en mi
maltrecho ano las primeras contracciones de la polla de mi marido.
.-“Eso es cabrón, córrete,
córrete en el culo de tu mujercita” le espetaba entre quejido y quejido
provocándolo para que terminase cuanto antes con mi agonía.
Aceleró el ritmo de su
respiración evidenciando que estaba a punto de correrse.
.-“Así, eso es mi amor, si
así, córrete” le animaba tratando de distraer mi mente.
.-“Oooh, ooohh siiih” apagó mi
esposo su voz en la máscara al tiempo que notaba como un líquido espeso y
caliente inundaba mis entrañas mientras su polla palpitaba dilatando en cada
espasmo mi esfínter.
.-“¿Ya?”pregunté cuando mi
marido se detuvo.
.-“Si” escuché de su voz al
notar como su miembro perdía fuerza en mi interior y casi sin esfuerzo se salía
relajando mi ano.
Su voz me pareció algo extraña
esta vez a pesar del distorsionador, pero pensé que se debía al esfuerzo
realizado y tratar de recuperar la respiración por el ejercicio.
.-“Joder Sandra, ha sido
estupendo” escuché que decía con su cuerpo todavía descansando encima del mío.
Su voz me sonó realmente rara,
parecía otro tono de voz a pesar del maldito distorsionador, como si fuese otra
persona.
.-“¿Qué has dicho?” le
pregunté totalmente mosqueada porque mi marido nunca pronunciaba ningún tipo de
comentario tras hacer el amor. De hecho siempre le recriminaba que ni tan
siquiera me dijese cosas tan naturales como “te amo” o “te quiero” y que yo
siempre echaba en falta en momentos de tan especial sensibilidad para mí.
.-“Ha sido estupendo ¿no
crees?” pronunció Darth Vader sobre mi espalda.
.-“Cari, ¿eres tú?, deja de
hacer el tonto ¡Quítate la careta!” ordené totalmente preocupada por el tono de
voz que escuchaba encima de mi cuerpo. Temía que la persona que yacía sobre mí
no fuese quien yo creía que era.
No sabía que pensar ni que
sentir en esos momentos. Nerviosa sería insuficiente para describir ese
momento. Traté de zafarme de debajo del cuerpo que me acababa de sodomizar, y
lo conseguí con relativa facilidad al pillarlo por sorpresa y de improvisto,
dado que no se lo esperaba.
.-“¡¡¡Quítate la careta!!!!”
ordené echa una furia una vez me puse en pie sobre el suelo al Darth Vader que
yacía tumbado sobre la cama.
.-“Tranquilízate Sandra, no es
para tanto” escuché la voz de Julián al tiempo que se desprendía de la maldita
careta y podía verle la cara.
Me puse roja, morada y a punto
de estallar en cólera mientras pretaba mis puños con todas mis fuerzas con unas
ganas terribles de arrearle un buen puñetazo en la cara.
.-“¡¡¡¡Serás cabrón!!!!” le
grité una vez se puso Julián en pie a mi lado mientras lo golpeaba con todas
mis fuerzas con los puños cerrados contra su pecho.
.-“Joder Sandra, ¿a qué viene
esto?” pronunció Julián al tiempo que me apartaba los puños tratando de impedir
que lo golpease.
A decir verdad mis puñetazos
en su pecho tampoco le causaban dolor alguno, Julián era un tipo fuerte. Le
costó poco agárrame por las muñecas e inmovilizar mis brazos por detrás de mi
espalda mientras él observaba mi enfado frente a frente.
.-“Suéltame Julián, suéltame
antes de que te denuncie” le grité indignada.
.-“¡¡Denunciarme!!” exclamó
sorprendido “¿por qué?” preguntó haciéndose el tonto.
.-“Acabas de violarme, cabrón
y pagarás por ello” en esos momentos dije lo que sentía.
.-“¿Violarte?” exclamó
sorprendido “Que yo sepa lo has disfrutado tanto como yo” pronunció mientras
continuaba reteniéndome con las manos a mi espalda.
.-“¿Pero qué coño dices?,
¡cabrón!, suéltame” grité.
.-“Oye, oye, tranquilízate ¿No
me dirás que tú no lo sabías?” preguntó tratando de hacerme desistir en mi
empeño por pegarle.
.-“Qué no sabía ¿el qué?” le
pregunté intrigada por sus palabras.
