sábado, 3 de marzo de 2018

El libro


Era un caluroso día de verano. Mi marido y mi hijo se encontraban en la playa lejos de la ciudad en la que me encontraba por motivos de trabajo. Ese verano mi esposo y yo no pudimos coincidir en las fechas de vacaciones, por lo que estaría sola en casa durante al menos quince días. Como mi jornada laboral terminaba a media tarde disponía de tiempo para disfrutar de la ciudad, pasear, ir de tiendas, o sentarme en algún velador.



Aquel día llevaba puesto un vestido blanco muy veraniego que recordaba el estilo de Ibiza. Era de escote en “v” muy generoso por delante y espalda descubierta por detrás, cuyos tirantes se anudaban al cuello, y con una faldita a medio muslo que realzaba mis piernas y mi culito. Como hacía mucho calor decidí no ponerme sujetador pues me daba calor, y a pesar de que sabía que la tela del vestido se transparentaba un poco llevaba puesto un tanga oscuro. Mi marido siempre me dice que los tangas me sientan estupendamente. En verdad, no había hecho muchas coladas y era de la poca ropa interior limpia que me quedaba aquel día.



He de reconocer que había descuidado las tareas del hogar por culpa de aquel libro: “El camino hacia la sombra”. Desde que me lo recomendó una compañera de trabajo no podía dejar de leer y leer. Aunque normalmente uso lentillas, ese día llevaba puestas las gafas pues tengo algunas dioptrías. Mi marido dice que me dan un aire de chiquilla inocente.



Comentar que yo me llamo Sandra, tengo 31 años y estoy felizmente casada con mi marido desde hace unos años. Soy morena, algo bajita, y según mi marido bastante atractiva. Siempre me dice que tengo un culo y unos pechos preciosos que de no ser por la altura seguro que daba el tipo de modelo. El también es moreno, tiene 33 años y mide1,80 de altura, con algo de barriguita, vamos un tipo de lo más normal.



Todo comenzó cuando me encontraba sentada leyendo el libro en el autobús con destino al centro de la ciudad, dispuesta a realizar algunas compras. Era uno de esos asientos en los que se enfrentan cuatro personas. Yo era la única ocupante de los cuatro asientos y me encontraba en sentido a la marcha del autobús leyendo. Como cogí el bus al principio de línea, había poca gente en todo el autocar y pude elegir asiento. Al poco tiempo se acomodó en el asiento justo enfrente al mío un joven que de primer vistazo me pareció bastante atractivo, debía tener “veintipocos” años, aunque apenas le presté atención debido sobretodo a la diferencia de edad y a que estaba absorta en la lectura.



He de reconocer que ese libro lograba excitarme, estimulaba mi imaginación y despertaba en mí sensaciones desconocidas. Para aquellos que no lo han leído comentar que trata de cómo un señor maduro conoce a una jovencita a la que poco a poco va iniciando en el mundo del sado. Relata entre sus capítulos algunos pasajes eróticos y otros de sexo duro, aunque al final se trata de una historia de amor.



El destino quiso que en el trayecto del autobús leyese uno de los capítulos más excitantes que he conocido nunca. Me encontraba ligeramente recostada contra el cristal sobre el asiento. Abría y cerraba ligeramente mis piernas inconscientemente fruto de la excitación, e incluso me acariciaba ligeramente con la mano que no sostenía el libro, bien el crucifijo en mi escote, o bien en mi vientre sobre la tela del vestido. Creo que incluso llegué a humedecer mi tanguita. Una vez finalizada la lectura del episodio tomé consciencia de dónde me hallaba. Sorprendí al muchacho de enfrente mirando mis piernas tratando de adivinar el color de mi ropa interior. La verdad es que me había descuidado y mi faldita se había subido hasta el límite de lo decente. Seguro que cuando abría y cerraba las piernas inconscientemente habría visto la tela de mi ropa interior. El joven no apartaba la vista tratando de no perderse detalle alguno.



Me fijé detenidamente en el muchacho por encima de mis gafas. Era realmente atractivo, a lo mejor era su descaro, o su mirada, pero había algo en él que me atraía. Vestía las típicas chanclas brasileñas, con pantalón corto y una camiseta. Se trataba de ropa de marca que le sentaba bien en su cuidado cuerpo algo musculoso.



Con cierto paralelismo al libro me cuestioné el porqué la sociedad considera a las mujeres casadas como seres asexuados, como si no pudiésemos disfrutar de nuestro sexo. Me fijé en la alianza de mi mano. Me reconocí a mí misma que aunque la situación se iniciase fortuitamente y sin querer, me agradaba el hecho de provocar a aquel yogurín, de sentirme atractiva y deseada. Me pregunté que podía haber de malo en tratar de jugar y seducir a aquel joven. Supongo que la lectura disparó mis pensamientos. Por un momento vencí mis miedos y temores y esta vez abrí mis piernas intencionadamente lo justo para comprobar si mi acompañante podía ver sin problema mi escasa ropita interior. Menos mal que podía ocultarme tras las gafas y el libro para no ser descubierta, quería observar las reacciones del joven. Me agradó contemplar su mirada lasciva y su deseo clavado en mí.



De nuevo los temores al que dirán asaltaron mi mente, aquel comportamiento no era propio de una mujer casada y decente. ¿Y si me viese algún vecino o conocido tonteando de esa manera?. Era una locura. Cerré mis piernas juntando las rodillas, el gesto me traicionó, pues fue rápido, instintivo, de manera casi violenta. El muchacho alzó la vista sorprendido sobre todo por mi reacción y nuestras miradas se cruzaron por un instante. Traté de disimular alzando el libro y cubriendo mi mirada de la suya. Por un momento sentí vergüenza de ser descubierta. Me sentía como una chiquilla a la que pillan haciendo alguna travesura. Quise comprobar lo que podía pensar mi acompañante y decidí volver a mirarlo. Esta vez me estaba esperando a que bajase el libro para poder mirarme fijamente a los ojos. Cuando nuestra mirada se cruzó de nuevo, se sonrió al ver que mis mejillas se estaban sonrojando sin que pudiera controlarlo y mis gafas comenzaban a empañarse ligeramente por el calor desprendido. “Tierra trágame” pensé para mí. ¿Y si el muchacho conoce de algo a mi marido?.

¡Dios mío que vergüenza!. Después de todo hemos subido al autobús en la misma zona. Instintivamente crucé las piernas, pero fue peor el remedio que la enfermedad, pues dada la altura a la que se encontraba mi faldita ahora le permitía ver prácticamente toda mi pierna hasta el culo, al menos hasta la zona en la que mi piel se aplastaba contra el asiento, así que el joven sabía sin duda alguna que llevaba un tanga puesto. Quise bajar de nuevo mi pierna y juntar de nuevo mis rodillas, pero algo en mi mente me retuvo. “¿Por qué?” Me preguntaba en mi interior. ¿Por qué no podía jugar y seducir a aquel joven?. En el interior de aquel autocar no había nadie conocido, luego no había nada que temer de lo que pudieran pensar sobre mí, o de lo que pudieran andar contando. Se trataba de algo entre el muchacho y yo. Si se había prolongado la situación era porque así lo había querido, de lo contrario hubiese cerrado mis piernas a la primera y asunto zanjado. Me armé de valor, quise comprobar hasta donde podía llevar esa situación. Cerré el libro sobre mi regazo y miré fijamente a los ojos del muchacho. Tuve que superar todos mis temores para aguantarle la mirada. Parecía universitario. Mis pezones se pusieron de punta delatando mi excitación. El alternaba su mirada entre mis piernas, mi escote y mis ojos. Ahora era él quien se mordía el labio inferior inconscientemente mostrando sus deseos. Comencé a jugar con el colgante que caía entre mis pechos mientras trataba de aguantar la mirada al muchacho que se sonreía de forma deshonesta.



.-“ Es realmente bueno” pronunció el muchacho rompiendo la tensión en las miradas y sorprendiéndome.



.-“Perdón” dije algo aturdida.



.-“El libro que esta leyendo. Es realmente bueno” me dijo señalando con la vista el libro que permanecía cerrado sobre mi regazo.



.-“Oh, sí, lo es” dije tartamudeando todavía sin saber como reaccionar.



.-“¿Lo has leído?” pregunté instintivamente sin pensar muy bien si realmente quería entablar conversación con el joven.



.-“Me lo recomendaron en la facultad. Estoy terminando psicología y reconozco que tuve que leerlo de una tacada, es un libro que te engancha” dijo ahora más amable el joven. ¡Dios mío! si de verdad lo había leído, estaba claro que el muchacho estaba comprobando mis reacciones. ¡Además estudiaba psicología!. Me dije a mi misma que debía ser valiente y continuar con el juego. Quería saber sobre todas las cosas si ese muchacho estaba dispuesto a seducirme y cómo lo haría.



.-“¿Por dónde vas?” me preguntó directamente.



.-“Oh, estoy casi al principio” respondí esta vez sin parecer estúpida como antes.



Una pareja de ancianos venían dispuestos a sentarse en los otros dos asientos libres, el joven los vió venir de frente e incorporándose les cedió el asiento diciendo:



.-“Será mejor que se sienten juntos” dijo refiriéndose a la pareja de abueletes y sentándose a mi lado. El joven se sentó a mi izquierda y yo permanecí entre su derecha y los cristales del autobús. Aproveché la interrupción para ajustarme la falda como es debido.



.-“Gracias muy amable, ya no quedan jóvenes educados como usted” dijo el señor acomodándose ahora enfrente mío. Menos mal que había dispuesto mi falda correctamente, de lo contrario le dá un infarto al abuelo.



La pareja de ancianos entabló una leve conversación con mi acompañante y yo aproveché para continuar leyendo. El tema parecía haberse enfriado.



El autobús comenzó a llenarse de gente a medida que nos acercábamos al centro de la ciudad.



Pude comprobar que el muchacho se arrimaba hacia mi posición tratando de buscar el roce y el contacto de nuestros cuerpos. Yo continuaba leyendo hasta que en un momento dado cruzó los brazos sobre su torso, y la zona de su codo y antebrazo derecho rozó con mi pecho izquierdo. No quise darle mayor importancia. Con el traqueteo del autobús el joven aprovechaba la más mínima ocasión para rozar mis tetas. Sutilmente, como quien no quiere la cosa, la maniobra comenzó a hacerse evidente entre los dos. El chaval al no obtener ningún tipo de rechazo a sus caricias por mi parte, comenzó a moverse levemente acariciándome el pecho con su codo.



El conductor del autobús dió un frenazo y el muchacho aprovechó simulando no caerse para posar su mano derecha sobre mi pierna izquierda, a la altura de mis rodillas. Miré su mano en mi pierna y al igual que antes decidí no darle la menor importancia. Continué leyendo. Lo cierto es que estaba ensimismada con el libro.



De nuevo un capítulo de contenido erótico logró disparar mi imaginación. En el episodio del libro la protagonista era obligada a desprenderse de las bragas y era manoseada en un lugar público hasta alcanzar un brutal orgasmo maravillosamente descrito por la narradora. De nuevo comencé a abrir y cerrar mis piernas. El muchacho se dio cuenta conocedor del contenido del libro y del pasaje en el que me encontraba, acariciaba mi pierna de manera cada vez más atrevida. Incluso llegó a arrastrar hacia arriba levemente la telita de mi falda descubriendo más parte de mi pierna. Yo continuaba abriendo y cerrando mis piernas inconscientemente. Creo que incluso llegué a suspirar cuando sus manos se deslizaron por la parte superior de mis muslos. Fue entonces cuando alcé la mirada y pude comprobar que el ancianito de enfrente, hasta ahora inadvertida su presencia para mí, no perdía detalle de las maniobras del chico. Incluso su mujer le tuvo que dar un codazo para que dejase de mirar. Fue la mirada de la ancianita juzgándome con desprecio la que me envalentonó y decidí cruzar las piernas de nuevo ofreciéndole una visión espectacular de mi pierna y mi culo, tal y como hiciera con el joven anteriormente, a su arrugado marido. El cual al comprobar que llevaba tanga y la estupenda visión de mis piernas hasta el cachete del culo, se le salían los ojos. La abuelita se levantó arrastrando del brazo a su pareja mientras murmuraba entre dientes “descarada”.



Yo miré al muchacho y este se estaba riendo, le faltó poco para soltar alguna carcajada. Permanecía con su mano en mi pierna. Yo lo miré desconcertada por su sonrisa.



.-“Caray, ha sido muy valiente por tu parte” dijo mirándome.



.-“¿El qué?” dije sorprendida por sus palabras y su actitud.



.-“Pues eso, creo que hay que tener mucho valor para hacer lo que has hecho” me dijo el muchacho. Yo continuaba estupefacta por sus palabras que para nada me esperaba.



.-“¿En serio piensas eso de mí?, ¿qué soy valiente?” le pregunté.



.- “Mira, he visto tu alianza en el dedo, sé que estas casada, y también he leído el capítulo del libro en el que te encuentras, y sinceramente creo que al igual que la protagonista sólo las valientes logran disfrutar”. Esta vez me rodeo con el brazo por detrás de la espalda abrazándome por la cintura. Su mano entró en contacto con mi espalda desnuda. Acercó su rostro al mío, y antes de que pudiera decir nada me dijo en un susurro:



.-“Eres realmente intrépida, me encantaría invitarte a un café y comentar algunos pasajes del libro, ¿puedes?” dijo acariciando mi cintura.



.-“Yo..., eeeeh...,estoooo “ no supe que responder. Hacía tiempo que sólo los brazos de mi marido me abrazaban. Sus caricias en mi piel provocaban en mi sensaciones contradictorias que no me dejaban pensar con claridad. El bajó sutilmente su mano hasta acariciar mi culo por encima de la tela del vestido contra el cristal del autobús. Nadie que no fuera mi marido me había acariciado antes de esa forma.



.-“Vamos ya has hecho lo más difícil, eres muy valiente ¿no me dirás que no te gusta?” dijo mirándome fijamente a los ojos. Ahora tenía su mano izquierda sobre mi pierna y su mano derecha rodeando mi espalda acariciando mi culo.



.-“Mira yo solo pretendía jugar, me gustó ver tu cara de sorpresa, buscaba algo que me hiciese soñar, imaginarme algo fuera de la rutina. Como en el libro. Me halaga saber que te gusto, eso es todo. Estoy felizmente casada y no va a suceder nada entre tu y yo. Se que eres un tipo listo, y si has leído el libro me entenderás perfectamente” traté de poner un poco de cordura en todo este tiempo.



.-“Lo sé, tranquila...” dijo el joven “no ha ocurrido nada que tú no hayas deseado, tan sólo te he seguido el juego. Sé que soñaré contigo esta noche. Tan sólo me gustaría tomar un café contigo y poder charlar un rato. No hay nada de malo en hablar un rato”. Dijo mientras continuaba con sus caricias, esta vez su mano que acariciaba mi culo se perdía bajo la tela del vestido como buscando la juntura de mi prenda interior. Al llevar tanguita contactó directamente con la piel. Un escalofrío sacudió mi cuerpo. Menos mal que era en el lado del cristal, por lo que la maniobra pasaría desapercibida para el resto del autobús. Me puse nerviosa.

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.-“Yo...,eeeh, debería bajar en esta parada” dije sin ser cierto e intentando incorporarme y salir corriendo de aquella situación embarazosa en la que me había metido, cuando escuché una especie de “click”. Al levantarme pude comprobar como un lateral del elástico de mi tanga se había roto, o mejor dicho lo había roto, pues pude comprobar como se guardaba un objeto metálico en el bolsillo, mi prenda íntima apenas se sujetaba rodeando tan sólo una de mis piernas a modo de liguero. De disponerme a andar caería para mi vergüenza en medio del autobús, me senté de nuevo rápidamente. “¿Cómo narices lo habrá conseguido?” me pregunté mientras me sentaba.



.- “Escúchame bien, ¿Qué te has creído?” le dije muy seria y fingiendo estar enfadada pese a que me había sorprendido.



.- “Te dije que no podías negarte, ahora necesitas de mi ayuda para no perder tu ropa interior en medio de la calle. Tan sólo me gustaría tomar un café contigo. ¿Qué tiene de malo?, ¿por qué desconfías tanto de mí?” dijo poniendo carita de pena.



Yo dudé durante unos instantes, era un manojo de dudas y de preguntas, mi cabeza pensó miles de cosas en tan sólo unos segundos, estaba desconcertada, aturdida, no era ni lógica la situación en la que me encontraba. Miré al muchacho fijamente a los ojos. En verdad no me pareció mal chaval, yo tan sólo quería provocarlo y me había encontrado con un joven que seguro de sí mismo me había seguido el juego. Lo que realmente me llamaba la atención era que pese a su juventud no se había amedrentado por mis insinuaciones. Hasta ese momento mi experiencia con los hombres era que huyen y sienten miedo cuando una mujer toma la iniciativa, pero por primera vez en mi vida había topado con un tipo seguro de sí mismo. A decir verdad fuí yo la que sedujo a mi esposo cuando nos conocimos, él tan sólo fue un pelele de mis maniobras.



.-“Esta bien” dije...”ayúdame a bajar del autobús sin perder mi ropa interior y te acompañaré hasta una cafetería” dije tratando de averiguar cómo lo haría.



.-“Pero te advierto, si pierdo mi ropa interior y paso la mayor vergüenza que pueda pasar en mi vida, se acabó el café, despídete, porque iré rumbo de vuelta a mi casa con mi esposo, y reza para que este no te parta la cara en que se lo cuente ” dije algo seria.



.-“No creo que quieras contárselo a nadie, pero tranquila te ayudaré” dijo rodeándome de nuevo con su brazo derecho y cogiendo los lateras del tanga entre su pulgar y su índice a modo de pinza sobre la tela del vestido, luego me dijo:



.-“Será mejor que nos levantemos a la vez y salgamos abrazados del autobús como dos enamorados”. Dijo sujetando con fuerza mi prenda a través del vestido.

Ambos nos incorporamos a la vez y bajamos del bus abrazándome de la cintura tal y como me había indicado. Pude oler su fragancia a colonia muy agradable. El agarraba con fuerza los tirantes de mi prenda para que no cayera. Por suerte, la parada estaba situada justo enfrente de un hotelito de tres estrellas que disponía de cafetería.

.-“¿Qué te parece en esa cafetería mismo?” dijo el joven señalando con la mirada el bar del hotel.