.-“Que no sabías que todos,
Fran, Joaquín, Pedro, Carlos Francisco y tu querido marido incluido, se habían
subido a una habitación a organizar una timba de pócker” trató de explicarse.
Yo me quedé francamente
sorprendida por sus palabras. Mi boca estaba abierta de par en par esperando
que continuase con sus explicaciones.
.-“Explícate” le exigí dejando
de hacer fuerza y relajándome tratando de atender a sus explicaciones.
.-“¿No me digas que no lo
sabías?” me preguntó sin salir de su asombro. Yo negué una vez más con la
cabeza.
.-“¿Y el disfraz?” pregunté
enfadada.”¿Qué coño haces con el disfraz de mi marido?”. Quería saber el motivo
por el cual llevaba puesto el disfraz de Darth Vader de mi esposo.
.-“Todo el mundo sabe que
llegué tarde, se retraso el vuelo, no me dio tiempo a comprar un disfraz y tu
marido se prestó a dejármelo. Me dijo que no lo necesitaba para jugar al
pócker” trataba de explicarse como si lo que había sucedido no fuese en
absoluto culpa suya.
.-“Me dá igual, te has
aprovechado de mi, eres un hijo de puta” dije golpeándolo de nuevo con los
puños sobre su pecho.
Esta vez me abrazó contra su
cuerpo de tal forma que mis brazos quedaron oprimidos entre su pecho el mío.
.-“Vamos Sandra, eres tú la
que estaba bailando en la fiesta pidiendo a gritos que te echasen un buen
polvo. Tu marido también me dijo que no vendrías a la fiesta, me contó algo de
tu madre o no sé qué líos. Por eso no podía creer lo que veía, me costó
reconocerte, y mucho menos comportándote de esa manera delante de todo el
mundo. Hay que ver lo acaramelada que se te veía con mi amigo Bruce. Tengo
fotos. Queda claro que buscabas algo que el estúpido de tu marido no iba a
darte. Fue en esos momentos cuando tuve claro que esta noche alguien te
follaría y que no sería el imbécil de tu esposo. Además te recuerdo que fuiste
tú la que se sentó en mi regazo en el banco del jardín. Y la que me dijo que no
me quitase la máscara. Lo sabías sobradamente y no querías pararlo” terminó con
su explicación y dejó de abrazarme.
Yo lo miraba desconcertada.
Tenía unas ganas locas por arrearle un buen bofetón en esa cara con media
sonrisa que dibujaba delante de mis morros. Pero por otra parte tenía razón en
esto último.
.-“Vamos Sandra,… reconócelo…
ha sido un polvo estupendo” dijo al tiempo que me acariciaba la mejilla de la
cara con su mano.
No sabía qué hacer ni que
decir. Permanecí quieta como una idiota. Ni tan siquiera sabía cómo sentirme en
esos momentos. No encontraba la forma de reaccionar.
.-“Sabes…” dijo Julián
sujetando mi cabeza entre sus manos, “hacía mucho tiempo que tenía ganas de
hacerlo contigo. Eres la mujer más maravillosa que he conocido nunca, y te
aseguro que acabas de demostrármelo.” Y dicho esto aproximó sus labios hasta
rozarse con los míos.
.-“Siempre te he deseado”
susurró en mis labios antes de darme un pico en la boca.
Yo continuaba callada sin
decir ni hacer nada, todavía me encontraba como en estado de shock.
.-“No sabes cuantas veces me
he arrepentido en mi vida de perder aquella maldita apuesta con tu esposo”
pronunció al tiempo que comenzaba a llenarme la cara de besos.
.-“¿Qué apuesta?” pregunté
como por acto reflejo apartando sus manos de mi cara.
.-“¿No te lo contado nunca tu
esposo?” me preguntó ahora él tan sorprendido como yo.
.-“No ¿el qué?” le pregunté de
nuevo.
.-“La noche que os conocimos a
ti y a tu grupo de amigas. Todos hicimos corro para proceder al reparto.
¿Recuerdas que Paco se lió con tu amiga Rosa?” me preguntó.
.-“Si” asentí a la vez con la
cabeza intrigada.
.-“Bueno pues tu marido y yo
te elegimos los dos a ti. Ya ves, nos jugamos el derecho a cortejarte a piedra,
papel o tijera, el que ganase tenía la opción de entrarte, el otro debía
permanecer al margen. Como puedes imaginar ganó tu marido” dijo al tiempo que
me daba otro pico en la boca.