.-“Está bien” dije yo misma dirigiéndome hacía su interior. Una vez dentro del hall del hotel yo me disponía a ir hacia los aseos cuando mi acompañante dijo:

.-“¿A dónde vas?” me preguntó.

.-“A los aseos a arreglarme como pueda” respondí yo segura de que no podía ser de otra manera.

.-“De eso nada, ¿Quién me asegura que luego tomaremos el café?” dijo el muchacho tirando de mi hacia la cafetería. Yo me dejé arrastrar, temía perder mi ropa interior allí en medio, a pesar de llevar puesto el vestido me sentía como si fuese desnuda. Tenía esa sensación de que todo el mundo te mira aunque la gente de tu alrededor continúa con su rutina. Nos sentamos en unos sillones como de cuero en un rincón de la cafetería. Mi acompañante pudo notar que me supo frío al sentarme el contacto del tapiz con mi piel.

.-“¿Qué vas a tomar?” me preguntó una vez sentados.

.-“Un café ¿y tú?” pregunté yo tratando de relajar la situación.

.-“También” dijo él llamando al camarero.

.-“Bueno ya no necesitas mi ayuda, ¿te sientes mejor?” dijo el muchacho.

.-“Puede que ya no esté tan nerviosa” le respondí.

.- “Siento haberlas roto, dime cuánto te costaron y te las pagaré” dijo sacando algunos billetes de su cartera. Dejó un billete de veinte euros encima de la mesa para pagar al camarero y me tendió con su mano un billete de cincuenta. Dando a entender que el dinero no era un problema para él. Yo no sabía si cogerlo o partirle la cara. No sé porque lo hice, pero tiré del otro extremo del billete que sostenía su mano y abriendo mi bolso lo guardé dentro.

.-“Por supuesto que quiero que me las pagues” dije siguiendo el juego.

.-“Supongo que ahora son mías” dijo el joven sonriendo irónicamente.

.-“¿Que quieres decir?” pregunté algo inocente.

.-“Pues eso, que si las he pagado serán mías y quiero que te las quites. Me gustaría tenerlas” dijo mirándome a los ojos desafiándome a seguirle el juego. Yo lo miraba también fijamente a los ojos. No sabía que hacer. Abrí el bolso dispuesta a devolverle su billete.

.-“Vamos no es el dinero lo que me importa y lo sabes de sobra, además de guapa eres muy inteligente y lo estas entendiendo” dijo cogiéndome de mi barbilla para que lo mirase detenidamente a los ojos.

.-“Lo que quiero saber es si estas dispuesta a seguir adelante. Quiero saber si estas dispuesta a entregármelas aquí y ahora. Vamos... estoy seguro que lo has visto en un ciento de películas y te has excitado imaginando que podía pasarte a ti. Y ahora que tienes la oportunidad de que te suceda... creo en el fondo tienes ganas de hacerlo, pero tienes miedo de lo que pueda pensar un desconocido como yo.” Bajé la cabeza apartando la vista muerta de vergüenza.

.-“Ya te dije antes que me parece muy valiente por tu parte todo cuanto estas haciendo, es muy difícil superar los temores, lo fácil y lo correcto sería salir corriendo. Otras ya hubiesen abandonado en tu lugar y hubiesen interpretado su papel de fieles esposas. Pero creo que no me arrepentiré de haberte conocido, y tú tampoco” dijo posando de nuevo su mano en mi rodilla.

El camarero interrumpió la conversación sirviendo las consumiciones. Un silencio se hizo entre los dos. Yo miraba a todos los rincones de la cafetería. Había poca gente. ¡Dios mío todo era una locura!. Desde que había conocido a ese estudiante de psicología todo era un sin sentido. Pero tuve que reconocerme a mí misma que pese a todos mis miedos, a pesar de mis temores, debía aceptar que me encontraba excitada. Tal vez porque llevaba un tiempo sin hacer el amor con mi marido, tal vez porque por primera vez en mi vida desde que me casé estaba siendo seducida y me gustaba. Tal vez su descaro, y a la vez su sinceridad, era todo inaudito para mí. Sopesé si se trataba de un maníaco o algo así, pero enseguida desestimé esa opción. Simplemente estaba seguro de sí mismo, conocía los rincones de mi mente y eso me desconcertaba Era algo inimaginable para mí, y que seguramente no me volvería a pasar nada igual de emocionante en mi vida.

.-“Está bien” dije sin dar crédito a lo que yo misma acababa de decir y dicho esto me recosté levemente sobre el lado que estaba rota mi prenda para poder despojarme por debajo de la falda todo lo rápido que pude lo que quedaba de mi tanga, que estrujándolo en un rebullo en mi puño, se lo entregué nerviosa en la mano a mi acompañante. El joven pudo percibir el temblor de mis manos.

.-“No me creías capaz eh, pues ahí tienes la maldita prenda”. Dije desafiante. El chaval no se lo podía creer. Me gustó sorprenderlo. Realmente lo había dejado fuera de juego, en cierto modo el muchacho había perdido la iniciativa y eso me agradó.

.-“Bufff, no me lo esperaba, eres realmente increíble ¿Cómo te sientes?” me preguntó en un tono muy cordial y sincero.

.-“No sé que decirte, yo, eh, estooo...” no sabía que decirle.

.-“Dime ¿te ha gustado?” preguntó acariciando de nuevo mi rodilla.

.-“ Si, no sé, nunca creí que sería capaz de hacer algo así” dije mirando su mano en mi pierna.

.-“¿Quieres dejarlo aquí?” preguntó él.

.-“¿El qué?” dije yo sorprendida pensando que se refería a dejar mi tanga en el sillón de la cafetería o encima la mesa, porque lo veía muy capaz.

.-“¿Quieres que me vaya ahora?” preguntó el sorprendiéndome.

.-“¿Por qué quieres irte?” le pregunté algo incrédula, deseaba que se quedase. No creí que fuese de los que se asustan dadas las circunstancias.

.-“Mira,... si lo dejamos así seguramente yo pensaré irremediablemente en ti al llegar a la soledad de mi casa y tú probablemente terminarás acostándote con tu marido. Será algo maravilloso que permanecerá en nuestro recuerdo habernos conocido. Pero si continuamos....” se calló por unos momentos.

.-“Si continuamos tal vez demos un paso que no tenga marcha atrás, y estropee todo cuanto ha sucedido hasta ahora”.

.-“¿Por qué dices eso?, que yo sepa entre tu y yo no ha pasado nada malo. Tan sólo ha sido un comienzo algo, algo... distinto diría yo ” le pregunté.

.-“Hasta ahora” Y se sonrió cómo si ya lo tuviese todo planeado.

.-“¿Has visto al señor mayor con chaqueta al fondo del bar?” dijo él.

.-“Si el calvo” asentí yo sin saber porqué la conversación estaba cambiando de rumbo.

.-“ Ha visto como cogías el billete de cincuenta y lo metías en el bolso, también ha visto como me entregabas tus braguitas, ¿Qué crees que pensará?” dijo acariciando esta vez mis piernas por encima de la rodilla.

.-“¡Dios mío! Pensará que soy una prostituta” dije llevándome las manos tapándome la boca.

.-“Pe, pero no puede ser” me aseguré que nadie miraba cuando lo hice.

.-“¿Estas segura?” insistió él.

.-“No, no estoy segura, que quieres que te diga, me muero de vergüenza sólo de pensarlo. ¿Y si me conoce de algo?” estaba roja como un tomate.

.-“Sólo hay un forma de saberlo” me dijo.

.-“Y ¿Cómo?” pregunté yo “no pensarás que vamos a ir a preguntárselo” dije algo nerviosa creyéndolo capaz.

.-“ Es más sencillo que todo eso. Acompáñame al baño de caballeros, si nos sigue es que lo ha visto todo y tendrá curiosidad, si permanece sentado es que no ha visto nada y simplemente creerá que abandonamos el bar, ¿no quieres salir de dudas?”.

.-“Si claro”, la idea no me pareció descabellada, sabía que se tramaba algo entre manos y la curiosidad también se apoderó de mí, por lo que incorporándome en pie le dije:

.-“Vamos, salgamos de dudas”.

Se levantó tras de mí y me dirigí directa a los aseos. El caminaba detrás de mí, y lo que no pude ver es como le hizo señas al señor para que nos siguiese. En verdad el señor no debía haber visto nada, pero mi joven acompañante se las había ingeniado bien. Además una vez dentro del aseo de caballeros, y antes de que nos introdujésemos en uno de los reservados, mi acompañante dejó caer lo que quedaba de mi tanga en medio del suelo a la vista de nuestro seguidor.

El joven muchacho y yo nos metimos en uno de los reservados echando el pestillo. Los servicios del hotel se veían limpios y por suerte olía a ambientador de fresa relativamente agradable. Pudimos escuchar los pasos del señor mayor con chaqueta que estaba leyendo el periódico y que nos siguió sorprendido siguiendo las indicaciones de mi acompañante. Se detuvo por un instante, seguramente a recoger mi prenda rota, lo que desbordaría su imaginación.



Yo permanecía en silencio detrás de la puerta muerta de vergüenza pues por primera vez en mi vida me estaban confundiendo con una vulgar prostituta. Además debajo de mi vestido ya no quedaba ninguna prenda. Estaba paralizada detrás de la puerta cuando mi acompañante me dio un pellizco en el culo

.-“Hay!!!” grité yo, cogida por sorpresa del dolor.

.-“Ahora ya sabe que estas aquí dentro” dijo él susurrándome en la oreja y situándose tras mi espalda ambos detrás de la puerta.

.-“No vuelvas a pellizcarme, me has hecho mucho daño” le susurré para que no nos oyeran. Yo estaba con la oreja detrás de la puerta tratando de escuchar lo que ocurría fuera, cuando de repente el muchacho levantando levemente la tela del vestido y cogiéndome por sorpresa, me dió un manotazo con la palma de su mano bien abierta para que hiciese tan peculiar ruido.

.-“Aah” chillé al sentir el azote en mi culo.

.-“¿Pero que haces?, estás loco, te he dicho que me haces daño” le increpé susurrando.

.-“Algo tenemos que hacer ¿no crees?” me dijo el muchacho.

.-“¿Por qué?, yo lo que quiero es que se vaya cuanto antes para salir” le dije al joven.

.-“ Pues me temo que no se irá hasta que crea que hemos acabado el polvete, querrá saber lo que sucede, seguramente se la estará pelando en el otro reservado.” Me dijo en voz baja medio riéndose de la situación.

.-“Ah sííííí, ¿Y que quieres que haga?” le pregunté tratando de averiguar sus intenciones.

.-“Tenemos que hacerle creer que estamos follando como locos, seguro que así termina antes y se las pira” dijo tratando de convencerme.

.-“Por que no finges un orgasmo” me dijo “seguro que lo finges muy bien cuando lo haces con tu maridito”.

.-“Pe, pero...me muero de vergüenza” dije bajando la cabeza.

.-“Vamos anímate, es parte del juego. Si quieres gírate de cara contra la puerta, así no me verás y te dará menos corte.”

.-“¡Dios mío! Esto es una locura.” Dije girándome de espaldas a él contra la puerta del reservado dispuesta a fingir el maldito orgasmo.

.-“Uuuuhmmm” comencé a gemir.

.-“Vamos, vamos un poco más de realismo de lo contrario no se lo va a creer nuestro amigo” me susurraba el joven tras de mí.

.-“Uuuuhmmm” repetí de nuevo el gemido.

.-“Así no hay quien se lo crea, tienes que ponerle más realismo” me susurraba en la espalda muy cerca de mí. De nuevo me levantó el vestido levemente y me dio otra cachetada en el culo que resonó en todo el baño. Yo me volví de nuevo enfadada dispuesta a recriminarle la acción cuando poniendo un dedo en mi boca haciéndome permanecer en silencio me dijo:

.-“Sssshh, ya verás, di que te gusta” me dijo.

.-“Uuuhmm, me gusta” dije ahora más alto. Otro manotazo cruzó mis nalgas enrojeciéndolas, y de nuevo me indicó que gritase que me gustaba.

.-“Oooh, siiihh, me gustaah” gemí yo fingiendo. Otro manotazo en mis nalgas. Yo apoyé mi brazo contra la puerta de tal forma que mi cabeza descansaba sobre mi antebrazo y cerrando los ojos y concentrándome, estaba dispuesta a fingir el mejor orgasmo que ese chaval pudiera imaginar.



.-“Siih, sigue, sigue, me gustaaahh” gemía yo siguiendo el juego. Estuve unos tres minutos gimiendo y fingiendo...

Repetimos varias veces los azotes y mis gemidos, Estaba tan concentrada que por unos momentos me olvidé que estaba mi acompañante junto a mí. Mi respiración se aceleraba, pues yo misma me estaba excitando de imaginármelo. Pude comprobar como me humedecía por la situación y el nivel de concentración. Hasta que mi acompañante tratando de deshacer el lazo de mi cuello que sujetaba el vestido me dijo:

.-“No creo que se lo esté tragando, será mejor dejarle alguna pista”

.-“¿Pero que haces?” pregunté sorprendida.

.-“Seguro que si dejamos tu vestido colgando en la puerta termina convencido de que estamos desnudos y follando ¿no crees?” me dijo tratando de convencerme que era una buena idea.

.-“Tu estas loco ¿o qué?” le dije yo girándome de frente a él.

.-“Mira, haremos una cosa, yo me doy la vuelta, procuraré no mirar, te quitas el vestido, y lo dejamos colgando. Eso es todo” dijo preguntándome con la mirada si sería capaz.

.-“Ni lo sueñes, tu lo que pretendes es verme desnuda” le indiqué.

.-“¿Y que hay de malo?, además tan sólo podría verte el culo si te giras contra la puerta, y por cierto ya te lo he visto al darte los cachetes. Es realmente precioso, perdona que te lo diga dicho sea de paso. Pero no se trata de eso, la cuestión es otra....” dejó un suspense en el aire.

.-“Ah , sí, y ¿cuál es la cuestión según tú?” le pregunté yo.

.-“Seguro que alguna vez te has preguntado si serías capaz de mostrarte desnuda delante de un hombre que no fuera tu marido y cosas por el estilo, por ejemplo, ¿haces top less cuando vas a la playa?” terminó preguntándome.

.-“Sí claro, alguna vez” le indiqué yo.

.-“Por qué no me enseñas las tetas a mí como haces en la playa a todo el mundo”.

.-“Por que no es lo mismo, yo no hago top less para enseñar mi pecho a todo el mundo sino para que me dé el sol y estimule mi melanina en esa zona, vamos para ponerme morena”.

.-“Bueno déjalo, ¿te atreves o no?” me incitó de nuevo.

Yo permanecía quieta, no sabía que hacer. Por una parte mi mente me decía que no debía desnudarme, que una cosa era jugar y otra muy distinta lo que podía pasar, tenía miedo que al verme desnuda se avalanzase sobre mí y en cierto modo me forzase, pues de una cosa estaba segura: no quería ponerle los cuernos a mi marido. Quería seguir siendo su fiel esposa. Supuse que mi marido había tonteado con alguna otra, incluso me había contado que en alguna que otra fiesta y reuniones de empresa habían acabado en puticlubs, pero que él nunca había subido a una habitación a pesar del calentón, las insinuaciones y toqueteos con las chicas. Por otra parte me encontraba lo suficientemente cachonda como para continuar con la situación. Tuve que reconocer que tan sólo unos momentos antes me hubiese dejado acariciar mis intimidades por aquel chaval.

.-“Prométeme que no harás nada” dije mostrándole mis temores.

.-“Te lo prometo” dijo dándose la vuelta. Yo deslizé los tirantes de mi vestido dejándolo caer por mis pies. Estaba completamente desnuda de no ser por las sandalias. Deposité mi vestido por encima de la puerta dejando medio vestido fuera y otro medio dentro, y me quedé tras la puerta, de nuevo cara a la salida dando la espalda a mi acompañante. Instintivamente me tapé mis pechos con una mano y mi monte de venus con la otra a pesar de estar de cara contra la puerta.

.-“Recuerda seguir gimiendo” dijo el joven muchacho dándose la vuelta y contemplando mi desnudo cuerpo por detrás. Yo permanecía callada conocedora de que se había vuelto y me observaba. Me sentía una mezcla entre estúpida y avergonzada, y por otra parte excitada y temerosa. Esta vez me acarició con la yema de sus dedos por los laterales de mi cuerpo, desde el final de mis costillas hasta las caderas. Esa zona siempre me pareció bastante herogénea, se me puso la piel de gallina y los pelos de punta.

.-“Eres realmente hermosa” me susurró acercándose a mi. Yo respiraba entrecortadamente fruto de la excitación. Una de sus manos me acariciaba el culo.

.-“Dime ¿te gusta que te acaricié?” esta vez pude notar su cuerpo sobre mi espalda. Era la primera vez que nuestras pieles entraban en contacto de esa manera.

.-“Siiih” dije yo totalmente abandonada a sus caricias esperando que avanzase en sus intenciones. Agarró mis manos que todavía cubrían ridículamente mis pechos y mi pubis y las guió entrecruzándolas hasta mi espalda.

Pude rozar su entrepierna. Un escalofrío recorrió mi cuerpo de arriba a bajo. Por primera vez en mi vida estaba acariciando un pene que no era el de mi marido aunque fuera por encima de su pantalón.

Para mi sorpresa pude comprobar atónita como el vestido que estaba colgando en la puerta desaparecía para sorpresa de ambos.

.-“Mi vestido” grité al ver como desaparecía. Alguien lo había cogido. Ambos nos quedamos de piedra.

.-“Pero haz algo” le dije a mi acompañante.

.-“Y qué quieres que haga” me dijo él.

.-“Recuperar mi vestido” le dije. El muchacho salió corriendo. Yo volví a cerrar el escusado quedándome sola completamente desnuda. Toda mi preocupación en ese momento se centraba en cómo salir de allí sin montar un escándalo. El tiempo transcurría sin tener ninguna noticia de mi joven acompañante. Comenzaba a inquietarme y pensaba una y otra vez cómo salir de esa situación. Ví el bolso y me empecé a plantear llamar a alguna amiga para que me ayudase. Temí que se enterase todo el mundo conocido. Por suerte pude escuchar la voz de mi acompañante.