.-“No sabes lo mucho que me he
arrepentido, ni la de veces que he soñado contigo” dijo esta vez tratando de
darme un beso en la boca.
Yo no acababa de encajar lo
que me estaba escuchando.
.-“Mientes” le dije “eres un
embustero” y dicho esto le di un bofetón en la cara que resonó en toda la
estancia.
.-“¿Por qué dices eso?. Es
verdad” me comentó sorprendido por la bofetada.
.-“Sé de buena tinta que te
has acostado con Ana y con Paloma, a saber que tonterías les habrás contado a
ellas para llevártelas a la cama” dije tratando de desenmascararlo.
.-“No tiene nada que ver” me
afirmo extrañado por que lo supiese.
.-“¿No tiene nada que ver?” le
rebatí repitiéndolo como una tonta.
.-“No tiene nada que ver,
ellas llevaban mucho tiempo buscándome y claro al final me encontraron” se
restregaba la mano por su cara tratando de aliviar el dolor que le había
producido mi bofetada. “Sandra nos conocemos desde hace muchos años, sabes que
ellas siempre han ambicionado mi dinero, no sienten nada por mí. No querrían
casarse conmigo, solo buscan casarse con mi dinero, en cambio tú…” hizo un
silencio que me dejó intrigada.
.-“En cambio ¿yo qué?” le
incité para que continuase.
.-“En cambio yo siempre he
estado enamorado de ti, y tú nunca me has hecho el más mínimo caso. Ya podía
tener a todas las mujeres del mundo, que en cambio tú nunca me has concedido la
más mínima oportunidad. De verdad que no lo entiendo porqué siempre he sido
atento y amable contigo. Cambiaría todo el dinero que tengo por una noche
contigo.” Dijo con los ojos a punto de enrojecerse. “Por eso cuando esta noche
viniste a mí no supe resistirme a la tentación. Eran tantos años deseándote en silencio.
Lo siento,… tal vez tengas razón me he aprovechado de ti, lo mejor será que me
vaya. Entenderé que me denuncies. No te preocupes no harán falta abogados, te
daré cuanto me pidas, aunque no sé qué podría hacer para redimirte, y si te
sirve de algo te diré que gracias, gracias por haberme hecho feliz.” dijo con
los ojos ahora si enrojecidos a punto de llorar.
Yo era incapaz de ver en ese
estado a mi amigo, al fin y al cabo se estaba confesando, estaba siendo sincero
conmigo. No sé porqué me salió de dentro consolarlo.
.-“Vamos Julián, no llores. Es
muy bonito eso que dices” traté de consolarlo y lo abracé contra mi cuerpo. Yo
todavía estaba desnuda, y él con el disfraz puesto. La situación me parecía
ridícula.
.-“No ha estado nada mal
¿sabes?.” traté de levantar su ánimo. Al fin y al cabo yo también estaba
confundida.
.-“¿En serio?” me preguntó
ahora él mirándome a los ojos.
.-“Uhm, uhm” asentí abrazada
aún a su cuerpo tratando de animarlo.
.-“¿Puedo besarte?” me
preguntó con los ojos aún enrojecidos.
Yo me eché a reír, en esos
momentos me hizo gracia su pregunta. Acababa de encularme casi a la fuerza y
ahora me preguntaba si podía besarme. Me pareció tan tierno…
Decidí ser yo quien lo besase
en la boca. Él enseguida me correspondió introduciendo su lengua en mi boca. Me
resultó agradable comprobar que eran otros labios y no los de mi marido los que
me besaban. Su lengua jugueteó con la mía y exploró cada rincón de mi boca. Sin
duda besaba bien.
Pronto pude apreciar como era
el propio Julián quien ahora se abrazaba a mi espalda. El beso se prolongó más
de lo que yo esperaba en un principio. Julián me besaba de forma muy
apasionada, se notaba que lo estaba deseando.
Poco a poco sus manos se
fueron deslizando por mi espalda hasta posarse cada una en su respectivo
moflete de mi culo.
.-“Joder Sandra, estás tan
buena” interrumpió el beso para hacérmelo saber al tiempo que me daba otro beso
en la boca aún más apasionado que el anterior si cabe.
No lograba entender porqué
pero me estaba dejando llevar por la situación. Quise corresponder a sus
caricias y me ví en la necesidad de tener entre mis manos el miembro que antes
me poseyera. Quería comprobar su tamaño.