.- “¿Estas ahí?” preguntó en voz alta al otro lado de la puerta del baño.

.-“Siiih” respondí abriendo el pestillo.

.-“Toma es un albornoz del hotel” me dijo tendiendo el albornoz hacía mi.

.-“Pero esto no es...” no me dejo acabar la frase.

.-“Mira no sé quien coño ha cogido tu vestido, lo único que se me ha ocurrido es alquilar una habitación. Vamos, ponte el albornoz y una vez en el cuarto tratamos de comprar un vestido para que puedas salir de nuevo a la calle”. Me dijo el muchacho.

Después de todo no me pareció tan mala idea. Casi me muero de vergüenza al recorrer el hall del hotel hasta los ascensores tan sólo con el albornoz puesto. El muchacho me acompañó hasta la habitación reservada.

.-“Y ahora ¿que hacemos?” le pregunté tras cerrar la puerta.

.-“Tenemos que tratar hacernos con un vestido” dijo él.

.-“Si pero...¿cómo?” pregunté de nuevo.

.-“Mira, puedo acercarme hasta alguna de las tiendas cercanas y comprarte algo de ropa, al menos podrás coger un taxi y llegar a tu casa ”. me explicó él.

.-“Me parece una buena idea” respondí yo, “puedo esperarte mientras tanto aquí, igual aprovecho y me doy una ducha y todo”. dije yo.

.-“Perdona, pero tengo que devolver el albornoz, lo pedí prestado en recepción” dijo el muchacho.

.-“No importa voy por unas toallas” dije yo con la intención de ir al baño de la habitación. El muchacho me detuvo a medio camino justo a la entrada del pasillo que daba al baño.



Yo lo miré fijamente a los ojos. Comprobé que el joven se moría en deseo por verme desnuda. Tuve que pensarlo, pero siendo sincera conmigo misma me agradaba la idea de exhibirme desnuda ante aquel muchacho, total en parte ya lo había hecho en los baños del hotel. Deshice el nudo del albornoz lentamente mirando cara a cara a los ojos del muchacho que ardía en ganas porque acelerase mis movimientos. Abrí poco a poco los laterales del albornoz desesperando a mi joven acompañante y disfrutando de sentirme deseada. Por fin muy despacito, lo dejé caer al suelo mostrándome completamente desnuda ante él.

.-“Ya está, ya me has visto desnuda, ¿satisfecho?” le dije al muchacho.

Se notaba que no dejaba de admirar mis pechos y mi pubis.

.-“Es realmente precioso” dijo mirando fijamente mi depilado monte de venus.

Se acercó y me quitó las gafas, yo trataba de taparme ridículamente como podía con mis manos. Ahora comenzó a dar vueltas alrededor mío contemplando mi cuerpo desnudo. Se detuvo en mi espalda.

.-“Te ha gustado?” me preguntó.

.-“¿El qué?” le devolví la pregunta.

.-“Desnudarte para mí, exhibirte ante un desconocido como yo. Mostrar tu cuerpo ante mí” dijo él. Yo dudé por unos momentos antes de responderle.

.-“Si, creo que sí, me gusta como me miras” dije algo avergonzada de mi confesión. Ahora pude notar su mano en mi culo.

.-“Aún está un poco rojo de los azotes” dijo acariciando mi trasero.

.-“Splasssh” soltó un nuevo manotazo en mis nalgas.

.-“Hay, ¿pero que haces?. Me has hecho daño” dije con voz de parecer una niña mala.

.-“¿Quieres que salga a conseguirte un maldito vestido o no?” me preguntó él de manera muy autoritario.

.-“Si claro” dije yo sorprendida por su pregunta.

.-“Entonces tendrás que hacer cuanto te pida, esta claro” dijo él forzando la voz simulando ser un tipo duro. Yo sabía que me estaba proponiendo continuar jugando y simular algún tipo de roll. La curiosidad y la excitación me llevaron a seguirle el juego.

.-“¿Que quieres que haga?” le pregunté yo con voz de niña traviesa.

.-“Por lo pronto, sólo responderás si o no cuando te pregunte, y al finalizar cada frase deberás decir la palabra amo, ¿esta claro?” preguntó él mirándome fijamente a los ojos y desafiándome con la mirada.

.-“Si amo” dije bajando la cabeza.

.-“Muy bien, veo que has entendido. Como veo que te han gustado, y para que te quede del todo claro comenzaré dándote unos azotes. Así sabrás quien es tu dueño y señor. Ven ponte aquí”. Y dicho esto me situó de pie enfrente del espejo de un escritorio, recostándome ligeramente apoyando mis manos sobre la mesa.

.-“Quiero que cuentes tus azotes en voz alta, ¿está claro?” dijo situándose detrás mío.

.-“Si amo” pronuncié estas palabras mientras con la vista lo amenazaba como diciendo “si te pasas te vas a enterar”. Pero decidí seguirle el juego.

.- “Splassh” un primer manotazo muy suave sacudió mi culo.

.-“Uno” dije en voz alta. Recordé los pasajes del libro en el que la protagonista era azotada y lo mucho que me excité al leer como lo narraba.

.-“Me encanta ver como rebotan tus tetas” dijo a la vez que daba un segundo manotazo: “splasssh”.

.-“Dos” dije yo en voz alta. La verdad no me hacía daño y estaba disfrutando con el juego.

.-“Splashhh” otro golpe relativamente suave.

.-“Tres” continúe contando yo.

.- “Splasshhh, me gusta ver como se enrojece tu culo, parece el de una guiri que no sabe tomar el sol” dijo mirándome a través del espejo de encima de la mesa.

.-“Cuatro”, yo le aguantaba la mirada.

.-“Splassh, veo que te gusta” este manotazo fue un poco más fuerte que los anteriores. Cerré los ojos dispuesta a sobrellevarlo.

.-“Cinco” pronuncié entre dientes debido esta vez al dolor con los ojos cerrados.

.-“Splassh, ¿Te gusta?” preguntó.

.-“Seis, si amo” susurré.

.-“Splasssh, no te oigo ¿te gusta?” este manotazo fue todavía más fuerte aún que los anteriores.

.-“Siete, siiiih amo” dije algo más alto. Bajando definitivamente la cabeza entre mis brazos apoyados en la mesa asumiendo el roll del juego.

.-“Splaaaaassssh, más fuerte no te oigo” dijo autoritariamente.

.-“Ocho, siiiiiiiih amo” dije en voz alta.

.-“Splaaaasssssh, así que te gusta fuerte eh, ¿te gusta que te dé fuerte? ” me susurró en la espalda.

.-“Siiiiiiiih, amo, nueve” pronuncié reconociéndome a mí misma que me estaba excitando.

.-“Splassssssssh, hemos terminado” el último manotazo fue el más fuerte de todos.

.-“Diez” dije yo incorporándome para mirarlo a los ojos a través del espejo.

Esta vez acariciaba mi culo con dulzura y dijo:

.-“Bufff, está enrojecido, será mejor que pongamos algo de hielo” dijo sin dejar de contemplar mi enrojecido culo. Fué al minibar y extrajo una lata de refresco que apoyó sobre mi caliente trasero. Sentí alivio por el frío. Yo continuaba de pie frente al espejo encima ante la mesita de la habitación del hotel.

.-“¿Has disfrutado?” preguntó el con cierta ternura.

.-“No sé que decirte ha sido algo extraño” le respondí, no quería reconocer que me había gustado.

.-“Ven, porqué no te sientas en esta silla y tratas de relajarte, ¿puedes sentarte?” me preguntó con cariño.

.-“Gracias” le dije tratando de agradecer el gesto de afecto por su parte.

Una vez sentada en la silla se situó detrás de mí y comenzó a darme un ligero masaje en los hombros.

.-“¿Mejor así?” me preguntó desde su posición.

.-“Uuuhm, si mucho mejor” gemí tratando de relajarme y disfrutar del masaje. Por un momento dejé de sentir sus manos en mis hombros.

.-“¿Qué haces?” le pregunté. Antes de que pudiera girarme y ver como inmovilizaba mis manos en mi espalda tras el respaldo de la silla. No le costó inmovilizarme con las dos muñecas a la espalda. Una vez se aseguró que no podía desatarme se incorporó enfrente mío. Ahora si estaba atemorizada pues me encontraba a su completa merced. Podía gritar y gritar hasta que alguien me oyera y acudiera a mi socorro, pero seguramente tendría que poner denuncia en la policía y explicar cómo había llegado hasta allí a mi marido. O por el contrario podía tratar de salir de aquella situación tratando de convencer al chaval. Quise confiar en mi poder de seducción y en la belleza de mi cuerpo para salir de la situación.

.-“ ¿Por qué me atas?, no me gusta, sabes que no es necesario.” Le dije tratando de que me desatase.

.-“Siento si te he hecho daño, sólo quiero que disfrutes” me respondió. Esta vez se agachó enfrente mío. Le quedaba atar cada una de mis piernas a las

patas de las sillas. Pude comprobar que mis muñecas estaban inmovilizadas en la espalda por cable de teléfono. Para atar una de mis piernas a las patas de la silla empleó el cable del secador del baño, mientras que para atar la otra de mis piernas utilizó el cordón de las cortinas. Al contemplar como realizaba los nudos tuve la impresión de que ya lo había hecho antes.

.-“Esto no es nuevo para ti ¿verdad?” le pregunté.

Se puso en pie con el semblante muy serio y me preguntó:

.-“¿De verdad quieres saberlo?” inquirió mirándome fijamente a los ojos.

.-“Si” respondí.

.-“Efectivamente, no es nuevo para mí. Me gusta el sado, el bondage o el fetish o cualquier cosa que pueda parecerse. Me gusta llegar al límite, explorar nuevas sensaciones, jugar con la mente y los pensamientos más allá de lo convencional o de lo contrario no me resulta placentero, ¿es eso lo que querías saber?.” Respondió.

.-“¿Qué pretendes hacer conmigo?, ¿hasta dónde quieres llegar?, ¿me dolerá?” pregunté atemorizada.

.-“No, si tú no quieres, pero ya verás como me suplicas porque continúe” me respondió “Mira, pese a todo lo contrario a lo que la gente piensa, en este tipo de relaciones no ocurre nada que uno de los dos no quiere que ocurra, de lo contrario pasa de ser una relación íntima a convertirse en delito. La cuestión es... ¿hasta dónde estás dispuesta a disfrutar tú?” me devolvió la pregunta.

.-“Suéltame, por favor te lo ruego, déjame marchar” le dije con voz temblorosa.

.-“¿Estas segura?”, me susurró en la nuca

.-“No por favor, suéltame” pero mis palabras apagadas y tenues tan sólo reflejaban temor sin convicción en lo que decía.

.-“Mira conozco tu lucha interna, sé que te debates entre tus instintos y el deber.” Esta vez se puso en cuclillas enfrente de mí mientras acariciaba mis piernas. Sus manos en mis muslos me pusieron la piel de gallina. Un escalofrío recorrió mi cuerpo de arriba abajo mientras lo escuchaba

.-“Se que hay una parte de ti que dice que esto no es propio de una mujer casada y decente. ¿Qué pensarían tus amistades si supiesen esto de ti?. Ya te dije en el bus que me pareciste muy valiente y lo sigo pensando, porque en el fondo hay otra voz en tu interior que despierta tu curiosidad, que quiere saber hasta dónde puedes llegar, que reconoce que la situación le excita, que nunca antes se había sentido tan viva. Dejáme que te ayude a vencer tus miedos y a disfrutar. Dejáme que te guié en este camino. ¿puedo?”. Mi respiración se aceleraba. Yo estaba envuelta en una lucha interna sin precedentes. El muchacho tenía razón, la situación me resultaba de lo más excitante, y sin embargo tenía miedo. Estaba arrodillado tratando de oler mi sexo, esta claro que mi rasurado coñito le había llamado la atención en cuanto lo vió. En alguna que otra ocasión me había tenido que masturbar imaginando algo así con mi marido. Me excitaba ser sometida, la única diferencia es que en mis fantasías deseaba que fuese con mi esposo, aunque era evidente que eso nunca ocurriría con él.



Permanecía callada sin decir nada. El debió interpretar mi silencio como consentimiento. Pude notar sus labios en mi boca, por primera vez me había besado. Fué un beso con ternura. ¡Dios mio! era la primera vez que me besaba otro hombre que no fuera mi marido. No me lo podía creer. Aquel muchacho y yo posiblemente nos llevaríamos diez años de diferencia. Besaba muy bien, me agradó. Continué en silencio.

.-“¿Te ha gustado? Me preguntó.

.-“Si” le respondí yo. El joven volvió a besarme, esta vez su lengua recorrió cada rincón de mi boca.

.-“Ves como no pasa nada. ¿Estás ya más relajada?” preguntó de nuevo.

.-“Si, creo que sí” dije buscando la tranquilidad en mi interior.

Fue entonces cuando dándome una ligera bofetada me dijo:

.-“Responderás si amo, ni una palabra más ni una palabra menos ¿entendido?” preguntó al tiempo que soltaba otra leve bofetada que resonó aún más en mi interior. Yo dudé por unos momentos. El silencio era tenso esperando mi respuesta. Al final pronuncié:

.-“Si, amo”.

Ya está. Ya lo había dicho, había consentido continuar con aquella locura y ambos lo sabíamos. Podía haber gritado pero no fue así. Sólo esperaba que realmente valiese la pena, por que tan sólo quería disfrutar cuanto estaba sucediendo. Un pellizco en mi pezón me hizo ver las estrellas.

.-“Haaay” chillé sorprendida por el dolor de la caricia.

.-“¿Te ha dolido?” me preguntó.

.-“Si, amo” respondí consintiendo cuanto ocurría e incitando al muchacho a continuar.

Se dirigió hacia la puerta del frigorífico del mueble bar. Mis sentidos estaban alerta pese a estar de espaldas a la nevera. Escuché como destapaba una botella de cerveza, pensé que tendría sed y la bebería, pero lejos de ocurrir eso sentí como un líquido frío era vertido en mi cuerpo desprendido desde lo alto a mis pechos y mojando todo mi cuerpo. La habitación se puso echa un asco, pues el líquido caía al suelo. Permanecía callada y expectante. Pude percibir como el muchacho buscaba algo entre sus ropas. Sacó un preservativo, se dirigió de nuevo al mueble bar y sacó un plato con algunas frutas. Había pepino, limón, lima y algunas bolitas de enebro. Pensé que guardaban eso en la nevera del hotel para la preparación de los gin tonics. Pude ver como envolvía el pepino en el preservativo. El tamaño de la hortaliza era algo mayor al de un pene. Yo lo miraba atemorizada y comencé a gritar:

.-“No, ni se te ocurra, ¿qué vas a hacer?” temía que tratase de introducir el pepino en mi interior.

.-“No, detente, no sigas, déjame marchar” le gritaba.

.-“Sssschh, será mejor que calles” dijo al tiempo que cogía un limón y me lo hacía morder tapándome mi boca. Luego con el cordón del albornoz me impedía poder escupirlo. Con el limón en mi boca sólo podía emitir sonidos guturales.

Se acercó con el pepino entre sus manos y arrodillándose frente a mí me dijo.

.-“Dime, ¿Te has masturbado alguna vez con un consolador?” me preguntó.

Yo negaba con la cabeza horrorizada.

.-“Vamos no me mires así, tu necesitas un orgasmo y a la vez no quieres que te penetre pues quieres ser fiel a tu marido ¿no es así?, ¿qué otra opción tengo entonces?” me dijo acercando la punta del pepino a mis labios vaginales.

Yo continuaba negando con la cabeza sin poder articular un sonido audible debido a mi mordaza. El joven movía el pepino de arriba abajo recorriendo mis labios vaginales, tratando de que cediesen, se abriesen y el objeto se introdujese dentro. De vez en cuando jugueteaba con mi clítoris.

.-“Relájate..., disfruta..., ya verás como te gusta” me decía. El joven tuvo la suficiente paciencia para insistir e insistir hasta que mis labios vaginales comenzaron a humedecerse. Mi respiración se entrecortaba y mi pelvis se movía tratando de facilitar la maniobra a pesar del poco margen de movimiento que tenía.



Al poco tiempo introducía los primeros milímetros del pepino en mi interior.

.-“Aaaaaggh” gritaba amordazada cuando sentí que se abría paso en mi interior. Poco a poco el objeto fue introduciéndose dentro hasta casi la mitad dilatándome. Había quedado introducido en mi interior. El muchacho dejó de manipular el otro extremo. Serían unos cinco centímetros, lo justo para alcanzar a estimular mi punto “g”. Aquello me desesperaba. Mi pubis continuaba moviéndose adelante y atrás buscando mi propia auto masturbación con el pepino inserto. Nunca antes había usado un consolador o me había masturbado con ningún objeto y aquella situación, mi sumisión, ofrecida, expuesta y ahora humillándome buscando alcanzar un orgasmo con un triste objeto inserto en mi cuerpo para satisfacción de un muchacho al que apenas conocía, me resultaba a la vez de lo más excitante.



Yo estaba concentrada en mis maniobras cuando el joven me vendó los ojos con lo que parecía la funda de un almohadón.

Pude escuchar como el joven se desprendía de los pantalones. El sonido era inequívoco a pesar de no poder observarlo, pero se estaba haciendo una paja observándome. Pude notar como con una de sus manos me acariciaba los pechos mientras con la otra se masturbaba a mi lado. De vez en cuando su mano libre revolvía mi pelo. Pude oler su sexo por primera vez, pues debía estar cerca de mi cara. También pude escuchar como su mano se movía cada vez más deprisa hasta que al final pude notar un líquido denso y viscoso resbalar por mi hombro hasta uno de mis pechos. Supuse que se había corrido, sobre mi cuerpo. No podía verlo, pero podía oler su semen en mi cuerpo. Siempre pensé que me daría asco algo así, sobretodo por ser semen que no era de mi marido. Pero contraria a lo que había pensado toda mi vida, tenía cierta satisfacción en mi interior. Pude escuchar la voz del joven susurrarme en mi nuca...

.-“Mira cómo has puesto todo esto. Habrá que avisar al servicio de habitaciones” dijo en mi espalda. Yo traté de impedirlo, quería hablar pero no podía. No podía articular mas que sonidos guturales debido a la mordaza de mi boca.

.-“No, no, no hagas eso” trataba de decir mientras me agitaba en mi silla. Permanecí en silencio cuando escuché que marcaba el número de recepción.