La aprecié semiflácida en mis
dedos, se notaba que no estaba dura del todo, así que procedí a menearla arriba
y abajo entre mis manos. Mi acción produjo reacción en Julián quien recorría
todo mi cuerpo con sus manos acariciando cada milímetro de mi piel.
.-“Sandra cuanto te quiero”
pronunció dando un leve respiro a nuestras bocas, aunque enseguida me volvió a
besar. A mí desde luego me excitaba su pasión y su deseo irrefrenable. Era todo
irracional, un sinsentido, y sin embargo necesario para ambos.
Le desabroché el cinturón y le
quité el bótón del pantalón dejándolo caer al suelo. Julián se encargó el mismo
de quitarse el resto del disfraz quedando también desnudo ante mi vista.
Era la primera vez en mi vida
que veía a otro hombre que no era mi marido completamente desnudo. No pude
apartar mi vista de su miembro el cual comenzaba a adquirir cierto estado de
erección.
Antes de que pudiera hacer
nada Julián me agarró por los brazos y me tiró de espaldas sobre la cama. Yo me
incorporé sobre mis codos para ver como se arrodillaba entre mis piernas y
comenzaba a recorrer entre besos y beso el camino que va desde mis piernas
hasta mi entrepierna.
No pude más que gemir cuando
su boca alcanzó mi coñito.
.-“UUuhhhhm” emití un primer
gemido cuando su lengua separó de abajo arriba mis labios vaginales de una sola
pasada.
Luego se entretuvo en repetir
la maniobra ejerciendo mayor presión con su lengua entre mis pliegues más
íntimos. Parecía un perro lamiendo su comida.
.-“Joder Julián, tú sí que
sabes” pronuncié como pude al tiempo que mis manos se aferraban al pelo de su
cabeza abandonada al placer que me estaba proporcionando.
Pronto pude apreciar como su
lengua localizaba mi clítoris y comenzaba a juguetear con él. Primero de abajo
arriba, luego en pequeños círculos, y al final tililando con su lengua sobre mi
centro de placer.
.-“Guuuauuu, que pasada” dije
pasando mis piernas por encima de sus hombros.
Una primera convulsión de mi
cuerpo me alertó que de seguir así me correría enseguida. Yo quería algo más.
.-“Quiero que me folles” dije
tratando de detenerlo.
.-“Estas muy rica” pronunció Julián
degustando con autentica devoción mis fluidos vaginales.
.-“Fóllame” le supliqué esta
vez a punto de correrme mientras mi cuerpo se convulsionaba de forma más que
evidente ante los ojos del propio Julián.
.-“¿Estás segura?” me preguntó
Julián como sorprendido.
.-“¿Es eso lo que querías no?.
Pues fóllame de una vez, lo necesito” dije al tiempo que hacia todo lo posible
por que dejase de comérmelo y me penetrase de una maldita vez.
Fui yo misma la que agarró su
miembro nada más situarse encima de mí y guiarlo hasta mis labios vaginales. El
tan solo me miró a los ojos cuando se dejó caer y me penetró guiado por mis
propias manos.
.-“Joder Sandra, que rico”
dijo nada más metérmela hasta el fondo.
Yo por mi parte experimentaba
un gozo increíble. Julián comenzó a moverse cada vez más aprisa, imponiendo un
ritmo vertiginoso.
.-“Uhhhm, siiih, ¡que
gustito!” gemí de placer al ser penetrada por mi amigo.
.-“¿Te gusta, Sandra?” me
preguntaba Julián.
.-“Joder siiih, sigueeh,
sigueeeeh” gritaba llena de gozo.
Estaba a punto de correrme y
sin embargo ahora que llegaba mi momento quería retrasarlo. Quería ser yo quien
controlase el ritmo, y no ser sometida a los empentones de Julián. Así que le
hice señas para que me dejase ponerme encima.
Tuvimos que interrumpir
nuestro ritmo durante el tiempo justo para situarme yo encima de Julián, que
ahora permanecía tumbado boca arriba sobre la cama observando mi desesperación,
y yo situada encima suyo a horcajadas.
.-“¿Es esto lo que querías
no?” le pregunté al tiempo que comenzaba a moverme encima suyo.