.-“Si, servicio de habitaciones, perdonen se ha derramado una cerveza por el suelo de la habitación y está muy pringoso, por si podían enviar a alguien a fregarlo por favor. Si, si, ahora mismo si es posible. Gracias muy amable” y colgó el teléfono.

Yo me agitaba y convulsionaba encima de la silla expresando mi desaprobación como podía. Él al verme así de desesperada me dijo.

.-“Estas muy graciosa, tratando de no asumir lo irremediable. Me encanta ver como rebotan tus tetas al agitarte. Es más, creo que esto lo voy a grabar en vídeo para que lo veas luego.



Pude comprobar como el joven amo cogía mi bolso y mirándome me preguntó.

.-“¿Tu móvil puede grabar videos?” preguntó mirándome.

Yo me convulsionaba y negaba con la cabeza a pesar de que sí podía hacer videos con el móvil. El muchacho rebuscó entre mi bolso y encontró el móvil.

.-“Me has mentido, no te preocupes esto tendrá su castigo. Ya verás como lo disfrutas coma la perra que eres ” y dicho esto buscó una toma en la que se me viera a mí y a la puerta de la habitación. Yo continuaba negando con la cabeza.

.-“No te preocupes, ya tendrás oportunidad de masturbarte cuando veas el video”.

Unos nudillos golpearon la puerta desde el exterior de la habitación. Pude escuchar una voz masculina que decía:

.-“Servicio de habitaciones”

El joven corrió a cubrirme de nuevo los ojos con la funda, y luego se dirigió a la puerta gritando.

.-“Ya voy, un momento por favor” escuché un “click” sonido que delataba que mi móvil había comenzado a grabar en vídeo. Escuché el sonido de la puerta abrirse.

.-“Oh gracias muy amable por venir a limpiarlo”. La puerta se cerró de golpe. Escuché unos pasos acercarse, no sabría decir cuántas personas se acercaron hasta dónde estaba yo y por tanto el líquido derramado. Si que pude escuchar el sonido de un cubo de fregona contra el suelo y a mi joven amo que decía:

.-“¿Qué te gusta el pedazo de puta que hay en la silla?”

.-“Tranquilo puedes tocarla si quieres”. Entonces unas manos recorrieron mi cuerpo acariciándolo sutilmente.

.-“¿Quieres ver como se corre? Seguro que si mueves el pepino que tiene inserto entre las piernas no tarda ni cinco minutos en correrse” Lo cierto es que tan sólo escuchaba la voz de mi amo en la habitación. Pero el sólo hecho de pensar que podía haber alguien del hotel observándome y acariciando mis piernas me hizo poner la carne de gallina. Poco a poco noté como unas manos comenzaban a mover la hortaliza inserta en mi pubis. Traté de imaginarme como sería el personal del hotel. Había escuchado una voz masculina detrás de la puerta identificarse como servicio de habitaciones, parecía corresponder a alguien relativamente joven.



Lo cierto es que comenzó a mover el pepino entre mis piernas. Los pliegues estimulaban sobremanera mis sensaciones. No tuve más remedio que abandonarme a las caricias, llevaba toda la tarde excitada y debido a las estimulaciones en mi interior costó poco volver a ponerme cachonda.

A pesar de la mordaza en mi boca comenzaron a escucharse mis gemidos.

.-“Uuuuhhmmm” comencé a gemir.

Arqueé el cuerpo hacia atrás y me abandoné a las caricias.

Alguien manipulaba mi interior con gran maestría. Estaba a punto de correrme.

Metía y sacaba el pepino a un ritmo que me desesperaba. Mi respiración se agitaba, los gemidos eran irremediables, además comencé a mover cuanto pude mi pelvis adelante y atrás tratando de aumentar el ritmo.



Al final alcancé un orgasmo maravilloso.



Escuché los aplausos de mi joven amo, y su voz que decía:

.-“Has estado magnífica. Gracias joven, puedes abandonar la estancia” y dicho esto, tras sacar la hortaliza de mi interior, escuché unos pasos hacia el vestíbulo y seguidamente abrir y cerrar la puerta.



El muchacho me quitó la venda de los ojos y después se dirigió hasta donde estaba mi móvil grabando, paró la grabación, cogió el móvil en las manos y acercándose a mi me dijo:

.-“¿Quieres verlo?” preguntó mirándome a los ojos.

.-“Yo abrí los ojos horrorizada y traté de articular alguna frase”. Ahora se acercó a mí, se agachó detrás de mí en la silla y me desató el nudo que oprimía mis muñecas. Liberó mi boca de su mordaza.

Luego me dio el móvil. Le solté un manotazo en toda la cara.

.-“Eres un pedazo de imbécil” le grité.

.-“Tranquila siéntate, vamos a ver el vídeo, ¿o es que piensas salir así a la calle?” me dijo totalmente tranquilo. Yo en cambio estaba alterada.

.-“Cállate imbécil” le volví a gritar.

.-“Vamos, vamos porque no te calmas” me dijo el impasible.

Yo me senté sobre la colcha de la cama dispuesta a ver el móvil. El muchacho se sentó a mi lado. Le dí al play.

Pude ver como se acercaba a abrir la puerta, tomaba el cubo de fregona que le habían subido pero no dejó entrar a nadie más, cerraba la puerta tras de sí sin nadie más en la habitación más que él y yo. Mi cabreo se fue disipando. Luego pude comprobar como era él mismo quien se arrodillaba a mis pies y comenzaba a masturbarme con el pepino hasta correrme.

.-“Dime, ¿en serio pensabas que había alguien más en la habitación?” me preguntó.

.-“Si claro” dije bajando la cabeza avergonzada.

.-“Ya te dije que nunca haré nada que no me pidas. Y aún así.... ¿te corriste?” preguntó él.

.-“Ya lo has visto ¿no?” le respondí.

.-“¿Te gustó?” insistió.

.-¿Tu que crees?” yo evadía responderle que sí, que había disfrutado como nunca.

.-“Tranquila lo sé, no quieres decirlo, porque es una forma de reconocerlo”

Y dicho esto comenzó a acariciarme la pierna más cercana. Ambos estábamos sentados en la cama. Luego giro mi cara con su mano en mi barbilla y me besó. Lo hizo con mucha dulzura. Me gustó. Su lengua se movía en el interior de mi boca. Estuvimos besándonos un buen rato. El me acariciaba las piernas.

En un momento dado cogió mi mano con la suya y me obligó a acariciarle el miembro por encima del pantalón. Al principio yo no quería y era reticente, pero luego fue inevitable dado el tamaño que había adquirido su polla dentro del pantalón. No podía dejar de acariciarle y preguntarme cómo sería semejante miembro.

.-“¿Quieres verla?” me preguntó el joven. Yo asentí con la cabeza.

.-“¡Arrodillate!” me ordenó esta vez. Me levanté de la cama y me postré de rodillas a sus pies.

Se incorporó justo enfrente de mí. Se quitó la camiseta. Esta vez pude ver con claridad su torso desnudo que marcaba abdominales. Realmente era un cuerpo trabajado en el gimnasio. Luego poco a poco se bajó los pantalones, mostrando un bulto increíble bajo sus boxers. Al fin liberó su enorme polla ante mis ojos. No podía creer lo que veía, desde luego me pareció grande en comparación con la de mi marido. Por lo menos mediría 25 centímetros y de grosor otra barbaridad.

Respiré profundo en parte temerosa.

.-“Vamos, ya sabes lo que tienes que hacer. Lo estas deseando” y dicho esto recogió mi pelo en una coleta agarrándome con una sola mano y empujando mi cabeza para que se la mamara.

Yo comencé sacando mi lengua y recorriendo su polla a lo largo. Su olor no me resultó del todo agradable. A decir verdad practicaba poco sexo oral con mi marido porque apenas me gustaba.

.-“Estoy seguro que sabes hacerlo mejor” me dijo mientras oprimía mi cabeza con la mano por la que me tenía sujeta del pelo contra su entrepierna. No tuve más remedio que introducírmela en la boca. A poco me ahogo. Hizo fuerza para introducírmela hasta el fondo y me dieron arcadas. Su glande golpeó mi campanilla.

.-“Serás... ¿no irás a vomitarme encima?” dijo sorprendido por mis nauseas.

.-“Vamos zorra, ponte en píe” dijo tirando de mi pelo hacía arriba.

Me guió cogida del cabello hasta las cortinas que tapaban la ventana de la habitación. Me hizo colocarme de frente a las cortinas. Ató uno de mis brazos en alto a la barra de las cortinas. Luego hizo lo mismo con la otra de mis muñecas. Estaba inmovilizada con los brazos arriba y las muñecas atadas a la barra contra las cortinas.

Ahora sus manos recorrían todo mi cuerpo, explorando cada rincón. Pude notar su polla rozándose con la piel de mis caderas. Acariciando todos y cada uno de los poros de mi piel. Se entretuvo un buen rato en estrujar mis pechos. Sabía que tarde o temprano me penetraría y trataba de asumirlo. Pensaba en mi marido, ”pobrecito, si el me hubiera hecho esto antes” pensaba par a mí. El sabía que me dejaría hacer cualquier cosa llegados a ese punto. Luego acarició mi pubis depilado, hasta que desde detrás de mí como estaba me introdujo un dedo en mi vagina, luego fueron dos y al final tres. Los movía adelante y atrás a un ritmo frenético, me hacía más daño que placer.

.-“Aaaah” medio gemía y gritaba.

.-“¿Te gusta?” me preguntó. Yo continuaba callada sin responder mientras él continuaba moviendo sus dedos en mi interior. Cesó en su maniobra.

.-“Tienes un culito precioso” dijo al tiempo que se arrodillaba separando las nalgas de mi culo y comenzó a lamer mi ano. Aquella maniobra era nueva para mí.

.-“Pero ¿que haces?” le pregunté sorprendida.

.-“Si te lo preguntas quiere decir que nunca te lo han hecho” dijo él.

.-“No por el culo no, ni se te ocurra” grité yo.

.-“Será mejor que te relajes” dijo al tiempo que introducía un dedo en mi ano.

.-“aaAAAh” grité yo sorprendida por la intrusión. El muchacho movía suavemente su dedo en mi ano.

.-“¿De verdad que nunca te lo han hecho por el culo?” me preguntó el joven.

.-“Noooh” gemí yo pues tras la sorpresa inicial se convertía en placer.

.-“Tranquila te gustará” dijo introduciendo un segundo dedo.

.-“No ,aaah, no, no uhhmm,repetía una y otra vez” entre gemidos.

.-“Sé que en el fondo te gusta sentirte sucia y humillada.” Dijo en mi espalda.

.-“Noooooh” suspiraba yo entre gemidos.

.-“Sabes... ya nunca será igual, cuando tu marido te haga el amor a lo misionero, ya no sentirás lo mismo. Desearás que sea yo quien te someta” dijo mordisqueando mi espalda e introduciendo un tercer dedo en mi ano.

.-“NoooOO” gritaba yo cerrando los ojos abandonada a sus palabras que retumbaban en mi mente.

.-“Me gusta tu sudor” dijo al tiempo que lamía mi cuello detrás de la oreja.

.-“Aaayhh” aunque trataba de reprimirlo yo me retorcía de placer.



Mi ano estaba ya lo suficientemente dilatado. Escuché como se bajaba los pantalones me giré para ver el instante. Pude ver como guiaba la punta de su polla a la entrada de mi ano.

.-“Dime que no lo deseas y todo terminará” pero yo permanecía en silencio contemplando su glande entre mis nalgas.

.-“No te oigo” me preguntó de nuevo.

.-“Siiiiih,” dije esta vez muy bajito.

.-“No te oigo” me susurraba en la nuca.

.-“Siii, hazlo” dije yo más alto.

.-“¿Que quieres que te haga el qué?” dijo el una vez más.

.-“Metémela de una vez por el culo” dije algo temerosa.

.-“Una vez más” me pidió él.

.-“Rómpeme el culo de una vez, vamos lo estoy deseando, quiero saber que se siente...” pronunciaba al tiempo que me agitaba. El sujetándome fuerte por las caderas me susurró:

.-“Es justo lo que quería oir” dijo escupiendo en la entrada de mi esfínter.

Yo deseaba el momento, mis piernas temblaban y el corazón se aceleraba.

.-“Esto debería verlo todo el mundo” dijo corriendo las cortinas y exponiéndonos a la vista de todo el mundo.

.-“No, no cierra, estas loco, pueden vernos” gritaba mientras veía a la gente pasear en la calle por debajo de la ventana. Yo me giraba para que no me reconocieran la cara desde la calle, e inevitablemente contemplando el momento en el que su polla se abría paso a través de mi esfínter sodomizándome por primera vez en mi vida.

.-“Aaaghh” chillé mientras contemplaba como me reventaba el culo.

.-“”¿Te gusta?” me dijo desde mi esplada.

.-“Oh Dios, me duele” es lo único en que podía pensar, en el dolor que me producía. Su cuerpo hizo fuerza contra el mío de tal forma que mis pechos quedaban aplastados contra el cristal de la ventana. Yo permanecía con los brazos arriba atados a la cortina de la barra. Miré a la calle, a pesar de estar en un tercer piso la gente paseaba por la acera ajena a mi sacrificio.

Deseaba que todo acabase cuanto antes. Cerré los ojos intentando relajarme. Tan sólo podía escuchar el ruido del crucifijo de mi colgante golpear contra el cristal al ritmo de sus envites. El dolor fue desapareciendo transformándose poco a poco en placer. Un placer indescriptible para mí. Nunca antes había sentido nada igual.

.-“Sii, siiih, sigue, muévete” gritaba yo ahora.

.-“¿Te gusta eh?, ¿Te gusta que te revienten el culo como a una vulgar puta?”

.-“Siih” gemía yo próxima al orgasmo.

.-“¿Qué pensaría tu maridito si te viese gozando con una polla en el culo?” decía al tiempo que arremetía detrás mío con furia.

.-“Que soy una puta cualquiera” dije cerrando de nuevo los ojos tratando de concentrarme en alcanzar el orgasmo.

.-“Puta” dijo al tiempo que escupía de nuevo en mi culo. Pero a mí todas aquellas palabras me excitaban aún más. Me sentía sucia y vejada como en tantas y tantas veces había imaginado en mis fantasías.

.-“Puta” volvió a repetir.

.-“Siii, soy tu puta” dije yo.

Cuando abrí los ojos un anciano estaba viéndonos desde la calle. No dejaba de mirar hacía arriba por lo que varios transeúntes comenzaron a imitarle y señalar nuestra posición. Distinguí entre el grupo de media docena de mirones a Javier, un antiguo compañero mío de la facultad, de cuando estudiaba. Mi excitación se esfumó de golpe. Un montón de temores asaltaron mi mente.

.-“No por favor, cierra las cortinas me han reconocido” dije tras verificar al compañero de estudios.

.-“¿Qué dices?” dijo el golpeando con más fuerza aún haciendo resonar el crucifijo contra el cristal.

.-“Si, mira por favor, el de la camiseta naranja, se deja ver, estudió conmigo” dije como pude.

.-“Guuauuuh, esto si que me pone” dijo al tiempo que se movía más y más deprisa.

.-“No por favor, cierra, me reconocerá, me conoce” suplicaba yo. Pero el hacía caso omiso, es más, le excitaba verme suplicando.

.-“Por favor te lo ruego, cierra, haré todo cuanto quieras, pero por favor cierra las cortinas” suplicaba.

.-“Repítelo” dijo próximo a correrse.

.-“Por favor, cierra, haré todo cuanto desees” supliqué una vez más.

.-“Quiero oírlo una vez más” exigió mi sodomizador.

.-“Haré cuanto desees” y una vez dije esto se corrió en mi interior. Pude notar varios espasmos en su cuerpo y como su polla perdía tamaño poco a poco en el interior de mi culo.



Al fin cerró las cortinas. Salió de mi interior. Pude notar su semen resbalar por mis piernas. El también se dió cuenta y separó mis nalgas para verlo.

.-“¿Cumplirás tu promesa?” me preguntó una vez se hubo recuperado.

Yo no contesté permanecía muda sin decir nada.

.-“¿Cumplirás tu promesa?” volvió a repetir.

Pero yo continúe sin articular palabra. Bajé la cabeza preguntándome como había llegado a tal extremo. Me repetía una y otra vez que eso no podía haberme sucedido a mí. Me recriminaba a mí misma cómo había sido capaz de gozar con esa humillación, y sin embargo no me había corrido por lo que mi cuerpo pedía aún más pese a que mi cabeza repetía una y otra vez: “no,no,no”.



El se vistió con urgencia. Yo continuaba atada a la barra de las cortinas. Pude ver como cogía mi móvil con el que grabó las imágenes de la silla y me decía:

.-“Llamarás” fue lo último que dijo antes de abandonar la habitación con un portazo que resonó aún más en mi mente.



Pasado un tiempo pude desatarme. Mis muñecas estaban marcadas, me miré en el espejo y mi culo estaba enrojecido aún. Decidí darme una ducha y tratar de recuperar la cordura de todo cuanto había sucedido. Una vez en la ducha no pide evitar masturbarme, incluso introduje un dedo en mi ano a la vez que con la otra mano me acariciaba el clítoris. Esta vez el orgasmo fue maravilloso, se notaba que mi cuerpo necesitaba explotar de una vez. No pude evitar pensar en lo sucedido. Una vez envuelta en las toallas del hotel, fui pensando en como salir de aquel lío.



No me quedó más remedio que llamar a mi mejor amiga y pedirle que acudiera, prestándome algún vestido suyo. Tuve que recolocar e instalar el cable de teléfono para realizar la llamada desde la habitación, y fue cuando descubrí que mi eventual amo había marchado sin pagar los costes de la habitación. Conforme pasaba el tiempo esperando a mi amiga, me dí cuenta que ni tan siquiera sabía el nombre de aquel muchacho.


Nada más entrar mi amiga en la habitación me preguntó:

.-“¿Pero que te ha pasado?” dijo al verme arropada en las toallas tumbada sobre la cama del hotel.

.-“Si tu supieras, me acaban de pegar el mejor polvo de mi vida” le respondí y poco a poco le conté un cuento a modo de la novela más romántica de esas que a ella le gustaban. Nunca preguntó que había pasado con mi vestido.



Besos,




Sandra.





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