.-“Follarte a la mujer de tu
mejor amigo ¿no es así?” le pregunté al tiempo que lo cabalgaba. Julián por su
parte se dejaba hacer.
.-“Eres un cabrón” le espeté
al tiempo que le daba una bofetada y continuaba moviéndome encima suyo. No sé
porque me apetecía abofetearlo jugando a imprimir cierta violencia al asunto.
.-“No tienes vergüenza. Mira
que follar con la mujer de tu amigo” le insultaba mientras lo cabalgaba.
.-“Eso es Sandra, muévete” me
decía él siguiendo el juego.
.-“¿Estarás contento no?” le
insistía yo.
.-“Joder Sandra, que bien
follas” me respondió él.
.-“¿Te parecerá bonito?, ¿no?,
¿te parecerá bonito follar con la mujer de otro?” le repetía una y otra vez. A
lo que él solo atinaba a decir:
.-“Siiih, siiih, siiiih” en
una de estas pude comprobar las contracciones de su polla en mi interior,
estaba claro lo que sucedería.
.-“Eso es cabrón, córrete” le
animaba por mi parte, pero antes de que pudiera notar más espasmos en su polla,
me sobrevino una primera descarga de placer que recorrió todo mi cuerpo de
arriba abajo. La que estaba a punto de correrse era yo.
Julián contemplaba atento mi
placer.
.-“Menuda polla tienes cabrón,
me corrroooh, me corrroooo” le advertí al tiempo que mi cuerpo experimentaba
una nueva sacudida de placer.
Esta vez cerré los ojos para
concentrarme en mi propia satisfacción.
.-“Siiih, siiiih,
siiiiiiiiiiiihhhhh” estallé en un brutal orgasmo que me llegó como de sorpresa
y con una intensidad brutal.
Julián continuaba aferrado a
mis caderas sin perderse ni un solo detalle de mi orgasmo. Cuando abrí los ojos
pude verlo totalmente expectante a los acontecimientos. Todavía podía apreciar
su polla totalmente dura en mi interior.
Lo siento por él, decidí
salirme, en esos momentos me percaté de que podía quedar embarazada del bueno
de mi amigo y no era cuestión, así que agarré su miembro y comencé a menearlo
con mis propias manos sin cambiar de posición.
Apenas un par de sacudidas y
enseguida pude notar las contracciones del miembro de Julián entre mis manos.
.-“Joder Sandra, que manos
tienes” dijo al tiempo que su semen salía disparado salpicando mi vientre e
incluso mis pechos para posteriormente derramar su viscoso líquido sobre mis
manos.
.-“¿Ya?” le pregunté una vez
pude comprobar que su miembro perdía fuerza entre mis dedos.
.-“Ya” dijo Julián
contemplando atónito la escena.
.-“Joder Sandra ha sido
maravilloso” pronunció al tiempo que él mismo se exprimía su propia polla
extrayendo las últimas gotas de su semen.
.-“De esto ni una sola
palabra” le dije al tiempo que me ponía en pie y recogía mi corpiño del suelo
con la intención de colocarme el disfraz de nuevo.
.-“Tranquila tu secreto estará
a salvo conmigo” dijo al tiempo que caía rendido sobre la cama.
.-“Eso espero” dije terminando
de arreglarme para salir de la habitación.
.-“Sandra” pronunció Julián
casi en un susurro antes de que abandonase la habitación. Yo lo miré expectante
por última vez antes de abandonar la estancia.
.-“¿Volveremos a repetirlo?”
me preguntó suplicante desnudo sobre la cama.
.-“Puede” pronuncié dejándolo
en suspense antes de marchar.
Salí corriendo de la
habitación en busca de un taxi. Necesitaba ordenar mis ideas. Cuando llegué a
casa todavía no había regresado mi marido. Me dio tiempo a una ducha rápida que
calmo mi cuerpo y mi espíritu. Pude ponerme el pijama con cierta calma y
sosiego, y meterme en la cama tranquila.
Al rato llegó mi marido. Me
hice la dormida.
Al día siguiente le pregunté
qué tal había ido la fiesta. Mi marido me confirmó que se habían pegado toda la
noche jugando al pócker y que apenas recordaba nada más pues aparte habían
bebido como descosidos.
Nada más hablamos del tema, y
nada más le conté. Sin embargo debo reconocer que apenas pude sentarme al día
siguiente cuando fuimos a comer a casa de sus padres.
Besos,
Sandra.
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